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Continuando con el ciclo Es Patrimonio Descúbrelo hace unos días hemos viajado al valle del Jarama para conocer el Pontón de la Oliva –para mí un antiguo deseo por fin cumplido– y la pequeña Central Hidroeléctrica de Torrelaguna. Arquitectura industrial, patrimonio hidráulico, historia, bellos paisajes…
La cita era en el Ayuntamiento de Torremocha de Jarama donde a modo de introducción la arquitecta Victoria Monserrat –como siempre, toda la jornada organizada por Dolores Muñoz– nos ofreció una interesante conferencia sobre Los orígenes del Canal de Isabel II. Un relato sin duda apasionante sobre cómo allá por el siglo XIX los Viajes de Agua fueron dejando paso al Canal, cómo el agua pudo por fin llegar a Madrid procedente del río Lozoya. Pero de todo esto hablaremos dentro de unos días… hoy me gustaría contar nuestra breve estancia en el delicioso pueblo Torremocha de Jarama.
Eran las 9,30 de la mañana, esperábamos que comenzara la charla y la llegada de todos los asistentes, la tranquilidad era absoluta, solo se oían nuestras conversaciones y el ruido del agua de la fuente en la plaza Mayor frente al Ayuntamiento. Mientras, pudimos dar un pequeño paseo.
Es un pueblo pequeño, muy limpio y cuidado que en su centro urbano aún conserva edificaciones del caserío tradicional. De los 268 habitantes a mediados del siglo XIX su población ha pasado a alrededor de 900 en la actualidad.
Una de esas construcciones muestra un cartel que explica cómo eran las casas en la Torremocha de la posguerra en el XX, el sistema socio-económico que dominaba, la alimentación y el modo de vida de los vecinos.
El ganado ovino era fundamental, todas las casas tenían olivar, cocedero donde se elaboraba el vino, etc.
Muy cerca de la plaza Mayor se encuentra la iglesia de San Pedro Apóstol.
La cabecera formaba parte de la ermita primitiva construida a finales del siglo XII comienzos del XIII en estilo románico, ampliada a mediados del siglo XV.
En los inicios del siglo XVI fue convertida en la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol y por iniciativa del Cardenal Cisneros nuevamente ampliada con una nave y un atrio porticado de estilo renacentista.
El atrio tiene cuatro arcos por cada lado apoyados en columnas sobre una basamento de piedra. Entre dos de dichos arcos se observa el escudo del Cardenal.
La portada del XVI está coronada por un frontón con una hornacina en el centro que guarda la estatua del patrón San Pedro.
El cerramiento del atrio es muy posterior, obra de 1865.
Tras la restauración finalizada en 1992 se han recuperado las pinturas de la primitiva ermita que habían sido descubiertas en 1986, en los muros y bóveda del presbiterio y ábside originales.
Se trata de uno de los ejemplos de pinturas murales restauradas por la Comunidad de Madrid a lo largo de los últimos años. Recordemos las de la Capilla del Espíritu Santo en la calle Serrano, las de la Basílica de Colmenar Viejo, Santo Domingo de Silos en Pinto y las de Santa María la Antigua en Carabanchel de las que esperamos noticias.
Las pinturas están realizadas con una técnica mixta al mezzo fresco, fresco con retoque en seco. Técnica muy delicada ante las filtraciones por lo que a lo largo del tiempo se fueron deteriorando y se conservan solo parcialmente.
Una inscripción en tardías letras góticas hispánicas indica que los frescos fueron creados en la primera mitad del siglo XV, dentro del estilo gótico internacional castellano.
“El conjunto pictórico mural de Torremocha constituye una de las escasas muestras murales conservadas del estilo internacional en Castilla y es un caso excepcional en la Comunidad de Madrid”.
Sin duda hay que volver a Torremocha para conocerlo un poco mejor y contemplar estas valiosas pinturas.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Pintura mural de la Comunidad de Madrid. Comunidad de Madrid, 2015.
Arquitectura y desarrollo urbano en la Comunidad de Madrid. Zona Norte. Tomo III. COAM, Fundación Cajamadrid y Comunidad de Madrid, 1991.
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Nota actualización 5 junio 17:
Por su fuera de vuestro interés: el próximo jueves día 8 de junio tendrá lugar la última visita del Programa Es Patrimonio Descúbrelo que hemos disfrutado a lo largo del curso 2016-17. La cita será en el Museo del Agua en El Berrueco para luego trasladarse a las presas de El Villar y El Atazar. Todos los detalles y correo para la inscripción, en el cartel a continuación:
Una de las grandes familias de finales del siglo XV, quizá la más poderosa de Castilla, fue la de los Mendoza. Don Íñigo López de Mendoza primer marqués de Santillana creó una verdadera dinastía nobiliaria con varias ramas familiares que llegaron a ser muy influyentes. Sin ir más lejos Pedro González de Mendoza, su quinto hijo, fue el Gran Cardenal, el Cardenal Mendoza.
Nos hemos encontrado sus huellas en Buitrago, Colmenar Viejo, Alameda de Osuna, Zamora y por supuesto en Madrid, ciudad a la que se trasladaron en el siglo XVII tras la llegada de la Corte. En la Villa llegaron a ser dueños de numerosos terrenos e inmuebles sobre todo en el barrio hoy popularmente llamado de la Latina (aunque en realidad se trata del barrio de Palacio, distrito Centro). Su primera residencia, el Palacio de los Lasso en la plaza de la Paja, fue de su propiedad desde comienzos del siglo.
Pero antes de llegar a Madrid su Palacio principal estuvo en Guadalajara, ciudad de realengo y con voto en Cortes, igual que lo tenía la Villa.
En 1482 don Íñigo López de Mendoza II duque del Infantado mandó derribar las casas que allí habían ocupado sus antepasados y levantar un nuevo y ostentoso palacio. Construido al final de la época gótica, con detalles mudéjares y algunas muestras del primer Renacimiento, ofrece una maravillosa mezcla de estilos. Su autor fue el arquitecto Juan Guas. La fachada oeste o galería del estanque fue obra de Lorenzo de Trillo.
En el siglo XVI (1570-1580) el quinto duque del Infantado don Íñigo Hurtado de Mendoza lo reformó al estilo renacentista. En el siglo XVII, con el traslado a Madrid, el gran palacio quedó relegado a residencia ocasional.
En 1878 fue cedido al Ministerio de Guerra para la instalación del Colegio de Huérfanos de la Guerra.
Ricardo Velázquez Bosco participó en los comienzos del siglo XX en su ampliación con la construcción de la fachada del ala este, inspirada en la reforma del siglo XVI, que fue transformada en la rehabilitación que tendría lugar en los años 60.
Los jardines frente a la fachada principal también fueron creados durante esta reforma dirigida por Velázquez Bosco.
El 7 de diciembre de 1936 el Palacio fue bombardeado por el ejército sublevado, y gravemente dañado. Al día siguiente el diario ABC publicó la noticia, El bárbaro bombardeo de Guadalajara, que describe los efectos de las bombas sobre la ciudad. Del palacio quedaron en pie las fachadas y las galerías del Patio de los Leones y del jardín, el resto se convirtió en ruinas.
No fue restaurado hasta muchos años después, entre 1960 y 1972.
Durante tantos años de abandono se deterioró y fue expoliado; aún hoy día leemos que se siguen encontrando piezas del antiguo palacio en subastas públicas.
Todo el Palacio se organiza alrededor del bello Patio de los Leones, así llamado por las cuarenta y ocho figuras de leones, todas ellos diferentes, dominando la decoración de estilo gótico flamígero. El escultor fue Egas Cueman.
Junto a Guas y su colaborador Cueman en la construcción del Palacio inicialmente trabajaron artistas de gran calidad en todas las artes decorativas, ceramistas de Talavera…
… rejeros como Cristóbal de la Plaza, que por cierto era vecino de Madrid, etc.
El Palacio del Infantado desde 1973 alberga el Museo de Guadalajara que había sido fundado en 1838. Consta de una exposición permanente llamada Tránsitos que recorre la historia de la provincia de Guadalajara desde el Paleolítico hasta el siglo XX. También es un recorrido por la historia del arte.
Además, la exposición permanente sobre el Palacio del Infantado. Los Mendoza y el poder en Castilla nos ofrece un paseo por las estancias del palacio en las que podemos conocer la historia de esta familia tan importante en Castilla y admirar los restos conservados. La chimenea, alguna azulejería… y sobre todo las pinturas al fresco de Rómulo Cincinato.
Cincinato nació en Florencia h. 1540 y murió en 1597 en Madrid. Formó parte del grupo de pintores que trabajaron para Felipe II en El Escorial, los palacios reales de El Pardo, Valsaín y el Alcázar de Madrid.
Las Salas del Duque son las únicas que conservan gran parte del antiguo esplendor con sus techos decorados con pinturas al fresco por este artista italiano en los años 1570. Formaron parte de las mencionadas reformas del quinto duque del Infantado. De las estancias decoradas por el pintor dos desaparecieron en el incendio de 1936 pero se conservan tres y dos saletas, una maravilla.
En la Sala de Atalanta Cincinato representó la historia de Hipómenes y Atalanta, muy familiar para nosotros, los madrileños. Hipómenes y Atalanta representados mediante dos leones en la fuente de Cibeles; un mito cuyo origen está en las Metamorfosis de Ovidio, quien así comienza a describirlo:
Quizás hayas oído de una mujer que en el certamen de la carrera superó a los veloces hombres…
Cuenta la mitología que Atalanta, bella y ágil mujer, había decidido no casarse y mantenerse siempre virgen. Para alejar a sus pretendientes les retaba a una carrera; si ellos ganaban la desposarían, pero si resultaban derrotados serían decapitados. Hipómenes quedó prendado de ella y decidió asumir el riesgo.
La belleza y astucia de Hipómenes enamoraron a Atalanta que junto a su prometido se dirigió al templo de Cibeles a desposarse…
En el centro del fresco Cincinato representó la Revelación de la Historia de Atalanta. A su alrededor el pintor representó las diversas escenas.
Leemos en uno de los paneles que los Mendoza estaban convencidos de que la cultura es una arma tanto o más eficaz que la propia espada…
Las Saletas de los Dioses y de los Héroes, con Marte y Minerva, dioses protectores de las armas y las letras, son deliciosas.
Entre las pinturas llama la atención este trampantojo en el que el verdadero mármol se confunde con el fingido.
Las pequeñas saletas se comunican con la espectacular Sala de las Batallas.
Al final del recorrido encontramos la Sala de Cronos, que en el siglo XVI fue Antecámara del resto de estancias.
Finaliza la visita en el salón de actos donde actualmente se proyecta una breve pero impactante película que muestra el bombardeo y sus ruinas.
Las imágenes impresionan. Salir y poder contemplar el Patio nuevamente es un alivio y un lujo.
No es lo único que ofrece Guadalajara (el parque de la Concordia, hermosas iglesias, el Panteón de la Condesa de Vega del Pozo, etc.).
Por todo ello y por visitar el Palacio del Infantado merece la pena tomar el tren de Cercanías de Madrid –Línea C2– y acercarse a esta ciudad.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Dº ABC 8 dic. 1936 pág. 5
LAYNA, Francisco. El Palacio del Infantado en Guadalajara. Aache ed. Guadalajara, ed. 1997.
eldiario.es 11 febrero 2017. “80 años del bombardeo de la seña de “identidad patrimonial” de Guadalajara”
Museo de Guadalajara. Folleto.
Colmenar Viejo es uno de los pueblos que formó parte del territorio conocido como Real de Manzanares, junto a Soto del Real, Hoyo de Manzanares, Miraflores… que fueron objeto de pleitos entre Segovia y Madrid durante toda la Edad Media. Juan I de Castilla los adjudicó a Pedro González de Mendoza (1340-1385); Íñigo López de Mendoza (1398-1458) fue el I Conde del Real de Manzanares.
Bajo el patronazgo de los Mendoza, propietarios del Real de Manzanares, se levantó a finales del siglo XV la iglesia.
En 1504 el rey Fernando el Católico concedió a Colmenar la categoría de villa.
Basílica de la Asunción de Nuestra Señora
La Basílica de la Asunción es uno de los templos más importantes y bellos de la Comunidad de Madrid, construido sobre la antigua parroquia de Santa María, iniciado hacia 1480-90 y finalizado en la década de 1540. Su estilo es gótico tardío, con algunos elementos renacentistas.
Las obras comenzaron por los pies, al parecer para que pudiera continuar el culto en la primitiva iglesia mientras se edificaba la nueva. En esta primera etapa se construyeron los tres primeros tramos bajo la dirección de Juan Guas que diseñó también las portadas.
Cerca de 1500 comenzó la segunda etapa constructiva –Juan Guas había muerto en 1496– a cargo de Hannequin de Cuéllar, hijo de Hannequin de Bruselas. En esta época se construyó el presbiterio y la magnífica torre.
La iglesia es de fábrica de granito, excepto sus tres puertas de acceso que fueron construidas en piedra caliza. Las más ricas en ornamentación son las de las fachadas norte y oeste, según modelo de Juan Guas inspirado en el arte mudéjar, con varios arcos, alfiz y moldura alrededor de todo el conjunto.
Los escudos que las adornan son -ya del siglo XVI- los del III Duque del Infantado, don Diego Hurtado de Mendoza, casado con doña María Alonso de Pimentel, hija del Conde de Benavente.
La portada sur o Puerta del Sol es más sencilla, cubierta con un pórtico de madera sobre tres columnas dórico-toscanas, añadido a finales del siglo XVII.
En el interior la imponente iglesia tiene planta basilical con tres naves, crucero y ábside ochavado.
El altar mayor fue decorado con un pequeño retablo mural gótico de tracería estucada. La pintura fue descubierta en 1981 y limpiada en 1993.
Se cree que pudo formar parte del sepulcro de Benito López, sacerdote de Collado Mediano que murió en 1500 y fue allí enterrado.
El mural representa La Misa de San Gregorio, símbolo funerario frecuentemente utilizado en la Edad Media, bajo un calvario con la calavera de Adán.
Lo cierto es que es imposible contemplar el mural, se encuentra oculto detrás del extraordinario retablo plateresco que pasó a presidir el altar mayor, considerado de la escuela toledana. Nos cuentan que está situado a la altura del extremo inferior izquierdo del retablo actual.
Hacia 1540 se inició el último periodo de construcción de la iglesia durante el cual se incorporó la sacristía y el coro con su monumental escalera, a cargo de Rodrigo Gil de Hontañón o su escuela.
El retablo fue realizado entre 1560 y 1583. Sus 12,5 m. de altura por 11,60 de anchura exponen con gran riqueza iconográfica las figuras y escenas del Antiguo y Nuevo Testamento.
En su ejecución intervinieron varios artistas. En la traza, ensamblaje y parte de la decoración de su arquitectura, los escultores Juan de Tovar y Francisco de Linares. El dorado y estofado fue posiblemente obra de los pintores Rodrigo de Vivar y Jerónimo Rodríguez.
La obra escultórica se atribuye a Francisco Giralte, autor entre obras del retablo de la madrileña Capilla del Obispo.
La pintura, de gran valor, fue realizada por artistas toledanos y de la escuela madrileña. Son seis tablas que representan escenas del Nuevo Testamento. La Anunciación, situada en el cuerpo inferior a la izquierda –tras ella se encuentra la pintura de San Gregorio– se cree es obra de Diego de Urbina, discípulo de Alonso Sánchez Coello, pintor de Cámara del rey Felipe II. Dos tablas se han atribuido al propio Sánchez Coello, El Nacimiento y La Adoración de los Magos. Otras pinturas fueron obra de Hernando de Ávila.
En las dos naves laterales hay cinco retablos. Junto al altar mayor en el lado de la epístola, el retablo barroco de la Virgen del Rosario, con una imagen del siglo XVI procedente de una ermita desaparecida; en el lado del Evangelio, el de la Inmaculada Concepción. Otros son los de la Encarnación, de Santa Ana y el de San Juan Nepomuceno.
Todos los espacios están cubiertos por hermosas bóvedas de arista con terceletes.
Museo de Arte Sacro
Desde el verano de 2009 la Basílica acoge un interesante Museo de Arte Sacro.
Las piezas se distribuyen entre el coro y los cuartos de la torre.
En el coro contemplamos la caja del órgano del siglo XVII, imágenes religiosas de varias épocas, libros de coro de los siglos XVI y XVII, piezas y ornamentos litúrgicos, y otros objetos, testigos de la larga historia de Colmenar Viejo.
Desde el coro iniciamos la subida a la torre, un verdadero viaje al siglo XVI.
En el primer cuarto hay valiosas esculturas. Una de las joyas que admiramos es una Virgen con Niño realizada en alabastro hacia 1530, relacionada con el taller de Diego de Siloé.
En el segundo rellano, algunas piezas de retablos. También se exhiben pinturas del siglo XVIII. Además de las piezas del museo, algunas fotografías nos muestran cómo era la iglesia a principios del siglo XX y un detalle del mural de La Misa de San Gregorio.
La Torre-Campanario
La torre se levanta majestuosa a los pies de la iglesia, en el lado sur. Como dice Áurea de la Morena, es “una de las más importantes de Castilla por su tamaño, categoría artística y singularidad”. Coronada por el chapitel, es cuadrangular, con 8,80 m. cada lado, y una altura de 50,12 hasta la cúspide.
En el exterior, del piso superior salen unas gárgolas, con forma de dragón en las esquinas y de león en los lados.
El chapitel se adorna con pináculos en las esquinas y centro de cada lado, y las aristas están adornadas por leones, dragones y grifos. Una balaustrada completa la rica ornamentación. Aunque por la altura no se puede apreciar, las esculturas son muy detalladas. Se cree pudieron ser obra de Francisco y Simón Colonia.
Las escaleras de caracol por las que vamos subiendo están divididas en tramos que se corresponden con cada cuerpo de la torre, ubicados en diferentes esquinas con el fin de equilibrar los pesos en cada uno de dichos tramos.
Durante el ascenso sorprende la belleza de las formas de los elementos arquitectónicos, los detalles, la magnífica piedra de granito local.
Y llegamos al precioso campanario en cada uno de cuyos lados se abren dos ventanas alargadas rematadas con un arco de medio punto.
Desde aquí podemos oír las sonoras campanadas y ¡qué maravilla ver el interior del chapitel!
El chapitel o aguja octogonal, hueca, es de piedra caliza.
Es muy emocionante estar en el campanario, admirar el chapitel desde aquí, y contemplar la histórica villa de Colmenar Viejo y las montañas a lo lejos.
Por : Mercedes Gómez
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Basílica de la Asunción
Calle de Isabel la Católica, 2 – Colmenar Viejo
Museo de Arte Sacro, lunes a viernes de 11 a 13 h. Entrada: 3 euros.
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Bibliografía:
VVAA. Madrid, Villa, Tierra y Fuero. Ed. Avapiés. Madrid, 1989.
DE LA MORENA, Áurea. “La torre campanario de la iglesia parroquial de Colmenar Viejo (Madrid) en Anales de Historia del Arte, nº1, Madrid 1989.
Pintura mural de la Comunidad de Madrid. Comunidad de Madrid, 2015.
Hace algún tiempo disfrutamos de un paseo en busca de la Muralla Cristiana que nos permitió conocer un poquito el origen de la Villa y cuales eran sus límites en la Edad Media, tras la conquista por los cristianos. La Villa de Madrid, que estaba dividida en diez parroquias, barrios o colaciones. Cada una de estas diez parroquias marcaba la división administrativa, no solo religiosa. Hoy os propongo un nuevo recorrido por el interior de aquel Madrid amurallado, y conocer sus iglesias, o sus huellas, los templos más antiguos, que ya figuraban en el Fuero madrileño del año 1202.
Cada una de estas iglesias merecería un artículo, hoy solo se trata de sugerir una ruta para un paseo a través de algunas de las calles y plazuelas más bonitas de Madrid, e intentar hacernos una idea de cómo era nuestra ciudad por entonces. Con la ayuda de algunas de las imágenes más antiguas que tenemos, las ofrecidas por Pedro Texeira en su plano, y sobre todo con ayuda de la imaginación.
El paseo comienza junto a los restos de la Iglesia de Santa María de la Almudena, la más antigua, edificada sobre una mezquita árabe, en la calle de la Almudena frente a la calle Mayor. Se cree incluso que allí existió un templo anterior a la llegada de los musulmanes.
Lamentablemente, en 1868 con motivo de las obras de ampliación de la calle Bailén, fue demolida. En 1998 fueron hallados vestigios de varias épocas, de los siglos XII, XVII y XVIII. Bajo un cristal quedan restos de la cabecera del templo, que nunca debió ser derribado.
Subiendo por la calle del Factor, por cuyo lado izquierdo ascendía la muralla árabe, observamos la plaza de Oriente, antiguo recinto musulmán, donde se encontraba la Iglesia de San Miguel de la Sagra, cerca de la Puerta del mismo nombre. Estas dos iglesias son las únicas que se hallaban dentro del primitivo territorio árabe.
San Miguel se hallaba muy cerca del Alcázar, fue la parroquia de Palacio, aunque desapareció muy pronto, en 1549, por lo que ya no aparece en el plano de Pedro Texeira. No queda ningún vestigio, sin embargo sí existe una imagen de esta iglesia en el grabado realizado por Vermeyen hacia 1534, tan detallado y rico en información, considerado la representación más antigua del Alcázar de Madrid. El templo aparece dibujado entre las dos torres del Alcázar. En algún punto de la confluencia de la actual calle Bailén y el extremo suroeste de la Plaza de Oriente se encontraba esta sencilla iglesia medieval.
Después de admirar las vistas que ofrece este inigualable lugar, tomamos la calle Noblejas hacia la de San Nicolás.
La Iglesia de San Nicolás, cuya torre, del siglo XII, es la segunda construcción más antigua que pervive en Madrid, tras la muralla árabe en la Cuesta de la Vega.
Este templo ofrece una singularidad que ya conocimos, en uno de sus muros luce una pintura abstracta, “Sepulcro vacío”.
Después nuestros pasos nos llevan hasta los restos de la Iglesia de San Juan, en la plaza de Ramales.
La construcción de un aparcamiento y las excavaciones en busca de Velázquez, enterrado en esta iglesia, ofrecieron un número importante de hallazgos arqueológicos, de los cuales se ha conservado una parte bajo un cristal.
Al final de la escalera que conduce al aparcamiento subterráneo, una pequeña estancia muestra cuatro paneles explicativos sobre la evolución de la plaza, la iglesia y el mundo islámico. Además, una vitrina exhibe réplicas de algunos de los restos cerámicos hallados.
Muy próxima a San Juan se hallaba la primitiva iglesia de Santiago, en la plazuela del mismo nombre. Ambas fueron derribadas por orden de José I, sin embargo poco después, en 1811, éste mandó construir una nueva iglesia casi en el mismo lugar.
Por tanto, la mayor parte de las obras o imágenes en su interior pertenecen al siglo XIX, pero alguna procede de la antigua iglesia, como la espléndida pintura del Altar Mayor, “Santiago en la batalla de Clavijo”, de Francisco Ricci (1657). También posee alguna procedente de la iglesia de San Juan, como el “Bautismo de Cristo” de Carreño de Miranda, de finales del XVII.
Volvemos a la calle Mayor, caminando por la calle de los Señores de Luzón –antes de San Salvador-, en cuya esquina, frente a la Plaza de la Villa, se encontraba la Iglesia de San Salvador, sede del Ayuntamiento o Concejo hasta la construcción de la Casa de la Villa, terminada a finales del XVII. Una placa nos recuerda que en ella celebraron durante más de tres siglos sus sesiones públicas los Regidores del Concejo de Madrid creado por Real Cédula de Alfonso XI el 6 de enero de 1346. La parroquia fue demolida en 1842.
En el edificio contiguo al lugar donde antaño se encontrara esta iglesia, existe ahora una cervecería, la Cruz Blanca, donde hacemos un alto en el camino. El restaurante está instalado en el sótano, bajo arcos de ladrillo y pedernal magníficamente restaurados. No se conoce con certeza su origen pero en cualquier caso, aquí permanecen como testigos de tiempos pasados y acaso como únicos restos del histórico templo.
En el límite de la villa, donde estaba la antigua Puerta de Guadalajara, cruzamos la calle Mayor. Aproximadamente donde hoy se encuentra el Mercado de San Miguel se hallaba la Iglesia de San Miguel de los Octoes. Después de varias grandes reformas, fue prácticamente destruida durante el incendio de la Plaza Mayor en 1790, se intentó reparar nuevamente pero estaba muy deteriorada, y el propio Juan de Villanueva pidió su demolición, hecho que aprobó José I, y que tuvo lugar en 1809.
Por la calle de San Miguel, seguimos nuestro camino hacia la plaza del Conde de Miranda. Entre esta plaza y la calle de San Justo se encontraba la Iglesia de San Justo, desaparecida a finales del siglo XVII. En 1739 comenzó la construcción de la actual Basílica de San Miguel, sin duda uno de los templos más bonitos de Madrid, tanto en su exterior como en su interior.
Bordeando la reconstruida Casa de Iván de Vargas, derribada hace unos años, situada frente a la iglesia, tomamos la calle del Doctor Letamendi, para dirigirnos, tras cruzar la calle de Segovia, a la calle del Nuncio donde se encuentra la iglesia de San Pedro el Viejo.
Se cree que la iglesia primitiva pudo estar situada un poco más arriba, cerca de la Travesía del Almendro, y que fue reconstruida en tiempos del rey Alfonso XI, en el siglo XIV, de cuya época pervive la torre mudéjar y los pequeños escudos en las fachadas norte y sur. En su interior el elemento más antiguo es la bóveda gótica de nervaduras del siglo XV.
Finalmente caminamos hacia la iglesia de San Andrés, en la plaza del mismo nombre. Recientemente, durante las obras de restauración de la Capilla del Obispo, que forma parte del impresionante conjunto de San Andrés, junto con la Capilla de San Isidro, han aparecido restos de la sencilla iglesia medieval y su cementerio, hallazgo quizá no lo suficientemente valorado. Parte de dichos restos se muestran bajo un cristal en la por fin recuperada Capilla del Obispo.
Texto y fotografías por : Mercedes Gómez
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