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Las riberas del Manzanares y sus isletas, los sotos y sotillos arbolados junto al río, fueron lugar de ocio, fiestas y romerías desde muy antiguo. Pedro Texeira las dibujó en su plano. Eran los tiempos de Felipe IV.

Plano de Texeira, 1656 (detalle)

Aguas abajo, antes de llegar al Puente de Segovia, se hallaban, en la orilla derecha, los Sotos del Corregidor y de Migas Calientes; a la izquierda, la Florida y el Parque de Palacio. El Soto y las Huertas de Migas Calientes estaban junto al Camino del Pardo –en la actualidad allí se encuentran la Planta de Compostaje y el Vivero municipal de Migas Calientes–.

Un poco hacia el sur estaba el Molino Quemado, a la altura de la actual ermita de San Antonio. El Puente Verde –actualmente, el Puente de la Reina– cruzaba el río.

Molino Quemado. Plano de Texeira, 1656.

Las fiestas que allí se celebraban eran frecuentadas por nobles, damas y caballeros, en ocasiones al parecer el mismísimo rey Felipe IV, y por el pueblo; así lo reflejaron los literatos del siglo de Oro, Calderón, Lope y Quevedo, entre otros.

Félix Castello (?) pintó estos escenarios en los Baños en el Manzanares en el paraje de Molino Quemado (1636-1637), extraordinaria pintura que se expone en el Museo de Historia de Madrid. Muestra una romería junto al Manzanares, frente a la Casa de Campo. Todas las figuras y el propio paraje están representados de forma minuciosa, los bañistas desnudos, comensales en la pradera, los carruajes, el Molino que luego dibujaría Texeira en su plano, y el paisaje.

Félix Castello ? “Baños en el Manzanares”, 1636-37 (detalle). Museo de Historia de Madrid.

Con el paso del tiempo las riberas del río continuaron siendo lugar de encuentro, amoríos y festejos. Junto al Soto del Corregidor, hacia el norte, se ubicó la Pradera de la Fuente de la Teja. La fuente aparece citada desde muy antiguo, al menos ya en 1778 es mencionada su existencia.

A lo largo del siglo XIX son numerosas las referencias a la pradera y a la fuente. En 1861 la noticia fue que se estaba haciendo «un gran plantío de árboles en la pradera del río inmediata a la Fuente de la Teja, con lo que tendrá mayor atractivo aquel espacioso paseo, tan frecuentado para comidas campestres en todas las épocas de año».

En los últimos años del XIX y hasta la guerra civil, la Pradera del Corregidor era una de las zonas de la ribera del Manzanares que contaba con más merenderos. Algunas familias preferían el merendero a la pradera, donde compraban el vino para poder tomar allí asiento y comían lo que habían traído de casa.

En el inicio del siglo XX, los jardines de la Fuente de la Teja y la Pradera del Corregidor formaban parte de una cadena de terrenos arbolados y lavaderos enlazados a lo largo del río.

Plano de Facundo Cañada, h. 1900 (detalle)

Antiguo lugar de romerías y verbenas, como hemos visto, la Fuente de la Teja, durante la semana escenario del duro trabajo de las lavanderas, los domingos y festivos se convirtió en habitual lugar de reunión de las clases más modestas, sobre todo niñeras, criadas y soldados.

«Vista desde la Fuente de la Teja», 1902. Archivo Regional Comunidad de Madrid.

Además de lavaderos y merenderos la zona se fue ocupando con viviendas. En el Archivo de Villa hay documentos relativos a fincas rústicas que se refieren a las tierras junto a la fuente de la teja, desde 1826 a 1887. Alguna venta, subasta y arrendamiento.

La zona hacia 1910 está bien representada, y la fuente indicada, en el plano de Luciano Delage.

Praderas de la Fuente de la Teja y del Corregidor, L. Delage, 1910

Hoy día quedan huellas de la humilde pero famosa fuente. Nos encontramos en el barrio de Casa de Campo, distrito de Moncloa-Aravaca.

Sobre la Pradera del Corregidor en las proximidades de la Fuente de la Teja, entre el Manzanares y la Casa de Campo, en la segunda mitad de la década de los años 20 fue edificada la Colonia del Manzanares. Su mercado actual recibe el nombre de Fuente de la Teja; y desde 1984 allí se encuentra una fuente de granito instalada en su recuerdo, frente a la calle del Acantilado, cerca del lugar donde se encontraba la original.

Foto: Ayuntamiento de Madrid

Es una fuente homenaje, en recuerdo de las antiguas fuentes de la Teja y del Sopapo, según explica una placa de mármol en la parte posterior, enmarcada en un paisaje que no tiene nada que ver con el pasado…

¿Cómo era la Fuente de la Teja?

Recordemos que en la Memoria de 1931 de la Casa de Campo se mencionan diecinueve fuentes. Una de estas fuentes de la Casa de Campo era la Fuente de la Teja, situada en los terrenos entonces conocidos como Casa Quemada, uno de los diez cuarteles en que en el siglo XX fue dividida la antigua propiedad real.

Una placa, para entonces casi ilegible según informa la prensa de la época, indicaba que se había arreglado en 1864, habilitando un nuevo caño, pero al parecer el agua se estancaba en el pilón, lo cual podía suponer un peligro para la salud, e impedía llegar al caño (*).

La estampa Un domingo en la Fuente de la Teja, propiedad del Museo de Historia, describe la vida en torno a la fuente, un domingo; un grupo de personas bajo un emparrado de alguno de los merenderos. La escena, en la que no faltan las mozas y los militares que frecuentaban la zona, está llena de detalles que merece la pena observar, tanto del lugar como de los personajes; puede desarrollarse a finales del siglo XIX, inicios del XX (el grabador, Arturo Carretero murió en 1903). Era la época del reinado de Alfonso XIII.

«Un domingo en la Fuente de la Teja»
Grabador: A. Carretero (mediado sg. XIX – 1903)
Dibujante: M. Alcázar (1858-1914). Xilografía, 25,5 cm x 32,5 cm, Museo de Hª de Madrid.

Finalmente, nos queda otro recuerdo: hacia 1890 Joaquín Sorolla pintó una escena similar. Hacía un año que el pintor se había instalado con su familia en Madrid.

El cuadro, que pertenece al Museo Sorolla, Fuente de la Teja es un óleo pequeño que representa la escena costumbrista. Leemos en el Catálogo del museo:

«Bajo un toldo, varios soldados conversan ataviados con calzón rojo y chaqueta azul marino. A ambos lados, emparrado, y en la parte derecha, otro soldado sentado. Al fondo, arquitectura recortada sobre cielo azul».

Joaquín Sorolla. “Fuente de la Teja”. Óleo 20 cm por 16,80 cm. Catálogo Museo Sorolla.

La fuente, construida la pared en recia piedra berroqueña, desapareció durante la guerra.

Por: Mercedes Gómez

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NOTA:

Gracias a David Gutiérrez Pulido, que consiguió que me interesara por la Fuente de la Teja y escribiera este artículo. Me envió, entre otros documentos, la imagen del cuadro de Sorolla, desconocido para mí. David, historiador del arte, es especialista en la obra del pintor. Os recomiendo visitar su web: Sorolla en Jávea

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Bibliografía:

Diario noticioso universal. Nº 36, Madrid, 1778
La Correspondencia de España, 28 dic. 1861
SOTO, Joaquín. “La pradera, la fuente y el río”, Nuevo Mundo, 7 febrero 1930.
Inventario de Secretaría del Archivo de Villa (Tomo 37): Fincas rústicas (1327-1894)

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(*) ACTUALIZACIÓN, 5 nov. 2021:

Queridos amigos:

He eliminado la foto que inicialmente había incluido como “Fuente de la Teja” publicada por el Museo de Historia de Madrid ya que se trataba de un error. Lo siento mucho, este es un ejemplo más de que siempre, siempre hay que comprobar los datos que utilizamos en nuestros trabajos, y no lo hice. Los errores son inevitables a veces, lo importante es corregirlos y aprender. En este caso, gracias a Joaquín Giménez que fue quién se dio cuenta y su comentario nos ha permitido subsanarlo.

Quiero dar las gracias al Museo, mejor dicho a las personas que allí trabajan, siempre dispuestas a ayudar. El Museo de Historia de Madrid, con la amabilidad que le caracteriza, me envía una nota en la que pide disculpas por el error e indica su origen:

La fotografía formó parte de una donación realizada en 1984 por un particular, consistente en 28 negativos antiguos, todos ellos de Madrid salvo uno, que fue consignado escuetamente como “La Fuente de la Teja”, de modo que nadie se cuestionó que se refería a la fuente de la Teja de Madrid, y así ha permanecido “hasta la aparición de tu publicación”. Y añade: “Tras comprobar que, efectivamente, se trata de la fuente de Santa María del patio de los Naranjos de Córdoba, procedemos a corregir los datos en el catálogo del Museo, no sin manifestarte el agradecimiento del Museo por tu fundada advertencia y tu colaboración”.

Gracias a todos

Mercedes

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La existencia de baños públicos se remonta a los orígenes de Madrid, al Mayrit árabe. Quizá existieron antes, gracias a los romanos, pero al menos de momento no se ha podido comprobar, o no tenemos noticias.

Sí hay constancia de los baños árabes en algunos documentos antiguos. Manuel Montero Vallejo habla en sus libros de los baños que se encontraban junto al Barranco por donde entonces fluía el Arroyo de San Pedro, hoy calle Segovia, y que continuaban existiendo en los siglos XIII y XIV. Estaban situados cerca de la iglesia de San Pedro, aproximadamente a la altura de la Fuente de San Pedro o de los Caños Viejos, donde hoy se encuentra la Fuente de Diana.

Barranco de San Pedro fin sg. XV, por M. Montero Vallejo, que sitúa en su dibujo los baños con el nº 3.

Con la llegada de los cristianos en el siglo XI, el baño dejó de estar bien visto, dicen que Alfonso VI, el rey conquistador, no era partidario, y que prohibió construir nuevos establecimientos.

Pero también se cuenta que siguieron funcionando regentados por mujeres mudéjares, y que a ellos acudían en buena armonía cristianos, musulmanes y judíos. Montero cuenta que esos mismos baños que aún existían a finales del siglo XIV los tenía arrendados una tal doña Xançi.

Otro de los baños medievales se encontraba en la plazuela de los Caños del Peral, hoy plaza de Isabel II, cerca de la Puerta de Valnadú, una de las puertas de la muralla cristiana.

Gracias a los literatos del Siglo de Oro sabemos que en el siglo XVII los madrileños eran muy aficionados a bañarse en el río, y parece ser que a orillas del Manzanares se organizaban fiestas algo subidas de tono. Hemos leído mucho sobre las romerías a orillas del río en tiempos de Felipe IV, pero nunca habíamos visto sus imágenes, hasta que llegó este cuadro de Félix Castello al Museo Municipal.

F.Castello. «Baños en el Manzanares en el paraje del Molino Quemado»

La escena, un verdadero “jardín de las delicias” madrileño, representa los baños en el Manzanares, frente a la Casa de Campo, en el Camino del Pardo, junto al llamado Molino Quemado, que también Texeira representó en su plano.

Pero en invierno hacía mucho frío, y había que buscar otras soluciones. La primera Casa de Baños de la que se tiene noticias es una en la calle Jardines, abierta en 1628. Solicitó licencia de apertura un italiano llegado a la capital, argumentando que el agua era necesaria para la salud, todo el año, no únicamente en el verano.

Se le concedió, pero para acudir era necesario llevar la “receta” del médico. Además, los baños de las mujeres estaban prohibidos en la misma casa que los de los hombres, y mientras ellas se bañaban ellos no podían entrar, aunque fuese su marido.

Cuentan los cronistas que, mediado el siglo XIX, existían en Madrid diecinueve Casas de Baños, aunque algunas solo abrían en verano. Las pilas eran de piedra blanca de Colmenar, o de mármol. Además de los baños normales, estaban disponibles también baños de “salvado, aromáticos, emolientes y minerales artificiales”.

Uno de los más concurridos eran los Baños de Oriente, de nombre evocador, en la plaza de Isabel II, abiertos en 1830, acaso herederos de los viejos baños de los Caños del Peral.

Y llegamos al siglo XX. No hace tanto tiempo, en 1928, aún no era tan fácil el tener acceso a un baño o ducha en la propia casa. Existían varias casas de baños, pero eran demasiado caras para la mayoría. Se inauguró la primera casa municipal, en el Portillo de Embajadores, obra del arquitecto municipal José Lorite. Tenía una planta con azotea, en el zaguán dos taquillas, una para las señoras y otra para los caballeros, y dos salas de espera, igualmente separadas.

Casa de Baños de Embajadores (Foto madridhistorico.com)

En la República, dentro de una política de higiene pública que había comenzado en la década anterior, además de los de Embajadores se construyeron otros Baños en  la avenida de los Toreros y en Bravo Murillo, bajo las ideas del Racionalismo, tal como estaba ocurriendo en la construcción de Dispensarios antituberculosos.

Con la mejora de las condiciones en la vivienda la situación fue cambiando. En 1974 seguían existiendo los Baños de Oriente. A la vez las Guías de la ciudad anunciaban saunas finlandesas, suecas y baños turcos, situados en los barrios más acomodados. Además, por entonces seguían existiendo tres establecimientos de Baños Municipales, en la Glorieta de Embajadores 1, Bravo Murillo 133, y avenida de los Toreros 3-5.

En el barrio de la Latina, en la plaza de la Cebada, junto al mercado, existía otra Casa de Baños.

El edificio de la avenida de los Toreros, también obra de José Lorite, estuvo a punto de ser derribado debido a su estado ruinoso, pero se salvó de la piqueta y hoy día alberga el Centro Cultural de Buenavista, tras la reforma de Salvador Pérez Arroyo en 1982. Una singularidad del edificio son sus pabellones laterales, antiguas piscinas, hoy convertidas en la biblioteca y el salón de actos.

Avenida de los Toreros, 3 (2010)

Hasta hace poco tiempo aún funcionaban las otras tres Casas de Baños en Madrid:

La de la Plaza de la Cebada, que aunque en la web del Ayuntamiento figura como cerrada por obras, la realidad es que el edificio en el que se encontraba fue derribado, y ahora hay un solar.

Derribo Casa de Baños La Latina (Foto: recuerdosaolvidar.blogspot.com)

La de Bravo Murillo fue cerrada a principios de este año para su reforma integral. Según las noticias publicadas entonces, se preve su reapertura para mediados de 2011.

Bravo Murillo 133 (foto: Street View Google Maps)

El domingo pasado fuí hasta allí para hacer una fotografía al edificio, sin saber lo que iba a encontrar. Llegué tarde, la vieja construcción ya no existe, la reforma es integral en verdad. El Ayuntamiento, con cargo al fondo estatal para el empleo, está construyendo un Centro de Atención Social de Atención Social a mujeres, inmigrantes y personas sin hogar, según explica el cartel en la propia obra, lo cual es sin duda una buena noticia.

Bravo Murillo, 133 (diciembre 2010)

Poco antes de que cerraran esta Casa de Baños tuve ocasión de hablar con una de las personas que la atendían, y me contó muchas cosas interesantes del edificio, que desde 1932 no había tenido ninguna restauración. Habló con cariño y cierto orgullo de un lugar en el que debía llevar mucho tiempo trabajando. Se decía que en el edificio vivía un duende. Derribada la casa, se ignora si se ha trasladado o continúa por allí…

Aunque los días de más visitas eran los lunes y los viernes, la mayoría, muchos inmigrantes, acudían todos los días a lavarse. Veinte minutos de agua caliente por quince céntimos.

Los usuarios, en su mayor parte personas sin hogar, le contaban que preferían ir  a Bravo Murillo en lugar de a Embajadores porque aquí conservaban los dos grifos de agua caliente y agua fría, que ellos mismos podían regular. En las modernas instalaciones de Embajadores hay grifo a presión, con duración limitada, pero según comentaba mi interlocutor, esto quizá no ahorre agua, porque al no poder mezclarla, o se queman o se hielan, y pulsan el grifo demasiadas veces.

El edificio de la glorieta de Embajadores, aunque había sido reformado hacía pocos años, fue derribado en 2001 para construir el actual, de tres plantas, con mayor número de duchas y seguramente más comodidades, a pesar del grifo a presión, siendo inaugurado cuatro años después.

Glorieta de Embajadores (2010)

Hoy día están de moda los spas, balnearios, y baños árabes, más relacionados con el ocio y el bienestar que con la mera higiene, ya que en este siglo XXI casi todas las viviendas tienen cuarto de baño, o ducha.

Pero algunas personas simplemente no tienen casa. Y acuden a la única Casa de Baños actualmente en funcionamiento en la capital, la Casa de Baños de Embajadores, muchos casi todos los días.

Texto y fotografías : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

M. Montero Vallejo. Origen de las calles de Madrid. Ed. Avapiés. Madrid 1995.
Museo de Historia de Madrid. Adquisiciones 2003-2006. Madrid 2007.
Mª C. Simón Palmer. Casas de Baños en Madrid. Anales del Instituto de Estudios Madrileños. 1975.
Estampa
. 20 marzo 1928.

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