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Esta entrada es una actualización del artículo «Paseo en busca de la muralla árabe» publicado en 2012. Aunque han pasado diez años, no hay grandes novedades, pero me gustaría recordar la importancia del estudio de la muralla del siglo IX, origen de Madrid. Y animar a los posibles lectores a recorrer su camino, desde la plaza de Oriente hasta la Cuesta de la Vega, y evocar nuestro pasado.

 

El emir Mohamed I fundó Mayrit, una pequeña ciudad amurallada, hacia el año 865, en un lugar privilegiado, rodeado de defensas naturales, el arroyo de Leganitos –Cuesta de San Vicente–, el arroyo de las Fuentes de San Pedro –calle de Segovia– y el río luego llamado Manzanares. Probablemente por entonces ya vivían en la zona algunos grupos de población musulmana pero fue en la segunda mitad del siglo IX cuando los árabes se establecieron de forma organizada, primero con un objetivo meramente militar. Con el tiempo los mayritíes desarrollaron una rica vida cultural y científica, como demuestran, además de las fuentes escritas, los objetos de su vida cotidiana encontrados en las excavaciones de la plaza de Oriente, de la Cuesta de la Vega y en los arrabales islámicos, que podemos contemplar en nuestros museos.

La mayoría de investigadores están de acuerdo en que el Madrid islámico estaba formado por dos recintos, el primero, de unas cuatro hectáreas, con la forma de un cuadrilátero irregular, acogía la medina o recinto urbano.

Plano de “Las murallas de Madrid”. Ed. Doce Calles.

El segundo recinto, hipotético, era otro espacio fortificado donde se encontraba la residencia del Gobernador. Probablemente se hallaba en el lugar donde hoy se levanta el Palacio Real aunque algunos autores dicen que pudo estar donde hoy se encuentra la Catedral de la Almudena.

Respecto a lo anterior, antes de comenzar nuestro recorrido recordemos que al norte de este primer recinto, en la actual plaza de Oriente se conservan escasas pero importantes huellas de la presencia árabe:

En primer lugar, parte de un muro de un albacar del siglo X. Era un recinto anejo a la fortificación de la ciudad, probable ampliación del primer recinto árabe hacia el norte, que entre otras funciones pudo tener la de servir de refugio a la población en caso de ataque. Es un resto importantísimo, por su datación y posible significado, desgraciadamente no conservado.

Albacar siglo X (en “Nacimiento y evolución del Madrid medieval” de A.Malalana)

Y en segundo lugar, una atalaya del siglo XI.

Atalaya siglo XI en el aparcamiento bajo la plaza de Oriente.

Desde los Altos de Rebeque, punto más alto de la muralla, contemplamos la espectacular vista de lo que fue Mayrit.

Este primer recinto, antigua al-mudayna o almudena, tenía tres puertas, la de la Sagra, la de la Almudena y la de la Vega, y algún portillo.

De la Puerta de la Sagra, que se cree estaba situada entre la actual plaza de la Almudena y los Altos de Rebeque, aún no hay pruebas materiales de su existencia, que quizá permanecen escondidas bajo la calle de Bailén y esperamos que algún día salgan a la luz.

Siempre hemos imaginado que bajo el jardín de los Altos de Rebeque se encontraba la muralla, que discurría por esos terrenos, para dirigirse a la calle Mayor por la calle del Factor.

Ahora, tras la realización de una serie de catas arqueológicas a cargo del Ayuntamiento, en la base del muro de contención que existe en la mencionada calle del Factor se hallaron restos de interés de los cuales esperamos conclusiones definitivas oficiales, que «podrían corresponder, en parte o en su totalidad, a secciones de los primeros recintos fortificados de la Villa, bien de un solo momento histórico o de sucesivos».

Como ya vimos durante nuestro paseo por la calle del Factor, en 2005, en el solar del nº 3 se realizaron las correspondientes prospecciones arqueológicas. Se localizaron restos de construcciones pertenecientes al siglo XVII levantadas junto a la muralla.

Calle del Factor, 3 (Foto: 2005).

Sobre todo ello se construyó un nuevo edificio de viviendas.

A continuación, en el nº 1 de la calle, esquina Mayor 86, donde se encuentra el Palacio de Abrantes, actual sede del Instituto Italiano de Cultura, en uno de los muros de la Biblioteca lucen los restos de sílex de la vieja muralla.

El muro discurre paralelo a la calle Mayor, perpendicular a la del Factor. El hecho de que en los planos de la Comunidad de Madrid que representan la muralla, en este lugar aparece dibujado uno de los cubos como elemento constatado, nos lleva a preguntarnos si los alrededor de cinco metros que podemos contemplar corresponden a dicho cubo, más la anchura de la muralla.

Continuando nuestro paseo llegamos a la calle Mayor donde se hallaba el Arco de la Almudena, luego llamado de Santa María.

Cruzamos la calle Mayor, bajo la cual acaso permanezcan escondidos vestigios de la Puerta de la Almudena.

La muralla continuaba hacia el lugar donde desde el siglo XVII se levanta el Palacio de Uceda, hoy sede de Capitanía General. Desde allí la tapia se dirigía hacia el oeste.

Rodeando el Palacio de Uceda nos acercamos al Viaducto cuyo arco situado más al norte traspasamos. Así, llegamos al aparcamiento del edificio cuya fachada principal da a la calle de Bailén nº 12, construido en 1959 sobre la muralla, tras destruir varios metros del largo lienzo descubierto pocos años antes. Resulta asombroso comprobar que allí debajo, tras la reja de la propiedad privada, pervive parte del monumento más antiguo de Madrid, incluyendo una de las torres.

Nos dirigimos hacia el Parque de Mohamed I, bajando por la Cuesta de Ramón.

Aquí, junto a la Cuesta de la Vega, frente a la Catedral de la Almudena, se halla el lienzo más largo conservado, descubierto y defendido en 1953 por Jaime Oliver Asín y Leopoldo Torres Balbás, que lograron salvar una gran parte del hallazgo. El día 2 de diciembre de ese año el diario ABC publicó la noticia de la carta enviada por ambos al periódico.

ABC 2 dic 1953

En la década de los 70, tras la demolición del Palacio de Castro Serna, perteneciente a la duquesa de Benavente, la muralla fue restaurada. Los restos de las viviendas aparecidas (de los siglos XVII a XIX) se conservaron. En la última remodelación del parque fueron tapadas.

El lienzo de muralla en la Cuesta de la Vega mide aproximadamente 120 metros de muro de pedernal en su parte inferior y piedra caliza blanca en la parte superior, jalonado por varias torres macizas cuadradas, características de la arquitectura militar islámica.

Muralla islámica (Cuesta de la Vega)

Muro de pedernal en la Cuesta de la Vega

Su anchura aproximada es de 2,60 m.

En la confluencia de la calle Mayor con la Cuesta de la Vega se abría la Puerta de la Vega, la más importante. Se conserva parte de la torre derecha -vista desde el exterior-. Probablemente bajo la calle Mayor se encuentren los restos de la torre de la izquierda y de la Puerta, quizá algún día los encontremos.

Una segunda torre está casi totalmente desaparecida. El lienzo conserva en gran parte otras tres torres. Desde allí la muralla se dirigía hacia el norte, bordeando la llamada Cornisa de Madrid.

Desaparecido su rastro bajo la Catedral, durante las obras de construcción del Museo de Colecciones Reales aparecieron importantes restos arqueológicos, entre ellos la muralla correspondiente al extremo noroeste que ahora se encuentra en las salas del museo cuyas obras tuvimos oportunidad de visitar en 2012.

El edificio, obra de los arquitectos Emilio Tuñón y Luis Moreno Mansilla, ha sido construido junto al Palacio Real para albergar el Museo de Colecciones Reales.

La visita, guiada por Emilio Tuñón fue muy emocionante e interesante.

Durante nuestra visita al futuro museo solo pudimos adivinar los hallazgos y fantasear sobre la vieja fortaleza, ya que se encontraban cubiertos por lonas y andamios. El lienzo de muralla en su parte más alta conservada mide unos 8 metros.

Los tramos hallados miden en total unos 70 metros, que podemos ver en las fotos publicadas por los arquitectos. Su construcción es similar al lienzo de la Cuesta de la Vega, de sílex y caliza, igualmente trabados con argamasa de cal. También aparecieron varios cubos de planta cuadrangular.

Foto: E. Tuñon

Los restos arqueológicos se podrán contemplar en dos salas. El motivo de la separación –representada en el plano a continuación–, como cuenta Emilio Tuñón, es la pérdida de una buena parte el siglo pasado durante la construcción de la Catedral.

Imagen: E. Tuñón

Por fin, esperamos con ilusión la anunciada inauguración del museo el próximo año 2023, que por cierto ha pasado a llamarse Galería de las Colecciones Reales.

Foto: E.Tuñón

por Mercedes Gómez

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Bibliografía:

VVAA. Plaza de Oriente. Arqueología y evolución urbana. Ayuntamiento de Madrid, Madrid, 1998.
VVAA. Las murallas de Madrid. Ed. Doce Calles. Comunidad de Madrid 2003.
F.J. Marín Perellón y J. Ortega. La forma de la Villa de Madrid. Comunidad de Madrid 2006.
E. Andreu. «El Madrid Medieval». Cæsaraugusta, 78. 2007, pp.: 687-698
J.L. Garrot. «Recuerdos de Mayrit», En el tránsito de la Edad Media a la Moderna, Madrid 2008, pp. 83-103.
Christine Mazzoli-Guintard. Madrid, pequeña ciudad de Al-Andalus (siglos IX al XXI). Ed. Almudayna. Madrid 2011.

Tuñón y Albornoz Arquitectos

Emilio Tuñón: el museo de las colecciones reales

La calle de Blanca de Navarra recuerda a la que fue esposa de Enrique IV, rey de Castilla entre 1454 y 1474. Su matrimonio y su vida fueron muy desgraciados; escribió Pedro de Répide que la calle «lleva el nombre de aquella reina infortunada que fue casada con Enrique IV de Castilla y separada de él, sufriendo luego, dentro de su propia familia, la persecución y la muerte».

La breve vía discurre desde la calle de Zurbano a la de Monte Esquinza. Pertenece al barrio de Almagro, distrito de Chamberí, nacida en el Ensanche de Madrid proyectado por Carlos María de Castro tras el derribo en 1868 de la Cerca que rodeaba la Villa desde el siglo XVII.

Cuatro años antes Castro había edificado su propia residencia, un palacete, en la calle de Fernando el Santo, próxima a la que hoy recorremos. En la entonces llamada calle Doña Blanca de Navarra únicamente había alguna construcción y pequeños jardines, como vemos en los planos, cercanos a la Quinta de la Chilena. La zona urbanizada correspondía a la acera de los actuales números impares.

Plano Ibáñez de Ibero, h. 1875.

Pocos años después comenzó la urbanización del otro lado de la calle; en 1882 se levantaron las viviendas para don Juan Fernández Nieto, actual nº 12, esquina con Monte Esquinza 25. El arquitecto fue Gerardo de la Puente Meliá.

Calle Blanca de Navarra, 12.

En 1897 Julio de Saracíbar proyectó la casa-palacio de don José A. de Igartúa.

Calle Blanca de Navarra, 10.

En el plano de 1900 ya se aprecia cómo los edificios de la acera de los actuales pares ya estaban construidos.

Plano de Facundo Cañada, h. 1900.

En el nº 4 –ahora en obras– vivió el político Segismundo Moret que entre 1905-1906 fue presidente del Consejo de Ministros de España.

En 1919 en el nº 6 se encontraba una de las Escuelas Asilos públicos existentes en esa época. En la Memoria de Madrid de 1929 consta que allí existía una escuela pública para niñas y niños.

En la planta baja del edificio en la actualidad hay locales comerciales, entre ellos una floristería.

Blanca de Navarra, 6.

En el nº 8 se conserva una antigua vaquería, convertida en restaurante, y junto a ella se encuentra una de las tres galerías de arte que podemos visitar en esta calle.

Calle Blanca de Navarra, 8.

La vaquería ya existía al menos en 1905. Lo sabemos porque su dueño, don Félix Reyero Noriega, dueño de la Gran Vaquería Suiza situada en esta calle, participó en los donativos a las familias y víctimas de la gran catástrofe ocurrida durante la construcción del Tercer Depósito del Canal.

También por la prensa de la época sabemos que en los años 30 en el nº 2 hubo una carbonería, y una librería en el nº 5, la Agencia Internacional de Librería.

Calle Blanca de Navarra, 7.

En el nº 9 se ubicaba la Congregación Celadoras del Culto Eucarístico, actualmente de las Misioneras del Santísimo Sacramento y María Inmaculada, que acogen la obra social Cachito de Cielo.

Calle Blanca de Navarra, 9.

La calle Blanca de Navarra, a pesar de su corto trayecto –doce números–, tiene mucho encanto. Han cambiado los ocupantes de los edificios y locales, como los tiempos, pero como vemos, ofrece cosas interesantes, en ella encontramos además de tiendas y bares modernos, historia y mucho arte.

Por: Mercedes Gómez

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Bibliografía:

COAM. Arquitectura de Madrid. Madrid, 2003.

El Liberal, 11 abr. 1905; El Globo, 4 dic. 1919; El Heraldo, 13 nov. 1930.

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