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Santo Domingo el Real es una de las fundaciones conventuales más antiguas de Madrid, sus orígenes se remontan a 1217. Estaba situado extramuros, próximo a la Puerta de Valnadú, en la actual Cuesta de Santo Domingo.

El Museo Universal, 28 feb. 1869

Allí estuvo enterrado el rey don Pedro I de Castilla (que reinó entre 1350 y 1369, muerto a manos de su hermanastro, Enrique II). Su nieta doña Constanza, previa autorización del entonces rey Juan II, el 24 de marzo de 1446 trasladó los restos de su abuelo al convento del cual era la priora.

La propia Constanza, como decíamos priora del convento hasta su muerte en 1478, allí fue enterrada. Su sepulcro de alabastro con una estatua yacente y escudo de su linaje estaba adosado a una de las paredes del coro de la iglesia.

El Museo Universal, 7 marzo 1869

El monasterio fue demolido en 1869. Ese mismo año se recuperaron varias piezas del destruido convento, compradas por el Estado e ingresadas en el Museo Arqueológico Nacional.

La estatua orante de Pedro I es de alabastro, procedente quizá de las canteras de la provincia de Guadalajara. Debió de pertenecer al monumento sobre el sepulcro del rey que estuvo en el desaparecido convento.

Estatua orante de Pedro I de Castilla. Gótico, primera mitad del siglo XV.

De tamaño algo mayor que el natural, la figura del rey viste armadura de brazales, grebas y musleras sobre cota de malla y sobrevesta de brocado. Coraza corta, guantes y manto real encima, tal como indica la cartela. Enriquecido con flores de oro sobre policromía perdida.

Antes de continuar con las obras procedentes del monasterio de Santo Domingo, merece la pena detenernos un momento. Cerca de la estatua, en una vitrina se expone la gran dobla de Pedro I de Castilla, una de las monedas de oro con valor de diez doblas, emitida al parecer en Sevilla en 1360, se cree que por iniciativa del propio rey, en plena guerra con su hermanastro, futuro Enrique II.

Gran Dobla de Pedro I de Castilla (1360)

El sepulcro de doña Constanza, de alabastro labrado, pintado y dorado, está compuesto de sarcófago adosado y estatua yacente.

Sepulcro de doña Constanza de Castilla. Gótico, 1478.

El primero está decorado con seis figuras en el frente y originariamente en los costados: cuatro que simbolizan Virtudes –fe, esperanza, prudencia, templanza­– y dos ángeles en el centro, con el escudo de armas de la Casa Real de Castilla.

La yacente, doña Constanza, viste hábito y capa blancos, con rosario y libro de oraciones, –que se guarda en la Biblioteca Nacional–, sobre el pecho.

En la cabecera y a los pies hay dos delicadas figurillas femeninas orantes.

Estas dos obras, la figura de don Pedro y el sepulcro de su nieta doña Constanza, son muy conocidas, pero no son las únicas que conserva el Museo Arqueológico procedentes del desaparecido monasterio.

Además, el museo guarda una cabeza de estatua de paje, de alabastro, que seguramente formó parte de un sepulcro y se hallaba a los pies del yacente. Estilísticamente se acerca a la escuela del flamenco Egas Cueman. Estos días no hemos podido verla porque se encuentra en Valladolid, en préstamo en la exposición temporal Tiempos Modernos, en el Museo Nacional de Escultura, hasta el 17 de marzo.

Cabeza de paje. Escuela de Egas Cueman, gótico, sg. XV-XVI.

En el siglo XVI el monasterio aumentó su colección artística, gracias al mecenazgo de un tataranieto del mismo rey don Pedro, don Alonso de Castilla, obispo de Calahorra, que adquirió una capilla funeraria para su propio enterramiento.

Figura orante de don Alonso de Castilla. Gregorio Vigarny o Pardo (1539-41)

La escultura orante del obispo, vestido con ropa pontificial, se trasladó al museo en 1940, procedente de la iglesia de San Pedro el Real de Madrid.

Esta figura, así como una bellísima escultura en relieve, la Asunción de la Virgen, fueron encargadas por don Alonso a Gregorio Vigarny o Pardo, que las realizó en alabastro en colaboración con Damián Forment, maestro de la escultura aragonesa, en cuyo taller fue aprendiz.

Asunción de la Virgen. Gregorio Vigarny o Pardo (1539-41). Alabastro y oro.

La ejecución de ambas esculturas fue supervisada por su padre, Felipe Vigarny, maestro de escultura castellana.

La imagen de la Virgen, elevada por cuatro ángeles y coronada por otros dos, se encontraba situada en la portada del convento.

Estas extraordinarias obras se pueden contemplar en el Museo Arqueológico Nacional, en la sala del Mundo medieval dedicada a los Reinos cristianos (siglos VIII al XV), calle Serrano 13.

Y en su web se puede consultar toda la información y documentos sobre ellas.

Por: Mercedes Gómez

Hace tiempo dedicamos un pequeño homenaje a los primeros arquitectos y a los primeros maestros de obras madrileños, a los musulmanes, los alarifes de la Villa que sin duda hicieron mucho por nuestra ciudad, aunque desgraciadamente quedan escasos recuerdos. Los alarifes titulares de la Villa, que juraban su cargo tras ser nombrados por el Concejo, se llamaban «maestros», título que se concedía a los mudéjares expertos en las actividades artesanas. El más conocido de todos quizá sea Maestro Hazan.

El Maestro Hazan trabajó en Madrid a finales del siglo XV, comienzos del XVI. Se desconocen casi todos los datos de su biografía. No sabemos dónde nació ni dónde murió, ni en qué fechas, pero sabemos que fue maestro de la Villa y maestro del Alcázar.

Al menos en los comienzos de 1485 era maestro de la Villa pues su nombre aparece en un requerimiento en las Actas del Concejo.

Recordemos que las Carnicerías viejas en 1400 se encontraban en la plazuela de San Salvador. Las Carnicerías «nuevas» o «segundas» fueron edificadas en la misma plaza, entre 1484-1487, –las carnicerías definitivas serían construidas en 1530 en la plaza del Arrabal, hoy Plaza Mayor–.

El maestro Hazan fue el encargado de edificar las Carnicerías nuevas. En 1484 se destinaron diez mil maravedíes municipales a dicha construcción, pero en 1485 fue necesario reedificarlas pues «la obra era mala y estaba cayendo». El día 4 de febrero de 1485 consta en las Actas del Concejo un requerimiento a maestre Hazan para que se encargara de su reedificación.

Manuel Montero Vallejo recreó en un dibujo cómo pudo ser la plaza de San Salvador, hoy de la Villa, en el siglo XV, mucho antes de que se construyera la Casa de la Villa. Con el nº 5 marca el lugar donde creía que estuvo situada la Carnicería nueva.

Reconstrucción del solar de la actual Casa de la Villa en el siglo XV. Manuel  Montero Vallejo. Ilustración de Madrid, 2009.

La obra más importante que se atribuye al maestro Hazan es la construcción del antiguo Hospital de Nuestra Señora de la Concepción, más conocido como Hospital de la Latina.

El Museo Universal, 1863.

El hospital, ubicado en la calle de Toledo, actual nº 52, fue fundado por Francisco Ramírez de Madrid, el Artillero, secretario y despensero mayor, y Capitán General de Artillería, y por su segunda mujer Beatriz Galindo, llamada la Latina, camarera y maestra de latín de la reina Isabel. Al menos en 1499 había comenzado la construcción, según consta en el testamento de Francisco Ramírez.

Hospital de La Latina. Finales siglo XIX.

La participación de Hazan se conoce por una cláusula de dicho testamento:

«…que hoy mando quel dicho Ospital se labre de las pieças de salas, enfermerías, capilla y otros edificios según la muestra que tiene maestre Hazan, moro, que tiene cargo de lo hazer e le requiero se haga en él…»

El hospital formaba parte del conjunto arquitectónico del Monasterio de la Concepción Francisca que, tras la muerte del fundador en 1501, su mujer continuó. Fue el más importante de los hospitales fundados durante el reinado de los Reyes Católicos, citado por los cronistas a lo largo de los siglos. Según Álvarez y Baena, «la fábrica de este Hospital la hizo Hazan Moro… las salas son capaces y bien construidas, la escalera principal, y la puerta que sale a la calle de Toledo están adornadas a lo Gótico».

Lo cierto es que no hay seguridad de que fuera suya la traza del hospital, el único dato que tenemos es la mención en el testamento del fundador, pero sí nos confirma que Hazan fue el constructor.

El hospital, gótico-mudéjar en su estructura, fue demolido en 1903, junto con el convento. Entre 1904-07 el convento fue reconstruido, según proyecto de Juan Bautista Lázaro, pero el hospital desapareció. De la construcción original únicamente se conservan la portada monumental y una parte de la escalera que había en su interior, consideradas obras del alarife maestro Hazan, ambos valiosos ejemplos del arte gótico plateresco.

La portada del antiguo hospital está formada por una puerta de entrada y una ventana; sobre ellas un alfiz de moldura lisa al que va unido como elemento ornamental el cordón de San Francisco. La puerta, de arco apuntado, está formada por grandes dovelas. Sobre ella, las figuras de San Joaquín y Santa Ana. Bajo el grupo de la Visitación, una inscripción: «Este hospital es de la Concepción de la Madre de Dios que fundaron Francisco Ramírez y Beatriz Galindo, su mujer. Año de 1507.». A ambos lados, las figuras de San Francisco y San Onofre, sobre ménsulas, como el grupo central. Bajo ambos santos se representa el escudo del fundador.

Fachada Hospital de La Latina. J.Laurent. Archivo Ruiz Vernacci, IPCE.

Tras su demolición, la portada, la escalera y los sepulcros de Beatriz Galindo y Francisco Ramírez se guardaron en los almacenes de la Villa. El fotógrafo Martín Santos Yubero dejó constancia de ello.

M. Santos Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

Desde 1959 la portada del hospital de la Latina se encuentra frente a la Escuela Técnica Superior de Arquitectura en la Ciudad Universitaria de Madrid. Fue restaurada en 1960 por Fernando Chueca Goitia.

Portada Hospital de la Latina, Ciudad Universitaria

También se conservaron dos tramos de la balaustrada y pasamanos de su escalera, decorada con elementos vegetales y figuras de niños. Es una balaustrada plateresca, como la portada, gótico tardío, labrada delicadamente en alabastro.

Escalera Hospital de La Latina. J.Laurent. Archivo Ruiz Vernacci, IPCE.

En una de las fotografías de Santos Yubero, de las esculturas de los sepulcros de Beatriz Galindo y Francisco Ramírez, al fondo se aprecia un elemento que debía de pertenecer a la escalera.

M. Santos Yubero. Archivo Regional de la Comunidad de Madrid.

 

Escalera en la Casa de Álvaro de Luján en la actualidad.

Dos de los pináculos tuvieron que ser reconstruidos, pero la mayor parte de la obra se conserva en la Casa de Álvaro de Luján, en la Plaza de la Villa, actualmente sede de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

Escalera en la Casa de Álvaro de Luján.

Después de su conversión al catolicismo, Maestro Hazan fue bautizado como Gonzalo Fernández. En la Carta de Poder otorgada por él mismo en 1503 para poder cobrar unos trabajos, se identifica como vecino de Madrid y maestro mayor de las obras en el Alcázar.

El origen musulmán de los maestros mayores reales –como ocurría en el caso de los maestros de la Villa– se explica por su destreza en las labores de carpintería, yesería y albañilería, necesarias para reparar los interiores de las casas y palacios en los que en esos momentos predominaba el gusto mudéjar.

Por : Mercedes Gómez

NOTA:

Si os interesa leer la versión completa de la ficha que escribí dedicada a este alarife madrileño y detallada bibliografía la podéis consultar en la Guía de Artífices de Madrid, realizada por los miembros del Instituto de Estudios Madrileños y publicada en su web, en la que tengo el honor y el placer de colaborar. Y por supuesto os recomiendo la consulta de todas las fichas de la Guía, una fuente completa y única sobre los artífices de Madrid, los arquitectos, ingenieros, paisajistas, alarifes y maestros de obras de la Villa.

 

 

La Capilla de Santa María y San Juan de Letrán, más conocida como Capilla del Obispo, fue fundada en el siglo XVI por Francisco de Vargas, el licenciado Vargas, funcionario real. Junto con la iglesia de San Andrés y la capilla de San Isidro forma uno de los conjuntos histórico-artísticos más importantes  y valiosos de Madrid.

Se considera que las obras de construcción de la capilla comenzaron hacia 1520. Francisco de Vargas murió en 1524, por lo que uno de sus hijos, Gutierre de Vargas y Carvajal, que era obispo de Plasencia, fue quien continuó y concluyó la obra.

J.M. Avrial, «Plaza de la Paja», 1840 (Museo de Historia).

Situada en la plaza de la Paja, es uno de los escasos ejemplos de arquitectura gótica que se conservan en Madrid y de su transición al plateresco, inicios del Renacimiento, que se aprecia en su decoración interior.

El obispo encargó las obras escultóricas de su capilla a Francisco Giralte que en los primeros años trabajó en el retablo mayor y los sepulcros de sus padres, Francisco de Vargas e Inés de Carvajal, situados a ambos lados del retablo. Después se encargó del sepulcro del propio Gutierre de Vargas y Carvajal, logrando una obra maestra, de gran calidad, ubicada en el lado de la epístola.

Acometió también otras obras menores, como dos pequeños retablos a ambos lados del retablo central, hoy desaparecidos.

Todas las obras descritas tienen una gran importancia artística, pero no fueron las únicas; para la decoración de la capilla fueron creadas otras piezas, entre las que se encontraban una serie de sargas o colgaduras pintadas, creación del pintor Juan de Villoldo.

Juan de Villoldo

Juan de Villoldo (h.1516–h.1562) se cree que pudo ser discípulo de Alonso Berruguete y que tuvo amistad con Giralte, debido quizá a que ambos tuvieron un aprendizaje y trabajo común con el maestro.

Tuvo actividad sobre todo en Palencia, donde se supone nació, y Valladolid; en Madrid solo se conoce su participación en la decoración pictórica de la Capilla del Obispo: Juan de Villoldo pintó y doró el espectacular retablo mayor.

Capilla del Obispo. Retablo de Francisco Giralte, pintado y dorado por Juan de Villoldo.

También fue el autor de las pinturas de los altares situados a ambos lados del retablo, igualmente obra de Giralte, antes mencionados, hoy desaparecidos.

Cada retablo constaba de dos columnas jónicas y una pintura sobre tabla; en el del lado del Evangelio se representaba a Cristo en el Jordán recibiendo el bautismo de mano de san Juan; en el de la Epístola se veía la tortura que sufrió el evangelista san Juan en una caldera de agua hirviendo. Jesús María Caamaño en su trabajo sobre el artista incluye estas imágenes, pinturas que atribuye a Villoldo (*):

«Bautismo de Cristo» y «Martirio de San Juan Evangelista» de Juan de Villoldo, según J.M.Caamaño.

Además, para la Capilla del Obispo, para ser colgadas durante la Semana Santa, Villoldo pintó la mencionada serie de sargas.

Las sargas

Las sargas de la Capilla del Obispo fueron obra de Juan de Villoldo. Se conocen los acuerdos de la escritura que firmó el artista en agosto de 1547, que indicaban que los paños debían contener veinticuatro historias sagradas del Antiguo y Nuevo Testamento; uno con el Juicio final y la Resurrección de la carne y otro del Calvario para el altar mayor y que deberían estar concluidos antes del 10 de marzo de 1548.

Durante mucho tiempo en Semana Santa las sargas cubrieron el retablo y paredes de la capilla. Hasta las primeras décadas del siglo XIX en que se consideraron desaparecidas.

En 1861 ocurrió algo importante. El capellán mayor don Miguel Martínez y Sanz publicó Noticia de la fundación, bellezas artísticas y gracias espirituales de que goza la Capilla de Nuestra Señora y San Juan de Letrán de Madrid, llamada comúnmente del obispo. Gracias a su escrito sabemos que este capellán encontró en unos cajones las preciosas colgaduras que se creían perdidas.

Durante la Semana Santa del año 1862 los antiguos lienzos volvieron a ser expuestos al público; muchos curiosos acudieron a la capilla y en la entrada podía adquirirse un librito impreso con una breve reseña de las vicisitudes de la historia del templo y la explicación de todas las obras de arte.

Los visitantes pudieron contemplar los notables lienzos pintados al claro oscuro por el célebre artista Juan de Villoldo el año 1547, en los que, además del Calvario, se describían veinticuatro pasajes del antiguo y nuevo Testamento.

En 1915 aún había noticias de que en Semana Santa se revestía la capilla con los paños de Juan de Villoldo. En algún momento dejaron de exhibirse otra vez.

En 1920 tuvo lugar una excursión artística dirigida por el cronista Pedro de Répide para el Gran Liceo de Madrid, en la que se expusieron, como obsequio a los excursionistas, los entonces considerados famosos tapices de Villoldo, que rara vez había ocasiones de admirar, según afirmaba la noticia.

En el retablo de la Capilla del Obispo, como testigos del pasado, actualmente se conservan unas poleas que seguramente sirvieron para subir y bajar las sargas.

Retablo Capilla del Obispo (detalle polea). Información y foto: Fernando Fresneda.

Hoy día, por segunda vez, las sargas de la Capilla del Obispo se consideran desaparecidas.

 

El Descendimiento

Las sargas, como decíamos, hoy día vuelven a considerarse desaparecidas, excepto una, posiblemente: el Calvario, que cubría el retablo de la capilla durante la Semana Santa.

La pintura el Descendimiento de la Cruz ingresó en el Museo Municipal, actual Museo de Historia de Madrid, en junio de 1936, como parte de un lote de fondos procedente de Patrimonio Nacional, concretamente de la iglesia de la Casa de Campo, según información facilitada por el propio Museo de Historia.

La obra figura en el Catálogo de las pinturas del Museo Municipal, con número de inventario 5.388. En la documentación en esos momentos en poder del museo no figuraba atribución a ningún autor y se desconoce el motivo por el cual la obra pudo llegar a la Casa de Campo y de ahí al Museo.

La iglesia de la Torrecilla, iglesia parroquial de la Casa de Campo, obra de Francisco Sabatini, fue prácticamente destruida durante la Guerra Civil; en su interior se encontraban pinturas de calidad, aunque no consta que en ella hubiera obras del siglo XVI.

En cuanto al primer traslado, en caso de tratarse de una de las sargas de la Capilla del Obispo, como se cree, es una incógnita, de momento, cómo pudo llegar a Patrimonio Nacional, antes de su traslado a la Casa de Campo.

En 1931 Patrimonio pasó a ser Patrimonio de la República; así, la última mudanza, la llegada de la sarga al Museo Municipal, podría estar relacionada con el hecho de que ese año el Real Sitio fue cedido por el Estado al municipio de Madrid.

El Descendimiento de la cruz, que ya conocimos cuando hablamos aquí de las sargas, telas pintadas, y del oficio del pintor de sargería en el Madrid del siglo XVI, es una pintura al temple sobre sarga, de 7,90 x 3,10 metros, datada hacia 1547, el mismo año en que Villoldo contrató la creación de las sargas de la capilla del Obispo, una de las cuales se cree podría ser este Calvario, como dijimos.

Juan de Villoldo. El Descendimiento (mediados sg.XVI). Museo de Historia

La escena representa el momento en que el cuerpo de Cristo es descendido de la cruz por José de Arimatea y otros personajes. A los pies de la cruz, la Virgen, San José y la Magdalena lloran su muerte. Otros personajes desclavan los pies del crucificado. En la parte superior dos angelotes en un frontón sostienen una guirnalda con una calavera.

Desde entonces, la sarga ha sido expuesta solo en dos ocasiones.

La primera noticia que tenemos al respecto es que la soberbia sarga, en palabras del historiador Alfonso Pérez Sánchez, se exhibió por primera vez en la exposición inaugurada en el Museo Municipal a finales de 1979, Madrid hasta 1875: testimonios de su historia. La muestra tuvo mucha importancia, pues significó la reapertura del museo tras veinticuatro años cerrado; la directora en aquellos momentos era Mercedes Agulló. Leemos en su catálogo que la pintura es «de estilo muy próximo al de Juan de Villoldo que en 1547 contrata las grandes sargas que cubrían el retablo de la Capilla del Obispo». La imagen incluida en el mencionado catálogo es en blanco y negro, como vemos, pero se explica que está «pintada con efecto de claroscuro, solamente coloreados los rostros y manos de los personajes», casi una grisalla, como muchas de las sargas religiosas de la época.

Escribió Pérez Sánchez que es un «ejemplo casi único del arte de mediados del siglo XVI, del manierismo más característico…», del refinado arte que Berruguete introdujo en Castilla.

En agosto de 1982 apareció en la Gaceta del Museo Municipal, en el nº 6, que se publicaba bajo la dirección de Mercedes Agulló.

Gaceta del Museo Municipal, nº 6, 1982. Foto: Museo de Historia de Madrid.

Gaceta del Museo Municipal, nº 6, 1982. Foto: Museo de Historia de Madrid.

Unos años después, en 1990, el Museo Municipal publicó su Catálogo de las pinturas, ya mencionado. Aunque se deja una puerta abierta a la duda y al final se afirma que quizá perteneciera al conjunto de las sargas de la Capilla del Obispo, la ficha dedicada al pintor Juan de Villoldo recoge El Descendimiento como única obra atribuida al artista, y la describe como un «espléndido ejemplo de la impronta que tuvo el arte de Alonso Berruguete en su discípulo Villoldo».

El mismo Pérez Sánchez –por entonces director del Museo del Prado– en uno de los textos habla de la colección del Museo Municipal y destaca algunas obras de «valor singularísimo»: menciona La Virgen y el Niño de Pedro Berruguete en el siglo XV y «la gran Sarga del Calvario de Juan de Villoldo» del XVI.

Parece que desde esos momentos se acepta la atribución de la pintura a Juan de Villoldo.

Ese mismo año 1990 se emprendió la remodelación de la capilla del antiguo Hospicio, sede del museo, que hasta esos momentos había sido ocupada por los depósitos de la Biblioteca Histórica Municipal, para adaptarla como sala de actos culturales y exposición de pintura religiosa; entonces se decidió sustituir el gran cuadro San Fernando ante la Virgen, de Luca Giordiano, que estaba en muy mal estado, por la obra El Descendimiento de Juan de Villoldo. El lienzo fue descolgado para proceder a su limpieza y la sarga ocupó su lugar.

Sarga «El descendimiento» en la Capilla del Antiguo Hospicio, 1990 (Foto: Museo de Historia de Madrid)

Sería la segunda vez que se exponía, y última de momento. Tras su restauración, la pintura de Giordano se volvió a instalar en la cabecera de la capilla, donde sin duda hoy día luce esplendorosa; la sarga regresó al almacén.

Algunas personas, como la investigadora Mercedes Agulló, entonces jefe del Departamento de Museos y Patrimonio Histórico Artístico, recordaban aquel momento en que se colgó la sarga y pudieron contemplar su belleza. Gracias a Mercedes, que lamentablemente murió el 4 de enero de 2019, conocí la importancia de esta obra que ella tanto valoró, y que debido a su empeño se exhibió en dos ocasiones.

Por: Mercedes Gómez

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(*) En el Archivo Moreno, IPCE, del Ministerio de Cultura, se conservan fotografías de estas dos obras, localizadas en la Capilla del Obispo, pero no atribuidas a Villoldo.

Bibliografía:

PONZ, Antonio, Viage de España, tomo V, Trata de Madrid, Madrid, Joachin Ibarra, 1776.
ANÓNIMO, Explicación de las pinturas de Juan Villoldo hechas en los lienzos de la Capilla del Obispo, Madrid, Imp. de A. Peñuelas y G. Pedraza , 1865.
CAAMAÑO, Jesús María, «Juan de Villoldo», Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, tomo 32, 1966.
Catálogo de las pinturas. Museo Municipal de Madrid, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1990.
MARTÍNEZ Y SANZ, Miguel, Noticia de la fundación, bellezas artísticas y gracias espirituales de que goza la Capilla de Nuestra Señora y San Juan de Letrán de Madrid, llamada comúnmente del obispo, Madrid, Higinio Beneses, 1861 (1ª edición); Madrid, La Esperanza, 1868 (2ª edición).
PARRADO DEL OLMO, Jesús María, «Testamento y otros datos de Juan de Villoldo», Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 42, 1979.
PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E., «Pintura y dibujo de los siglos XVI y XVII», en catálogo Madrid hasta 1875. Testimonios de su historia, Ayuntamiento de Madrid, Museo Municipal, 1979.
RECHE, Carmen, «Recuperación y restauración de la obra San Fernando ante la Virgen de Luca Giordano», en San Fernando ante la Virgen de Luca Giordano. La recuperación de una obra maestra del Museo Municipal de Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1994.
UCETA, Óscar. San Isidro y la Capilla del Obispo. Historia, Arte y Espiritualidad. Cabildo Catedral de Madrid. Madrid, 2022.

Continuando con mi tradición veraniega de publicar un artículo contando la historia de algún lugar visitado en tierras catalanas, este año os invito a conocer el Monasterio de Pedralbes y especialmente su Capilla de San Miguel, decorada con extraordinarias pinturas murales del siglo XIV.

El Monasterio de Pedralbes fue fundado en 1327 por la reina Elisenda de Montcada, cuarta esposa del rey Jaime II de Aragón (1267-1327). Dedicado a Santa María, fue ocupado por monjas clarisas. Una pequeña comunidad de once monjas continúa viviendo en nuevas dependencias junto al antiguo monasterio, hoy convertido en un magnífico museo.

El lugar elegido para su construcción fue Sarriá, una localidad que fue independiente hasta 1921, año en que fue anexionada al municipio de Barcelona. Pedro Texeira la representó en su Atlas del Rey Planeta, que ya vimos cuando visitamos otra población próxima, Cornellá.

Pedro Texeira. Atlas del rey Planeta.

En Sarriá, que hoy pertenece al distrito barcelonés de Sarriá-San Gervasio, se encontraba la zona de Pedralbes.

Pedralbes proviene del latín, petras albas (piedras blancas), nombre documentado desde finales del siglo X.

Pedro Texeira. Atlas del rey Planeta.

A lo largo de los años el monasterio primitivo se fue ampliando con nuevas estancias. Hoy día el conjunto es un bello ejemplo del arte gótico. Originalmente estaba rodeado por una muralla de la que solo se conservan dos puertas y sus respectivas torres de vigilancia.

La iglesia es uno de los elementos más antiguos, los monarcas colocaron la primera piedra el 26 de marzo de 1326.

Es de una sola nave, con capillas a los lados, cubierta con bóvedas de crucería.

Original del siglo XIV es también el claustro gótico que consta de dos galerías con veintiséis columnas de piedra a cada lado y de un tercer piso levantado posteriormente a modo de buhardilla.

El techo es de madera y los capiteles, que sostienen bellos arcos ojivales, están decorados con los escudos de la casa real y de la familia Montcada.

En el patio se ha recreado un Jardín medieval en el que se cultivan plantas medicinales, convertido así en un jardín entre científico y espiritual.

Alrededor del claustro se organizan las dependencias del monasterio. La sala capitular, la cocina, el dormitorio, la abadía, el refectorio, las procuras…

Las procuras, así llamadas porque estaban a cargo de la procuradora del monasterio, responsable del abastecimiento, era el lugar donde se almacenaban los alimentos, utensilios y herramientas del huerto.

Desde sus comienzos se dispuso de una enfermería que pronto necesitó reformas; los espacios que hoy se pueden ver son del siglo XVI, construidos en 1568 gracias a la donación de 600 ducados de oro del rey Felipe II.

Las pequeñas celdas de día, algunas de las cuales hoy se pueden contemplar, adornadas como capillas, son del siglo XVI al XX, aunque la mayoría de las que se conservan son modernas.

Las estancias, con su mobiliario y objetos, nos explican cómo era la vida conventual. La cocina, situada junto al refectorio o comedor, utilizada desde el siglo XIV hasta 1983, es testigo del paso del tiempo y de las diferentes épocas.

El dormitorio es otro de los espacios más antiguos, del siglo XIV, junto con la iglesia y la planta baja del claustro, como vimos. El techo data del año 1533. Fue remodelado en 1990 siendo convertido en una espectacular sala de exposiciones.

Uno de los tesoros del monasterio sin duda es la capilla de San Miguel, decorada con pinturas murales realizadas en 1345 por el pintor Ferrer Bassa.

Fueron encargadas por la segunda abadesa del monasterio, sobrina de la reina Elisenda, Francesca ça Portella.

Con el tiempo la capilla tuvo diversos usos, fue archivo, fue utilizada como guardarropa –quedando ocultos los murales–, se abrieron ventanas… A finales del siglo XIX las pinturas fueron descubiertas y valoradas, interés que felizmente ha ido en aumento. En el siglo XX fueron restauradas por primera vez. Y en la actualidad han sido objeto de un largo y minucioso proceso de restauración.

La capillita, después de más de diez años cerrada al público, ha sido reabierta hace pocas semanas. La exposición Murales divinos los muestra espléndidos, intentando recordar lo que debió ser una estancia resplandeciente, envolvente, destinada a la meditación.

Bajo un techo-cielo estrellado, los murales de la diminuta estancia estaban destinados a deslumbrar con sus tonos dorados y plateados realizados con láminas finas de estaño, plata y oro, lamentablemente perdidos.

Los primitivos muros blancos, gracias a las pinturas de Ferrer Bassa, se transformaron en un intenso fondo azul para las escenas, azul de azurita, que con el tiempo y la aplicación de fijadores se fue oscureciendo. Gracias a la restauración ha recobrado parte de su esplendor.

Las pinturas, de carácter italianizante, innovadoras en su momento, fueron ejecutadas con una técnica mixta: al fresco y al seco. Se han conservado mejor los frescos que las realizadas al temple o al óleo, más afectadas por desprendimientos.

Los especialistas han considerado que tienen influencia de varios maestros, Giotto entre ellos. Los espacios representados son tridimensionales, con tratamiento de la perspectiva, y las figuras muy expresivas.

Varios paneles explican la iconografía que se inspira en las devociones marianas y representa la Pasión de Cristo, los gozos de la Virgen y varias figuras de santos. La narración discurre de izquierda a derecha en franjas.

Se han eliminado repintes y retoques antiguos que ocultaban el original.

La restauración también ha permitido descubrir los mármoles fingidos, puro trampantojo, del nivel inferior, antes tapados.

Por : Mercedes Gómez

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Más información:

Monasterio de Pedralbes

Murales divinos. Capilla de San Miguel Monasterio de Pedralbes. Ajuntament de Barcelona, 2018.

Continuando con el ciclo Es Patrimonio Descúbrelo hace unos días hemos viajado al valle del Jarama para conocer el Pontón de la Oliva –para mí un antiguo deseo por fin cumplido– y la pequeña Central Hidroeléctrica de Torrelaguna. Arquitectura industrial, patrimonio hidráulico, historia, bellos paisajes…

La cita era en el Ayuntamiento de Torremocha de Jarama donde a modo de introducción la arquitecta Victoria Monserrat –como siempre, toda la jornada organizada por Dolores Muñoz– nos ofreció una interesante conferencia sobre Los orígenes del Canal de Isabel II. Un relato sin duda apasionante sobre cómo allá por el siglo XIX los Viajes de Agua fueron dejando paso al Canal, cómo el agua pudo por fin llegar a Madrid procedente del río Lozoya. Pero de todo esto hablaremos dentro de unos días… hoy me gustaría contar nuestra breve estancia en el delicioso pueblo Torremocha de Jarama.

Eran las 9,30 de la mañana, esperábamos que comenzara la charla y la llegada de todos los asistentes, la tranquilidad era absoluta, solo se oían nuestras conversaciones y el ruido del agua de la fuente en la plaza Mayor frente al Ayuntamiento. Mientras, pudimos dar un pequeño paseo.

Es un pueblo pequeño, muy limpio y cuidado que en su centro urbano aún conserva edificaciones del caserío tradicional. De los 268 habitantes a mediados del siglo XIX su población ha pasado a alrededor de 900 en la actualidad.

Una de esas construcciones muestra un cartel que explica cómo eran las casas en la Torremocha de la posguerra en el XX, el sistema socio-económico que dominaba, la alimentación y el modo de vida de los vecinos.

El ganado ovino era fundamental, todas las casas tenían olivar, cocedero donde se elaboraba el vino, etc.

Muy cerca de la plaza Mayor se encuentra la iglesia de San Pedro Apóstol.

La cabecera formaba parte de la ermita primitiva construida a finales del siglo XII comienzos del XIII en estilo románico, ampliada a mediados del siglo XV.

En los inicios del siglo XVI fue convertida en la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol y por iniciativa del Cardenal Cisneros nuevamente ampliada con una nave y un atrio porticado de estilo renacentista.

El atrio tiene cuatro arcos por cada lado apoyados en columnas sobre una basamento de piedra. Entre dos de dichos arcos se observa el escudo del Cardenal.

Escudo del Cardenal Cisneros entre dos arcos del atrio de la iglesia.

La portada del XVI está coronada por un frontón con una hornacina en el centro que guarda la estatua del patrón San Pedro.

El cerramiento del atrio es muy posterior, obra de 1865.

Tras la restauración finalizada en 1992 se han recuperado las pinturas de la primitiva ermita que habían sido descubiertas en 1986, en los muros y bóveda del presbiterio y ábside originales.

Vista general ábside y presbiterio (Foto: ML, en “Pintura mural Comunidad de Madrid”)

Se trata de uno de los ejemplos de pinturas murales restauradas por la Comunidad de Madrid a lo largo de los últimos años. Recordemos las de la Capilla del Espíritu Santo en la calle Serrano, las de la Basílica de Colmenar Viejo, Santo Domingo de Silos en Pinto y las de Santa María la Antigua en Carabanchel de las que esperamos noticias.

Las pinturas están realizadas con una técnica mixta al mezzo fresco, fresco con retoque en seco. Técnica muy delicada ante las filtraciones por lo que a lo largo del tiempo se fueron deteriorando y se conservan solo parcialmente.

Ábside, San Pedro y San Pablo (Foto: ML, en “Pintura mural Comunidad de Madrid”)

Una inscripción en tardías letras góticas hispánicas indica que los frescos fueron creados en la primera mitad del siglo XV, dentro del estilo gótico internacional castellano.

“El conjunto pictórico mural de Torremocha constituye una de las escasas muestras murales conservadas del estilo internacional en Castilla y es un caso excepcional en la Comunidad de Madrid”.

Detalles pictóricos (Fotos: ML, en “Pintura mural Comunidad de Madrid”)

Sin duda hay que volver a Torremocha para conocerlo un poco mejor y contemplar estas valiosas pinturas.

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Pintura mural de la Comunidad de Madrid. Comunidad de Madrid, 2015.

Arquitectura y desarrollo urbano en la Comunidad de Madrid. Zona Norte. Tomo III. COAM, Fundación Cajamadrid y Comunidad de Madrid, 1991.

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Nota actualización 5 junio 17:

Por su fuera de vuestro interés: el próximo jueves día 8 de junio tendrá lugar la última visita del Programa Es Patrimonio Descúbrelo que hemos disfrutado a lo largo del curso 2016-17. La cita será en el Museo del Agua en El Berrueco para luego trasladarse a las presas de El Villar y El Atazar. Todos los detalles y correo para la inscripción, en el cartel a continuación:

Clic en la imagen para ampliar

 

Una de las grandes familias de finales del siglo XV, quizá la más poderosa de Castilla, fue la de los Mendoza. Don Íñigo López de Mendoza primer marqués de Santillana creó una verdadera dinastía nobiliaria con varias ramas familiares que llegaron a ser muy influyentes. Sin ir más lejos Pedro González de Mendoza, su quinto hijo, fue el Gran Cardenal, el Cardenal Mendoza.

Nos hemos encontrado sus huellas en Buitrago, Colmenar Viejo, Alameda de Osuna, Zamora y por supuesto en Madrid, ciudad a la que se trasladaron en el siglo XVII tras la llegada de la Corte. En la Villa llegaron a ser dueños de numerosos terrenos e inmuebles sobre todo en el barrio hoy popularmente llamado de la Latina (aunque en realidad se trata del barrio de Palacio, distrito Centro). Su primera residencia, el Palacio de los Lasso en la plaza de la Paja, fue de su propiedad desde comienzos del siglo.

Pero antes de llegar a Madrid su Palacio principal estuvo en Guadalajara, ciudad de realengo y con voto en Cortes, igual que lo tenía la Villa.

En 1482 don Íñigo López de Mendoza II duque del Infantado mandó derribar las casas que allí habían ocupado sus antepasados y levantar un nuevo y ostentoso palacio. Construido al final de la época gótica, con detalles mudéjares y algunas muestras del primer Renacimiento, ofrece una maravillosa mezcla de estilos. Su autor fue el arquitecto Juan Guas. La fachada oeste o galería del estanque fue obra de Lorenzo de Trillo.

En el siglo XVI (1570-1580) el quinto duque del Infantado don Íñigo Hurtado de Mendoza lo reformó al estilo renacentista. En el siglo XVII, con el traslado a Madrid, el gran palacio quedó relegado a residencia ocasional.

Foto: Clifford. 1856 (BNE)

En 1878 fue cedido al Ministerio de Guerra para la instalación del Colegio de Huérfanos de la Guerra.

Ricardo Velázquez Bosco participó en los comienzos del siglo XX en su ampliación con la construcción de la fachada del ala este, inspirada en la reforma del siglo XVI, que fue transformada en la rehabilitación que tendría lugar en los años 60.

Los jardines frente a la fachada principal también fueron creados durante esta reforma dirigida por Velázquez Bosco.

A.Passaporte. (Achivo Loty. Foto 1927-1936) (Fototeca Patrimonio Histórico).

El 7 de diciembre de 1936 el Palacio fue bombardeado por el ejército sublevado, y gravemente dañado. Al día siguiente el diario ABC publicó la noticia, El bárbaro bombardeo de Guadalajara, que describe los efectos de las bombas sobre la ciudad. Del palacio quedaron en pie las fachadas y las galerías del Patio de los Leones y del jardín, el resto se convirtió en ruinas.

Archivo Vaamonde (1936) (Fototeca Patrimonio Histórico)

No fue restaurado hasta muchos años después, entre 1960 y 1972.

Durante tantos años de abandono se deterioró y fue expoliado; aún hoy día leemos que se siguen encontrando piezas del antiguo palacio en subastas públicas.

Vista de la entrada al Patio del Palacio, 2017

Todo el Palacio se organiza alrededor del bello Patio de los Leones, así llamado por las cuarenta y ocho figuras de leones, todas ellos diferentes, dominando la decoración de estilo gótico flamígero. El escultor fue Egas Cueman.

Junto a Guas y su colaborador Cueman en la construcción del Palacio inicialmente trabajaron artistas de gran calidad en todas las artes decorativas, ceramistas de Talavera…

… rejeros como Cristóbal de la Plaza, que por cierto era vecino de Madrid, etc.

El Palacio del Infantado desde 1973 alberga el Museo de Guadalajara que había sido fundado en 1838. Consta de una exposición permanente llamada Tránsitos que recorre la historia de la provincia de Guadalajara desde el Paleolítico hasta el siglo XX. También es un recorrido por la historia del arte.

Carreño de Miranda. “Inmaculada Concepción” (h. 1662). Escuela madrileña.

Además, la exposición permanente sobre el Palacio del Infantado. Los Mendoza y el poder en Castilla nos ofrece un paseo por las estancias del palacio en las que podemos conocer la historia de esta familia tan importante en Castilla y admirar los restos conservados. La chimenea, alguna azulejería… y sobre todo las pinturas al fresco de Rómulo Cincinato.

Cincinato nació en Florencia h. 1540 y murió en 1597 en Madrid. Formó parte del grupo de pintores que trabajaron para Felipe II en El Escorial, los palacios reales de El Pardo, Valsaín y el Alcázar de Madrid.

Las Salas del Duque son las únicas que conservan gran parte del antiguo esplendor con sus techos decorados con pinturas al fresco por este artista italiano en los años 1570. Formaron parte de las mencionadas reformas del quinto duque del Infantado. De las estancias decoradas por el pintor dos desaparecieron en el incendio de 1936 pero se conservan tres y dos saletas, una maravilla.

En la Sala de Atalanta Cincinato representó la historia de Hipómenes y Atalanta, muy familiar para nosotros, los madrileños. Hipómenes y Atalanta representados mediante dos leones en la fuente de Cibeles; un mito cuyo origen está en las Metamorfosis de Ovidio, quien así comienza a describirlo:

Quizás hayas oído de una mujer que en el certamen de la carrera superó a los veloces hombres…

R. Cincinato. “Revelación de la Historia de Atalanta”

Cuenta la mitología que Atalanta, bella y ágil mujer, había decidido no casarse y mantenerse siempre virgen. Para alejar a sus pretendientes les retaba a una carrera; si ellos ganaban la desposarían, pero si resultaban derrotados serían decapitados. Hipómenes quedó prendado de ella y decidió asumir el riesgo.

R. Cincinato. “Hipómenes reta a Atalanta a participar en la carrera”

La belleza y astucia de Hipómenes enamoraron a Atalanta que junto a su prometido se dirigió al templo de Cibeles a desposarse…

En el centro del fresco Cincinato representó la Revelación de la Historia de Atalanta. A su alrededor el pintor representó las diversas escenas.

R. Cincinato. “Atalanta e Hipómenes se dirigen al templo de Cibeles”

Leemos en uno de los paneles que los Mendoza estaban convencidos de que la cultura es una arma tanto o más eficaz que la propia espada

Las Saletas de los Dioses y de los Héroes, con Marte y Minerva, dioses protectores de las armas y las letras, son deliciosas.

R. Cincinato. Saleta de los Héroes.

Entre las pinturas llama la atención este trampantojo en el que el verdadero mármol se confunde con el fingido.

R. Cincinato. Saleta de los Héroes

Las pequeñas saletas se comunican con la espectacular Sala de las Batallas.

Al final del recorrido encontramos la Sala de Cronos, que en el siglo XVI fue Antecámara del resto de estancias.

Finaliza la visita en el salón de actos donde actualmente se proyecta una breve pero impactante película que muestra el bombardeo y sus ruinas.

Las imágenes impresionan. Salir y poder contemplar el Patio nuevamente es un alivio y un lujo.

No es lo único que ofrece Guadalajara (el parque de la Concordia, hermosas iglesias, el Panteón de la Condesa de Vega del Pozo, etc.).

Por todo ello y por visitar el Palacio del Infantado merece la pena tomar el tren de Cercanías de Madrid –Línea C2– y acercarse a esta ciudad.

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

ABC 8 dic. 1936 pág. 5
LAYNA, Francisco. El Palacio del Infantado en Guadalajara. Aache ed. Guadalajara, ed. 1997.
eldiario.es 11 febrero 2017. “80 años del bombardeo de la seña de “identidad patrimonial” de Guadalajara”
Museo de Guadalajara. Folleto.

La villa de Pinto, situada a 20 km. al sur de Madrid, es una localidad que merece la pena ser visitada. Conocer su centro histórico, con calles que evocan su pasado, sobre todo las situadas alrededor de la Plaza de la Constitución, la imponente Torre en la que estuvieron presos la Princesa de Éboli y Antonio Pérez, los restos de la fábrica de chocolate la Compañía Colonial, la iglesia del convento de las Capuchinas, la ermita del Cristo del Calvario… y la iglesia de Santo Domingo de Silos.

La iglesia parroquial de Santo Domingo de Silos fue construida entre los siglos XVI y XVII, probablemente sobre un templo anterior románico que quizá a su vez pudo haber sido levantado sobre una mezquita. La historia de Pinto es muy antigua.

Vista de Pinto, anónimo (entre 1880-1912). Col. Ripollés. Comunidad de Madrid.

Vista de Pinto. Anónimo (entre 1880-1912). Foto: Colección Ripollés. Comunidad de Madrid.

Lamentablemente se perdió la fachada de finales del XVI, que al parecer estaba adornada con esculturas y columnas platerescas; la que hoy contemplamos es muy sencilla, de ladrillo y mampostería. A mediados del siglo XX también la torre se derrumbó y fue construida la actual.

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Pero su estructura primitiva sigue existiendo.

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En la esquina superior de uno de los muros de una parte de la construcción más tardía hay una inscripción, seguramente la fecha en que fue edificada, año 1698.

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El templo, muy hermoso, conserva elementos originales, y en su interior guarda rasgos góticos y renacentistas. Tiene planta rectangular con tres naves separadas por arcos de medio punto cubiertas por bóvedas de crucería.

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Además de su espectacular arquitectura posee varias piezas que sobresalen por su gran valor artístico.

La pila bautismal es quizá el elemento más antiguo de la iglesia.

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Bellísimo y también muy antiguo es el púlpito, realizado en la primera mitad del siglo XVI, labrado en piedra y yeso, así como los adornos del pilar al que se encuentra adosado. Se trata de una delicada, exquisita obra de arte enmarcada dentro del estilo manierista, siguiendo los modelos de Alonso de Covarrubias. La singular construcción está cubierta por un dosel, un templete con columnillas y una cupulilla.

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Adornada con grutescos y todo tipo de figuras fantásticas, humanas, animales y vegetales.

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El valioso púlpito fue restaurado en dos fases entre 2000 y 2001. Tras una limpieza general, eliminando una capa de cemento, se recuperaron los querubines perdidos bajo una capa de yeso, se consolidó y se protegió el conjunto con un barniz.

Púlpito (detalle) Foto: Comunidad de Madrid.

Púlpito (detalle) Foto: Comunidad de Madrid.

Otra de las joyas de esta iglesia es el retablo mayor de madera dorada y policromada. Como escribió Alfonso Pérez Sánchez, es un ejemplo magnífico de lo que puede considerarse etapa intermedia del gran barroco madrileño, en cuya creación intervinieron algunos de los grandes artistas de la época.

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La obra fue realizada en el segundo tercio del XVII por Pedro de la Torre con la colaboración de otro arquitecto y escultor toledano, Francisco González de Vargas. Contratado en 1637, su construcción terminó en 1653, siendo dorado por José Hernández entre 1653 y 1655. Finalizado el retablo se contrataron las pinturas.

Está formado por banco en la parte inferior, un cuerpo de tres calles, separadas por cuatro columnas de orden corintio con fuste estriado que sostienen un rico entablamento y ático en forma de cascarón en la superior.

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En la calle central y bajo una hornacina se ubica la escultura de Santo Domingo, realizada por Pedro de la Torre.

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En la bóveda del presbiterio sobre el retablo llaman la atención los frescos. Son un ejemplo pictórico muy original, no se trata estrictamente de pintura mural sobre revoco de cal y arena sino que se pintó sobre planchas de madera encastradas en los huecos o plementos entre los nervios, preparadas a modo de pinturas murales. Además de decoraciones vegetales, se pintaron dos figuras alegóricas, la Justicia y la Fortaleza.

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Las del retablo son pinturas al óleo, obra del madrileño Francisco Camilo y de Antonio de Pereda.

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Son obra de Pereda, a la derecha la Adoración de los Reyes y, debajo en el banco, la Visitación.

La Adoración de los Reyes

La Adoración de los Reyes

La Adoración de los pastores y se cree que el resto de óleos del banco o parte inferior pertenecen a Camilo.

La Adoración de los pastores

La Adoración de los pastores

El retablo fue restaurado en 2001 por la Comunidad de Madrid. Se realizó una limpieza general y se recuperó la policromía original que había desaparecido bajo un repinte. Fueron restauradas las pinturas, los frescos y como dijimos, el púlpito.

También son notables los retablos barrocos laterales, con excelentes pinturas y esculturas de los siglos XVII y XVIII. El de San Sebastián, Sagrado Corazón o del Cristo.

Ahora la iglesia va a ser restaurada en su totalidad, algo necesario debido al estado general. Mientras, el culto se celebrará en un nuevo espacio situado junto a la Sacristía, una antigua Sala capitular que hasta hace poco se utilizaba como salón de actos, conferencias, etc.

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Hoy la preciosa estancia abovedada del siglo XVII, cuyo exterior vimos al principio, se encuentra en obras con el fin de habilitarla como parroquia provisional hasta que finalicen las de restauración del templo que se prevén largas. Como es obligado se realizarán las correspondientes catas arqueológicas. Esperamos que los trabajos terminen lo más pronto posible y la iglesia brille en todo su esplendor.

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Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

CHUECA GOITIA, Fernando. “La iglesia de Santo Domingo de Silos, en Pinto (Madrid)”, Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo CLXXXII. Nº I. Año 1985.

Conservar y restaurar. Cuatro años de actuaciones. Comunidad de Madrid, 2003.

Pintura mural de la Comunidad de Madrid. Comunidad de Madrid, 2015.

PintoTurismo

Colmenar Viejo es uno de los pueblos que formó parte del territorio conocido como Real de Manzanares, junto a Soto del Real, Hoyo de Manzanares, Miraflores… que fueron objeto de pleitos entre Segovia y Madrid durante toda la Edad Media. Juan I de Castilla los adjudicó a Pedro González de Mendoza (1340-1385); Íñigo López de Mendoza (1398-1458) fue el I Conde del Real de Manzanares.

Bajo el patronazgo de los Mendoza, propietarios del Real de Manzanares, se levantó a finales del siglo XV la iglesia.

En 1504 el rey Fernando el Católico concedió a Colmenar la categoría de villa.

Basílica de la Asunción de Nuestra Señora

La Basílica de la Asunción es uno de los templos más importantes y bellos de la Comunidad de Madrid, construido sobre la antigua parroquia de Santa María, iniciado hacia 1480-90 y finalizado en la década de 1540. Su estilo es gótico tardío, con algunos elementos renacentistas.

iglesia colmenar norte

Las obras comenzaron por los pies, al parecer para que pudiera continuar el culto en la primitiva iglesia mientras se edificaba la nueva. En esta primera etapa se construyeron los tres primeros tramos bajo la dirección de Juan Guas que diseñó también las portadas.

Cerca de 1500 comenzó la segunda etapa constructiva –Juan Guas había muerto en 1496– a cargo de Hannequin de Cuéllar, hijo de Hannequin de Bruselas. En esta época se construyó el presbiterio y la magnífica torre.

La iglesia es de fábrica de granito, excepto sus tres puertas de acceso que fueron construidas en piedra caliza. Las más ricas en ornamentación son las de las fachadas norte y oeste, según modelo de Juan Guas inspirado en el arte mudéjar, con varios arcos, alfiz y moldura alrededor de todo el conjunto.

Portada norte

Portada norte

Los escudos que las adornan son -ya del siglo XVI- los del III Duque del Infantado, don Diego Hurtado de Mendoza, casado con doña María Alonso de Pimentel, hija del Conde de Benavente.

Portada oeste

Portada oeste

La portada sur o Puerta del Sol es más sencilla, cubierta con un pórtico de madera sobre tres columnas dórico-toscanas, añadido a finales del siglo XVII.

Portada sur

Portada sur

En el interior la imponente iglesia tiene planta basilical con tres naves, crucero y ábside ochavado.

iglesia naves

El altar mayor fue decorado con un pequeño retablo mural gótico de tracería estucada. La pintura fue descubierta en 1981 y limpiada en 1993.

La Misa de San Gregorio (h. 1500)

La Misa de San Gregorio (h. 1500) (Foto: «Pintura mural Comunidad de Madrid»)

Se cree que pudo formar parte del sepulcro de Benito López, sacerdote de Collado Mediano que murió en 1500 y fue allí enterrado.

El mural representa La Misa de San Gregorio, símbolo funerario frecuentemente utilizado en la Edad Media, bajo un calvario con la calavera de Adán.

La Misa de San Gregorio (h. 1500) (detalle)

La Misa de San Gregorio (h. 1500) (detalle) (Foto: «Pintura mural Comunidad de Madrid»)

Lo cierto es que es imposible contemplar el mural, se encuentra oculto detrás del extraordinario retablo plateresco que pasó a presidir el altar mayor, considerado de la escuela toledana. Nos cuentan que está situado a la altura del extremo inferior izquierdo del retablo actual.

Hacia 1540 se inició el último periodo de construcción de la iglesia durante el cual se incorporó la sacristía y el coro con su monumental escalera, a cargo de Rodrigo Gil de Hontañón o su escuela.

El retablo fue realizado entre 1560 y 1583. Sus 12,5 m. de altura por 11,60 de anchura exponen con gran riqueza iconográfica las figuras y escenas del Antiguo y Nuevo Testamento.

retablo colmenar

En su ejecución intervinieron varios artistas. En la traza, ensamblaje y parte de la decoración de su arquitectura, los escultores Juan de Tovar y Francisco de Linares. El dorado y estofado fue posiblemente obra de los pintores Rodrigo de Vivar y Jerónimo Rodríguez.

La obra escultórica se atribuye a Francisco Giralte, autor entre obras del retablo de la madrileña Capilla del Obispo.

La pintura, de gran valor, fue realizada por artistas toledanos y de la escuela madrileña. Son seis tablas que representan escenas del Nuevo Testamento. La Anunciación, situada en el cuerpo inferior a la izquierda –tras ella se encuentra la pintura de San Gregorio– se cree es obra de Diego de Urbina, discípulo de Alonso Sánchez Coello, pintor de Cámara del rey Felipe II. Dos tablas se han atribuido al propio Sánchez Coello, El Nacimiento y La Adoración de los Magos. Otras pinturas fueron obra de Hernando de Ávila.

En las dos naves laterales hay cinco retablos. Junto al altar mayor en el lado de la epístola, el retablo barroco de la Virgen del Rosario, con una imagen del siglo XVI procedente de una ermita desaparecida; en el lado del Evangelio, el de la Inmaculada Concepción. Otros son los de la Encarnación, de Santa Ana y el de San Juan Nepomuceno.

Todos los espacios están cubiertos por hermosas bóvedas de arista con terceletes.

terceletes

Museo de Arte Sacro

Desde el verano de 2009 la Basílica acoge un interesante Museo de Arte Sacro.

escalera2

Las piezas se distribuyen entre el coro y los cuartos de la torre.

museo en el coro

En el coro contemplamos la caja del órgano del siglo XVII, imágenes religiosas de varias épocas, libros de coro de los siglos XVI y XVII, piezas y ornamentos litúrgicos, y otros objetos, testigos de la larga historia de Colmenar Viejo.

Ajuar funerario (siglos VI-VII)

Ajuar funerario (siglos VI-VII)

Desde el coro iniciamos la subida a la torre, un verdadero viaje al siglo XVI.

inicio escalera torre

En el primer cuarto hay valiosas esculturas. Una de las joyas que admiramos es una Virgen con Niño realizada en alabastro hacia 1530, relacionada con el taller de Diego de Siloé.

Virgen con Niño (h. 1530)

Virgen con Niño (h. 1530)

En el segundo rellano, algunas piezas de retablos. También se exhiben pinturas del siglo XVIII. Además de las piezas del museo, algunas fotografías nos muestran cómo era la iglesia a principios del siglo XX y un detalle del mural de La Misa de San Gregorio.

La Torre-Campanario

La torre se levanta majestuosa a los pies de la iglesia, en el lado sur. Como dice Áurea de la Morena, es “una de las más importantes de Castilla por su tamaño, categoría artística y singularidad”. Coronada por el chapitel, es cuadrangular, con 8,80 m. cada lado, y una altura de 50,12 hasta la cúspide.

torre colmenar

En el exterior, del piso superior salen unas gárgolas, con forma de dragón en las esquinas y de león en los lados.

El chapitel se adorna con pináculos en las esquinas y centro de cada lado, y las aristas están adornadas por leones, dragones y grifos. Una balaustrada completa la rica ornamentación. Aunque por la altura no se puede apreciar, las esculturas son muy detalladas. Se cree pudieron ser obra de Francisco y Simón Colonia.

chapitel torre

Las escaleras de caracol por las que vamos subiendo están divididas en tramos que se corresponden con cada cuerpo de la torre, ubicados en diferentes esquinas con el fin de equilibrar los pesos en cada uno de dichos tramos.

torre dos esquinas

Durante el ascenso sorprende la belleza de las formas de los elementos arquitectónicos, los detalles, la magnífica piedra de granito local.

Quitamiedos en la escalera de caracol

Quitamiedos en la escalera de caracol

Y llegamos al precioso campanario en cada uno de cuyos lados se abren dos ventanas alargadas rematadas con un arco de medio punto.

campanario ventanas

Desde aquí podemos oír las sonoras campanadas y ¡qué maravilla ver el interior del chapitel!

El chapitel o aguja octogonal, hueca, es de piedra caliza.

chapitel int

Es muy emocionante estar en el campanario, admirar el chapitel desde aquí, y contemplar la histórica villa de Colmenar Viejo y las montañas a lo lejos.

Colmenar

Por : Mercedes Gómez

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Basílica de la Asunción
Calle de Isabel la Católica, 2 – Colmenar Viejo
Museo de Arte Sacro, lunes a viernes de 11 a 13 h. Entrada: 3 euros.

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Bibliografía:

VVAA. Madrid, Villa, Tierra y Fuero. Ed. Avapiés. Madrid, 1989.
DE LA MORENA, Áurea. “La torre campanario de la iglesia parroquial de Colmenar Viejo (Madrid) en Anales de Historia del Arte, nº1, Madrid 1989.
Pintura mural de la Comunidad de Madrid. Comunidad de Madrid, 2015.

La iglesia parroquial de San Pedro ad Víncula se encuentra en el Casco Histórico de Vallecas, uno de los dos barrios del distrito madrileño Villa de Vallecas, antiguo pueblo incorporado a Madrid en 1950, que encierra mucha historia y mucho arte. La advocación hace referencia a la liberación del apóstol San Pedro de la prisión por un ángel.

iglesia S.Pedro ad Vincula

Su fachada principal se asoma a la plaza Juan de Malasaña, dedicada al héroe de la Guerra de la Independencia nacido en Vallecas que fue bautizado en esta iglesia el 10 de febrero de 1759 como recuerda una lápida en el muro junto a la puerta de entrada. Padre de la más famosa Manuela Malasaña, murió en Madrid en 1811.

lapida

La iglesia es una joya, por su antigüedad, su arquitectura y por los tesoros que guarda en su interior. Fue construida en el siglo XVI sobre un templo anterior, probablemente mudéjar, del que se conservan algunos restos, sobre todo en el cuerpo inferior de la majestuosa torre.

torre

En el anexo del documento de Declaración de Bien Cultural publicado en el Boletín Oficial del Estado, que tuvo lugar en 1995 tras el informe favorable de la Real Academia de San Fernando, consta que “la primera noticia documental sobre su existencia se encuentra en el Libro de Visitaciones (Archivo de la Biblioteca Nacional), manuscrito de 1427, que describe una edificación de tres naves con muros de mampostería y pedernal, de estilo probablemente mudéjar, dada la presencia por entonces de un importante núcleo de población musulmana en Vallecas”.

“En 1565, según consta en documento notarial (Archivo Histórico de Protocolos; protocolo 403), se inicia la construcción del crucero de la nueva iglesia, cuyo primer proyecto se atribuye al arquitecto Juan de Herrera, según consta en documentos no originales depositados en el Archivo Municipal de Madrid. No hay datos que permitan asegurar que se efectuara el derribo total de la antigua iglesia para construir la nueva”.

O sea, que sobre ella, tras su derribo o tal vez reforma, debió construirse la estructura del conjunto actual. Como indican los documentos, su traza inicial se atribuye a Juan de Herrera, el gran arquitecto de Felipe II. La torre, de 1775, se atribuye a Ventura Rodríguez. A la base de ladrillo y mampostería se añadieron dos cuerpos más, uno para las campanas y otro con forma de chapitel de pizarra rematado con bola y una veleta.

Así, la iglesia hoy día es el resultado de diferentes épocas y etapas constructivas. Mudéjar, gótico, renacimiento, barroco, neoclasicismo.

Construido en mampostería con hiladas de ladrillo, el templo tiene dos entradas. La principal al oeste, en la plaza de Juan Malasaña, a los pies, a la que se llega tras subir la gran escalinata. La bella fachada está rematada por un singular frontón mixtilíneo.

fachada oeste

La portada de acceso es renacentista, realizada en granito, en arco de medio punto con columnas toscanas a ambos lados sobre las que se asienta un frontón curvo, en el que se halla un relieve que representa La Liberación de San Pedro, a su vez rematado por otro pequeño frontón triangular. Óculos, jarrones y otros adornos completan la decoración. Las puertas de madera con herrajes son una maravilla.

puerta

Al sur, en la calle de Sierra Gorda –antiguamente, calle de la Iglesia–, la segunda portada abierta por el lado de la Epístola en el siglo XVIII es neoclásica, de sillería. Nuevamente, en la parte superior, las armas de San Pedro.

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Caminando hacia la parte más alta del montículo donde hace siglos se construyó el templo, tomamos la calle de la Sierra de Encinares para rodear la cabecera y poder contemplar todo el conjunto hasta llegar a la calle del Archivo –así llamada desde al menos antes de 1870–, donde las capillas más modernas se unen a la base de la antigua torre.

calle archivo

Después de rodear la iglesia, nuevamente en la plaza, accedemos por fin al interior. Tiene tres naves, separadas por arcos de medio punto, cubierta la nave central con bóveda de cañón.

naves

Muchos de sus elementos son renacentistas, aunque conserva restos góticos, como la espléndida bóveda de crucería en la zona del crucero anterior al presbiterio.

cruceria

Las capillas fueron añadidas en el XVII. En el lado del Evangelio, tras la entrada a los pies, a la izquierda hallamos una capilla de decoración moderna pero que alberga una pila bautismal del siglo XVI, uno de los elementos más antiguos de la bella iglesia. La reja es del XVII; junto a ella un pozo antiquísimo.

pila bautismal

A continuación, la capilla del Cristo de la Salud; la del Nazareno, con cúpula sobre el crucero; y otra capilla con unas lápidas de 1667.

En el Altar Mayor se conserva la espléndida obra de Francisco Ricci, La liberación de San Pedro, pintado en 1669, óleo sobre lienzo de 5,75 x 3,80 metros.

altar ricci

Originalmente formaba parte de un gran retablo barroco –que sustituía a otro anterior–, obra de Pedro y Francisco de la Torre realizado entre los años 1669 y 1672, desaparecido durante la guerra civil. La guerra causó graves daños en el templo. El cuadro, junto a otras obras de esta iglesia y de otros lugares, fue salvado por las tropas republicanas que las entregaron a la Junta de Incautación del Tesoro Artístico Nacional. Todas ellas fueron inventariadas, fotografiadas por la Junta de Incautación de Madrid y depositadas en la Junta del Museo del Prado. Las fotografías se conservan en el Ministerio de Cultura, Fototeca del Patrimonio Histórico.

A ambos lados de la obra de Ricci se sitúan otras dos pinturas del siglo XVII, Santiago Matamoros de la Escuela Madrileña, y otra Liberación de San Pedro atribuida a Angelo Nardi.

En el lado de la Epístola, caminando hacia los pies, la escultura de Nuestra Señora del Rosario… Otra de las capillas está cerrada con otra reja de hierro forjado del XVII.

A ambos lados del crucero, existen dos antiguos vanos de puerta adintelados. A los pies, un coro alto desde el que se accede a la torre.

coro alto

A lo largo del tiempo la parroquia de San Pedro ad Víncula ha sido restaurada en varias ocasiones. Por Francisco Caballero hacia 1965. En 1995, como ya comentamos, fue declarada Bien de Interés Cultural, comenzando poco después las nuevas obras de restauración a cargo de José Miguel Ávila (1996-2004). En 2012 se acometieron las nuevas reformas y restauraciones, que continúan.

Junto al altar se encuentra la Capilla del Santísimo, antiguo Camarín de Nuestra Señora del Rosario, actualmente cerrada por dichas obras. En principio, conocer esta capilla fue el motivo de nuestra visita, así que tendremos que volver en cuanto sea posible. Como comentamos en su momento, está decorada con pinturas atribuidas a Juan Vicente de Ribera.

Recordemos que Ribera fue el autor de las pinturas de la cúpula de la Capilla de las Santas Formas en la antigua Iglesia del Colegio Máximo de la Compañía de Jesús, en Alcalá de Henares, entre otras obras. Según Natividad Galindo, que ha estudiado al pintor en profundidad, pudo ser el autor de la Cúpula de la Capilla del Sagrario en la iglesia de San Pedro ad Víncula, a finales del XVII, principios del XVIII.

La cúpula está decorada con alegorías marianas pues como ya hemos comentado en origen la capilla estaba dedicada a la Virgen del Rosario. Natividad Galindo describe las pinturas: “En los ocho gajos aparecen ángeles portadores de alegorías marianas y al pie de cada recuadro, dentro de unas barrocas tarjas que interrumpen el anillo, aparecen unas letras que, conjuntadas, forman la advocación de Nuestra Señora a la que estuvo dedicada la capilla: María del Rosario.”

Vallecas. Decoración de la bóveda de la capilla del lado de la Epístola adosada a la Mayor. Protegida por la Junta. 15 agosto 1937. Fototeca Mº Cultura.

Bóveda de la capilla adosada a la Mayor. Protegida por la Junta. 15 agosto 1937. Fototeca M. Cultura.

 

A primeros de año varios medios publicaron la noticia de que durante las obras de restauración que se llevaban a cabo habían aparecido restos de bóvedas y pinturas de la primera mitad del siglo XVII y que “en la actualidad se trabaja en la identificación del arquitecto y del autor de la decoración de esta primera capilla”, que fue ampliada a mediados de siglo siendo dividida en dos estancias, y posteriormente decorada; fue entonces cuando debió intervenir el pintor Ribera. También se ha hallado “un arco o ventana de conexión con la iglesia en estilo herreriano”. Todos estos hallazgos son muy importantes, quedamos a la espera de nuevas noticias y de poder visitar la sin duda valiosa capilla, ejemplo del primer barroco madrileño. Mientras, ha sido un placer conocer esta hermosa iglesia.

Salimos de nuevo a la plaza de Juan Malasaña para tomar el autobús de vuelta al centro de Madrid (otra posibilidad es la línea 1 del metro), con la intención de volver pronto a este histórico barrio y conocerlo mejor.

plaza de Manuel Malasaña

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

COAM. Guía de Arquitectura. Madrid 2003.
García Gutiérrez, P.F. y Martínez Carbajo, A.F. Iglesias de Madrid. Ed. La Librería 2006.
Díaz Fernández, A.J. “El retablo mayor de la parroquial de Vallecas (Madrid): una arquitectura desaparecida de Pedro y Francisco de la Torre (1672)”. Espacio, Tiempo y Forma, Hª del Arte, t. 17, 2004, págs.. 149-172”.
Aparisi Laporta, L.M. Toponimia madrileña. Ayuntamiento de Madrid 2001.

Y la web vallecastodocultura

 

 

Según cuentan las crónicas, el culto a la imagen de Nuestra Señora de las Maravillas es muy antiguo, anterior al siglo XVI, aunque su iglesia madrileña, que hoy se conserva en el barrio al que dio nombre, fue construida en los comienzos del siglo XVII.

Su origen se remonta al año 1613 cuando una de las muchas damas piadosas de la época doña Juana de Barahona fundó en una pequeña casa de la calle de Fuencarral el Beaterio de Recogidas Terciarias Carmelitas. En 1616 se trasladó a la calle de la Palma instalándose junto a la ermita de San Antón que allí se hallaba. Eran los tiempos en que estas calles eran las afueras al norte de la Villa. Aún faltaban unos años para que se construyera la Cerca de Felipe IV y este barrio quedara en ella encerrado. Muy cerca se abriría la Puerta de Maravillas.

Hacia 1624 las beatas se constituyeron en Comunidad, fundando el Convento de Carmelitas Calzadas Recoletas de San Antonio Abad, al cual el 1 de febrero de 1627 llegó, tras muchos avatares, la imagen de la Virgen. El Monasterio pasó a llamarse de Nuestra Señora de las Maravillas y bajo el patronazgo de Felipe IV que otorgó una renta anual al cenobio, se construyó la actual iglesia, que se cree fue inaugurada el 2 de febrero de 1647.

De una sola nave, realizada en ladrillo visto, con capillas laterales y un pórtico en la esquina de la calle de la Palma con la entonces calle de San Pedro -hoy del Dos de Mayo-, con arcos de piedra de medio punto, la Guía de Arquitectura del Colegio de Arquitectos atribuye su proyecto a Alonso Carbonel, y el comienzo de las obras hacia 1621 a Cristóbal de Aguilera. Texeira la dibuja en su plano con mucho detalle.

Plano de Texeira 1656

Plano de Texeira 1656

A lo largo de los siglos ha sido objeto de varias reformas, la más importante en el siglo XVIII, a partir de 1770, transformando algunos de sus elementos barrocos en neoclásicos, sobre todo en su interior. El arquitecto Miguel Fernández, por entonces responsable de la sección de Arquitectura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, construyó un nuevo retablo en sustitución del anterior barroco. Igual que el de San Antonio de los Alemanes, del mismo autor, es de mármol, y contó con la colaboración del escultor Francisco Gutiérrez.

En el exterior se construyó la puerta de entrada en la calle de la Palma en granito con pilastras toscanas y un frontón.

calle de La Palma 28.

Calle de La Palma 28.

Con el siglo XIX llegaron tiempos difíciles, como sabemos durante la guerra de la Independencia el barrio fue uno de los escenarios protagonistas. Unos años después, un suceso marcó el devenir de la historia de la iglesia y del vecindario: en 1869 las Carmelitas fueron expulsadas y el Convento derribado.

Convento de Las Maravillas (Museo de Historia)

Convento de Las Maravillas (Museo de Historia)

En sus terrenos y parte del antiguo Cuartel de Artillería de Monteleón, además de algunas casas demolidas en la calle de San Andrés, se abrió la Plaza del Dos de Mayo que fue inaugurada ese mismo año.

Pl. del antiguo Parque de Artillería. Foto: J. Laurent (1860-66). Col.Ruiz Vernacci Fototeca Mº Cultura.

Pl. del antiguo Parque de Artillería. Foto: J. Laurent. (Col.Ruiz Vernacci. Fototeca Mº Cultura)

La parroquia intentó recuperar la imagen de la virgen que las monjas se habían llevado consigo, pero no fue posible, por lo que se construyó una copia.

Plaza del Dos de Mayo 2013

Plaza del Dos de Mayo (2013)

Tras la expulsión las religiosas sufrieron un largo peregrinar. En un primer momento fueron acogidas por las mercedarias del cercano Convento de Don Juan de Alarcón en la calle de Valverde, donde permanecieron hasta 1891 cuando se trasladaron al paseo del Obelisco, actual paseo del General Martínez Campos. Allí en uno de los hotelitos que había por entonces instalaron una capilla. Las dificultades económicas las obligaron a un nuevo traslado, siendo acogidas esta vez por las Comendadoras de Santiago. Siempre llevando con ellas la imagen de su venerada virgen.

Por fin, en los comienzos del siglo XX pudieron construir su nuevo convento, en la calle del Príncipe de Vergara 23, en el entonces floreciente barrio de Salamanca, al que se llamó de las Maravillas Nuevas. El autor del edificio, que consta de dos cuerpos de ladrillo y cimentación de piedra a ambos lados de la iglesia neogótica, fue Manuel Ortiz de Villajos, hermano de Agustín.

Monasterio de Nuestra Señora de las Maravillas. Príncipe de Vergara 23.

Príncipe de Vergara 23.

Pero antes de visitarla volvamos a la plaza del Dos de Mayo y entremos por fin en su bella iglesia de las Maravillas. Por esas mismas fechas, en los inicios del siglo XX se cerró el pórtico, espacio que fue destinado a dependencias parroquiales (actualmente en obras).

portico

Antiguo pórtico cegado. Entrada a la iglesia, calle del Dos de Mayo.

La puerta primitiva de la calle de la Palma hoy día está cerrada accediéndose a la iglesia por una entrada en la calle del Dos de Mayo, bajo el antiguo pórtico. Tras el modesto aspecto exterior, en su interior su única nave de planta de cruz latina esconde hermosos e inesperados tesoros.

Hagamos un inciso para recordar que la parroquia de San Justo, una de las más antiguas de Madrid, una de las Iglesias del Fuero anteriores a 1202, estaba situada entre la plaza del Conde de Miranda y la calle de San Justo, desaparecida a finales del siglo XVII. Por su parte, la iglesia de San Miguel de los Octoes, que conocimos gracias a Ruy Sánchez Zapata, había sido demolida en 1809… La parroquialidad de San Miguel se unió a la de San Justo en la actual Basílica de San Miguel. Finalmente, en 1890 la parroquia de los Santos Niños Justo y Pastor se trasladó a la de las Maravillas.

Esta es la causa de que algunas de las obras más valiosas de la actual parroquia de Nuestra Señora de las Maravillas y de los Santos Justo y Pastor procedan de la primitiva iglesia de San Miguel de los Octoes. La joya del templo, y una de las joyas de Madrid, es el Cristo de la Buena Muerte, una talla gótica del siglo XIV o XV, protegida tras una reja en la primera capilla a los pies de la Epístola.

cristo gotico

Pinturas de Juan Carreño, Pereda, dos de Zurbarán… Son muchas las obras de arte que merece la pena contemplar en esta iglesia de las Maravillas. Las espléndidas esculturas que flanquean el retablo del Altar Mayor, San Elías y Santa Teresa, patronos de los Carmelitas, son obra del mencionado Francisco Gutiérrez.

Durante la guerra civil ambos templos, el antiguo y el nuevo, como todo Madrid, sufrieron graves daños. Las dos imágenes de la Virgen de las Maravillas desaparecieron.

La nueva imagen de la antigua iglesia en el barrio de Malasaña fue realizada en 1940 por Ricardo Font.

altar

En el caso de la iglesia del Monasterio en la calle del Príncipe de Vergara la virgen es obra de Federico Coullaut Valera. La diminuta figura del Niño es la original pues se salvó.

Maravillas Principe Vergara int

En la fachada del Convento una banderola recuerda que las Monjas Carmelitas celebran el IV Centenario de la Fundación de su Comunidad (1613-2013).

por Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Pedro de Alcántara Suárez y Muñano. Historia de la sagrada imagen de Ntra. Sra. La Real de las MaravillasLérida 1874.
Félix Verdasco. Nuestra Señora de las Maravillas y de los Santos Justo y Pastor. Madrid 1999 (2ª edición: ampliación y notas de José Flores).
COAM. Arquitectura de Madrid. Madrid 2003.

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