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Uno de los episodios más fascinantes en relación con el patrimonio histórico y artístico madrileño, y español en general, tuvo lugar tras el estallido de la guerra en 1936. Con el fin de protegerlo el gobierno de la República creó una serie de organismos, entre ellos la Junta de Defensa y Protección del Tesoro Artístico.
Durante la preparación de algunos artículos en este blog me he encontrado con varias actuaciones de esta organización que llaman la atención. La historia más conocida se refiere al traslado de las obras del Museo del Prado, pero no fueron las únicas.
En la iglesia de San Pedro Ad Víncula en Vallecas, la pintura de Francisco Ricci, La liberación de San Pedro, que junto a otras obras de esta iglesia fue salvada por las tropas republicanas que las entregaron a la Junta del Tesoro Artístico Nacional. Otra, en esta misma iglesia, que hasta hace poco tiempo conocíamos únicamente por las fotografías de la Junta de Incautación era la bóveda del Camarín de la Virgen del Rosario. Hemos podido contemplar la Sala Capitular del Convento de las Comendadoras de Santiago, que vimos al hablar de la Real Fábrica de Papeles Pintados, gracias también a las fotografías realizadas por la Junta. Y hace pocos días hemos visto cómo también la imagen de Jesús de Medinaceli fue rescatada.
Las oficinas de la Junta del Tesoro Artístico de Madrid en un inicio fueron ubicadas en el Palacio de Bibliotecas y Museos –actuales Biblioteca Nacional y Museo Arqueológico Nacional–. Todas las obras fueron inventariadas y fotografiadas. Las imágenes como sabemos se conservan en la Fototeca del Patrimonio Histórico del Ministerio de Cultura.
Además de la protección de archivos y bibliotecas, se procedió a la incautación de material de coleccionistas particulares y de propiedades de la Iglesia. Gracias a esto se salvaron muchas obras que quizá de otra manera se habrían perdido. Y gracias a las fotografías y a algunas publicaciones autobiográficas de algunos de los participantes en estos viajes, verdaderamente difíciles, se conoce bastante bien lo que ocurrió. Gracias a ellas conocemos también algunos de los lugares donde se guardaron los cuadros y objetos recogidos por la Junta de Defensa del Tesoro Artístico, uno de ellos fue el Museo Arqueológico Nacional. En algunas fotos aparecen alguna de sus salas con apeos y consolidación con el fin de ser utilizadas como lugar de depósito protegido de las colecciones del museo.
Espectaculares son las fotos de la nave central de San Francisco el Grande con muchos de los objetos allí depositados por la Junta.
Muchas de las obras fueron trasladadas. El largo viaje comenzó en noviembre de 1936 de Madrid hacia Valencia donde en un primer momento estaba previsto que finalizara. Allí se habían construido depósitos para albergar los bienes patrimoniales rescatados.
Pero ante la situación que se iba agravando, en vista del avance del ejército sublevado, en marzo de 1938 se inició un nuevo traslado hacia poblaciones de Barcelona y Gerona. Posteriormente, ya en febrero de 1939, el gobierno de la República, con ayuda del Comité Internacional para el Salvamento trasladó el Tesoro Artístico a la Sociedad de Naciones en Ginebra con el fin de garantizar su protección hasta que acabara la guerra.
Se siguió camino hasta Francia para llegar hasta Ginebra donde en 1939 hubo una exposición memorable, poco antes de que todas las obras regresaran a España.
Durante muchos años todo este asunto quedó en el olvido, desconocido por la mayoría, entre otras cosas porque al parecer se ocultó, hasta que una serie de profesionales comenzaron a dedicar sus trabajos a este capítulo de la historia de la guerra civil.
El primer y bonito homenaje oficial tuvo lugar no hace tantos años, en 2003, con la iniciativa del Museo del Prado junto con el IPCE, Instituto del Patrimonio Cultural de España, cuando se celebró en el propio Museo una gran exposición fotográfica titulada Arte protegido. Memoria de la Junta del Tesoro Artístico durante la guerra civil.
Algunas de las imágenes mostradas realmente impactantes nos permitieron ver algunas de las consecuencias de la guerra sobre el patrimonio madrileño, los bombardeos, incendios y otras situaciones dramáticas. Aunque también, gracias a esta muestra se pudieron contemplar otras escenas hermosas gracias a las tareas de protección y al final la exposición celebrada en Ginebra y el regreso de las obras a Madrid.
Es emocionante conocer esta actividad a cargo de una serie de personas, unas conocidas y otras anónimas, de distintas ideologías, que colaboraron en este trabajo con el único fin de proteger el patrimonio bibliográfico, documental y artístico.
Más de 27.000 obras de arte fueron salvadas y devueltas a sus propietarios gracias a la labor de las Juntas de Salvamento del Tesoro Artístico.
Es una historia larga y compleja, sirva este breve artículo como pequeño homenaje.
Por Mercedes Gómez
A Juan,
por hablarme de Luis Quintanilla, y de otras cosas.
Luis Quintanilla nació en 1893 en Santander. Su familia pertenecía a la burguesía acomodada, conservadora. Luis fue la oveja negra, decían. Fue pintor y fresquista, también dibujante y grabador; artista importante, comprometido con la República, fue activista político, socialista. Vivió la guerra y finalmente el exilio. Fue boxeador, espía…Conoció a personajes notables, escritores, pintores… seductor… su vida fue apasionante y apasionada.
En 1912, con poco más de 18 años, como tantos artistas viajó a París donde conoció a Juan Gris, aprendió y vivió el ambiente cubista. A los tres años volvió a España, donde en Madrid participó en las tertulias de moda por entonces, nuevamente a París… Tuvo relación con grandes pintores, Chagall, Modigliani… y entabló una gran amistad con Ernest Hemingway.
Su interés por la técnica del fresco y una beca de la Junta de Ampliación de Estudios en 1924 le llevaron a Italia.
Dos años después regresó y expuso en el Círculo de Bellas Artes de Madrid los bocetos que había hecho en Italia, a partir de lo cual le salieron encargos de pintura mural, entre ellos, en Madrid, los frescos del Palacio de Liria (1927).
En 1929 había ingresado en el Partido Socialista. Tuvo amistad, entre otros, con Juan Negrín y Largo Caballero.
Otros encargos que recibió fueron los frescos de la Sala de Conferencias de la Casa del Pueblo (1931), el fresco Mujeres (1931) para el antiguo Museo de Arte Moderno (1931), los del Pabellón de Gobierno de la Ciudad Universitaria (1932) y los del Monumento a Pablo Iglesias, que realizó junto con el escultor Emiliano Barral (1934-1936). De todos el de Mujeres es el único que se conserva, hoy propiedad del Museo Reina Sofía.
Llegó la guerra, que vivió en primera fila, recorrió el frente, conoció el horror, lo pintó y lo dibujó.
Sus dibujos se expusieron en plena guerra, en 1937, en el Hotel Ritz de Barcelona.
Después, en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Todo esto fue un éxito para el pintor, y fue uno de los elegidos en 1938 para representar a España en la Exposición de Nueva York -como en 1937 lo había sido Pablo Picasso, cuando creó el Guernica para la Exposición de París-.
Así, por encargo del Gobierno de la República, junto a otros artistas españoles viajó a Nueva York para decorar el Pabellón de España en la Exposición Universal de 1939. Fue uno de los muchos intelectuales que trabajaron en defensa de la República, Miguel Hernández lo llamó el batallón del talento.
Pero cuando finalizó los frescos terminó la guerra, y el nuevo Gobierno del General Franco anuló la muestra, España no participó en la Exposición de Nueva York.
Los frescos se expusieron por última vez en Nueva York en 1940, creyéndose desaparecidos desde entonces.
Luis Quintanilla llegó a ser muy famoso en Nueva York, como artista y por su compromiso con la defensa de la democracia en España. Cuando llegó el momento del exilio allí se instaló, en la calle 8, con su mujer, a la que había conocido en Madrid –se habían casado en febrero de 1939- y su hijo, que nació en enero de 1940. Vivió años de bienestar, entre 1940 y 1945, en los que entre otros trabajos realizó bocetos para películas en Hollywood, como escenógrafo, retratos a personajes famosos, Gary Cooper, John dos Passos, etc. En 1946 publicó el libro Franco’s Black Spain, la España Negra de Franco, serie de 40 dibujos realizados durante la guerra.
Su vida ha sido narrada en un magnífico y emocionante documental emitido en La 2 de TVE en 2014, titulado Los otros Guernicas. En el documental, una de las intervenciones más interesantes, emotiva, y también triste, es la de su hijo Paul, que recuerda aquella época. Cuenta que su padre entonces tenía muchos amigos, disfrutaba de una vida rica en Estados Unidos, pero que “fue muy duro para él” el estar lejos de su país.
A finales de la década de los 40 la situación, la visión política americana cambió, su pintura dejó de interesar, y comenzó a escribir para poder tener ingresos.
En 1958 se marchó, abandonando a su familia. Resulta dramático escuchar a Paul Quintanilla (por entonces debía tener 18 años) hablar ahora de su padre, también triste ver su mirada : “Se fue a París para intentar revalorizar su nombre como artista, y pensamos que iba a volver, mostrar sus pinturas, venderlas… pero las cosas no funcionaron así… y mis padres se separaron”.
Luis Quintanilla vivió veinte años en París, fue una etapa en la que creó buenas pinturas pero una vez más perdió clientes y llegaron tiempos difíciles.
En 1976 volvió a España, ya mayor y con problemas de salud. Murió en Madrid a finales de 1978.
La sorpresa surgió en 1990 cuando aparecieron los frescos que se creían desaparecidos. Él contó que se habían perdido en una inundación, pero no era cierto. Los debió vender, nunca se sabrá qué ocurrió, ni por qué lo hizo. Aparecieron en los muros de un pasillo de un cine en Nueva York, y tras grandes esfuerzos y negociaciones fueron recuperados, los otros Guernica llegaron a Santander en febrero de 2007. Hoy se encuentran en el Paraninfo de la Universidad de Cantabria. Son cinco grandes paneles titulados: Dolor, Destrucción, Huida, Soldados y Hambre, agrupados bajo el nombre genérico de Ama la paz y odia la guerra.
En 2010 en la exposición dedicada a Miguel Hernández en la Biblioteca Nacional, La sombra vencida, fueron expuestos tres de ellos, Hambre, Soldados y Dolor.
Dice Paul Quintanilla, que nació y creció en Estados Unidos : “Creo que fue una gran pérdida, si no hubiera tenido que abandonar España…”, ¡cuántos grandes frescos hubiera podido pintar!
En Madrid podemos ver algunos dibujos, propiedad de Paul, que están depositados en el Museo Reina Sofía.
En la segunda planta, en la que el Guernica de Pablo Picasso acapara casi todas las miradas, al fondo, la última sala, la 206.09, a la que quizá no todos los visitantes lleguen, está dedicada a Luis Quintanilla.
En ella se encuentran sus Dibujos de la guerra, de 1937 y la España negra, de 1938.
Y tres bellos dibujos con grafito y acuarela, de 1942-43.
Todas las obras son depósito de su hijo Paul Quintanilla.
Paul también mantiene una página web, The art and world of Luis Quintanilla, El arte y el mundo de Luis Quintanilla, hermoso homenaje a su padre.
Luis Quintanilla, que en cierto modo iba a ser el pintor de la República, fue el pintor de la guerra.
Por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Gil Orrios, Ángel: “Los frescos de Luis Quintanilla sobre la guerra Civil aparecen en un cine «porno» de Nueva York”. El País, 8.11.1990, p. 35.
López Sobrado, Esther. “Sobre la pintura mural de Luis Quintanilla”. Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, Tomo 58, 1992.
Los frescos de Luis Quintanilla sobre la guerra. Catálogo. Universidad de Cantabria. 2007.
Luis Quintanilla, testigo de guerra. Catálogo. Universidad de Cantabria, 2009.
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