En los comienzos del siglo XX Madrid, rodeado por las Rondas, por el norte terminaba en el lugar donde se encontraba el Hipódromo –actualmente, Nuevos Ministerios–. Más allá apenas existían construcciones, los Asilos de San Rafael y Convalecientes, separados por la Carretera que llevaba al pueblo de Chamartín de la Rosa, algún ventorro como el de la Cruz del Rayo y poco más; casi todo era campo.

Plano de Madrid (L. Delage, 1915)

Plano de Madrid (L. Delage, 1915)

En estos terrenos, entre Madrid y Chamartín, se encontraba el gran Olivar de Chamartín, que situado en una colina ofrecía inmejorables vistas. La zona suroeste era conocida como Olivar del Balcón. En 1917 José Castillejo lo compró. Castillejo era el Secretario de la Junta para Ampliación de Estudios, que había sido fundada con el fin de promover la investigación científica, heredera de Giner de los Ríos y Cossío, impulsores de la Institución Libre de Enseñanza. El objetivo de la Junta era desarrollar los ideales de la ILE.

Castillejo convenció a sus amigos y colegas, repartió el terreno y les vendió una parte. Allí se instalaron entre otros Ignacio Bolívar, director del Museo Nacional de Ciencias Naturales (y sucesor de Ramón y Cajal como Presidente de la Junta), el poeta Dámaso Alonso y  Menéndez Pidal, Vicepresidente y Director del Centro de Estudios Históricos.

De la Carretera, hoy convertida en Paseo de la Habana, casi en el límite del término municipal del pueblo de Chamartín, partía una Cuesta llamada del Zarzal. Junto a ella construyó su casa Menéndez Pidal.

Zarzal 23

Madrid fue creciendo, se construyeron los Nuevos Ministerios dentro del Plan de prolongación de la Castellana… Los terrenos entonces formaban parte del barrio de las Cuarenta Fanegas, distrito de Progreso.

Barrio de las Cuarenta Fanegas (Plano de Madrid, 1932)

Barrio de las Cuarenta Fanegas (Plano de Madrid, 1932)

Llegó la guerra, que como sabemos afectó la vida en todos los terrenos, época de destrucción, exilios… la vida de cada uno de nuestros protagonistas sería una larga historia. La Junta desapareció y en la posguerra sus centros pasaron a formar parte del nuevo CSIC. El pueblo de Chamartín de la Rosa fue anexionado a Madrid en 1948. Ramón Menéndez Pidal y su familia volvieron a España.

Hoy día la manzana situada entre las calles de Padre Damián, Henri Dunant, Menéndez Pidal y Alberto Alcocer, pertenece al barrio de Nueva España, distrito de Chamartín. La tapia que rodea una gran parte de ella guarda un tesoro. Allí continúa, rodeado por altos y modernos edificios el antiguo Olivar de Chamartín, del que se conserva una gran parcela dividida en dos propiedades. La mayor, de 20.000 metros cuadrados, pertenece a la Fundación Castillejo. La otra, algo menos de 3.500, en su esquina noreste alberga la Fundación Menéndez Pidal.

Se trata de uno de los escasos recuerdos de cómo pudo ser esta zona de Madrid antes de cubrirse de edificaciones, cuando aún era campo. En el interior de la Fundación Menéndez Pidal se puede ver un dibujo de la zona, ampliación de uno que realizó alguno de los habitantes de la casa en el pasado.

mapa

(Fuente: Casa de Menéndez Pidal)

Ramón Menéndez Pidal nació en La Coruña en 1869, estudió en Madrid y fue un gran historiador, medievalista y filólogo. Durante una conferencia en el Ateneo conoció a María Goyri, también investigadora y filóloga –una de las primeras mujeres que estudió Filosofía y Letras­–; en 1900 se casaron. Ya durante su viaje de novios, siguiendo la ruta del Cid, recogieron romances por los pueblos que fueron formando el importante Archivo del Romancero. María, además de ser la mujer de Ramón Menéndez Pidal, fue una destacada figura de la vida cultural española. Tuvieron dos hijos, Jimena (1901-1990) y Gonzalo (1911-2008).

Jimena se casó con Diego Catalán, otro importante investigador del campo científico. Su hijo fue Diego Catalán Menéndez Pidal, a su vez notable filólogo español. Jimena, pedagoga, entre otras cosas fue la fundadora del Colegio Estudio que se creó después de la guerra con el objetivo de continuar con las ideas de la ILE.

Todos ellos vivieron en el Olivar y desarrollaron su actividad intelectual.

Plano de Madrid (h. 1950)

Plano de Madrid (h. 1950). Detalle Cuesta del Zarzal.

Don Ramón murió en 1968, a solo 4 meses de cumplir los 100 años. Fue entonces cuando el nombre de la Cuesta del Zarzal fue sustituido por el de calle de Ramón Menéndez Pidal, por acuerdo municipal, en homenaje al historiador que allí vivió y trabajó desde 1925 hasta su muerte, como recuerda la placa colocada junto a la entrada de la finca. Tras la puerta nos esperan gratas sorpresas.

tapia placa

Calle de Menéndez Pidal 3-5

La casa fue construida entre 1922 y 1925 en estilo regionalista.

casa

Está rodeada de bellos olivos centenarios, milagroso vestigio del paisaje que conformaba el norte del antiguo Madrid, zona de huertas y arbolado. Junto a los olivos don Ramón plantó otros árboles frutales, romero, jaras y plantas procedentes de la sierra de Guadarrama que él deseaba revivir en su casa de Madrid.

olivo y casa

Entre 1928 y 1929 los muros internos de la tapia fueron adornados por azulejos pintados que reproducen escenas de tareas agrícolas, realizados en la Escuela de Cerámica de la Moncloa.

azulejos

La familia disfrutaba de un solárium, los Baños de Sol, una pequeña construcción ubicada en el extremo suroeste de la finca rodeada por una tapia que la separa del resto del jardín. Una habitación, una ducha y un olivo por toda compañía, allí siguen.

baños de sol

Otra de las joyas de este jardín serrano es un hermoso madroño, uno de los más antiguos de la ciudad. Es tan frondoso que la luz no llega fácilmente a sus ramas, lo cual unido a la falta de lluvia estival ha provocado que este otoño solo haya frutos en la parte más alta de su copa, según nos cuenta su jardinero, pero su estado de salud y su aspecto son magníficos.

madroño

A las puertas de los Baños un madroñito joven, más expuesto a la luz del sol, sí ofrece sus otoñales frutos rojos.

madroño joven

Los problemas y las dificultades para el mantenimiento de la finca y todo su contenido ocasionaron su venta. En 1984 fue adquirida por la Fundación Ramón Areces para acoger la Fundación Menéndez Pidal con el fin de “asegurar la continuidad así como conservar su recuerdo en la casa que fue su vivienda y su lugar de trabajo”. Rehabilitada, al año siguiente fue inaugurada con la presencia de la Reina doña Sofía y de Jimena Menéndez Pidal, que entonces tenía 85 años y pudo disfrutar de haber logrado algo por lo que había luchado: conservar el material reunido por la familia a lo largo de tanto tiempo. Junto a la entrada a la casa hay un espléndido albaricoquero que cuentan nació por un hueso tirado al suelo por Jimena, entonces una niña.

Felizmente, en 2009 la Comunidad de Madrid aprobó proteger el Olivar, con sus olivos centenarios y sus edificios singulares.

Hoy el delicioso paseo por el jardín transcurre por estrechos caminos de tierra y entre los arbustos, tal como era en tiempos de don Ramón. Huele a romero.

Después de muchos avatares, los libros y los archivos reunidos a lo largo de tantos años y tanto trabajo continúan en la casa, a disposición de los investigadores. Como nos comentan durante la visita, no estamos en un museo, es un lugar de trabajo, y así lo vamos comprobando. Cada estancia se ha convertido en una parte de la impresionante biblioteca.

Biblioteca de autores clásicos en el antiguo Comedor

Biblioteca de autores clásicos en el antiguo Comedor

La vivienda es un lugar lleno de historia y de recuerdos que se mezclan con los libros.

mesita

El Gabinete de María Goyri muestra su tesis sobre el romance La difunta pleiteada, y numerosos objetos y fotos de la familia. Especialmente entrañable y rico por todo lo que atesora es el despacho del historiador. Sus fichas, libros, fotografías… además de objetos de la época en que él lo ocupaba.

telefono

La que fuera habitación de su hija Jimena los últimos años, comunicada por una puerta con la habitación de su padre, al que cuidaba ­–su madre, María Goyri había muerto en 1954–, guarda una biblioteca de primeras ediciones, al parecer la única que posee dos ejemplares de los Campos de Castilla de Machado.

En el sótano se conservan fotografías, recortes de prensa… y los valiosos fondos del Romancero Antiguo y del Tradicional, archivos llenos de historias, que fueron recopilando y grabando por los pueblos de España. Es el Cuarto del Romancero. En él trabajó su nieto, Diego Catalán Menéndez-Pidal (1928-2008), que heredó sus archivos y continuó investigando. Este Archivo que antes de la guerra había sido declarado Tesoro Nacional viajó junto con las obras del Museo del Prado cuando partieron de Madrid en dirección a Ginebra.

Todo está a disposición de los estudiosos, también reciben con amabilidad a quienes deseemos conocer la finca y su historia. Todos los jueves a las 12.00 del mediodía abren la puerta a quien desee visitarla y ofrecen una visita guiada. Este artículo solo intenta reflejar algunas de las muchas cosas interesantes y bonitas que allí aguardan.

Por Mercedes Gómez

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Bibliografía:

David Castillejo y Diego Catalán. Historia del Olivar de Chamartín. Madrid 2005.