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En el Parque del Retiro no solo se encuentran fuentes monumentales sino también otras más sencillas, pero igualmente importantes. Antiguas fuentes para beber, como la Fuente de la Salud que ya conocemos, fuentecillas que esconden su historia y muestran una cierta belleza.

Otra es la que podríamos llamar Fuente de Madrid, adornada con el escudo de la Villa, el Oso y el Madroño.

La fuente es muy sencilla, el único elemento ornamental es el precioso escudo de piedra caliza rodeado de seis estrellas (faltaría la séptima) y roleos o volutas a ambos lados. Se ha perdido la parte superior, incluida la corona.

Este escudo de Madrid, que mide 1,20 m de alto x 1,10 de ancho, se considera una obra que podría haber sido realizada hacia el año 1750.

Está colocado sobre un pilar que mide 40 cm. de alto por 30 de ancho, con un solo caño. En el suelo un sencillo vaso de granito.

De propiedad municipal, tal como nos cuenta el propio Ayuntamiento es su web monumentamadrid, fue restaurado en 1994 dentro del Plan de Actuación del Retiro bajo la dirección del arquitecto Heliodoro Martín Artola.

Se cree que esta pieza, procedente de un almacén, pudo estar en la fachada de algún edificio municipal desaparecido, siendo colocada en la fuente como adorno, o tal vez haber pertenecido a algún otro elemento escultórico. En cualquier caso su antigüedad, considerada de mediados del siglo XVIII como vimos, le otorga un valor histórico y artístico.

La fuente está situada junto al Paseo de Bolivia del Parque del Retiro, cerca de un pequeño estanque, a espaldas del monumento a los Hermanos Álvarez Quintero.

Por: Mercedes Gómez

La historia de la Parroquia de San Andrés de Madrid es muy antigua, su origen se remonta a la Edad Media. En el siglo XVI se adosó la Capilla del Obispo y en el XVII la Capilla de San Isidro.

Un primer proyecto de la Capilla dedicada al Santo tras su canonización en 1622 fue encargado a Juan Gómez de Mora, que no se realizó. El Archivo municipal conserva el Pliego de condiciones para construir la Capilla de San Isidro en la Iglesia de San Andrés de 1629, rubricado en 1630. En 1642 se convocó un concurso que ganó Pedro de la Torre. Este proyecto inicial fue modificado por José de Villarreal que llevó a cabo las obras de 1657 a 1669, las cuales fueron largas y estuvieron llenas de dificultades.

Por fin, el 15 de mayo de dicho año 1669 fue colocado el cuerpo de San Isidro en su nueva sepultura. Estuvo también en la Capilla del Obispo, pero volvió a San Andrés hasta que fue trasladado a la iglesia del Colegio Imperial, hoy Colegiata de San Isidro en la calle Toledo, donde continúa.

Iglesia de San Andrés. Casa Moreno. Archivo de Arte Español (1893-1953) (IPCE)

La Capilla tenía cuatro puertas, dos a cada lado, una más sencilla y otra monumental; y la iglesia tenía su propia portada haciendo esquina con la fachada este de la capilla. Sobre ella se encontraba la estatua de San Andrés, titular de la parroquia.

A.Passaporte, “Portadas de la iglesia de San Andrés” (1927-1936). Archivo Loty (IPCE)

La estatua, de la que hablaremos más adelante, la conocemos gracias a las fotografías antiguas, como la que vemos más arriba. Y ha inspirado hermosos dibujos, como este de Vicente Benítez.

Vicente Benítez Blanco, “San Andrés”, (carboncillo, 2019).

En cuanto a la Capilla, sobre la puerta oeste, en la Costanilla de San Andrés, se situó la imagen de la Virgen y el Niño, y sobre la puerta este, la imagen de San Isidro.

Las tres esculturas tradicionalmente se han atribuido al escultor Manuel Pereira (1588-1683).

Como escribió Enrique Serrano Fatigati, Pereira había nacido en Portugal, pero de tal modo llenó de santos de piedra las portadas de las iglesias y de imágenes de madera los altares de Madrid, que bien puede considerársele como un escultor de esta región artística.

Antonio Palomino, que había nacido en 1655 conoció a los artistas barrocos madrileños, ciudad a la que llegó en 1678, con apenas 23 años. Pereira entonces ya era un hombre muy mayor, pero –y aunque en sus últimos años trabajó poco debido a su problemas de visión y su edad– sin duda Palomino pudo conocerlo. En su Parnaso español pintoresco laureado, publicado en Madrid en 1724, en el capítulo sobre Manuel Pereyra, insigne escultor, enumerando las muchas estatuas que tiene en esta Corte, Palomino menciona el San Isidro de piedra que está sobre la puerta de su Capilla, y el San Andrés que está en la parroquia de dicho santo. Y una imagen de Nuestra Señora, en la otra puerta de dicha Capilla.

A partir de aquí fueron muchos los autores que recogieron la información. Ponz en 1776 menciona la estatua de San Andrés, obra de Manuel Pereyra, que estaba sobre la puerta de la Parroquia. En 1800 Ceán Bermúdez recoge ambas, la del santo apóstol encima de la puerta de la iglesia; y otra de la Virgen sobre una de las puertas de la capilla de San Isidro.

En la actualidad, según Rubén Sánchez Guzmán, en su investigación sobre Manuel Pereira citada aquí al final en la bibliografía, la autoría de Pereira no ofrecería ninguna duda en las dos esculturas realizadas para la Capilla, la de la Virgen y la de San Isidro. El autor cita un documento por el cual el 8 de mayo de 1666 don Antonio de Contreras otorgó libranza de 2.000 reales a favor del escultor a cuenta de las siete estatuas del retablo y otras dos de piedra que estaba haciendo para la capilla, a “quenta de lo que montaren nueve estatuas las siete de madera y las dos de piedra que ha de hacer para la dha capilla”.

En 1936 –excepto la Capilla del Obispo, felizmente– el conjunto quedó prácticamente destruido por un incendio, solo se salvó la estructura exterior. Una foto de Vicente Moreno muestra el estado de la portada de la capilla de San Isidro y de la iglesia de San Andrés después del incendio sufrido por ambos edificios el día 19 de julio de 1936.

Portada de la capilla de San Isidro (a la izq.) y de la iglesia de San Andrés (dcha.). Foto V.Moreno 7 agosto 1937 (IPCE)

Después de la guerra, la Capilla fue reconstruida, la iglesia derribada y el conjunto transformado completamente. En el solar de la iglesia se construyó la casa parroquial.

Al desaparecer la antigua iglesia de San Andrés desapareció la portada en cuya hornacina se encontraba la estatua de San Andrés. La escultura fue colocada en una de las portadas principales de la Capilla, donde antes estuvo San Isidro.

Las cuatro puertas se conservan. Situadas a ambos lados, las dos más pequeñas, adinteladas, dan acceso a la antecapilla. Están rematadas por unas sirenas que sujetan unos cesto y unos jarrones con frutas.

La que da al jardín es la entrada que se utiliza actualmente para entrar en la iglesia, y necesita ser restaurada, como lo ha sido la situada en la Costanilla.

Costanilla de San Andrés, 2019.

Las dos portadas monumentales son las otras dos, la de la Costanilla de San Andrés y la que corresponde a terrenos del antiguo cementerio, hoy zona ajardinada a la que se accede por una verja, desde donde se accede al templo.

Son dos puertas formadas por un vano de forma pentagonal, en cuyo lado superior hay un relieve escultórico, flanqueado por dos columnas a cada lado que sustentan una cornisa volada. Sobre la cornisa una hornacina aloja sendas estatuas.

Los dos relieves representan escenas de los Milagros de San Isidro. El Milagro de la Fuente en la portada oeste y el Milagro del Pozo en la portada este.

“Milagro de la Fuente”. Portada Costanilla de San Andrés.

En cuanto a las estatuas, se conserva en su lugar, en la Costanilla de San Andrés, la Virgen y el Niño, una de las obras realizadas por Pereira hacia 1666, según el documento mencionado.

Manuel Pereira. La Virgen y el Niño (h. 1666)

En la puerta este, en el Jardín, la escultura de San Andrés. Esta última es la que se encontraba en la puerta de la iglesia, como vimos. Sustituyó a la figura de San Isidro, desaparecida, también datada hacia 1666.

La imagen de San Andrés con el tiempo sufrió un gran deterioro, perdió la cabeza, la mano izquierda y el brazo derecho. Durante un tiempo estuvo en el Jardín. Fue restaurada en 2004 y, reintegradas las partes que le faltaban, volvió a la hornacina de la Capilla, donde hoy se encuentra.

M. Pereira. San Andrés.

 

Por: Mercedes Gómez

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Bibliografía

SÁNCHEZ GUZMÁN, Rubén. El escultor Manuel Pereira (1588-1683). Cuadernos de arte e iconografía, nº 33, Madrid, 2008.
GARCÍA GUTIÉRREZ, P.F – MARTÍNEZ CARBAJO, A.F. Iglesias de Madrid. La Librería, Madrid, 2006.
COAM. Arquitectura de Madrid. 2003.

Estos días podemos visitar en Madrid una exposición muy interesante, La zarza ardiendo. Entre el asombro y la emoción (1955-1975), en O_Lumen.

La sala, situada en la calle de Claudio Coello nº 141, ocupa desde marzo 2018 la que fue iglesia de Santo Domingo el Real, obra del dominico Francisco Coello de Portugal, que fue inaugurada en 1968. El espacio ha sido rehabilitado para su uso artístico y cultural, un espacio para las artes y la palabra, manteniendo solo algunos de los elementos de la antigua iglesia.

La exposición actual ofrece un magnífico recorrido por el arte sacro realizado en España entre 1955-1975, la arquitectura religiosa de la época y en cierto modo también por la escultura en general.

Venancio Blanco, Nazareno (1963)

Varios artistas –algunos de ellos formaron parte de la vanguardia española– están presentes.

Uno de ellos es Pablo Serrano, con su “Cristo”, un boceto en bronce (1963-64), entre otras piezas.

Una de las obras expuestas, en el centro de la sala, es el espectacular “Gólgota” de Lucio Muñoz. Obra característica de su autor, de 1964 (técnica mixta sobre tabla), procedente del Museo de Bellas Artes de Bilbao.

También podemos contemplar el “Crucificado” (1961) de Josep Mª Subirachs, de bronce, procedente del Convento de Padres Dominicos de Torrelodones. Esculturas de Venancio Blanco, José Luis Coomontes… Algunas pinturas, “Santo Domingo de Guzmán” (1971) de Joaquín Vaquero Turcios y un “San Pedro” (1958) de Francisco Farreras. Etc.

Son varias las obras del escultor José Luis Sánchez, que como vimos trabajó en varias iglesias madrileñas junto a arquitectos como Rodolfo García-Pablos, Miguel Fisac…

Todos estos artistas coincidieron en distintas ocasiones. Su obra tiene mucha importancia tanto en el marco artístico general de aquellos años como en el significado de los cambios que tuvieron lugar en el arte religioso.

J.L. Sánchez. «San Francisco de Asís» (1958)

Finalmente, la muestra ofrece un apartado dedicado a la arquitectura, mediante revistas, libros, alguna maqueta y fotografías.

Se han seleccionado siete iglesias españolas de los años 50 y 60, todas ellas singulares, obras de los arquitectos Francisco Javier Sáenz de Oíza, Luis Laorga, Rafael de la Hoz, José María García de Paredes, los mencionados Miguel Fisac, Francisco Coello, Rodolfo García-Pablos, etc. De la obra de algunos de ellos hemos hablado en este blog, como la Iglesia de Santa Ana y la Capilla del Espíritu Santo, de Fisac; o la Basílica de la Merced, de Oíza y Laorga.

Luis Cubillo de Arteaga. Iglesia de Nuestra Señora del Tránsito, 1961-63.

Fueron los arquitectos que contaron con los mejores pintores, escultores, artesanos… para conseguir sus objetivos renovadores, en este caso para el arte sacro, pero no únicamente.

Completan la muestra una serie de proyecciones sobre las obras de alguno de los escultores y un video con entrevistas breves a cuatro de ellos. Y la música acompaña durante toda la visita.

Es una exposición espléndida, y es gratuita. Toda la información se puede consultar en su web:

O_Lumen
Calle Claudio Coello, 141
La zarza ardiendo. Hasta el 9 de junio.

Miércoles a Sábados
De 11 a 14 h. y de 17 a 21 h.
Domingos
De 11 a 14 h.

Por: Mercedes Gómez

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