José Luis Sánchez Fernández nació en Almansa, Albacete, en 1926, aunque llegó a Madrid siendo aún un niño cuando su familia se trasladó a la capital en el año 1936. Aquí estudió –también en Roma, Milán y París-, trabajó y desarrolló su arte. Desde 1987 es Académico de Bellas Artes de San Fernando. Contemporáneo de Eduardo Chillida, próximo a artistas como Pablo Serrano y el Grupo El Paso… fue pionero en trasladar la abstracción a la escultura española. Es uno de nuestros escultores más importantes, cuya obra se encuentra en museos y en calles de ciudades de todo el mundo.

La obra de este escultor ha estado siempre unida a la de los arquitectos. Él mismo cuenta que deseaba estudiar arquitectura, pero su trabajo en un banco durante ocho horas diarias no se lo permitía, y por eso siempre ha intentado trasladar su concepción de la arquitectura a la escultura.

La abstracción y la idea arquitectónica marcan su obra.

Una de sus facetas más notables es su aportación al arte sacro contemporáneo. Participó en la introducción del arte de las vanguardias en las iglesias a partir de mediados del siglo XX, que no siempre gozó de la comprensión de párrocos y fieles.

El arquitecto Rodolfo García-Pablos construyó la primera parroquia tras la guerra civil, la Parroquia de la Paz, en la calle Valderribas 35, barrio de Pacífico.  La iglesia fue construida entre 1953 y 1958, cuidando muchos de sus detalles, por ejemplo las vidrieras fueron realizadas en la Casa Maumejean. En 1959, para la última capilla, en el Baptisterio, José Luis Sánchez realizó un grupo escultórico del Bautismo de Cristo, que fue colocado sobre la pila bautismal. Esta obra, construida en hierro, cemento y chapa de cobre, significó el inicio de la renovación en el uso de los materiales, otra de las aportaciones de este artista a la escultura del siglo XX.

En 1965 tuvo una nueva colaboración con García-Pablos, en la Iglesia de los Sagrados Corazones, en la plaza que luego tomaría este mismo nombre en el distrito de Chamartín, para la cual construyó las Puertas exteriores, cuatro puertas metálicas plateadas, cada una con la inscripción del nombre de los Evangelistas, y otra puerta lateral, con el nombre de San Damián, todas ellas adornadas con varias inscripciones de textos evangélicos.

El interior de esta iglesia resulta espectacular, es muy grande, con mil asientos, sin embargo su ambiente es cálido, gracias sobre todo a las modernas vidrieras de Molezún, con sus tonos rojos y azules que iluminan el recinto y al resto de obras de otros artistas que participaron, como dos espléndidos murales de Vaquero Turcios. En la Capilla dedicada al Santísimo hay un Retablo también obra de Sánchez, de cemento metalizado, de gran expresividad. Contrasta con la obra abstracta una imagen de la Virgen con el Niño, talla del siglo XVI, en un espacio verdaderamente especial.

Dos años después trabajó con otro de los arquitectos más importantes de la época, Miguel Fisac, en la decoración de la Iglesia de Santa Ana y Nuestra Señora de la Esperanza, en la calle Cañada 35, en el barrio de Moratalaz. Se trata de una iglesia muy singular –que visitaremos más adelante, la verdad es que cada una de estas parroquias merecería un artículo-, construida en hormigón armado, inaugurada en 1966. Entre otras obras, Sánchez creó el Cristo crucificado de líneas estilizadas situado en el altar y el Sagrario.

En 1968 trabajó en la Parroquia de San Francisco Javier en el barrio de la Ventilla, donde coincidió con Pablo Serrano y nuevamente con Molezún. El Retablo en hormigón dorado es obra suya. La imagen actual del Cristo tradicional que lo adorna fue incorporada posteriormente.

En cuanto a obra pública, una de sus esculturas características se encuentra en el Paseo de la Castellana nº 162,  antiguo Ministerio de Industria, levantado en 1973 por Antonio Perpiñá. A los pies de los fríos edificios de hormigón sorprende la zona ajardinada de la entrada donde fue instalada una fuente rodeada de olivos. Originalmente existieron dos estanques, en el centro de uno de los cuales se hallaba la escultura de Sánchez, y el jardín estaba abierto. Posteriormente los estanques desaparecieron y el jardín fue rodeado de una verja.

La fuente fue desecada, pero pervive la escultura, realizada en acero inoxidable.

En la plaza de acceso a las Torres de Colón se encuentra la escultura Herón –nombre de la empresa entonces ubicada en las torres-, similar juego de volúmenes, en este caso realizados en bronce y colocados sobre un pedestal de piedra. La obra fue encargada por el autor del edificio, el arquitecto Antonio Lamela. Junto a la firma figura la fecha de creación, 1975.

Algunos autores han visto en las esculturas de José Luis Sánchez un precursor de las formas arquitectónicas desarrolladas años después por Frank O. Gerhy.

Su obra también se encuentra en numerosos edificios privados o empresas.

Una de sus obras más recientes es la Puerta de la Fundación Albéniz en la Escuela Superior de Música Reina Sofía, en el Madrid más antiguo, frente a la Plaza de Oriente. Realizada en 2007 en acero cortén y acero inoxidable. El edificio, obra de Miguel Oriol, fue inaugurado en septiembre de 2008.

Texto y fotografías por Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Silvia Blanco. El misterio entre pliegues y hendiduras. Entrevista con el escultor José Luis Sánchez. Boletín Académico. Revista de investigación y arquitectura contemporánea. Escuela Técnica Superior de Arquitectura. Universidade da Coruña. Número 1 (2011) .