Nos encontramos en la calle de la Redondilla, esquina Angosta de los Mancebos, corazón del Madrid más antiguo. Como sabemos, en la ladera que bajaba desde la colina de san Andrés hasta el arroyo de San Pedro se hallaron los restos de un poblado de la Edad del Bronce, vestigios de vida hace entre 1.500 y 1.200 años a. de C. Y allí vivieron también siglos después, entre el IX y el XI, los árabes, en el primer arrabal islámico. Hubo una mezquita y unos baños, junto al Barranco, actual calle de Segovia, que existieron al menos hasta el siglo XIV.
El barrio que creció alrededor de la plaza de la Morería -donde se celebraría el mercadillo- quedó englobado en el Madrid cristiano tras la llegada del rey Alfonso VI hacia 1085.
Junto a la muralla que rodeaba la Villa desde el siglo XII, en el tramo que bajaba desde la Puerta de Moros -entre las actuales calles de don Pedro y de los Mancebos, y continuaba por la de los Yeseros y Angosta de los Mancebos- para dirigirse al Barranco, se fueron arrimando las casas que formarían las manzanas 126 -en la que se conservan importantes tramos- y la 141.
La manzana 141 comenzaba en la calle de la Redondilla, bajaba por Yeseros, volvía por la Morería Vieja y subía por la del Estudio (actual Angosta de los Mancebos) para llegar nuevamente a Redondilla.
La calle de la Redondilla nace en la Costanilla de San Andrés junto a la plaza de la Paja y llega hasta la de don Pedro. Pero no siempre fue así.
Su origen se remonta a finales del siglo XV. Algunas fuentes afirman que nació en 1611, quizá a partir del libro Las Calles de Madrid de Peñasco y Cambronero publicado a finales del XIX que afirmaban que se abrió en 1611 por auto del Consejo para poner en comunicación la Morería con el convento de San Francisco, por detrás de las casas de D. Pedro de Toledo, marqués de Villafranca.
Pero el primer tramo, intramuros, fue creado mucho antes.
Nos cuenta el profesor Montero Vallejo que esto ocurrió hacia 1490 cuando el poderoso don Pedro de Castilla, siempre pretendiendo mejorar y ampliar su palacio de la plaza de la Paja, cedió parte de sus casas para abrir la vía. Gratis no, claro; a cambio de poder cerrar otra, y ampliar su residencia. La calle del Granado continuaba y se adentraba en lo que luego fue la manzana 130, frente a la iglesia de San Andrés; don Pedro logró ocupar todo ese terreno con el que se convertiría en el mejor palacio de la época, el famoso Palacio de los Lasso, tanto que incluso estaba comunicado con la iglesia mediante un pasadizo volado.
Por entonces las manzanas 130 y 131 estaban unidas y se debieron separar trazando ese primer tramo de Redondilla, que terminaba su camino en la muralla.
Las edificaciones primitivas que corresponden a los actuales números 10 y 13 fueron construidas junto a la cerca medieval.
Recordemos que en la Edad Media casi ninguna calle tenía nombre, esta fue la calle tras las casas de don Pedro de Castilla. En aquellos momentos el barrio era en gran parte propiedad de los Lasso de Castilla.
En 1611 se derribó el lienzo del muro donde terminaba la calle, quedando abierto el segundo tramo, traspasando el lugar por donde había discurrido la muralla, para terminar en la calle de don Pedro, antiguamente llamada de la Alcantarilla.
Pedro Texeira lo dibuja en su plano. A mediados del siglo XVII apenas existían unas primeras casas adosadas intramuros; extramuros había otras casillas con corral casi al borde del Barranco.
Junto a una torre de la muralla, el cartógrafo representó una casita en el lugar donde hoy se encuentra parte de lo que corresponde al actual nº 10 con vuelta a Mancebos.
Era la Casa nº 1 de la manzana 141. Casa que fue de don Pedro de Toledo, privilegiada sin carga por el marqués de Villafranca, su propietario el 4 de abril de 1674. Explicamos lo que esto significaba hace pocos días aquí.
Respecto a esta casa, nos cuenta la Planimetría General que “hallándose incorporados en ella 2.558 pies sin exención de aposento, se les impuso 10.500 maravedíes, desde 1 de julio de 1754”. Fue en este momento cuando el inmueble pasó a tener la superficie que hoy ocupa. El propietario continuó libre de la obligación de aposento pero a partir de entonces tuvo que contribuir con el pago de la cantidad estipulada.
En la ficha urbanística actual del Ayuntamiento figura como Anexo al Palacio de Guzmán.
El Palacio de Guzmán es el actual nº 13, en la esquina contraria (sitio nº 5 de la manzana 126), casa que fue del duque del Infantado, también privilegiada sin carga en 1657. A mediados del siglo XVIII seguía perteneciendo a la duquesa del Infantado. Con el tiempo las propiedades de los Lasso habían pasado a estos duques, con quienes habían emparentado. Una de ellas fue esta casa-corredor, obra de Teodoro Ardemans edificada en 1711.
Ambas, la de la calle Redondilla 10, con vuelta Mancebos 13 y la del nº 13, con vuelta calle de los Mancebos 11, hoy son dos edificios de viviendas.
La casa del nº 10 está catalogada por el Colegio de Arquitectos de Madrid en su Guía de Arquitectura como una casa a la malicia, edificada entre 1565-1590. Pero esto es una estimación, por su aspecto exterior, ya que, como indica el propio COAM, no hay datos conocidos sobre el origen de la construcción.
¿Es realmente una casa construida a la malicia, con la intención de engañar a la Junta de Aposento y aparentar menos pisos de los que realmente tenía allá por el siglo XVI y por lo tanto que era de incómoda repartición?
La casita, que dibujó Texeira en el siglo XVII, entonces propiedad de Pedro de Toledo, fue construida intramuros. La muralla discurría aproximadamente por el centro del edificio actual.
Como hemos visto, fue en los comienzos del siglo XVII cuando se derribó el muro y se prolongó la calle. Texeira representa un solar junto a una torre de la muralla hoy ocupado por el edificio que visitamos. En definitiva, la casa era más pequeña que la que podemos contemplar hoy. Aunque debían existir algunas casitas la manzana 141 verdaderamente no se formó hasta el derribo de la cerca y el trazado de la parte nueva de la calle, la Redondilla Nueva, el tramo entre la muralla y la calle Don Pedro.
Según Montero Vallejo el edificio que hoy vemos debió ser construido entre 1690 y 1710. Cuando ya existía la calle tal como hoy la conocemos, derribada la muralla, el edificio fue ampliado.
Así lo dibujan también los autores del libro La Forma de la Villa. En la planimetría de la calle en 1625 el solar que ocupa la casa termina en la muralla. Es en 1750 cuando se ha ampliado la edificación, en dirección a la calle de don Pedro (como indica la Planimetría General). En el plano de 1875 representan la escalera en el centro del inmueble.
Las escaleras del inmueble actual están situadas en el punto por el que discurría la muralla hasta el siglo XVII, en el centro del solar.
A fecha de hoy en el Archivo de Villa solo se localizan dos expedientes sobre esta casa, Redondilla nº 10, antiguo nº 6; registran solicitudes de licencia de obras menores, y son modernos. Uno de 1912; otro de 1924 en el que la Memoria descriptiva del arquitecto se refiere a “la planta baja destinada a cochera”.
Según Montero Vallejo el inmueble que vemos en la actualidad en origen debió constar de un gran zaguán con columnas desde el que se accedía al único piso superior; en una reforma en 1876 debió retabicarse y fue entonces cuando se añadieron las buhardillas.
Buhardillas que se abren al exterior desde el tejado, que parece forman ese piso oculto del que solo se ve una ventanita desde la calle de los Mancebos.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Planimetría General de Madrid.
H. Peñasco y C. Cambronero. Las calles de Madrid. Madrid 1889.
M. Montero Vallejo. Madrid musulmán, cristiano y bajo medieval. Ed. Avapiés. Madrid 1990.
M. Montero Vallejo. Origen de las calles de Madrid. Ed. Lavapiés. Madrid 1995.
COAM. Guía de Arquitectura. Madrid 2003.
F.J. Marín Perellón y J. Ortega. La forma de la Villa de Madrid. Comunidad de Madrid 2006.
18 comentarios
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22 de abril de 2015 a 08:13
eldiariodesensi.wordpress.com
Ahora me explico lo enrevesadas que son algunas edificaciones, que se salen de toda lógica. Patios interiores imposibles, entreplantas sin sentido. Desde fuera parece difícil averiguar cuántas plantas tiene esta casa.
Poniéndole nombre a las calles no es que fueran muy imaginativos. No se cuántas calles Alcantarilla puedo conocer. En aquella época sería algo insólito, lo de tener alcantarilla digo, de ahí el nombre. Ahora tenemos que recurrir a pájaros, árboles, ríos, para nombrar las calles.
Me encanta leer tus relatos históricos, me transportan a aquella época. Me imagino a unos señores con mucho poder, donde todo estaba a su nombre, calles, manzanas, barrios y gentecilla intentando sobrevivir. Menuda desigualdad!.
Un artículo muy minucioso que me he leído de pe a pa. Un placer, como siempre.
22 de abril de 2015 a 19:32
Mercedes
Muchas gracias, Sensi, me alegra tu comentario.
A mi también me encanta imaginarme cómo debía ser la vida en estas calles medievales. Tu descripción es perfecta, la vida en aquellos tiempos debía ser como tú dices. La palabra «alcantarilla» es muy habitual en la Edad Media, en algunos casos se aplicaba a algunos puentecillos, y en otros, como en este, era el foso de la muralla.
Un beso
22 de abril de 2015 a 08:50
murallareciclada
Mercedes, ¡cuánto y que bien trabajas!
En la esquina de Redondilla y Mancebos había una panadería-lechería en la que de vez en cuando comprábamos algo. Tenía leído lo de la «casa a la malicia» pero no lo había tomado en consideración por entender que la fachada de Mancebos mostraba la existencia de las habitaciones superiores, y estaba explícita. Claro que si en su momento era más corta…
He hecho varios intentos de localizar restos de la muralla en los edificios del conjunto del Colegio del Sagrado Corazón (al que fueron mis hijas) continuación de la del Palacio del Marqués de Villafranca, pero después de ver varios sótanos aún no he encontrado nada. Como es seguro que están ahí, seguiré intentándolo.
22 de abril de 2015 a 19:39
Mercedes
¡Gracias, Rafael! me he adentrado en tus barrios…
la verdad es cuando hice el artículo sobre las Visitas de Aposento me surgieron dudas, algunos autores consideran esta casa «a la malicia», pero no me parece que pueda haberlo sido solo por su aspecto actual.
Sobre la muralla en el Colegio, creo que debe estar ahí, espero que la localices.
Saludos!
28 de junio de 2020 a 15:46
Mariano Velasco
Acabo de descubrir este tesoro de web.
Mi agradecimiento eterno por delante.
Como es obvio, me he dirigido de cabeza a la calle Redondilla, y no he podido por menos, que tratar de enriquecer lo que he leído.
Mis credenciales: He nacido en Redondilla 13, me bautizaron en la Capilla del Obispo y he vivido en dicha casa hasta que me casé (1971).
En esos años el edificio era propiedad del Colegio del Sagrado Corazón.
En la fachada que da a la calle Mancebos de Redondilla 10, había una panadería a la que se accedía mediante unos peldaños con una vitrina llena de chuches (regaliz, pipas, caramelos…) que era el equivalente del paraiso.
En la fachada que da a la calle Mancebos de Redondilla 13 había una lechería, con un escalón gigantesco y mostrador de mármol blanco.
En los bajos del edificio de Redondilla 10, había un almacén de sillas que las alquilaban para eventos (el desfile de la Victoria). De allí salían y entraban miles de sillas plegables.
Mi casa Redondilla 13, fue construida por el arquitecto Teodoro Ardemans en 1711, posteriormente (en 1872) se reformó y levantó una planta. Está considerada la corrala mas antigua de Madrid. Técnicamente es una casa con corredor en «C».
29 de junio de 2020 a 19:34
Mercedes
Muchísimas gracias, Mariano, por tus palabras y toda la información que aportas. Menuda historia de lujo la tuya, ¡bautizado en la Capilla del Obispo!…
Tomo nota de todo, por si un día vuelvo a escribir sobre esta preciosa calle.
Gracias otra vez y bienvenido.
22 de abril de 2015 a 11:21
J. Esetena
Bravo, Mercedes, por este brillante artículo, por el que te felicito y que tanto contribuye a esclarecer nuestros orígenes, poniendo en cuestión los tópicos y los falsos mitos, que, a fuerza de repetirse, terminamos dando como ciertos (en este caso la consideración del inmueble como una «casa a la malicia). Has hecho una labor de investigación de primera, una enorme aportación a esta «nueva enciclopedia» madrileña que estás escribiendo.
Un abrazo, Jesús
22 de abril de 2015 a 19:51
Mercedes
Muchas gracias, Jesús, por tus siempre muy generosas palabras. Creo que merece la pena, como tú dices, a veces cuestionar algunas cosas, la Historia de Madrid lleva a sus espaldas demasiada «tradición» y tópicos establecidos. Nos podemos equivocar, pero nunca será malo intentar aclarar las dudas.
Un abrazo
22 de abril de 2015 a 13:19
isabel cantos
Hola Mercedes, acabo de terminar de leer un libro maravilloso que se llama Villas y palacios de Roma. Cómo me recuerda lo que tu escribes a eso mismo!. Plasmar la memoria de nuestra ciudad es una labor tan fantástica que merecería una recopilación y un libro.
Ahora hay una fórmula que se llama crowd founding o algo así que es una llamada a conocidos, amigos etc para reunir el dinero para la edición. Necesitaría fotos pero eso tampoco sería problema supongo.
Te animo a pensarlo. Merece la pena.
Un abrazo
Isabel Cantos-Figuerola
Enviado desde Yahoo Mail para Android
22 de abril de 2015 a 19:56
Mercedes
Hola Isabel, te agradezco un montón tu comentario y tu sugerencia. Bastantes personas me lo dicen, que podría publicar un libro, pero la verdad es que no es nada fácil. De todas formas, estoy en ello, pensando cómo podría ser… en cualquier caso es una gran alegría leer comentarios como el tuyo, que animan a seguir escribiendo e investigando.
También encantada de «verte» por aquí.
Un abrazo
24 de abril de 2015 a 19:25
Antonio Iraizoz
Hola Mercedes, me ha encantado seguir la evolución de la manzana en tu artículo y el tema de la llamada casa «a la malicia». La fachada a la calle Redondilla tiene una fuerte línea de imposta que separa la planta baja de la alta, si bien, la altura de la planta baja es descomunal y debe estar llena de altillos o dobles alturas (como se ve en la fachada de Angosta de los mancebos). por eso en el plano de 1875 aparece en números romanos III que son las alturas reales por Redondilla (2 de baja+1) y un IV por Angosta de los mancebos (2 de baja +2). Por tanto yo si creo que hubo intención de ocultación de alturas en su construcción: una más dentro de la gran altura de planta baja y hasta dos más bajo la cubierta (como se ve por las dos hileras de ventanas abuhardilladas de la foto aérea). En algún momento de su historia mas reciente se reformaría la fachada de Angosta abriendo las ventanas que delatan sus 4 e incluso 5 alturas en total.
Un abrazo.
25 de abril de 2015 a 20:51
Mercedes
Hola, Antonio, te agradezco mucho tu opinión experta. He querido plantear este tema porque analizando la historia de esta casa en relación al aposentamiento de Corte me surgieron dudas, parece que la casa actual no fue construida en el siglo XVI, al menos tal como está distribuida. Estamos hablando de una evolución de varios siglos, con la muralla por medio y todo… ¿En qué momento se produjo esa intención de ocultación de alturas a la que te refieres y para engañar a quién? Entiendo que tus puntualizaciones se refieren al siglo XIX, finales, cuando se realizó la retabicación de la que habla Montero Vallejo. Creo que él se basa en documentos del Archivo Histórico.
Fuí al Archivo de Villa con la esperanza de encontrar algo, pero no tuve suerte, es un tema difícil. A ver si la próxima vez que nos veamos lo podemos comentar.
Gracias y abrazos.
25 de abril de 2015 a 11:16
ensondeluz
De nuevo me admiras, Mercedes, con este detalladísimo trabajo histórico. No soy quien para hacer comentarios competentes sobre el tema, pero me quedan dos impresiones.
Una es la del peso de la nobleza de abolengo en la historia urbanística de Madrid. Por una parte, ha dejado edificios de gran valor y, por otra, una oscura sucesión de operaciones especuladoras, que con el tiempo han heredado otros poderes menos nobiliarios ,y que, si no me equivoco, tuvo su apogeo durante el franquismo, con las actuaciones crematísticas del conde de Mayalde.
Con todo lo que vas sacando en tu blog a este respecto, creo que podrías inaugurar una serie de artículos sobre algo así como «las grandezas y miserias de los intereses urbanísticos de la nobleza en la historia de Madrid».
La otra impresión es que, a menudo, dejas caer informaciones que, si pescadas al vuelo por algún escritor avisado de best sellers, podrían servir de arranque a algunas novelas de misterio e intriga. Pienso hoy en esas buhardillas ocultas de «la casa de malicia» en la calle de los Mancebos…
Un abrazo
Ramón
25 de abril de 2015 a 22:33
Mercedes
¡Hola, Ramón, muchas gracias! Tus impresiones son, como siempre, acertadas y sugerentes. La nobleza, como bien planteas, ha tenido mucho que ver en el desarrollo del urbanismo madrileño, desde la Edad Media hasta hace bien poco. Fíjate que en lo que se refiere al barrio que nos ocupa, y otros en la misma época, fue propiedad de estos poderosos personajes incluso antes de la llegada de la Corte en 1561, se fueron estableciendo ya en el siglo XV. Madrid gustó a los monarcas y sus cortesanos casi desde siempre, Felipe II no fue el primero. Recojo tu propuesta.
Y sobre tu segunda impresión, también la comparto. Aunque intento ceñirme a la historia y a la realidad, no dejan de ser tentadores los componentes literarios del antiguo y misterioso Madrid.
Un fuerte abrazo
26 de abril de 2015 a 00:42
Elena
Hola Mercedes: me parece muy interesante este artículo tuyo, además de tan profusamente estudiado y explicado, porque abre un debate muy apropiado ya que, hasta ahora, lo leído en la prensa y lo escuchado era que se trataba, en efecto, de una casa «a la malicia».
Tu investigación nos abre las puertas a una posible nueva e intrincada historia de la ciudad, con muchos tópicos que igual deberíamos de empezar a desterrar o, al menos, plantearnos si ciertas narraciones son sólo leyendas.
Gracias de nuevo por este estudio y por este acertado post. Un abrazo.
26 de abril de 2015 a 17:03
Mercedes
Muchas gracias por tu comentario, Elena, me alegro de que te haya interesado este artículo. La mejor manera de conocer la historia es acudir a las fuentes disponibles, y tratar de no dar nada por supuesto. A veces es complicado, pero siempre apasionante.
Un abrazo
1 de May de 2015 a 16:33
Eduardo Valero
Estimada Mercedes, quiero darte la enhorabuena por tu mención en el artículo de El País. Compartimos una afición, que quizá es amor, por Madrid y su historia; hoy compartimos también un pequeño espacio en la columna del periódico. Un abrazo! Eduardo. http://ccaa.elpais.com/ccaa/2015/04/30/madrid/1430408920_699281.html
1 de May de 2015 a 19:22
Mercedes
¡Muchas gracias, Eduardo!, enhorabuena para tí. Es un placer compartir esta afición, nuestro amor por Madrid y hoy ese párrafo en el periódico.
Un abrazo