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La calle de Peñascales, en el actual barrio de la Fuente del Berro, distrito de Salamanca, es un ejemplo de calle nacida siguiendo los accidentes del terreno, en este caso un antiguo camino, el Camino de la Fuente del Berro.

A finales del siglo XIX el camino bajaba desde la plaza de toros –actualmente en su lugar se encuentra el Palacio de los Deportes–, cruzaba la ronda o foso del Ensanche –hoy calle del Doctor Esquerdo– y llegaba hasta la Quinta de la Fuente del Berro.

Plano de F. Cañada (h. 1900)

Junto al Camino, antes de llegar a la Quinta, se encontraba la Fábrica de Relojes de J. G. Girod que había sido fundada en 1860.

Nuevo Mundo, 1910 (Ayuntamiento de Madrid)

La Casa Girod era una de las industrias más importantes de Madrid. Sin embargo la barriada en la que se hallaba la fábrica no disfrutaba de buenas condiciones pues aún se encontraba sin urbanizar como se aprecia en la fotografía.

La empresa de Jorge Guillermo Girod construía relojes elegantísimos de alta precisión que ya se anunciaban en la prensa de comienzos de siglo, relojes de pared para viviendas o despachos, en los que trabajaban además de técnicos relojeros los mejores artistas ebanistas, y relojes de torre.

Uno de los relojes más famosos de la prestigiosa fábrica Girod que se conservan es el de la Casa Encendida, que fue la segunda sucursal de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid. El reloj de la torre fue sustituido por uno moderno pero la maquinaria original restaurada se guarda en una vitrina y se puede admirar en uno de los descansillos de la escalera que lleva a la azotea.

La sede central estaba en la calle Postas y tenían sucursal en Barcelona y en Suiza, desde donde se importaban relojes.

Nuevo Mundo, 1910 (Ayuntamiento de Madrid)

Allí donde estaba la fábrica, al norte del Camino, tal como vemos en los planos de la época, se creó el barrio del Porvenir del Artesano.

El Porvenir del Artesano era una Sociedad cooperativa que a finales de 1879 había adquirido terrenos cerca de la Fuente del Berro para la construcción de casas para obreros. Se construirían aproximadamente cincuenta viviendas para los miembros de la asociación que pagaban una pequeña cuota semanal. La asociación ya tenía por entonces una primera sección en la Moncloa; esta era la segunda, fundada en 1873, posteriormente se fundaría alguna otra. Cada sección estaba formada por cincuenta socios.

Aunque con muchas dificultades la cooperativa salió adelante y la primera casa se comenzó a construir en septiembre de 1881.

Plano Núñez Granés, 1910 (idehistoricamadrid.org)

La fábrica en 1910 tenía unos doscientos empleados muchos de los cuales eran vecinos del barrio.

Nuevo Mundo, 1910 (Ayuntamiento de Madrid)

En 1912 la fábrica Girod sufrió un grave incendio que la dejó prácticamente destruida. Para los trabajadores fue un drama pues perdían el empleo.

Foto: Alfonso (El Liberal, 1912) (BNE)

Pero fue reconstruida y aún tendría una larga vida en este barrio.

El antiguo Camino de la Fuente del Berro recibe el nombre oficial de calle de los Peñascales desde el 28 de diciembre de 1944. Para entonces la Casa Girod había abierto otra sucursal, una tienda con artículos de regalo, en el inicio de la calle Goya, en pleno barrio de Salamanca.

En la actualidad la calle Peñascales nace en la calle del Doctor Esquerdo. El gran desnivel del terreno sigue existiendo, hoy salvado por unas escaleras. Tras llegar a la Iglesia Parroquial de la Sagrada Familia, levantada en 1946, la rodea y continúa, adaptándose a las curvas del camino como antaño, hasta llegar a la Quinta, donde finaliza.

En el solar donde se encontraba la fábrica se levantó un gran edificio de viviendas.

Aún hoy algunos vecinos del barrio recuerdan la fábrica y a personas que en ella trabajaron, incluso los más jóvenes saben que ahí donde viven antes existió una fábrica de relojes. Según me cuentan algunos inquilinos del edificio actual, comenzó a ser derribada a finales de los años 60, comienzos de los 70 del pasado siglo XX.

Aunque al menos en 1972 seguía existiendo pues leemos en un anuncio de prensa que ese año la empresa buscaba un “cronometrador” y se indicaba que las solicitudes debían ser enviadas a J.G. Girod, S.A., calle Porvenir número 13.

Derribada la fábrica, durante un tiempo la manzana solo fue una gran descampado. En la década de los años 70 tuvo lugar la construcción del edificio actual que ocupa toda la manzana, entre las calles de Porvenir, Peñascales, Lanuza y Fundadores. En 1979-1980 ya vivían en él algunos de los primeros ocupantes.

Del Porvenir del Artesano únicamente subsiste como recuerdo la pequeña calle, la calle del Porvenir.

El nombre fue asignado por acuerdo municipal en 1887 aunque anteriormente ya se utilizaba de forma extra-oficial pues desde que nació esta calle fue el centro del antiguo barrio del Artesano y de la vida alrededor de la fábrica de relojes.

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

La Unión, 6 nov 1879; El Globo 27 oct. 1879; La Iberia, 29 oct. 1879; Nuevo Mundo 21 abr. 1910; El Liberal, 16 agosto 1912.

 

Queridos amigos:

Un año más, siguiendo la tradición, os invito a celebrar nuestro cumpleaños. ¡Cumplimos nueve años!

Nuevamente hemos visitado iglesias, jardines, museos, exposiciones, edificios singulares, hemos contemplado monumentos, pinturas, conocido la obra de nuestros arquitectos, hemos ido al teatro, subido a algún cerro, paseado por el Madrid romano, el Madrid medieval… felizmente Madrid es inmenso y siempre existen obras de arte o lugares por descubrir.

Como siempre, solo puedo daros las gracias por vuestra compañía, a todos los posibles lectores, por supuesto a los que aunque sea de forma ocasional os ha podido interesar algún tema o habéis formado parte de la tertulia en algún momento. Y sobre todo gracias a todos los que a lo largo del año habéis participado con vuestros comentarios, infinitas gracias,

Alejandro, Alfonso Calle, Almudena, Álvaro González, Amparo Berlinches, Ana María, Ana, Andrés, Ángel Pérez, Anne Barcat, Antonio Iraizoz, Armando, candelaigualador, capa212, carlos rodríguez zapata, Carmen porras pasamontes, Carmen Requejo Sánchez, Carolina, Daniel gil, David Luigi, davidguty77, El Sereno de Madrid, Elena, Emilio Guerra, Enrique Pernia Maraver, Enrique, ensondeluz, Fernando Escolano Orte, Fernando, fonso10t, Francisco de la Cal, Francisco López, Gustavo Martínez, Isabel Uriarte, j_jimenezpi, Javier Jiménez Pilar, Jembres, Jesús C.V., JM Cab, José Luis Díaz, jose, Juan Carlos García, julian, Lázaro, Leonardo Hernández, M.E. del Real, madridconm, Maillo Romero, Marcos, Margarita, María José Bayón, María Luisa de Andrés, María Paz Ramos, Mariarosa, Maribel Piqueras, Marta, Miguel Ángel, Miguel, moreno2016, murallareciclada, NC, Nicoletta De Matthaeis, nictemeronews, Nuevas miradas de Madrid, Pablo Jauralde Pou, Pablo Montejo, paloma, Pedro, Pepa, pepiño, Rafael Martín Moyano, Ramón Oria, Roberto Manzano del Pino, Rosa, Salvador Quero, Santiago Esteban Hernán, Sor Lola Pérez Mesuro, Telesforo, ungatopormadrid, Vega Briones, Victoria Veguin Casas, Victoria, Yolanda Pérez Martínez.

Saludos y besos

Mercedes

 

 

 

La Casa de la Panadería está situada en el lado norte de la Plaza Mayor, antigua Plaza del Arrabal. Hace tiempo, con motivo de nuestra visita al Salón Real, contamos brevemente su historia. Hoy hablaremos de las pinturas que a lo largo del tiempo han adornado su fachada.

Juan de la Corte. Fiesta en la Plaza Mayor, h. 1630 (Museo de Historia)

El día 2 de agosto de 1672 hubo un gran incendio, el segundo de los tres que sufriría la plaza –el primero había tenido lugar en 1631–, en el que de la Casa de la Panadería únicamente se salvaron el sótano y la primera planta. El 7 de septiembre el Ayuntamiento aprobó la construcción de una nueva. La obra fue terminada diecisiete meses después, conservando la antigua traza de tres cuerpos con balcones y las dos torrecillas en los extremos. En el centro del primer cuerpo se situó el balcón del Salón Real.

Durante mucho tiempo algunos autores han considerado que Claudio Coello fue el autor de los frescos que la adornaron. Pero no fue así, hoy se cree que la decoración exterior es posterior al siglo XVII, como veremos.

Se sabe que en el siglo XVIII se adornó la plaza, pintándola desde los tejados hasta las basas de las columnas de azul y blanco; se colocaron azulejos entre ventana y ventana y los balcones se pintaron de negro. La fachada de la Panadería se adornó especialmente, con la pintura al fresco de medallas y festones de flores, y sus balcones pintados de verde y oro y el balcón del Rey dorado.

La imagen conocida más antigua de las pinturas podría ser el cuadro de Lorenzo de Quirós Ornato de la Plaza Mayor, con motivo de la entrada en Madrid de Carlos III, realizado hacia 1760.

Lorenzo de Quirós. Proclamación de Carlos III en la plaza Mayor, h. 1760. (Depositado por el Museo Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en el Museo de Historia)

Como decíamos, los frescos fueron atribuidos a Claudio Coello, también a José Jiménez Donoso y a Francisco Pacheco. Sin embargo estudios más recientes indican que son posteriores, obra de la segunda mitad del siglo XVIII de Luis González Velázquez (1715-1763).

Lorenzo de Quirós. Proclamación de Carlos III en la plaza Mayor, h. 1760. (Depositado por el Museo Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en el Museo de Historia) (Detalle)

Lo cierto es que ya Ceán Bermúdez así lo citó en su Diccionario histórico publicado en 1800 como autor de los “adornos y niños de claro oscuro en la fachada” de la Panadería.

También Antonio Ponz en su Viaje de España (que comenzó a publicarse en 1772) escribió al referirse a la fachada de la Panadería que “entre las ventanas hay pinturas de claro, y oscuro, en que se representan Niños, y otras figuras, que executó D. Luis Velázquez”.

El Semanario Pintoresco Español, que recogió estos datos, publicó en 1844 que “en los ángulos se levantan dos torres cuadradas , y entre las ventanas hay pinturas de claro oscuro, obra de Luis Velázquez, terminando el todo con una elegante cubierta de pizarra que da buen remate al conjunto”.

Semanario Pintoresco Español, 1844.

De estas pinturas el Museo de Historia de Madrid posee un documento impagable.

Procedente de la Biblioteca Histórica, desde 1998 el museo municipal guarda un álbum que contiene una albúmina y catorce acuarelas sobre cartulina (29×18 cm.) que reproducen algunos de estos frescos pintados sobre la fachada de la Casa de la Panadería que existieron hasta al menos 1880, creadas con el fin de que quedara constancia de ellos antes de proceder a realizar la nueva decoración.

Las acuarelas fueron realizadas en 1880 por el pintor Manuel Fernández Sanahuja siguiendo las indicaciones del informe emitido por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando a petición del Ayuntamiento de Madrid.

Una de las inscripciones del álbum dice que las catorce acuarelas que contiene este libro son copia exacta de algunos de los frescos que existen en la fachada … Dichos frescos desaparecerán dando lugar a otros, que según dictamen de la Real Academia de San Fernando serán pintados por el que sea referido en el concurso que al efecto se abrirá.

Las inscripciones, firmadas por Fernández Sanahuja, indican las figuras que copió. Eran grisallas, a las que se añadió los colores azul y dorado sobre fondo rojizo que representaban figuras al trampantojo, con efecto escultórico. Ángeles que portaban jarrones o elementos vegetales y seis medallones con las figuras de seis musas.

Las seis primeras, del piso principal, eran las que estaban mejor conservadas.

(Primer piso) (memoriademadrid.es)

El séptimo era uno de los cuatro de los costados, solo se copió uno ya que los demás eran iguales.

(Costado primer piso)

Lo mismo ocurrió en el segundo piso, cuyas pinturas estaban en bastante mal estado.

Musa (2º piso)

(Costado segundo piso)

De los del tercer piso quedaban tan escasos restos que no se pudieron copiar.

El 17 de noviembre de 1879 se había acordado no restaurar las pinturas que estaban muy deterioradas y convocar un concurso para seleccionar el pintor que realizaría las nuevas.

Al concurso se presentaron entre otros Ramón Mélida y Salvador Martínez Cubells. También Arturo Mélida presentó un proyecto al concurso para la decoración de la fachada de la Casa de la Panadería con el lema “Arquitectura y Pintura”, con cariátides clásicas y jarrones, conservado en el Museo de Historia; Mélida incluyó el busto de Juan de Villanueva, autor de la reconstrucción de la plaza tras el incendio de 1790, el tercero que sufriría.

A. Mélida. Proyecto para el concurso de la Casa Panadería, 1881 (no seleccionado) (Museo de Historia)

El concurso lo ganó el pintor Salvador Martínez Cubells, aunque Arturo Mélida consiguió un accésit con su proyecto y en 1901 llegó a participar de alguna manera en la restauración de la fachada –además de en el interior del Salón Real, como ya vimos–, considerándose este su último trabajo. Murió al año siguiente.

Por algún motivo –los retrasos parecen algo habitual en Madrid desde antiguo– los nuevos frescos en sustitución de los de Luis González Velázquez los pintó Enrique Guijo en 1914 –en enero de ese año había muerto Martínez Cubells–.

Recordemos que Enrique Guijo durante su estancia en Madrid colaboró con el Ayuntamiento junto al arquitecto municipal Luis Bellido en varios trabajos. Uno de ellos fue la realización de los nuevos frescos en la fachada de la Panadería –además participó en la restauración de los azulejos y pinturas del interior del Salón Real–.

Plaza Mayor: Casa de la Panadería (1893-1954). Archivo Moreno (IPCE)

En los años 80 del siglo XX, ante el mal estado de los frescos, nuevamente debido a la climatología, el sol y los sucesivos repintes se decidió renovar las pinturas de Guijo. En 1988, a la vez que se realizaba una nueva restauración de la Casa de la Panadería, el Ayuntamiento de Madrid convocó un nuevo concurso.

En el concurso restringido participaron los artistas Sigfrido Martín Begué, Guillermo Pérez Villalta y Carlos Franco, que fue el ganador.

Casa de la Panadería (2017)

Los motivos elegidos, que son los que podemos contemplar en la actualidad, tenían relación con la mitología y la historia madrileñas. Vemos a Cibeles, Cupido, Baco, sátiros, venus, leones, gatos, tritones, jarrones, … las figuras miden unos tres metros y medio y recuerdan las antiguas pinturas barrocas. A los colores de la carne de las figuras se suman nuevamente los azules y los dorados.

En lugar de la pintura al fresco, tan delicada, el pintor Carlos Franco utilizó pintura al silicato, más resistente.

En 2015-2016 tuvo lugar en el Palacio Real un gran ciclo de entrevistas organizado por Patrimonio Nacional, “En torno al arte contemporáneo. Conversaciones con artistas en Palacio”. Una de ellas fue la realizada por Estrella de Diego a Carlos Franco. Naturalmente hablaron de las pinturas de la Plaza Mayor.

Contó Carlos Franco cómo acometió este encargo público tan importante, con la colaboración de ocho pintores, pero siempre siendo él responsable de cada detalle y del resultado final que debía ser unitario; cómo se enfrentó a la técnica de la pintura mural recurriendo al Libro del arte de Cennino Cennini, las dificultades con los colores al trasladarlos del papel al muro…

Piensa el artista que, entre los grandes pintores que concursaron, él fue elegido por ser su propuesta la más barroca. Cuenta que en aquellos momentos se debatía si debía considerarse a la Panadería una obra de Juan de Villanueva que recordemos reconstruyó y reformó la plaza a finales del siglo XVIII, o si era una obra del Barroco madrileño. Felizmente predominó esta última idea, de acuerdo con el origen de la plaza y el edificio. El proyecto de Carlos Franco, totalmente barroco –como lo habían sido las figuras de Guijo–, fue el ganador.

La obra duró entre seis y siete meses de trabajo efectivo, pero se alargó en el tiempo tres años debido a los muchos problemas que surgieron y al cambio de alcalde, que se produjo hasta en tres ocasiones. Con dos años de retraso, las pinturas se dieron por finalizadas en 1992.

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Dibujos en el Museo de Historia de Madrid: Arquitectura madrileña de los siglos XIX y XX. Museo de Historia de Madrid, 2010.
SÁNCHEZ-CABEZUDO, Ángel. “Enrique Guijo, artista esencial en el historicismo cerámico de Talavera”. En Renacimientos: la cerámica española en tiempos de Ruiz de Luna. Universidad Castilla-La Mancha. Cuenca 2010.
GUERRA, Esperanza. “La Casa de Panadería”, Revista de la biblioteca, archivo y museo. Ayuntamiento de Madrid, oct. 1931.
Conde de POLENTINOS. “La Plaza Mayor y la Real Casa Panadería”. Boletín de la Sociedad Española de Excursiones, Madrid, 1er. trimestre, 1913.
“La Casa Real de la Panadería en la Plaza Mayor de Madrid”, Semanario Pintoresco Español, 22 dic., 1844
Ayuntamiento de Madrid
Los frescos de la Plaza Mayor, memoriademadrid, 25 enero 2012.

Daniel Canogar es sin duda un artista internacional, por formación, trayectoria y obra, pero nació en Madrid y a su ciudad vuelve de vez en cuando. Recuerdo sus innovadoras exposiciones en 2011, Travesías en el Depósito del Canal de Isabel II y Vórtices en la Fundación Canal. La buena noticia es que hasta el próximo 28 de enero podemos visitar una de las exposiciones más sugerentes y singulares que se pueden ver estos días en Madrid, sus Fluctuaciones en la Sala Alcalá 31. Una muestra nada convencional que habla de los cambios tecnológicos y cómo afectan a la sociedad, a todos nosotros, bajo una mirada –además de tecnológica– un tanto poética.

Su obra es el resultado de un largo proceso de reflexión y trabajo. Él mismo nos cuenta que se ha sumergido en chatarrerías y mercadillos en busca de ejemplos de tecnologías obsoletas que definieron nuestra existencia en un pasado no muy lejano, ya que los objetos de los que nos despojamos son un preciso retrato de lo que hemos sido.

Aparte los diferentes niveles o puntos de vista desde los que como espectadores podamos acercarnos a las obras e instalaciones expuestas, y del proceso que el artista ha desarrollado hasta llegar a lo que podemos hoy contemplar, hay que decir que el resultado es, además de cargado de contenido, muy bello.

No es casualidad que la primera obra del recorrido está creada con cables de líneas telefónicas, hoy prácticamente en desuso. Es significativo que los cables fueron recogidos por él mismo en un contenedor. Lo que hasta hace poco era un elemento tecnológico de comunicación para todos nosotros hoy es un material de deshecho convertido en una obra escultórica viva.

Pneuma 5 (2009)

Daniel Canogar nos invita a asistir a un proceso, a una inevitable realidad: la vertiginosa evolución de la tecnología y los cambios que origina en la sociedad y en nosotros mismos.

La exposición está organizada en torno a la instalación Sikka Ingentium, en perfecta sintonía con el edificio de Antonio Palacios que acoge la espectacular Sala Alcalá 31.

Sikka Ingentium (2017)

Son dos mil cuatrocientas películas en formato DVD, reunidas a lo largo de dos años por el artista, en rastrillos, tiendas de segunda mano o videoclubs, antes tan visitados por todos nosotros, ahora cerrados o a punto de cerrar. Fragmentos de estas películas se proyectan sobre los DVD y las bandas sonoras se mezclan creando una nueva composición.

Los videos más vistos de YouTube descargados por un ordenador que se funden en una única composición abstracta; pantallas LED, tan presentes en nuestra vida cotidiana, convertidas en material flexible que exhibe su interior y por animación generativa reaccionan y proporcionan datos en tiempo real. Como Xylem (2016) animación creada con datos financieros de 383 fondos índice del mundo con una gama de colores de las más importantes monedas…

Magma (2017)

Contemplando Small data nos sentimos identificados, estamos ante nuestra memoria particular y colectiva. Conseguidos en chatarrerías y centros de reciclaje, los objetos expuestos, cintas VHS, teléfonos, calculadoras, viejos discos duros… han formado parte de nuestra vida hasta hace no demasiado tiempo. Sin embargo parecen tan antiguos que inspiran un sentimiento extraño, una cierta ternura, al verlos resucitar mediante videoproyecciones. El propio Canogar nos cuenta que se trata de arqueología tecnológica.

Small data (2014)

Y terminamos contemplando manos, las del propio artista. La mano, tan importante en la creación artística a lo largo de la historia, hoy ha perdido protagonismo. Lo manual ha cedido su espacio a lo electrónico. Daniel Canogar nos propone que reflexionemos sobre esto y decidamos qué queremos, también le interesa saber, se pregunta qué nos sugerirá su obra y seguro intenta buscar su propia huella en la Era electrónica.

Plexus (2016)

Daniel Canogar. Fluctuaciones.
Sala Alcalá 31, hasta el 28 de enero.
De martes a sábados: 11.00 a 20.30 h
Domingos y festivos: 11.00 a 14.00 h (cerrado 6 de enero)

Por: Mercedes Gómez

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Más información:

Catálogo Daniel Canogar. Fluctuaciones. Comunidad de Madrid, 2017.

Web Daniel Canogar

 

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