El antiguo Museo de San Isidro, hoy llamado Museo de los Orígenes, se encuentra en una de las plazas más recoletas y sugerentes de Madrid, la plaza de San Andrés, alrededor de cuya iglesia a lo largo de la Edad Media las casas señoriales se fueron instalando. Una de estas casas fue el Palacio de los Condes de Paredes, aunque su denominación ha ido cambiando en función de los dueños que se han ido sucediendo.

A pesar de que no existe certeza documental, tradicionalmente se cree que en el siglo XII, en este lugar estuvo enclavada la casa de los Vargas en la que vivió y murió San Isidro, por lo cual el edificio también es conocido como Casa de San Isidro. El palacio fue construido en la primera mitad del siglo XVI por los Señores de Luján, antes de que el rey Felipe II trajera la Corte a Madrid en el año 1561; posteriormente pasaría a manos de los Condes de Paredes.

El Palacio de los Señores de Luján o de los Condes de Paredes fue derribado en 1974, y durante años el solar permaneció abandonado y rodeado de vallas. Era propiedad del Ayuntamiento desde 1986 que tres años después propuso la construcción de un Museo dedicado a San Isidro. El actual edificio es un magnífico ejemplo de cómo lo viejo y lo nuevo pueden no solo convivir sino beneficiarse mutuamente. Un edificio histórico, que incorpora al pasado elementos arquitectónicos modernos adaptándose al entorno del barrio.

Gracias a su reconstrucción, hoy día podemos admirar el que quizá fue uno de los palacios renacentistas más notables de la época. Del edificio original únicamente se conservan el pozo, conocido como Pozo del Milagro, la Capilla dedicada al Santo, que permaneció protegida por una caja de ladrillo cuando el edificio fue demolido. Y el Patio.

El patio plateresco es sin duda alguna la joya más valiosa que alberga el palacio. Remanso de paz, arte y tradición, se trata de un espacio rectangular porticado y adintelado, que únicamente conserva sus alas norte y oeste. Su configuración nos recuerda al Patio de la Reina del Antiguo Alcázar de los Austrias, construido bajo los mismos criterios de patio porticado de tipo palaciego, habitual en esa primera mitad del siglo XVI.

claustro2

Año 2006

Durante la excavación arqueológica previa a la reconstrucción, en el propio solar aguardaron pacientes sus elementos arquitectónicos, los dinteles y las columnas trabajadas en granito, con capiteles vegetales, el escudo de los Lujanes, o las zapatas con rosetas tallados en la piedra, así como las vigas de madera del techo decoradas igualmente con las mismas rosetas. Hasta que todo recuperó lugar.

capitel

Por fin en su interior, en cierto modo emprendemos un viaje al pasado, aún pervive la huella de los Lujanes en la imagen de la muralla tallada en el escudo de los capiteles, en recuerdo del título de don Pedro de Luján que en el siglo XV además de Camarero del rey Juan II fue Guarda de la Puerta Cerrada y de los lienzos de la muralla hasta la Puerta de Moros.

Recientemente el segundo piso ha sido cerrado, con el fin de ampliar las dependencias del museo.

patio cerrado

15 de mayo de 2009

El mágico patio renacentista, con sus elementos conservados desde el siglo XVI, es tan acogedor, que allí reposan varias esculturas cargadas de historia.

Como el Oso y el Dragón, antaño en la Cibeles, obras de Alfonso Bergaz, de las que en otro tiempo manara el agua potable cuando la fuente de la Diosa no era únicamente un motivo ornamental sino que también proporcionaba agua para beber a los madrileños. Se retiraron de la fuente en 1862, comenzando así su peregrinaje por diversos lugares, para al fin encontrar refugio bajo una de las zonas porticadas. Antes de llegar aquí, el Dragón, aunque al aire libre, durante un buen periodo de tiempo estuvo resguardado en el jardín de la Casa de Cisneros.

El Dragón

El Dragón de la Cibeles, hasta 1862.

El Oso vivió un ambiente más bullicioso; después de otros avatares, estuvo en la antigua Casa de Fieras del parque de El Retiro, a la vista de todos los visitantes y recibiendo amablemente a todo aquel que se le acercaba, incluso al parecer los niños jugaban sobre sus lomos.

El oso que estuvo en la Cibeles hasta

El Oso

También los pequeños Tritones de Las Cuatro Fuentes del Paseo del Prado, diseñadas por Ventura Rodríguez en el siglo XVIII, muy desgastados por el tiempo y el agua, reposan junto a ellos. Una réplica adorna ahora las fuentes frente al Botánico y el Museo del Prado.

Uno de los tritones

Uno de los tritones de las Fuentes del Prado

Sin embargo las imágenes de San Isidro y de Santa María de la Cabeza son reproducciones de las esculturas originales, a las que si nos acercamos a ver al Puente de Toledo, comprobaremos que también están bastante deterioradas. Quien sabe si en un futuro se acercarán a descansar en la que es su Casa.

San Isidro

San Isidro

Santa María de la Cebeza

Santa María de la Cabeza

Por supuesto no podía faltar la fuentecilla en el centro, aunque se trate de una fuente moderna, realizada para el Museo por los canteros municipales.

Fuente

La tradición a veces tiene mucha más fuerza que la realidad, y muchos vecinos echaban de menos la visita al pozo para beber el agua del santo, que se había interrumpido durante años. Ahora, un tanto inocentemente, todos los quince de mayo, día del patrón, como hoy, nos acercamos a la pequeña pila instalada en el patio, hacemos cola y nos miramos unos a otros sonrientes, y bebemos un vasito de agua, aunque sabemos que es un rito, una tradición y nada más, quizá alguien piense que el agua es milagrosa, y eso le ayude, y a la mayoría nos traslada a ese mundo imaginado que fue real, la historia de siglos pasados, nuestra historia.

Pila

Texto y fotografías por: Mercedes Gómez


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Fuentes:

Olga VALLESPIN. «Excavaciones arqueológicas en la Casa de San Isidro«, en «Testimonios del Madrid Medieval», Museo de San Isidro, Madrid 2002.

y el propio Museo.

Museo de los Orígenes. Casa de San Isidro.
Plaza de San Andrés 2


Nota: Este artículo es una revisión y actualización del publicado en la Revista «Amigos del Foro” nº 3, Invierno 2007.

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