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Las obras han regresado a la Plaza de la Independencia.

A primeros de año terminó la reforma de la mitad norte, el tramo Alcalá-Serrano-Alcalá, del cual ya desaparecieron jardincillos, farolas clásicas, bancos… y el mojón de piedra de la antigua Vía Pecuaria. Quizá recordéis que hace algún tiempo hablamos de su desaparición, y nos preguntábamos que pasaría con él, ¿volvería, desaparecería definitivamente?.

La semana pasada las máquinas comenzaron a levantar un nuevo tramo, el comprendido entre las calles de Alcalá y Alfonso XII. Las farolas parece que están en peligro, como hace poco estuvieron sus compañeras antes de ser eliminadas al otro lado de la calle de Alcalá.

Y los bancos de piedra amontonados en la esquina esperando lo peor.

Tras cruzar la calle de Alfonso XII llegamos a la Puerta principal del Retiro, lugar de paseo y también de encuentro. Allí siguen existiendo pequeñas islas de césped, setos, otro mojón de la antigua Vía Pecuaria, y los bancos, a menudo ocupados por personas que descansan, esperan a alguien, o simplemente contemplan el paisaje. ¿Desaparecerán igualmente?.

Después de dar la vuelta a la plaza, compruebo que el otro mojón, al menos de momento, continúa tranquilo en la esquina derecha de lo que antaño fue la salida de Madrid por el antiguo Camino de Alcalá.

Antes de cruzar veo algo sorprendente, parece que en la esquina contraria han recolocado el desaparecido mojón.

Pero al acercarme me parece muy raro, no se trata del viejo mojón de piedra, es otro sin duda.

Es curioso, este está reluciente, parece hecho a juego con el granito del nuevo pavimento, para que no desentone.

Texto y fotografías por : Mercedes Gómez

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Artículos anteriores sobre la Plaza de la Independencia:

Jardín de la Plaza de la Independencia.
Real Pósito de la Villa.
Plaza de la Independencia. Vías pecuarias, mojones y obras.

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La tan esperada noticia, que parecía nunca iba a llegar, hoy por fin ha sido publicada en varios diarios madrileños y recogida por Telemadrid, un «notición» para muchos de nosotros, amantes de Madrid y del Arte:

la Capilla del Obispo, situada en la plaza de la Paja, parte del monumental conjunto de la Iglesia de San Andrés, abre sus puertas cerradas durante más de cuarenta años.

La Capilla del Obispo, 2004

El diario ABC, El País, La Razón, madridiario… cuentan los detalles de la apertura, de los hallazgos arqueológicos incorporados…, y hacen hincapié en que la maravillosa, casi única muestra del arte gótico en Madrid, lleva cerrada mucho tiempo, tanto que muy pocos madrileños o visitantes pueden decir que conocen su interior.

Desde hace muchos años las reparaciones se han sucedido, distintos organismos han invertido buenas cantidades de dinero en su rehabilitación, y, solo momentáneamente, se ha podido visitar en contadas ocasiones.

En los comienzos del año 2000 la Capilla abrió sus puertas con motivo de una exposición fotográfica dedicada a La Piedad, de Miguel Angel. Recuerdo haber cruzado esas rotundas puertas siempre cerradas, el acceso al pequeño claustro, después cruzar unas puertas de madera labrada… y el interior único, aunque todo en penumbra, y ocupado por los paneles que mostraban las fotos. Recuerdo el retablo, brillante en la oscuridad, sobre todo el impresionante cenotafio realizado en alabastro, y nada más.

Tras la inauguración esta tarde por parte de las autoridades, la semana que viene abrirá sus puertas a los fieles, y a los amantes del arte y de nuestra historia, que podremos contemplar después de tantos años el bellísimo templo del siglo XVI.

Un amigo y compañero de fatigas matritenses me ha llamado solo para comentarlo, la noticia lo merecía sin duda, y la futura visita se nos antoja urgente. Por eso quería comentarlo también con vosotros, por fin podremos visitar una de las joyas más valiosas que esconde Madrid, la Capilla del Obispo. Qué alegría.

Mercedes

Ayer tuve el placer de asistir a la inauguración de una Sala de Exposiciones, un nuevo espacio para el arte, en el edificio de la Junta del Distrito de Tetuán en la calle de Bravo Murillo, con el nombre de «Sala Pablo Serrano», y que ha comenzado su andadura con una muestra dedicada al propio escultor, del que tanto hemos hablado en este blog.

El barrio de Tetuán ha querido rendir así un merecido homenaje a este artista que durante un importante periodo de su vida tuvo en él su estudio y su domicilio.

Tengo que agradecer a Valeria Serrano, su nieta, que me escribiera para contarme estas buenas noticias y para invitarme.

La pequeña pero importante exposición se titula “Pablo Serrano en la esfera pública. Madrid”, y presenta una serie de bocetos en escayola o bronce, junto a fotografías en blanco y negro de la obra terminada y colocada en su ubicación definitiva, y una breve ficha de cada escultura.

Llama la atención el expresivo boceto en escayola de la Mano de San Francisco Javier, su escultura de la Ventilla.

Dos bocetos fantásticos de sus Unidades-Yunta, una de ellas en el Museo de Escultura del Paseo de la Castellana, realizados en bronce.

Otros dos bocetos, uno en bronce y otro en escayola, del Homenaje a la Fuente y el Río, la magnífica fuente de la calle de Serrano… En fin, la exposición nos propone un recorrido a través de la escultura de Pablo Serrano, sobre todo en Madrid, hasta llegar a su última obra, El Rey Juan Carlos I firmando la Constitución, igualmente en bronce y escayola.

La Concejala del Distrito, que presentó la nueva Sala y la muestra, pidió que animásemos a nuestros amigos y conocidos a visitarla, que sería una pena que pasara desapercibida, y estoy completamente de acuerdo, después del esfuerzo realizado para reunir estos maravillosos bocetos y mostrarlos al público.

La oferta cultural madrileña es inmensa, pero no todo son los grandes museos o poderosas instituciones, los barrios con sus centros culturales y salas mucho más modestas, a veces ofrecen la oportunidad de ver exposiciones quizá irrepetibles.

Yo desde luego os animo a visitar ésta, y contemplar bonitas y valiosas esculturas, de pequeño tamaño, que en su momento sólo fueron proyecto de algo, ideas en la mente del escultor, bocetos luego transformados en grandes obras, monumentos que este artista realizó para Madrid. Y ahora son obras de arte por sí mismas.

por Mercedes Gómez

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Pablo Serrano en la esfera pública.
Calle de Bravo Murillo 357,
hasta el día 27 de octubre,
Lunes a Viernes: de 09.00 a 14.00 horas y de 16.00 a 20.00 horas
Sábados: de 10.00 a 14.00 horas.

Para más información aquí podéis descargar el folleto de la exposición.

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Artículos anteriores sobre Pablo Serrano:

Las Cabezas de Antonio Machado.
Paseo por la escultura de Pablo Serrano en Madrid.
Pablo Serrano. Otra obra

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JARDINES DEL PASEO DEL PRADO-RECOLETOS (I)

Retomamos nuestro recorrido a través de los vestigios de antiguos jardines madrileños con la visita al Jardín del Palacio del Marqués de Linares, actualmente sede de la Casa de América, en el Paseo de Recoletos nº 2, un jardín realmente bonito y de interés histórico.

En 1870 José Murga, Marqués de Linares, adquirió algunos terrenos del antiguo Pósito, -que recordemos ocupaba toda la manzana desde la plaza de la Independencia hasta Cibeles, y que había sido derribado el año anterior-, con el fin de construir su residencia.

Aparte leyendas y supuestos fantasmas, asunto del que ya se ha hablado y escrito mucho, la realidad es que se trata de uno de los palacios más bellos y lujosos del Madrid del siglo XIX, que aún podemos admirar pues conserva en su interior gran parte de las obras de arte que el marqués mandó crear para su disfrute y el de su esposa.

Cuando hacia el año 1878 comenzó la construcción del palacete, la plaza de la Cibeles era muy distinta a la actual, ni siquiera tenía nombre aún, aunque la fuente de la diosa llevaba allí instalada casi un siglo.

El único edificio, junto con sus jardines, que ya existía por entonces, era el Palacio de Buenavista, en la esquina contraria. Los terrenos donde hoy se alza el antiguo Palacio de Comunicaciones aún estaban ocupados por los Jardines del Buen Retiro, y en la esquina donde luego se levantaría el Banco de España se encontraba el Palacio del Marqués de Alcañices. Era el Salón del Prado, lugar de encuentro y de paseo.

Pero en el último cuarto del siglo XIX la plaza de la Cibeles se convirtió en el centro financiero de la ciudad.

Entre 1884 y 1891 se construyó el Banco de España. Muy cerca, poco después, se terminó de levantar el edificio de la Bolsa, y en los terrenos antaño ocupados por el Real Pósito y el Convento de los Agustinos Recoletos, se abrieron calles nuevas y se construyeron varios palacetes alrededor del que Narciso Pascual y Colomer había construido para el Marqués de Salamanca, que fue el primer financiero de la época en prever el valor que adquirirían estos terrenos, continuación del Paseo del Prado.

La zona fue conocida como “barrio de los banqueros”.

La Plaza de Madrid (Foto: Hauser y Menet)

Además del citado Palacio del Marqués de Salamanca, hoy sede de un importante banco en el nº 10 del Paseo de Recoletos, se conservan algunos otros, como el de Arenzana –hoy Embajada de Francia, en la calle de Salustiano Olózaga-, el de Zabálburu – en Marqués del Duero- y el Palacio de Linares.

Junio 2010

A partir de un proyecto de Carlos Colubí, la obra fue realizada por otros dos arquitectos. Manuel Aníbal Álvarez-Amorós, entre 1878-79, construyó el jardín y todos sus elementos, ubicados tras el palacio. Y Adolf Ombrecht (1879-1884) se encargó de toda la decoración interior.

Unos años después, en 1892, el pleno municipal acordó darle a la plaza el nombre de Plaza de Madrid, que conservaría hasta 1900 en que pasó a denominarse Plaza de Castelar. Es la Plaza de Cibeles desde el año 1941.

Debió ser sin duda un hermoso jardín, de forma irregular, con un bonito estanque, que ya no existe.

Se construyeron dos pabellones, uno de estilo clásico y otro más pequeño de estilo romántico. El primero era el pabellón de Caballerizas, hoy transformado en Sala de Exposiciones.

Y el segundo, un “capricho” o casita rústica, que fue conocido como la Casa de Muñecas, construido para tapar la medianería contigua, y que era utilizado como almacén para guardar las herramientas de labor.

También se construyó una escalera de acceso al jardín con una preciosa fuente de piedra, a espaldas del palacio, modificando el proyecto original de Colubí, más sencillo.

Del histórico jardín tan solo perviven la verja, los pabellones y la escalera con su fuente.

En 1992, cuando el Palacio fue transformado en sede de la Casa de América, fue casi totalmente vaciado para la construcción de un auditorio subterráneo, por lo que la vegetación actual es reciente. El arquitecto de la reforma fue Carlos Puente.

El Palacio hoy acoge las oficinas y otras estancias de la Casa de América en Madrid, que ofrece la posibilidad de visitarlo los fines de semana, además de exposiciones, conferencias, restaurante, etc.

En el Jardín durante los meses de primavera y verano se instala una agradable terraza que nos permite disfrutar de este espacio singular.

Texto y fotografías : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Ramón Guerra de la Vega. Palacios de Madrid. Tomo II. Madrid 2001.


Los Viajes de Agua del Buen Retiro, el Alto y Bajo Retiro, fueron construidos en 1631, en tiempos de Felipe IV, además de para el abastecimiento, para el riego del Real Sitio que se comenzaba a edificar en las afueras de la Villa.

Nacían en el término de Chamartín. El Viaje del Alto Retiro atravesaba la Guindalera, el camino de Hortaleza y la calle de Alcalá, donde se encontraba la primera arca de distribución, de donde partían las aguas que surtían las Fuentes del Retiro. Tenía una longitud de 15 kilómetros.

El Viaje del Bajo Retiro atravesaba los caminos de Chamartín y Hortaleza. El arca de medida estaba situada en el inicio de la actual calle de López de Hoyos cerca del Paseo de la Castellana, siguiendo después por lo que es hoy la calle de Serrano hasta el arca de distribución, a la entrada del Retiro. Tenía una longitud de 4 kilómetros.

En el Palacio del Buen Retiro existían norias que eran utilizadas para elevar el agua, surtir a las numerosas fuentes y poder ser utilizadas en el riego de los jardines. En los años 90 del pasado siglo XX, durante unas excavaciones arqueológicas, fueron hallados restos de Porcelanas de la Antigua Fábrica creada en tiempos de Carlos III, y vestigios de un sistema hidráulico. Las construcciones más antiguas halladas fueron una noria y su estanque que ya estaban en uso a mediados del siglo XVII y que servían para el riego de los huertos cercanos.

Del Viaje del Bajo Retiro se conservan restos de una galería cuyo pozo de bajada, sin pates, se encuentra a la altura del número 74 de la Calle de Claudio Coello.

Aún pervive la antigua verja de hierro de la entrada.

Como muchos de los tramos de las antiguas galerías de conducción, este fue reutilizado para instalar canalizaciones de servicios.

La galería tiene aproximadamente 1,60 metros de altura, parece menor que otras visitadas, y debido a la existencia de los anclajes para la instalación de las canalizaciones y cableados, el camino resulta algo difícil para Pedro y sus compañeros.

La galería está revestida de ladrillo, como todos los tramos de otros viajes que hemos visitado hasta el momento. A lo largo del recorrido llegamos a una zona en la que se observan arcos en ambos muros.

Un compañero de Pedro observa el muro bajo los arcos y nos cuenta que se trata de tosco.

Los antiguos constructores de las minas de captación de agua hablaban de dos tipos de terreno, los arenosos o «de miga» y los «toscos», más arcillosos y casi impermeables.

Llegamos a un punto donde la galería se encuentra condenada y de donde sale otra galería más moderna con un pozo de acceso.

Texto : Mercedes Gómez

Según información facilitada por : Pedro Jareño

Fotografías : Pedro Jareño

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Artículos anteriores:

Visita a los Antiguos Viajes de Agua (I).- La Alcubilla.
Visita a los Antiguos Viajes de Agua (II).- La Castellana.
Visita a los Antiguos Viajes de Agua (III).- Abroñigal Alto.
Visita a los Antiguos Viajes de Agua (IV).- Abroñigal Bajo.
Visita a los Antiguos Viajes de Agua (V).- Ramal Alto Abroñigal
Visita a los Antiguos Viajes de Agua (VI).- Amaniel.

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Más bibliografía:

J. Llorca Aquesolo y J.L. Monte Sáez. El antiguo sistema de abastecimiento de agua de Madrid y su influencia en la vía pública, construcciones en servicio y nueva construcción. Revista de Obras Públicas. 1984

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La Feria fue inaugurada hace ya más de 15 días y hacía mucho calor en Madrid.

Esta mañana llovía, pero no hacía frío y el aire estaba en calma, así que me he decidido, he vuelto a la Feria del Libro, mañana es su último día. Allí te esperan trescientas cuarenta y nueve casetas dedicadas a todos los temas inimaginables, autores firmando sus libros, lectores que buscan… y uno de los parques más bonitos del mundo.

Me gusta mucho la Feria del Libro de Madrid, instalada todos los años en el Retiro. Para muchos de nosotros, que vivimos aquí, es algo normal, hemos crecido con ello, la feria y el parque, pero imaginemos lo que debe ser visitarla por primera vez, la Feria, el Retiro, y Madrid.

Nos lo contaba hace unos días Antonio Muñoz Molina en un magnífico, precioso reportaje, En la feria. Pura escritura, no os lo perdáis.

Una vez comprados los libros que me interesaban he preferido hacer el camino de vuelta por detrás de las casetas, tenía prisa. Sin embargo, lo que al principio estaba resultando muy incómodo debido a la lluvia se ha convertido en un paseo tranquilo y delicioso.

Hace tiempo, fue uno de los primeros artículos que publiqué en este blog, conté mi descubrimiento de unos de los jardines con más encanto del Retiro, y de Madrid, los Jardines de Cecilio Rodríguez. Por entonces únicamente abrían de 10 de la mañana a 5 de la tarde y estaban cerrados los fines de semana.

Recientemente, un atento lector del blog, José Casado, me avisó de que los iban a abrir también los sábados y los domingos, pensé en añadir la información al post, pero no lo hice en su momento y al final lo olvidé.

Esta mañana, de pronto, he visto la puerta de los Jardines abierta, y he recordado el aviso de José. Con paraguas, la bolsa con mis nuevos libros,… el primer impulso ha sido “ya volveré otro día”, pero no he podido resistir la tentación y he entrado.

Excepto algún papá que paseaba con su hijo, los únicos inquilinos del jardín eran los pavos reales, muy sociables, no tienen ningún reparo en acercarse y acompañarte durante la visita a su casa.

Buena literatura, algún libro que habla de Madrid, singulares jardines. Qué maravilla.

por Mercedes Gómez

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Jardines de Cecilio Rodríguez
Primavera-Verano de 10 a 20 h.
Otoño-Invierno de 10 a 18 h.

 

Como contábamos en el artículo anterior sobre La Forja artesanal, con la llegada del siglo XIX las viejas herrerías del Barrio de la Chispería fueron desapareciendo. A lo largo de la primera mitad del siglo los talleres comenzaron a incorporar maquinaria y se fueron convirtiendo en pequeñas fábricas.

Por entonces existían numerosos yacimientos y minas de hierro en varios pueblos de la Comunidad de Madrid, como Colmenar Viejo, Valdemorillo, Galapagar, Manzanares el Real,… lo cual propició el nacimiento de importantes fundiciones que a su vez facilitarían el nacimiento de otras industrias. Aunque algo más tarde que a otras capitales europeas, a mediados del XIX, la Industria llegó a Madrid.

Una de las primeras fue la Fábrica de Hierros de Bonaplata, fundada en 1839. Hacia la mitad del siglo, el Taller de Tomás de Miguel, quien antes que empresario fue un gran artista, el último Maestro Herrero y Cerrajero del Ayuntamiento de Madrid, antes de que desapareciera este cargo. La Fundición de Hierros Sanford, y la última de las cuatro grandes fundiciones, la Fundición Safón.

Así comenzó la época de esplendor de las Fundiciones. Nació una Arquitectura del hierro -de la que quedan algunos ejemplos que quizá podamos visitar en otra ocasión-, se convirtió en el material principal en la construcción de los elementos urbanos, rejas, bancos, farolas, quioscos,… y fue por supuesto el material decorativo por excelencia. El hierro se convirtió en protagonista de la ciudad, en elemento urbano característico que daría una nueva imagen a Madrid.

En esta segunda mitad del XIX surgieron los miradores que, junto a los balcones, se convirtieron en elementos muy significativos de nuestra ciudad. Los primeros eran de madera, pero pronto se utilizó el hierro.

Calle Amnistía

A la labor de los excelentes talleres se sumó la calidad de muchos de los arquitectos de la época, gracias a cuyo trabajo podemos decir que hoy día se conservan algunas balconadas “de autor”, pues ellos diseñaban y supervisaban el desarrollo de las obras, que ejecutaban los mejores rejeros. Los últimos veinte años de la centuria fueron muy productivos en este aspecto, construyéndose unos edificios magníficos, muchos de los cuales aún perviven.

Por ejemplo, las viviendas construidas por Francisco de Cubas, el Marqués de Cubas, en terrenos del antiguo Pósito, hoy calle Villalar números 7 y 9, entre los años 1879 y 1881. Junto con el resto de edificios de esta calle y los de la cercana calle de Recoletos, conforman uno de los conjuntos más bonitos de Madrid, con sus balcones de sofisticada rejería.

Calle de Villalar

En cualquier momento, en cualquier lugar de Madrid, paseando, podemos encontrar auténticas maravillas, como este inesperado edificio en la calle del Barco número 21, de 1882, con sus balcones y miradores de inspiración árabe.

Calle del Barco

El Centro de Madrid, el barrio de los Jerónimos, Lavapiés, Chamberí, Salamanca, etc. nos regalan preciosos balconajes de todo tipo, balaustres con o sin redropie, dibujos en círculo, en rocalla, chapeados muy decorativos, complicados ornamentos, etc.

Calle de Alfonso XI (chapeado)

Además de los balcones y miradores, que alcanzaron una complejidad artística que daría lugar a verdaderas obras de arte, la presencia del hierro en las fachadas madrileñas fue llegando a otros elementos, como las puertas, antes realizadas en madera. Primero, se adueñó de los montantes, y después de la puerta completa. El hierro también sustituyó a la madera en las barandillas de las escaleras, tanto en palacetes como en las corralas de vecindad más modestas. Otros elementos característicos de esta etapa y estilo fueron las columnas de fundición, que aún se conservan en el interior de algunos locales, las marquesinas, etc.

Farmacia en la calle Juan de Mena

En este Madrid de Isabel II se produjo otro cambio importante en la ciudad, que ahora muchos añoramos, se ajardinaron las plazas. Casi todas las plazas madrileñas, fueron adornadas con árboles, arbustos, esculturas, fuentes y bancos, todo ello rodeado por bonitas verjas.

En los jardines, las verjas sustituyeron a las antiguas tapias. Un ejemplo importante es el Retiro, cuyo enverjado actual es quizá el de mayor longitud de la ciudad, cada cierto tiempo pintado a mano, barrote a barrote, pero hay otros (Biblioteca Nacional, Escuelas Aguirre, etc.)

Al final del siglo se abrieron los talleres de Juan González y el de Bernardo Asins, para los cuales a partir de entonces trabajaron los mejores arquitectos y rejeros.

De esta última fundición nacieron algunas de las obras más importantes que perduran hoy día, como la verja del Palacio de Buenavista, hoy Cuartel General del Ejército, que fue realizada durante la primera ampliación del Palacio, entre los años 1869-75.

Y las del Banco de España, realizadas entre 1884 y 1894, en las cuales aún se puede leer la firma de “B. Asins Constructor”.

Banco de España, entrada calle de Alcalá

(detalle)

Banco de España (Firma de Bernardo Asins)

En los primeros años del siglo XX, los arquitectos continuaron construyendo preciosos balcones y miradores.

Calle de Antonio Maura (Daniel Zavala, 1901)

Antonio Palacios fue el máximo exponente en cuanto a arquitecto que integró las artes decorativas en sus edificios, la cerámica de Zuloaga, la escultura de Angel García Díaz, y la cerrajería de Gabriel Asins, hijo de Bernardo, que unos años después, recogiendo la herencia de su padre, creó obras como la espléndida puerta y las rejas del edificio de las Cariátides para Palacios, donde también dejó su firma.

Sello de Gabriel Asins en "Las Cariátides"

En estos inicios del siglo en Europa surgió el Modernismo, que quizá no tuvo una gran repercusión en Madrid como corriente estilística, pero sí se construyeron muchos edificios bajo su influencia, los más conocidos son el Palacio de Longoria, en la calle de Fernando VI, y el edificio Villaamil en la plaza de Matute, aunque no los únicos. Además, hay bastantes elementos de influencia modernista repartidos por la ciudad. Un ejemplo, las puertas y la verja de la antigua Casa de Socorro en la calle de las Navas de Tolosa, donde por cierto también trabajó García Díaz, como vimos.

Antigua Casa de Socorro (Martínez Zapata, 1913)

Finalmente, a mediados de los años 20 apareció el Art Déco, que igualmente dejó sus huellas en Madrid. Aunque pronto nuestra arquitectura se decantó por los elementos tradicionales españoles, en los cuales el hierro desempeñó un papel importante.

Calle Goya, esq. Gral. Pardiñas (Luis Ferrero 1920-23)

En la segunda mitad de este siglo XX, el hierro fue cayendo en desuso, y en las fachadas se comenzó a utilizar otro tipo de materiales, como los paneles de vidrio o el aluminio. Proliferaron las viviendas “con terraza”, que todo el mundo deseaba, pero que una gran mayoría luego cerraba para ganar espacio a la vivienda, no solo en los barrios modestos.

Calle O'Donnell

En este siglo XXI ya no se construyen apenas balcones, aunque al menos tampoco se construyen “terrazas”. Pero no con el fin de embellecer la villa, como inocentemente yo había pensado. En ello al parecer influyen las nuevas leyes. El Plan General de Ordenación Urbana de 1997 considera que la superficie de un balcón o de una terraza no es suelo construido, y por tanto no se puede cobrar al precio astronómico que ha alcanzado el metro cuadrado en Madrid. Así, los constructores optan por los nuevos miradores, incluidos en el cálculo de superficie total del piso.

Calle de Ayala

El final de la calle Ayala, quizá es representativa de lo que está ocurriendo en algunas zonas de la ciudad, aún conserva bonitos balcones y farolas de hierro, pero está viendo como algunos de sus edificios son derribados y sustituidos por modernas viviendas con sus nuevos miradores del siglo XXI.

Texto y fotografías : Mercedes Gómez

Bibliografía:

Sobre la Rejería madrileña y española en general, lo ha escrito todo el autor Fernando de Olaguer-Feliú.


Hasta el próximo mes de septiembre, los domingos y festivos, desde las 11 de la mañana hasta las 9 de la noche, se podrá recorrer el Patio del antiguo Palacio de Comunicaciones, nueva sede del Ayuntamiento, del que ya hablamos aquí hace ahora algo más de un año. Sus dos puertas monumentales en la calle de Alcalá y en la calle de Montalbán, cerradas durante toda la semana, cuando cesa la actividad municipal se abren al público.

Igual que hace pocos días manifesté mi desagrado por el resultado del cerramiento del Patio de la Casa de San Isidro, hoy tengo que contaros que en este caso me ha gustado mucho. Más que un patio, antes era una calle, un pasaje, ahora es una calle cubierta por infinidad de cristales, una Galería de Cristales, tal como ahora la llaman. Esta mañana había poca gente caminando por ella, y el paseo resultaba muy agradable.

Unas letras blancas sobre el cristal en la entrada recuerdan que estos terrenos desde el siglo XVII pertenecieron al Palacio Real del Buen Retiro, luego en el siglo XIX albergaron un Jardín de Recreo –los llamados Jardines del Buen Retiro-, y finalmente, tras la construcción del Palacio de Comunicaciones por los arquitectos Antonio Palacios y Joaquín Otamendi entre los años 1904 y 1919, fue pasaje y patio de descargas.

Afirman a continuación que, tras haber sufrido diversas alteraciones, este espacio, restaurado y rehabilitado, constituye un elemento estancial de la nueva sede del Ayuntamiento de Madrid. Se trata de una ”gran bóveda acristalada, de geometría irregular, que cobija los más de 2.300 metros cuadrados de este nuevo lugar de representación, de celebración y encuentro para los ciudadanos, bajo el cielo de Madrid”.

Como es «estancial», a lo largo del pasaje han instalado don filas de bancos, unos bancos muy raros, sin respaldos, y con los asientos de cristal. Pero no hay duda, son para sentarse, según me ha contado uno de los amables guardias municipales, los llaman “bancos chinos”, pero ni él ni yo sabemos porqué. Al parecer, por la noche se iluminan.

por Mercedes Gómez

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ACTUALIZACIÓN 11.9.11

Algo más de un año después, las bonitas verjas de hierro forjado de entrada al Patio del Palacio de Cibeles por la calle de Alcalá y de Montalbán, que echábamos de menos, han vuelto a su lugar.

Como ya comentamos durante nuestra visita a los Viajes de la Alcubilla, Castellana, Alto Abroñigal y Bajo Abroñigal, a comienzos del siglo XVII, establecida definitivamente la Corte en Madrid, la población creció, y también la necesidad de agua, iniciándose la construcción de los Viajes mencionados, propiedad de la Villa. La Corona, con el fin de asegurar el abastecimiento al Alcázar, entre los años 1614 y 1619 construyó el Viaje de Amaniel, siendo por tanto de su propiedad, por lo que sería conocido también como Viaje de Palacio.

Como los demás Viajes, el de Amaniel nacía en el Norte de Madrid, dividiéndose en dos ramales. Uno atravesaba la Dehesa de la Villa, donde hoy día aún podemos contemplar varios «capirotes» que cubren los antiguos pozos de aireación.

Y el otro discurría por la llamada Huerta del Obispo, zona próxima al paseo de Juan XXIII, actualmente Colonia de Villamil. Ambos ramales se unían al final de la Dehesa de la Villa, en la Quinta de los Pinos.

En 2005, durante unas obras en la zona del paseo de Juan XXIII para la creación de un parque, se hallaron restos del antiguo Viaje de Amaniel.

En el interior de la galería se observó una gran acumulación de raíces.

Interior de la galería en 2006:

El pozo de aireación, está cerrado en cascarones (o cucharón). Este es su aspecto desde el interior:

Se pudo comprobar que la entrada del agua al Viaje estaba canalizada:

Los vecinos y asociaciones del barrio pidieron que los restos hallados fueran conservados y expuestos al público de forma que sirvieran para explicar lo que significaron los Viajes de Agua en la Historia de Madrid.

Por fin, dichos restos fueron integrados en el nuevo parque, a la altura del Paseo de Juan XXIII nº 46. Estas fotos, de hace pocos meses, muestran el estado del lugar, ensuciado por las firmas de los llamados grafiteros.

Una de las entradas conserva una puerta de hierro:

Ajena a todo, y sorprendentemente, el agua sigue fluyendo.

Nos gustaría que este parque que guarda los restos de uno de los Antiguos Viajes de Agua madrileños, apenas único testigo de una de las mayores singularidades de nuestra historia, fuera cuidado y dado a conocer como se merece.

A partir de aquí, el Viaje de Amaniel bajaba por la actual calle de Guzmán el Bueno. A la altura de Fernando el Católico se desviaba hasta llegar a la Glorieta de San Bernardo donde se encontraba la Puerta de Fuencarral y el arca principal del Viaje.

Por dicha Puerta entraba en la Villa y, por la calle de San Bernardo, iba hasta las de Quiñones, San Dimas, Norte, Noviciado y Amaniel. Atravesaba la plaza de los Mostenses, la actual Gran Vía, para llegar a la calle de la Bola, San Quintín, Bailén y la Plaza de Oriente, hasta Palacio. Su extensión era de 6 kilómetros.

Texto: Mercedes Gómez

Basado en la información facilitada por : Pedro Jareño

Fotografías : Pedro Jareño

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Bibliografía:
Mª Teresa Solesio de la Presa. “Los Viajes de Agua madrileños”. En: “Mayrit. Estudios de arqueología medieval madrileña.” Ed. Polifemo. Madrid 1992.

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Artículos anteriores:

Visita a los Antiguos Viajes de Agua (I).- La Alcubilla.
Visita a los Antiguos Viajes de Agua (II).- La Castellana.
Visita a los Antiguos Viajes de Agua (III).- Abroñigal Alto.
Visita a los Antiguos Viajes de Agua (IV).- Abroñigal Bajo.
Visita a los Antiguos Viajes de Agua (V).- Ramal Alto Abroñigal.

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