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Tradicionalmente, hace unos años, cada 15 de mayo día de San Isidro, patrón de Madrid, comenzamos a recorrer la Ruta del Santo. El Museo de San Isidro, la iglesia de San Andrés, el solar de la Casa de Iván de Vargas en la calle del doctor Letamendi, la Cuadra de San Isidro en la calle del Pretil de Santisteban, que únicamente abre ese día, y la Colegiata por supuesto. Después, la Ermita y la Pradera.
Nuestro paseo comenzaba en la calle del Águila nº 1 donde, según la tradición, nació Isidro y pasó sus primeros años. Pero ese lugar siempre estaba cerrado… era un misterio qué habría tras esa puerta; lo intentábamos, pero nunca conseguimos información.
Lo cierto es que la capilla ha estado cerrada durante más de treinta años. Felizmente, desde hace unos meses, cuidadosamente restaurada, cada día 4 abre sus puertas.
Se desconoce la fecha exacta en que nació San Isidro, pero se cree que pudo ser el 4 de abril del año 1082. Ese es el motivo por el que se ha elegido ese día para la apertura mensual de la capilla.
El edificio actual es de 1896 y la propia capilla ha sido reformada en varias ocasiones, la última el pasado año 2018, pero, según nos cuenta en su web la propia Real y Pontificia Archicofradía de San Pedro, San Andrés y San Isidro, en 1673 ya era propietaria del edificio que se encontraba en este mismo lugar, donde tenía su sede. Entonces ya existía un Oratorio dedicado al santo.
Se conserva una fotografía, al parecer la única, que muestra cómo era la capilla antes de la guerra, que, como en tantos otros lugares, ocasionó la triste pérdida de numerosos elementos. Entonces, en el desaparecido retablo del altar mayor, que se adivina en la foto, se encontraba una imagen del Santo.
Imagen que sí se salvó. Se trata de una valiosa talla de madera policromada, del siglo XVIII, de la que se desconoce su autor. Recientemente ha sido restaurada por la Archicofradía y su limpieza ha permitido recuperar los colores originales perdidos.
Actualmente un cuadro preside el altar, el Cristo crucificado, de Rafael Tegeo (1798-1856).
La pintura está firmada por el artista con fecha 1854, solo dos años antes de su muerte en Madrid.
El pintor está de actualidad gracias a la magnífica y merecida exposición que le dedica el Museo del Romanticismo, “Rafael Tegeo (1798-1856)” , que se puede visitar hasta el próximo domingo 17 de marzo.
Dos tapices adornan las paredes laterales de la pequeña capilla.
Son obra de la Real Fábrica de Tapices.
El día del cumpleaños de San Isidro, el próximo 4 de abril, a las 6 de la tarde, tendrá lugar un acto de presentación de los niños al Santo.
Toda la información y confirmación de fecha y hora de apertura se podrá consultar en la web de la Sacramental de San Isidro.
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Actualización 24 marzo 19:
El próximo día 4 de abril la capilla permanecerá abierta, al igual que todos los días 4 de cada mes desde las 10:00 h. hasta las 14:00 h.
Además a las 17:00 h. se abrirá de nuevo el oratorio para continuar con la tradición iniciada en 2018 de presentación de los niños al Santo Patrón.
Por: Mercedes Gómez
Eduardo Torroja fue un gran ingeniero, reconocido internacionalmente por su obra innovadora como proyectista, investigador y profesor. Madrileño de nacimiento, en su ciudad trabajó en numerosas obras, entre ellas la de los Nuevos Ministerios.
Una de las últimas fue la construcción del Instituto que hoy lleva su nombre, un conjunto de edificios que, como afirma la Guía del Colegio de Arquitectos es “uno de los hitos -tan singular como poco conocido- de la arquitectura española contemporánea”.
Eduardo Torroja
Eduardo Torroja nació en Madrid el 27 de agosto de 1899. Su padre fue arquitecto y matemático, así que de forma natural, igual que sus hermanos, se preparó para formar parte del mundo de la Ciencia. Se licenció como Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos en 1923. Tres años después se casó con Carmen Cavanillas; tuvieron cuatro hijos.
Desde sus comienzos su trabajo destacó. Montó su propia empresa de proyectos en 1927 y ese mismo año le llamaron para formar parte del Gabinete Técnico creado para la construcción de la Ciudad Universitaria de Madrid, bajo la dirección de Modesto López Otero.
Junto al propio López Otero, que fue el primer presidente, y otros arquitectos e ingenieros en 1934 fundaron el Instituto Técnico de la Construcción y la Edificación, una entidad privada cuyo objetivo era el estudio y la investigación en el campo de la construcción y los materiales.
Ese mismo año participó en la fundación de la revista Hormigón y acero.
En 1941 al integrarse en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) fundado el año anterior, recibieron una cesión de locales en la sede de la calle Medinaceli nº 4. En 1946 pasó a formar parte del Patronato Juan de la Cierva, del propio CSIC; entonces se trasladaron a su sede en Ruiz de Alarcón 25. En 1949 se fusionó con el Instituto del Cemento y pasó a ser Instituto Técnico de la Construcción y del Cemento, dirigido por Torroja. Ante la ampliación de funciones se buscaron nuevos locales más amplios, en la calle Velázquez 47, pero ante la gran importancia que iba adquiriendo se hizo necesaria la construcción de una sede propia.
Instituto de Ciencias de la Construcción
A partir de un primer proyecto realizado en 1950 por el propio Torroja, que contó con los arquitectos Manuel Barbero y Gonzalo Echegaray, en terrenos del antiguo pueblo Chamartín de la Rosa que había sido anexionado a Madrid dos años antes, entre 1951 y 1953 se construyó el conjunto.
Ubicado junto al arroyo Abroñigal -hoy cubierto por la M30-, el jardín era más extenso que ahora. En origen la institución ocupaba unas 5 hectáreas en la finca llamada El Bosque.
Con motivo de su inauguración en 1958 se editó un folleto que hoy es un valioso documento que nos permite comprobar cómo se conserva casi todo tal como fue ideado. Paseando en la actualidad por sus instalaciones una de las cosas que llama poderosamente la atención, tanto en el exterior como en el interior, es el cuidado en todos los detalles y la excelente conservación.
Conjunto de edificios actual IETcc
El propio conjunto es un ejemplo de la extraordinaria y novedosa técnica constructiva de Torroja y su cálculo de las estructuras de hormigón armado.
En cierto modo el objetivo del ingeniero fue demostrar que con el hormigón era posible crear obras bellas. Para ello había que adelgazar las piezas, construirlas lo más finas posible. Lo consiguió aumentando la proporción del acero en las piezas de hormigón; lo difícil era saber hasta qué punto se podía aumentar el acero para que la pieza fuera resistente.
El cálculo perfecto fue su gran logro. Aunque él afirmó que «por encima de todo cálculo está la idea, moldeadora del material…»
Aquí se utilizaron sobre todo elementos de hormigón, con piezas prefabricadas junto a elementos metálicos; unidos a materiales tradicionales, el ladrillo, la piedra y la madera.
El IET consta de un edificio central con varios cuerpos. En el primer cuerpo de dos plantas se situaron la dirección, sala de conferencias, etc. El segundo cuerpo o ala sur es una nave de una planta donde se ubicaron los laboratorios, rematado por una gran torre cubierta de piedra que contenía el depósito elevado de agua.
Entre este ala sur y la situada al norte se encuentra la antigua alberca, hoy bonito estanque.
En un edificio anexo, actualmente sin uso, se fabricaba el cemento. Originalmente se concibió como un complejo industrial autosuficiente, se fabricaba todo lo necesario para los procesos y tareas. Disponían hasta de su propio invernadero, hoy convertido en lugar de reunión.
Hay varios elementos destacables y emblemáticos del Instituto. Uno de ellos es el comedor de empleados, circular, con una estructura en voladizo que cuando se abrían las puertas correderas de cristal el local quedaba integrado en el jardín como si fuera una terraza.
Esta estructura fue reconstruida.
El espectacular dodecaedro, que fue el depósito de carbón.
Junto a él, la chimenea.
Las formas geométricas, las rectas, las curvas se combinan a la perfección.
El conjunto es conocido como Costillares por las pérgolas de hormigón que rodean el escarpado terreno sobre el que se asienta.
Por donde bajaba el arroyo Abroñigal ahora discurre la ruidosa M-30 que ocupa parte del jardín original.
Pero el entorno de los trabajadores del centro continúa siendo acogedor y muy placentero. Pinos, madroños, moreras… protegen el jardín, piscina y la zona de deportes.
En el interior del edificio principal hay dos vestíbulos, de doble altura, el primero con una escalera curva, y el segundo con una rampa sobre la planta oval y una gran cristalera desde el suelo hasta el techo.
Los muebles adoptan las mismas formas curvas. El estilo pretendía ser funcional, pero buscando la belleza y los detalles decorativos.
El mobiliario, que se conserva en gran parte, fue diseñado por los propios autores, incluido Torroja.
La estantería que tenía en su despacho junto a la cual aparece en una fotografía está en uno de los vestíbulos.
La Capilla fue decorada por Fernando Cassinello.
Hay otra capilla en el exterior, conocida como el elefante, asombroso ejemplo de las formas creadas por Torroja con el fin de demostrar lo que pretendía, que era posible que una gran lámina de hormigón armado quedara suspendida en el aire.
El complejo hoy se encuentra en el barrio de Costillares, que debe tomar el nombre de la singular construcción, al norte del distrito de Ciudad Lineal.
Actividad
El Instituto de la Construcción continúa perteneciendo al CSIC, área de Ciencia y Tecnología de Materiales.
Su misión principal es científica, dentro de distintas áreas temáticas: materiales, su durabilidad y control de calidad, seguridad, procesos constructivos, análisis y diagnóstico del patrimonio construido, etc. Su objetivo es la investigación pero también el apoyo tecnológico al sector. La actividad es compleja y muy amplia, abarca campos diversos, desarrollados en varios departamentos. De ingeniería estructural y mecánica de los materiales compuestos, químico-física de los materiales, sistemas constructivos de la edificación, etc.
La visita a las naves para ensayos de varios tipos, mecánicos, de elementos estructurales, componentes (ventanas, canalizaciones…), nuevos materiales, etc. y escuchar las explicaciones que nos ofrecen es fascinante. Hay dos naves, la antigua y la nueva, construida en 1968.
El suelo de esta nave de ensayos es como una gran mesa construida para aguantar cargas sobre ella (tirar, girar, comprimir, retorcer) (*). Desde uno de sus extremos se aprecia muy bien como la mesa está sostenida por grandes patas de hormigón.
En fin, en El Torroja no falta una unidad de documentación, publicaciones, archivo y una espléndida biblioteca, de libre acceso, que forma parte de la red de Bibliotecas del CSIC. Ni la edición de prestigiosas revistas como Informes de la Construcción, a disposición de todos.
Torroja, don Eduardo, como le llamaban los empleados del Instituto, falleció el 15 de junio de 1961, mientras estaba trabajando, en su despacho.
Desde entonces el Instituto de Ciencias de la Construcción recibe su nombre, Instituto Eduardo Torroja.
Merece la pena conocerlo. Aunque este artículo es largo, no recoge todo lo que la institución y su sede ofrecen, todo lo que hemos podido ver y escuchar, era imposible. Este mes de noviembre habrá ocasión pues el IET participa en la Semana de la Ciencia y la Tecnología 2015, con visitas guiadas y otras actividades.
Texto : Mercedes Gómez
Con todo mi agradecimiento a Gabriel Rentero por su invitación, la extraordinaria visita que nos regaló y toda su ayuda.
Fotografías : Armando Herrero y Mercedes Gómez
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Actualización 2 nov.2015.-
(*) Corrección: la nave está “pensada para aguantar cargas sobre ella (tirar, girar, comprimir, retorcer) no pesos”.
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