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Santo Domingo el Real es una de las fundaciones conventuales más antiguas de Madrid, sus orígenes se remontan a 1217. Estaba situado extramuros, próximo a la Puerta de Valnadú, en la actual Cuesta de Santo Domingo.

El Museo Universal, 28 feb. 1869

Allí estuvo enterrado el rey don Pedro I de Castilla (que reinó entre 1350 y 1369, muerto a manos de su hermanastro, Enrique II). Su nieta doña Constanza, previa autorización del entonces rey Juan II, el 24 de marzo de 1446 trasladó los restos de su abuelo al convento del cual era la priora.

La propia Constanza, como decíamos priora del convento hasta su muerte en 1478, allí fue enterrada. Su sepulcro de alabastro con una estatua yacente y escudo de su linaje estaba adosado a una de las paredes del coro de la iglesia.

El Museo Universal, 7 marzo 1869

El monasterio fue demolido en 1869. Ese mismo año se recuperaron varias piezas del destruido convento, compradas por el Estado e ingresadas en el Museo Arqueológico Nacional.

La estatua orante de Pedro I es de alabastro, procedente quizá de las canteras de la provincia de Guadalajara. Debió de pertenecer al monumento sobre el sepulcro del rey que estuvo en el desaparecido convento.

Estatua orante de Pedro I de Castilla. Gótico, primera mitad del siglo XV.

De tamaño algo mayor que el natural, la figura del rey viste armadura de brazales, grebas y musleras sobre cota de malla y sobrevesta de brocado. Coraza corta, guantes y manto real encima, tal como indica la cartela. Enriquecido con flores de oro sobre policromía perdida.

Antes de continuar con las obras procedentes del monasterio de Santo Domingo, merece la pena detenernos un momento. Cerca de la estatua, en una vitrina se expone la gran dobla de Pedro I de Castilla, una de las monedas de oro con valor de diez doblas, emitida al parecer en Sevilla en 1360, se cree que por iniciativa del propio rey, en plena guerra con su hermanastro, futuro Enrique II.

Gran Dobla de Pedro I de Castilla (1360)

El sepulcro de doña Constanza, de alabastro labrado, pintado y dorado, está compuesto de sarcófago adosado y estatua yacente.

Sepulcro de doña Constanza de Castilla. Gótico, 1478.

El primero está decorado con seis figuras en el frente y originariamente en los costados: cuatro que simbolizan Virtudes –fe, esperanza, prudencia, templanza­– y dos ángeles en el centro, con el escudo de armas de la Casa Real de Castilla.

La yacente, doña Constanza, viste hábito y capa blancos, con rosario y libro de oraciones, –que se guarda en la Biblioteca Nacional–, sobre el pecho.

En la cabecera y a los pies hay dos delicadas figurillas femeninas orantes.

Estas dos obras, la figura de don Pedro y el sepulcro de su nieta doña Constanza, son muy conocidas, pero no son las únicas que conserva el Museo Arqueológico procedentes del desaparecido monasterio.

Además, el museo guarda una cabeza de estatua de paje, de alabastro, que seguramente formó parte de un sepulcro y se hallaba a los pies del yacente. Estilísticamente se acerca a la escuela del flamenco Egas Cueman. Estos días no hemos podido verla porque se encuentra en Valladolid, en préstamo en la exposición temporal Tiempos Modernos, en el Museo Nacional de Escultura, hasta el 17 de marzo.

Cabeza de paje. Escuela de Egas Cueman, gótico, sg. XV-XVI.

En el siglo XVI el monasterio aumentó su colección artística, gracias al mecenazgo de un tataranieto del mismo rey don Pedro, don Alonso de Castilla, obispo de Calahorra, que adquirió una capilla funeraria para su propio enterramiento.

Figura orante de don Alonso de Castilla. Gregorio Vigarny o Pardo (1539-41)

La escultura orante del obispo, vestido con ropa pontificial, se trasladó al museo en 1940, procedente de la iglesia de San Pedro el Real de Madrid.

Esta figura, así como una bellísima escultura en relieve, la Asunción de la Virgen, fueron encargadas por don Alonso a Gregorio Vigarny o Pardo, que las realizó en alabastro en colaboración con Damián Forment, maestro de la escultura aragonesa, en cuyo taller fue aprendiz.

Asunción de la Virgen. Gregorio Vigarny o Pardo (1539-41). Alabastro y oro.

La ejecución de ambas esculturas fue supervisada por su padre, Felipe Vigarny, maestro de escultura castellana.

La imagen de la Virgen, elevada por cuatro ángeles y coronada por otros dos, se encontraba situada en la portada del convento.

Estas extraordinarias obras se pueden contemplar en el Museo Arqueológico Nacional, en la sala del Mundo medieval dedicada a los Reinos cristianos (siglos VIII al XV), calle Serrano 13.

Y en su web se puede consultar toda la información y documentos sobre ellas.

Por: Mercedes Gómez

A propósito de la inauguración de la Galería de las Colecciones Reales, en cuyo interior se exponen importantes restos arqueológicos entre los que se encuentran vestigios de la muralla del primer recinto mayrití, levantada en el siglo IX, volvemos a recordar una vez más nuestros orígenes, el Madrid islámico.

Como vimos en nuestra visita a la Galería de las Colecciones Reales y la muralla los restos se encuentran en dos salas, aunque de momento solo se ha abierto una al público.

Galería CCRR, 2023

En su conferencia «El edificio de la Galería de las Colecciones Reales», dentro del ciclo Los martes en la Galería, de Patrimonio Nacional, el pasado martes día 19 de septiembre, que se puede ver aquí, el arquitecto Emilio Tuñón comentó que dentro de unos meses se abrirá la segunda sala en la que se podrá ver el lienzo de muralla de mayor altura y longitud hallado durante la excavación.

Conferencia E. Tuñón, Galería CCRR, 19 sept. 2023

No hace mucho, hace poco más de un año, recordábamos la importancia del estudio de la muralla del siglo IX, origen de Madrid, y animábamos a los posibles lectores a recorrer su camino, desde la plaza de Oriente hasta la Cuesta de la Vega, y evocar nuestro pasado.

Cuesta de la Vega

Esta primera muralla, como decíamos, fue construida por los musulmanes en el siglo IX. Fue levantada por orden del emir Mohamed I (en el poder entre los años 852 y 886). Además de los documentos históricos así lo acredita la técnica constructiva empleada, con sillares de sílex o pedernal en la parte inferior y piedra caliza blanca en la superior, colocados a soga y tizón, el llamado aparejo cordobés, por ser utilizado en época emiral y califal, entre los siglos VIII y X.

Cuesta de la Vega (detalle)

El emir Mohamed I fundó Mayrit hacia el año 865, en principio como torre de vigilancia, gracias a su situación estratégica, un lugar privilegiado, rodeado de defensas naturales, el arroyo de Leganitos –Cuesta de San Vicente–, el arroyo de las Fuentes de San Pedro –calle de Segovia– y el río hoy llamado Manzanares. La pequeña ciudad amurallada se convertiría en el origen de la villa de Madrid. Probablemente por entonces ya vivían en la zona algunos grupos de población musulmana pero fue en la segunda mitad del siglo IX cuando los árabes se establecieron de forma organizada, primero con un objetivo meramente militar, como dijimos.

Tan importante, o más, como conocer el recinto amurallado y sus límites, es conocer cómo era la vida en su interior, en la medina y sus arrabales.

Con el tiempo los mayritíes desarrollaron una rica vida cultural y científica, como demuestran, además de las fuentes escritas, los objetos de su vida cotidiana encontrados en las excavaciones de la plaza de Oriente, de la Cuesta de la Vega y en los arrabales islámicos, que podemos contemplar en nuestros museos.

En los museos de Madrid podemos acercarnos a comprender cómo era la vida de nuestros antepasados, cómo vivían los habitantes del Madrid islámico entre los siglos IX y XI.

Botella o redoma (sg. IX, plaza de Oriente). Museo de San Isidro.

Los museos no solo exponen cosas sino que nos explican, nos ayudan a imaginar, y así comprender: cómo vivían los primeros madrileños, dónde, cómo eran sus casas, en qué trabajaban, lo que comían, cómo cocinaban, el paisaje que les rodeaba… en definitiva, cómo eran Mayrit y los mayritíes.

Los objetos que vemos en nuestros museos (útiles domésticos, ollas, candiles, jarros… objetos que revelan una vida cultural y un progreso científico, como piezas de ajedrez, piezas para la enseñanza de la escritura…) nos permiten conocer la existencia de una vida cotidiana en la medina y saber cómo sería esa vida en las viviendas, organizadas en muchos casos probablemente alrededor de un patio y un pozo. En el Museo de San Isidro hay una maqueta de una casa islámica que nos ayuda a imaginar cómo podían ser las casas que seguramente existieron en la medina mayrití.

También el Museo Arqueológico Regional nos permite dar un paseo por el Madrid islámico de los siglos X y XI.

Cazuela, calle Noblejas, siglo X-XI. Museo Arqueológico Regional.

Os recomiendo visitar el Museo de San Isidro, el Arqueológico en Alcalá de Henares, leer los artículos y libros publicados por los especialistas (en los enlaces aquí incluidos y otras entradas del blog sobre estos temas tenéis completa bibliografía si os interesa) y, por supuesto, pasear por el antiguo Madrid en busca de las huellas de nuestros orígenes.

Volviendo a la conferencia de Emilio Tuñón, hay otro tema más que interesante que el arquitecto mencionó un par de veces: el agua, los arroyos que abundaban en Madrid.

Es sabido, pues ha sido estudiado ampliamente, que los terrenos madrileños estaban surcados por diversos arroyos, algunos subsisten bajo el Madrid actual; en la zona mayrití los más importantes eran los del Arenal, Leganitos y el de San Pedro, pero no los únicos. Todo el terreno que bajaba hacia el río estaba ocupado por barrancos, arroyos y torrenteras.

Vista de Madrid, A. Wyngaerde (1562)

Cuando el arquitecto habla de que la construcción de la Galería es un basamento, un muro de contención, que está conteniendo el empuje de Madrid, explica que todo el terreno sobre el que se ha levantado está lleno de agua que fluye hacia el Manzanares.

Tuñon describe cómo el muro de contención, el edificio de la Galería de CCRR, se ha forrado con un metro de hormigón, y  a continuación unos machones de cinco metros, por donde se drena todo el agua de Madrid, que se recoge en unas piezas de acero inoxidable; el agua va a unas bombas, que están todo el día bombeando, todo el día se está recogiendo agua que viene de Madrid. En una de las imágenes que muestra en su ponencia, fotos del diario El País, a la derecha vemos esa espectacular Sala de bombas.

Conferencia E.Tuñón. Maquinaria de refrigeración y sala de bombas (fotos de El País)

Poco a poco vamos conociendo mejor nuestro pasado, el de ese lugar privilegiado entre arroyos en que el emir mandó levantar su castillo, sus vestigios y cómo se ha transformado a lo largo de los siglos.

La Cornisa de Madrid, desde la Huerta de la Partida. 2018.

Por: Mercedes Gómez

Después de tantos años hablando del esperado Museo de Colecciones Reales, de tan larga y azarosa historia, la última vez a propósito del Madrid del siglo IX y la muralla islámica, parece obligado escribir una entrada en este blog; ha sido por fin abierto al público, con el nombre de Galería de las Colecciones Reales.

El edificio es obra de los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla –lamentablemente fallecido en 2012 de forma inesperada y prematura-, construido junto al Palacio Real, en la llamada Cornisa de Madrid; como repite a menudo Emilio Tuñón, es un muro de contención habitado. Un muro construido en la ladera que baja hacia el río con un juego de formas verticales, respetuosas con la arquitectura del Palacio del siglo XVIII.

La Cornisa, desde la Huerta de la Partida, nov. 2018

Como quizá recordará algún posible lector, pude visitar el edificio, aún vacío, sin finalizar, de la mano de sus autores, durante una memorable Semana de la Arquitectura en octubre de 2011.

Octubre 2011

A pesar de las numerosas críticas que recibía y sigue recibiendo -felizmente, también ha recibido premios-, entonces su espacio interior me pareció espectacular, y su exterior discreto y armónico, la mejor arquitectura posible en un lugar tan delicado.

Octubre 2011

Aparte la polémica que genera el hecho de si era necesario o no construir ese museo en ese lugar, como ya comenté, en mi opinión desgraciadamente se ha perdido la gran oportunidad de crear el verdadero Museo de Historia de Madrid, pues en estos terrenos se encuentra el origen de nuestra ciudad, y su evolución. Hubiera sido maravilloso. Pero… una vez que está construido y hemos llegado hasta aquí, con tantas dificultades, creo que es una maravilla, bueno para la ciudad y para todos los amantes del arte y de la historia. Disfrutemos de lo que nos ofrece.

Este texto tiene como principal objetivo dejar constancia de un momento importante, la apertura del museo, bautizado Galería, después de casi 25 años. La primera noticia que guardo sobre el entonces proyecto es de ¡diciembre de 1998! El pasado día 29 de junio de 2023 tuve el placer de visitarla, en el primer día de apertura al público.

Galería de CCRR, junio 2023

Después de tan larga espera fue emocionante poder volver a entrar en el edificio, finalizada su construcción, bajar de nuevo por sus rampas, y contemplar la primera selección de obras expuestas en un espacio cuidado y elegante.

El políptico de Isabel la Católica, de Juan de Flandes, la Alegoría de La Santa Liga del Greco, el Caballo blanco de Velázquez, la Salomé de Caravaggio, el Cristo de Tiziano, las impactantes columnas del antiguo hospital de Montserrat, el bello Arcángel San Miguel venciendo al demonio de Luisa Roldán La Roldana, La Virgen del silencio de Lavinia Fontana… muchas piezas deslumbrantes; una exquisita selección de obras de todo tipo, desde la época de Los Reyes Católicos, los Austrias y los Borbones, desde el siglo XVI al XXI.

No es objeto de este escrito hablar del extraordinario contenido de la Galería, aunque mencionaremos la Fuente del Águila, procedente del Jardín de Felipe II en la Casa de Campo, ya que conocimos aquí su historia y sin duda es un aliciente contemplar la obra original de mármol esculpido hacia 1562 por Giovanni Angelo Montorsoli y su taller.

La Fuente del Águila

Y por supuesto hay que hablar de los hallazgos arqueológicos entre los que se encuentran numerosos objetos, cerámicas, etc. de época islámica y posteriores, y construcciones, la más notable la muralla del siglo IX, la muralla del primer recinto mayrití.

Como sabemos, desde la Puerta de la Vega la muralla se dirigía hacia el norte, bordeando la Cornisa. Su rastro desaparecía bajo la Catedral.

Muralla, siglo IX, Cuesta de la Vega

Hasta que durante las obras de construcción del museo aparecieron importantes restos de la muralla correspondientes a ese extremo noroeste.

Dichos vestigios quedaron encerrados en dos salas del museo que tuvimos oportunidad de ver en la mencionada visita. El motivo de la separación –representada en el plano a continuación–, como cuenta Emilio Tuñón, es la pérdida de una buena parte durante la construcción de la Catedral.

Museo CCRR. Emilio Tuñón.

En la primera sala se encuentra un importante lienzo.

Museo CCRR, restos arqueológicos, 2011

Aunque durante nuestra visita al futuro museo solo pudimos adivinar los hallazgos y fantasear, ya que se encontraban cubiertos por lonas y andamios.

2011

El lienzo de muralla en su parte más alta conservada mide unos 8 metros.

Museo CCRR, 2011

Los tramos hallados miden en total unos 70 metros de largo. Su construcción es similar al lienzo de la Cuesta de la Vega, de sílex y caliza, igualmente trabados con argamasa de cal. También aparecieron varios cubos de planta cuadrangular, característicos de la arquitectura militar islámica.

Emilio Tuñón: el museo de las colecciones reales. Escola da cidade. 2021.

Desconozco los motivos, pero esa primera sala no se ha abierto al público, al menos de momento lamentablemente no se ha musealizado. Solo se expone, tras un cristal, lo que se encuentra en la segunda sala que pudimos ver entonces.

2011

 

2023

El montaje es bonito, aunque todo queda muy lejos y se echa en falta la explicación de los distintos elementos del conjunto expuesto. Se ilustra con un video muy general sobre los orígenes de Madrid que los visitantes escuchan con interés.

Felices con la apertura de la Galería, seguiremos esperando poder ver algún día ese lienzo de la primera muralla de Madrid, levantada a soga y tizón.

Según se ha publicado en la prensa, está previsto exponer en un futuro algunos de los numerosos objetos hallados durante las obras, del siglo X y posteriores, ahora guardados para su estudio. Mientras, disfrutemos de la excepcional Galería de las Colecciones Reales.

Por : Mercedes Gómez

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Emilio Tuñón: el museo de las colecciones reales. Curso Escola da cidade. 2021.

Galería de las Colecciones Reales

 

 

La entrada dedicada al edificio de las antiguas Serrerías Belgas fue uno de los primeros artículos publicados en este blog, allá por enero de 2009. Llamaba la atención esa vieja fábrica maderera, tan desconocida, destinada a albergar cultura contemporánea. En aquellos momentos solo pudimos adivinar parte de su interior desde la calle Alameda. Su transformación desde entonces ha sido espectacular.

Cerca de cuatro años después la restauración y rehabilitación había terminado, y conocimos un poco mejor su historia.

En mayo de 2013 se inauguró y abrió al público como nueva sede de Medialab Prado, que fue un placer visitar y conocer sus actividades y talleres.

El año pasado el Ayuntamiento decidió trasladar Medialab a Matadero, en Legazpi, y anunció que el lugar se iba a llamar Espacio Cultural Serrería Belga. El edificio quedó cerrado, a la espera del nuevo uso.

Entrada por calle Alameda

Tras su reapertura, en la actualidad de pueden visitar dos exposiciones, una fotográfica sobre la música en directo, Sonido Madrid; y otra, que os invito a visitar hoy, con una selección de obras de la colección del Museo de Arte Contemporáneo, Historia y misterio de una colección: MAC.

Una selección de pintura, escultura y material audiovisual que nos lleva desde la Escuela de Vallecas en los comienzos del siglo XX, la Escuela de Madrid, los realistas, los maestros de la abstracción, el pop de la movida… hasta hoy día. Estructurada por conceptos como: Mito y realidad, Figuraciones, Gesto y Forma.

Isabel Quintanilla, “Fiestas de San Isidro”, 1997; Amalia Avia, “La catedral de las colchas”, 1990.

La Serrería no está pensada para ser una Sala de exposiciones. La solución ha sido situar los cuadros en paneles metálicos, diseño expositivo que ha sido realizado por el mismo equipo de arquitectos autores de la rehabilitación de la antigua fábrica, Langarita-Navarro.

1ª planta del Espacio Serrería Belga.

 

Fernando Zóbel, “Composición”, 1967.

Son obras de cuarenta y dos artistas de primer orden.

Juana Francés, “Pintura nº 34” (detalle), 1959.

 

Lucio Muñoz, “Para Kiyoaki”, 1991.

En una última sala se muestra la ciudad como paisaje, incluso paisaje sonoro.

Ángel Orcajo, “Cabeza urbana”, 1975.

La exposición ha sido comisariada por la directora del propio museo, Mª Ángeles Salvador.

Merece la pena la visita, no solo por la selección de grandes obras sino también por el edificio recuperado. En la web del centro se pueden consultar los detalles:

Espacio Cultural Serrería Belga.
Calle Alameda, 15.
Historia y misterio de una colección: MAC
Hasta el 26 de febrero de 2023

Veremos qué le depara el futuro al nuevo espacio y esperemos que el Museo de Arte Contemporáneo, el MAC, algún día vuelva a abrir sus puertas y muestre su extraordinaria colección de forma permanente, en su lugar, el Centro Cultural Conde Duque.

Por: Mercedes Gómez

 

 

 

El Premio Nacional de Arte Gráfico fue instituido por la Calcografía Nacional en 1993; desde entonces cada año reconoce la trayectoria de grandes artistas, destacados en el arte español. El año pasado asistimos a la entrega del premio a Cristina Iglesias y disfrutamos de la exposición «Cristina Iglesias, una trayectoria. Premio Nacional de Arte Gráfico 2019».

En la edición de 2020 fue premiado Guillermo Pérez Villalta, por su capacidad de «mostrar su universo plástico al tiempo que extrae de las técnicas tradicionales nuevas calidades».

Guillermo Pérez Villalta nació en Tarifa, Cádiz, en 1948; su familia se trasladó a Madrid cuando contaba diez años. Estudió Arquitectura, pero después se dedicó sobre todo a pintar. Él mismo ha contado que piensa como arquitecto pero que lo que se le ocurre lo lleva a la pintura. También es escultor, escenógrafo, ha diseñado muebles, joyas… El año pasado tuvimos el placer de visitar en la Sala Alcalá 31 la magnífica muestra retrospectiva «El arte como laberinto. Un artificio de Guillermo Pérez Villalta».

El pasado martes 8 de noviembre en la Calcografía se ha inaugurado la exposición «Guillermo Pérez Villalta, una trayectoria. Premio Nacional de Arte Gráfico 2020», un recorrido por su obra gráfica (aguafuertes, litografías y serigrafías).

Se expone la serie de «Pabellones», donde recrea espacios arquitectónicos, y la creada para el «Faetón», del Conde de Villamediana.

Finalmente, la serie «Verbun et imago», creada especialmente para esta exposición, formada por siete estampas con frases que expresan pensamientos líricos del artista.

Se muestran también dos dibujos y dos planchas de cobre, además de una carpeta (de 35) que contiene las siete estampas de la serie.

Guillermo Pérez Villalta, una trayectoria,
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Calcografía Nacional.

Calle Alcalá, 13.
Hasta el 15 de enero 2023.
Horario: de martes a domingo de 10 a 15 h. Entrada gratuita.

 

Por: Mercedes Gómez

 

 

Con motivo del programa municipal Madrid Otra Mirada, dentro del Año Sabatini, hoy hemos tenido ocasión de disfrutar de una visita guiada especial, El Museo Naval en el Palacio de Godoy, recordemos edificio construido por el gran arquitecto, como vimos cuando visitamos los palacios de Godoy aquí.

El Museo Naval ha inaugurado una pequeña exposición sobre su colección cuando el museo se encontraba en el mencionado Palacio de Godoy, que entonces era la sede del Ministerio de Marina.

Inaugurado en 1843, la primera sede del Museo Naval fue el Palacio de los Consejos o de Uceda, en la calle Mayor. Solo un año después, en busca de más espacio, se trasladó a la Casa del Platero, desaparecida, situada aproximadamente donde hoy se encuentra la Catedral de la Almudena. En 1853 se instaló en el Palacio de Godoy o Palacio de los Ministerios.

Un plano de Madrid nos muestra los tres emplazamientos hasta llegar al actual, el Cuartel General de la Armada, donde se encuentra el museo desde 1932.

Plano de Madrid, 1846

Se conoce en parte cómo estaba organizada la colección en aquellos momentos y la museografía, la que imperaba en la época, gracias a la documentación que se conserva, algún reportaje de prensa y sobre todo las valiosas fotografías de Jean Laurent.

Aquí se exponen cuatro de ellas, además de otros documentos y objetos.

Jean Laurent y Cia, c. 1880. Vista de la sala de descubridores y muertos en combates y naufragios.

No hay que perderse al final de la muestra el reportaje publicado en 1928 en la revista La Esfera, Una visita al Museo Naval, poco antes del nuevo y definitivo traslado al Paseo del Prado.

Y después, por supuesto, hay que recorrer el museo, lleno de historia y de joyas artísticas, y buscar elementos expuestos en la colección que estuvo en el Palacio de Godoy, como esta enorme canoa que aparece en las fotos de Laurent y de Cortés, que hoy se encuentra en uno de los patios del espectacular edificio que alberga el Museo Naval, en el Paseo del Prado nº 3, desde 1932.

La pequeña pero muy interesante exposición se puede visitar hasta el día 31 de octubre.

Por: Mercedes Gómez

Hasta el próximo 25 de julio la Calcografía Nacional, en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, expone Cristina Iglesias, una trayectoria. Premio Nacional de Arte Gráfico 2019.

La obra gráfica de Cristina Iglesias es tan singular y creativa como su obra escultórica, con la que sin duda está relacionada. La misma experimentación con los materiales, el cobre, el aluminio, la seda… y el mismo resultado, mágico. Sus grabados también invitan a entrar en la obra, con el mismo sentido arquitectónico que sus esculturas.

Sin título (Corredor suspendido), 2008. Aguatinta, punta seca e impresión digital.

No es la primera vez que tenemos ocasión de contemplar sus grabados y serigrafías, en 2015 fue un placer conocer sus Impresiones, en el Museo Casa de la Moneda. Como recordábamos entonces, aquí, ella misma ha dicho que no da mensajes, crea lugares. No se puede explicar mejor.

Serigrafías sobre cobre.

En 2019 el jurado le concedió por unanimidad el Premio Nacional de Arte Gráfico «por su continua y singular tarea de investigación e implicación con los procesos y avances de expresión gráfica, desarrollados en paralelo a su obra escultórica durante su extensa trayectoria artística».

Serigrafías sobre cobre.

La exposición dedicada a Cristina Iglesias en la Calcografía Nacional, además de serigrafías, incluye monotipos en los que el ácido actúa sobre el metal de cobre mordiendo la imagen. Hay que verlos de cerca.

Sin título. Ácido sobre serigrafía en cobre. 2021.

He dedicado varias entradas al arte de Cristina Iglesias , su escultura en Madrid y exposiciones, desde los comienzos del blog, hoy solo queda recomendaros la visita a su muestra actual:

En la Calcografía Nacional
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
Alcalá, 13. Madrid

Cristina Iglesias, una trayectoria,

Hasta el 25 de julio de 2021.
Martes a viernes: 10 a 14 y 17 a 20 h
Sábado, domingo y festivos: 10 a 14 h
La entrada es gratuita.

Por: Mercedes Gómez

Los días anteriores al 14 de marzo pasado, día que seguro casi todos recordamos, visité varios museos en busca del Madrid islámico para un trabajo que, como tantas cosas, quedó interrumpido.

En realidad no es un tema nuevo en Arte en Madrid, hemos hablado muchas veces del origen de la Villa y el Madrid andalusí, pero no me gustaría que este resumen quedara guardado en el cajón para siempre, así que he decidido recuperarlo aquí. Os invito a repetir el recorrido que hice esos días, os propongo explorar el Mayrit de los siglos IX al XI con la ayuda de nuestros museos.

 

La primera visita fue al Museo Arqueológico Nacional. Aunque en el MAN no hay ninguna referencia a la medina de Mayrit, las salas dedicadas a Al Andalus y su presencia en la Península Ibérica sí nos dan una magnífica información sobre la vida social, cultural, la ciencia y las artes, y las técnicas y tipología de la cerámica andalusí del siglo X, todo ello aplicable a la actividad desarrollada en el primer recinto islámico mayrití y sus arrabales, como veremos.

Museo Arqueológico Nacional

Después, como es obligado para conocer nuestra historia medieval, visité el Museo municipal de San Isidro o Museo de los Orígenes, en la plaza de San Andrés; y el Museo Arqueológico Regional, en Alcalá de Henares.

Y, esperemos, en un futuro, algún día… podamos visitar el Museo de Colecciones Reales. Durante su construcción se encontraron vestigios del Madrid más antiguo que completarán sin duda la información sobre nuestros orígenes.

Los museos no solo exponen cosas sino que nos explican, nos ayudan a imaginar, y así comprender: cómo vivían los primeros madrileños, dónde, cómo eran sus casas, en qué trabajaban, lo que comían, cómo cocinaban, el paisaje que les rodeaba… en definitiva, cómo eran Mayrit y los mayritíes.

Almacén visitable (Museo de San Isidro)

Los útiles domésticos nos proporcionan mucha información. La cerámica es un indicador cronológico, social y cultural, y su análisis nos ayuda a conocer mejor una época.

Botella o redoma. Cerámica a torno (sg. IX, plaza de Oriente). Museo de San Isidro.

Las ollas, jarros, candiles, etc. eran de una cerámica tan buena que, como sabemos, se hizo famosa. Recordemos que existe una descripción anónima de Al-Andalus en el siglo XI (luego repetida por cronistas posteriores) que dice algo así como:

«Hay en Madrid una tierra magnífica con la que se fabrican unas ollas que se emplean durante veinte años sin que se estropeen y que, además, protegen los alimentos contra cualquier alteración en los días de verano».

Esto es muy importante porque entre otras cosas, además de contarnos cómo era la vida entonces, demuestra que existía una actividad artesanal, creativa. Es cerámica realizada a torno, con decoraciones pintadas y algunas vidriadas; los musulmanes trajeron a nuestras tierras nuevas técnicas cerámicas como el vidriado, los esmaltes y la cuerda seca.

Ataifor. Cerámica a torno, decoración vidriada (sg. X-XI, plaza de Oriente). Museo de San Isidro.

Todos estos objetos, que vemos en nuestros museos, nos permiten conocer la existencia de una vida cotidiana en la medina y saber cómo sería la vida en las viviendas que seguro aquí existieron, organizadas en muchos casos probablemente alrededor de un patio y un pozo. En el Museo de San Isidro hay una maqueta de una casa islámica que nos ayuda a comprender cómo podían ser.

Además de útiles domésticos hay otros objetos muy interesantes que revelan una vida cultural y un progreso científico; piezas de ajedrez, objetos de prestigio personal, como anillos, de tocador, para la enseñanza de la escritura, útiles quirúrgicos…

Instrumentos quirúrgicos, sg. IX-XI, Cuesta de la Vega. Museo de San Isidro.

Estos materiales nos revelan que había dos grandes grupos sociales en la que podemos llamar población civil, al margen de la militar: los notables o sabios, médicos, maestros de la escritura… El astrónomo y matemático Maslama al-Maryrití, el madrileño, no fue el único científico importante nacido en el siglo X en Madrid, aunque sí el más famoso.

Y los trabajadores: comerciantes, artesanos, sobre todo los alfareros, los fabricantes de hilo, los agricultores y ganaderos

Pesas de hilar o torteras (siglos IX-XI, Cuesta de la Vega). Museo de San Isidro.

La arqueología también nos habla de la importancia que tuvieron en el mundo árabe los sistemas de captación de agua, viajes, pozos y norias, los arcaduces (de los cuales se han hallado bastantes ejemplos en Madrid) que demuestran la existencia de norias movidas por animales, que recogían el agua de los pozos, agua que se guardaba en tinajas o cántaros, y la población la consumía en las jarras de la buena cerámica mayrití.

Arcaduz de una noria, sg. X-XI hallado en la Casa de San Isidro, hoy en el MAR.

El agua era muy necesaria, no solo en el plano doméstico, también para la actividad agrícola y ganadera.

Unas vitrina y paneles en el Museo Arqueológico Regional muestran la gran importancia que tenía la agricultura. La cebada y el trigo eran los cereales principales, también cultivaban legumbres. En la plaza de Oriente se encontraron semillas de muchas especies, de vid, melón, zarzamora…

Museo Arqueológico Regional

En el Museo de San Isidro podemos visitar un verdadero, delicioso Jardín arqueobotánico, con especies propias de los huertos del Madrid islámico. Un madroño, un manzano, olivo, etc.

La ganadería se basaba sobre todo en la explotación de ovejas y cabras, vacas, caballos… no solo para obtener alimentos sino productos secundarios como la leche o el cuero. Los mayrities también cazaban.

Además, no hay que olvidar el uso higiénico del agua; existían baños públicos, que solían estar situados cerca de la mezquita. Junto con el mercado o zoco, eran los lugares de encuentro, los tres centros de la vida social.

Una gran parte de materiales que vemos proceden de las excavaciones de la Cuesta de la Vega y la plaza de Oriente, zonas pertenecientes o próximas al primer recinto; aunque también se han producido hallazgos en otros lugares extramuros, en el exterior del primer recinto árabe, en los llamados arrabales.

El arrabal más antiguo era el situado en torno a la colina de las Vistillas. En las plazas de los Carros y de San Andrés se hallaron ollitas y cazuelas y diversos objetos utilizados en las casas y en las cocinas de los vecinos que habitaban este barrio hacia el siglo X.

Olla (plaza de la Morería, sg. X-XI), MAR.

La cocina era muy sencilla, basada en las legumbres y cereales que cultivaban, y la harina, leche a partir de la cual elaboraban el queso, y la carne. Todos estos alimentos se cocían (en una ollita como esta que vemos sobre el hornillo) y luego aderezaban con hierbas aromáticas.

Olla (sg. X) sobre hornillo o anafre (IX-XI, plaza de Oriente). Museo de San Isidro.

En la Casa de San Isidro –durante la construcción del Museo–, se hallaron importantes elementos, algunos muy significativos. Uno de ellos, la famosa maqueta de una puerta de recinto fortificado, realizada a mano en terracota; se cree pudo ser un juguete, o un pebetero. Otro, una pieza de ajedrez.

Modelo de puerta de recinto fortificado (sg. X) y torre de ajedrez (X-XI), Casa de San Isidro. MAR.

Ambos objetos pertenecen al MAR; en el Museo de San Isidro, en cuyos terrenos fue hallada, se expone una réplica de la puerta.

El arrabal más próximo al primer recinto ocupaba la actual plaza de Santiago, calles de Espejo, Escalinata… En las proximidades de la plaza de Ramales se hallaron restos islámicos de los siglos IX-XI.

Cazuela (calle Noblejas, siglo X-XI). MAR.

Entre los siglos X-XII la población musulmana también habitó zonas de la calle Mayor y del Sacramento, terrenos surcados por callejuelas que hoy conforman uno de los rincones madrileños que mejor conservan el trazado medieval. Las callejas, los solares, las construcciones… se debieron ir adaptando a la forma de los entonces seguramente tortuosos caminos de tierra, como vimos en algunas entradas anteriores; la Plazuela de San Javier, la calle del Conde, la calle del Rollo…

En primer término, gran contenedor (siglo XI, calle del Rollo, 7). MAR.

Bajo la llamada plaza del Rollo (árida plaza sobre el aparcamiento de la calle Sacramento) y alrededores se hallaron numerosos silos con restos que indican que pudo haber una gran ocupación en la zona:

Se hallaron cerámicas y restos de construcciones, piedras y tejas, de los siglos X y XI que, no se si se han expuesto alguna vez, pero creo que es un dato muy importante.

La población continuaba creciendo y surgió el arrabal de la Cava Baja, en las actuales calles del Almendro, Nuncio, hasta Puerta Cerrada. Durante la excavación en la calle del Nuncio 13 diferentes fases de la intervención proporcionaron información de diversas épocas, se constató que la ocupación más antigua correspondió a los siglos X-XII, es decir, la época medieval islámica, como en otros solares próximos.

Todas estas piezas que podemos ver en nuestros museos, tan interesantes y bonitas, que pertenecieron a nuestros antepasados hace más de diez siglos nos hacen pensar que hay mucha vida y mucha historia tras su apariencia modesta, y que al fin y al cabo son una pequeña parte de la historia que guardan y una mínima parte de lo hallado:

Objetos para preparación de alimentos (sg. X y XI, Calle Mancebos 3, plaza de la Morería, Cava Baja 30 y plaza de Oriente). MAR.

Para terminar mencionaremos el futuro Museo de Colecciones Reales, que comentaba al principio.

Museo CCRR (Foto: 2011)

El museo se ha construido en los terrenos en los que nació Mayrit, por lo que no es de extrañar que hayan aparecido valiosos restos arqueológicos de varias épocas, incluido un largo lienzo de la primera muralla. Ojalá pronto podamos disfrutar del museo y de los hallazgos.

Museo CCRR (Foto: 2011)

Visitemos nuestros museos, sin duda una de las mejores maneras de conocer nuestra historia.

Por: Mercedes Gómez

 

Hace unos días tuve la suerte de visitar la pequeña, deliciosa exposición Dibujos de Alenza: escenas, costumbres y peligros de Madrid en el Museo Lázaro Galdiano. Un pequeño grupo de miembros del Instituto de Estudios Madrileños, del que tengo el placer de ser colaboradora, fuimos invitados y guiados por su comisario, Juan Antonio Yeves, Jefe de la Biblioteca Lázaro Galdiano. Un regalo.

El objetivo de la exposición es dar a conocer la figura y la obra del artista.

 

Leonardo Alenza

Leonardo Alenza nació en Madrid el 6 de noviembre de 1807. Su madre María Nieto murió cuando el niño aún era pequeño y en 1817 el padre Valentín se volvió a casar con la joven Micaela Bertrandi. Ambos, de situación modesta, le facilitaron los estudios, y él a cambio, vivió siempre con ellos y les ayudó.

En la muestra del Lázaro Galdiano, junto a las vitrinas que guardan las obras, vemos el retrato de El pintor Leonardo Alenza. La magnífica pintura, atribuida al propio artista, está datada hacia 1824. Pertenece a la colección de José Lázaro, aunque habitualmente no está expuesto, al menos hasta ahora.

L. Alenza (¿?) “El pintor Leonardo Alenza” (óleo sobre lienzo, h. 1824)

El retrato representa al pintor cuando tenía unos 17 años. Viste una levita, al estilo romántico, y bajo el brazo lleva una gran carpeta de dibujo; por entonces estudiaba en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde llegó a ser académico de mérito, lamentablemente por poco tiempo.

Una placa municipal en la plaza de San Ildefonso nº 4 indica que allí tuvo su estudio. Fue su domicilio, en el que murió, de tuberculosis, el 30 de junio de 1845, con solo 37 años.

 

Leonardo Alenza en el Museo Lázaro Galdiano

La colección de dibujos de Alenza, adquirida por José Lázaro, consta de más de trescientas piezas de las que se muestran treinta. Formaban parte de la serie que conservaba Micaela Bertrandi, tras la muerte de Leonardo y de su padre, quien ya había vendido muchas obras. Las que quedaban las entregó Micaela a Clemente Villa, cura de la parroquia de San Ildefonso, que también las fue vendiendo. La obra se dispersó. Además de la colección de José Lázaro, adquirida antes de 1913, se conservan obras en otros museos, como el Museo del Romanticismo, el Museo del Prado y la Academia de San Fernando. La Biblioteca Nacional también posee una gran colección de dibujos y grabados.

Alenza fue uno de los seguidores de Goya, quizá, tal como nos cuenta Juan Antonio Yeves, el menos copista, el más creativo de todos, con sus dibujos de gran calidad.

En la primera vitrina contemplamos varios álbumes con sus dibujos, como aquellos, podemos imaginar, que el joven Leonardo guardaría en su carpeta. Dibujos inspirados en los temas de Goya, con extrañas figuras y pesadillas.

L. Alenza. “La pesadilla del avaro”. (Tinta china con pluma y aguada de tinta china y sepia con pincel sobre papel, h. 1838)

Leonardo Alenza trabajó para varias publicaciones ilustradas, como El Semanario Pintoresco Español, de Mesonero Romanos, y Los españoles pintados por sí mismos. En otra vitrina se exponen también algunas estampas conocidas como los caprichos de Alenza, aunque en realidad eran escenas costumbristas.

Finalmente, contemplamos sus dibujos y acuarelas que reflejaron el Madrid que él pudo conocer. Los escenarios que vería cuando iba de caza, como al parecer él mismo decía, a los barrios bajos o a las cercanías del río, pero seguro también los tipos castizos que diariamente se encontraba en la propia plaza de San Ildefonso donde vivía, la Corredera y alrededores. Personajes de las clases más humildes, oficios varios, malhechores, escenas, costumbres y los peligros de Madrid.

Con pocos trazos era capaz de representar las majas, celestinas, charlatanes, aguadores, taberneros… y contar una historia. Con ironía, incluso con humor.

 

El tirador del dos

Son muchos los temas sugerentes que ofrece la muestra, pero vamos a detenernos en un personaje singular que nos ha descubierto el comisario.

Hoy nos puede resultar desconocido, pero en la época en que vivió Alenza, en la primera mitad del siglo XIX era un término utilizado. De hecho, aparece en el Compendio del diccionario nacional de la lengua española, editado en Madrid en 1852:

Tirador del dos: ratero que roba bolsillos y pañuelos.

El tirador del dos era el último en ese mundo de ladrones y timadores, un raterillo, heredero de los bajamaneros –ladrón ratero, según la RAE– de la novela picaresca del siglo de oro.

Como comentaba Rodríguez Marín en su edición de Rinconete y Cortadillo, de Miguel de Cervantes, era un “ladrón ratero, aprendicillo, vamos al decir, que comienza a deletrear en la cartilla ladronesca”, citando un ejemplo del Guzmán de Alfarache:

“… quien se preciare de ladrón procure serlo con honra, no bajamanero.” O sea, no un simple raterillo, tirador del dos.

Con gran habilidad, solo con dos dedos, los aprendices del robo buscaban en los bolsillos de sus víctimas, como hace este ladronzuelo mientras la mujer, su cómplice, distrae al incauto.

“Mientras le miman le roban” (Foto: @BiblioLazaro)

Volvemos a encontrar a nuestro protagonista en otra acuarela, a la derecha hay un personaje que no parece prestar mucha atención al grupo, entretenido, dedicado a lo suyo.

Alenza. “El zapatero leyendo El Eco del Comercio” (acuarela sobre papel, h. 1839)

Como en todo, había un escalafón. Así lo refleja una noticia de 1866 en La Época:

“Se ha descubierto… una compañía de ladrones perfectamente organizada y dirigida por un hábil capitán, entre los cuales se hallan de todas las especialidades en el género de latrocinio, desde el simple mechero y tirador del dos, hasta paradores y escaladores de casas”.

El tirador del dos, el que Alenza dibujaba, era el ratero más pobre, en ese Madrid castizo y humilde.

Él mismo murió en la penuria, como tantos artistas, después de su penosa enfermedad, tan joven –como otro gran romántico, Gustavo Adolfo Bécquer, unos años después–.

Solo gracias a la generosidad de sus amigos escritores y artistas se celebró un sencillo funeral en la iglesia parroquial de San Ildefonso, frente a su casa, y pudo ser enterrado.

Por: Mercedes Gómez

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La exposición se puede visitar en el:

Museo Lázaro Galdiano
Calle Serrano, 122
Dibujos de Alenza: escenas, costumbres y peligros de Madrid

Hasta el 11 de agosto.
De martes a sábado: de 10 a 16:30 horas. Domingo hasta las 15 h.

Bibliografía:

MARTÍN-MATEO, Albina. «Algunos dibujos costumbristas de Alenza del Museo Lázaro Galdiano», Revista Villa de Madrid, Madrid, 1976, nº 50-51, pp. 21-25.
OSSORIO y BERNARD, Manuel. Galería biográfica de artistas españoles del siglo XIX. Madrid, 1868.
“Biografía de don Leonardo Alenza”, El Renacimiento, 18 abril 1847.
Real Academia de la Historia
ceres

 

Hace unos días, mientras preparaba una de las últimas entradas de este blog, buscando las huellas de Manuel Godoy en Madrid, fui al Museo de la Real Academia de Bellas Artes para completar el artículo. Pero es tan importante la presencia de Godoy en ese lugar que merecía un capítulo aparte. Godoy, nombrado por el rey Carlos IV, fue protector de la Real Academia.

Es conocido que el ministro consiguió reunir una gran colección de arte, entre cuyas pinturas más famosas se encontraban la Venus del espejo de Velázquez y las dos Majas de Goya. En 1808 cuando tuvo que huir de España, su colección fue confiscada. Actualmente se reparte entre la Galería Nacional de Londres –allí se encuentra la Venus del espejo–, el Museo del Prado y la Academia. La Real Academia recibió parte de la colección en 1815, entre otras obras las Majas de Goya, hasta 1901 en que fueron trasladadas al Museo del Prado.

Entre todas esas valiosas obras que habían pertenecido a Manuel Godoy se encuentran varios retratos del propio Príncipe de la Paz.

Manuel Godoy, joven Guardia de Corps fue retratado en 1788, cuando tenía 21 años, por Francisco Folch de Cardona. Se cree que pudo ser un encargo del propio Godoy o de los reyes.

Fco. Folch de Cardona, «Manuel Godoy, joven guardia de Corps», h. 1787.

Pocos años después, en 1794, el encargo fue para el escultor Juan Adán, que realizó un busto en mármol ensalzando el poder de Godoy al representarlo como si fuera un emperador romano.

Juan Adán, «Retrato de Manuel Godoy», 1794.

Frente a este busto se encuentra una curiosa Alegoría de la Paz de Basilea, que Juan Clemente Brinardelli pintó en 1795, exaltando la figura de Godoy, tras la firma de la paz entre España y Francia ese año.

Godoy como general o Manuel Godoy, príncipe de la Paz fue pintado en 1801 por Francisco de Goya por encargo una vez más del propio Godoy que por entonces ya era todopoderoso.

El Príncipe de la Paz fue representado con su uniforme de capitán general, la cruz de Santiago, la orden de Cristo de Portugal y la banda de Carlos III.

Francisco de Goya, «Manuel Godoy, príncipe de la Paz», 1801.

Es uno de los cuadros que ingresó en la Academia en 1816, procedente de la colección incautada en 1808, junto con todas las obras que se incorporaron a la institución por orden del rey, tal como se recoge en acta académica: «… mandando S. M. se entreguen a la Academia todas las pinturas existentes en el Palacio de Buenavista, y fueron de don Manuel Godoy…».

Se conserva otro Manuel Godoy, Príncipe de la Paz obra de Antonio Carnicero.

Antonio Carnicero, «Godoy, príncipe de la Paz», h. 1801-1803.

Agustín Esteve y Marqués en 1807 pintó Godoy como restaurador de la instrucción pública. Procedente de la Colección de Godoy, ingresó en la Academia en 1816. El cuadro ha sido restaurado en 2013. Es una de las copias que hizo Esteve del original de Goya, perdido. La pintura se encontraba en muy mal estado.

La otra, que no es exactamente igual, se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Valencia.

En la obra, Godoy sostiene en su mano izquierda el tratado de Educación pública del pedagogo suizo Heinrich Pestalozzi.

Hacia 1816, estando ya en el exilio en Roma con los reyes, José Madrazo también lo retrató, de forma idealizada pues parece más joven a pesar de los casi 50 años que tenía por entonces.

José Madrazo, «Retrato de Manuel Godoy», h.1816.

En el museo también se expone un gran Árbol genealógico de Manuel Godoy, de Cayetano Rodríguez (1804), encargado seguramente por él mismo, en el que no todos los datos son ciertos al parecer.

Cayetano Rodríguez, «Árbol genealógico de Godoy», 1804. (óleo sobre lienzo, 327 x 233 cm.)

Cayetano Rodríguez, «Árbol genealógico de Godoy», 1804 (detalle).

Es muy interesante el recorrido por la vida y obra de Godoy en la Real Academia, puede ser una excusa para acercarse a este museo. Pero son muchos los alicientes que ofrece la visita, obras de primer orden en un edificio singular.

El Museo de la Real Academia es sin duda uno de los mejores museos de Madrid, tengo la impresión que poco valorado en general. Su contenido es extraordinario, la web cada día más rica y útil, y su personal muy amable además de conocedor de la colección; me ayudaron mucho en este recorrido.

Hay que visitar el Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Los miércoles la entrada es gratuita.

 

Por: Mercedes Gómez

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Bibliografía:

ROSE-DE VIEJO, Isadora. Manuel Godoy: Patrón de las artes y coleccionista. Tesis doctoral, Madrid 2015.

Guía del Museo

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