La historia del barrio de la Alameda de Osuna, en el distrito de Barajas, es milenaria. En un pequeño cerro situado entre las calles de Antonio Sancha y Joaquín Ibarra perviven las huellas de tiempos muy lejanos, cuando la Alameda aún no era un barrio de Madrid, ni siquiera se había convertido todavía en la aldea medieval en cuyas afueras se construiría un castillo a finales del siglo XIV… el Castillo que hoy vamos a visitar… tiempos en los que aquí existió un humilde poblado de cabañas construidas con ramas y barro sobre zócalos de piedra rodeadas de un foso y una cerca de madera, junto a un arroyo, hace más de tres mil quinientos años.
La visita al Castillo de la Alameda supone un verdadero viaje en el tiempo, desde la prehistoria hasta la actualidad.
La tierra era de buena calidad y abundaban los manantiales de aguas delicadas y cristalinas, quizá por ese motivo hace tanto tiempo, en el Calcolítico o Edad del Cobre, en la ladera norte del Arroyo de Rejas, afluente del río Jarama, se estableció un poblado que vivió de la agricultura y la ganadería.
Los fértiles terrenos volvieron a ser habitados durante la Edad del Bronce y del Hierro, y permanecieron ocupados durante la época romana, en el siglo I, como han demostrado los hallazgos arqueológicos.
A partir del siglo IX, durante el asentamiento árabe la población se concentró en las zonas fortificadas, y las zonas rurales entre Mayrit y el río Jarama se fueron quedando vacías, hasta que siglos después, tras la conquista cristiana, fueron naciendo los pueblos que conocemos, Canillas, Hortaleza, Barajas, Rejas… y en el siglo XIII, La Alameda, junto a los numerosos álamos que crecían en las riberas del arroyo.
Llegaron los tiempos en que los reyes, de la dinastía Trastamara, concedían tierras a los nobles, los señoríos, a cambio de obtener su apoyo. Así las familias más acaudaladas eran también las dueñas de las aldeas y tenían representación en el Concejo o ayuntamiento madrileño.
Los vecinos, o pecheros, representantes de una familia, eran los únicos que pagaban tributos. Quedaban exentos nobles, clérigos, militares y pobres de solemnidad.
Uno de ellos fue el Señorío de El Alameda, así aparece nombrada la villa en los Libros de Acuerdos del Concejo en el siglo XV, que había sido otorgado a la poderosísima familia de los Mendoza. Se cree que fue Diego Hurtado de Mendoza quien alrededor del año 1400 mandó edificar el Castillo, en las afueras de la aldea.
El Castillo estaba rodeado por un impresionante foso protector.
Los fuertes muros de sílex, las torres y las almenas escondían el interior propio de un palacio, con estancias distribuidas en dos plantas que daban a un patio interior. Salones decorados con zócalos de cerámica, cocina, dependencias para los guardias… incluso una capilla.
El suelo del patio era de ladrillo y había dos pozos que aseguraban el suministro de agua en caso de necesidad.
En una esquina se levantaba la Torre del Homenaje, símbolo del Señorío, y lugar donde residía el Señor feudal.
Mediado el siglo XVI sus nuevos propietarios, los Zapata, transformaron el castillo defensivo en un palacio renacentista, acorde con los gustos de la época y los nuevos tiempos.
Sobre los restos de la viguería del forjado de lo que fue la planta superior original, en los muros antes cerrados al mundo exterior, se abrieron ventanales.
El foso se convirtió en un bello jardín con sus fuentes y estanques, paseos rodeados de árboles, y parterres. Como buen jardín del Renacimiento, tenía también un huerto, y su “fuente de burlas” con juegos de agua que sorprendían a los visitantes. Con el fin de facilitar el acceso al jardín se construyó un pasadizo que lo comunicaba con el interior del palacio, que también fue reformado.
Las dos plantas del castillo se transformaron en tres, y la entrada medieval de madera fue sustituida por un suntuoso pórtico de granito.
Los Zapata, fieles servidores de la Corona, cedieron su castillo en varios ocasiones, allí se alojó la reina Margarita de Austria en 1599 tras su boda con Felipe III, antes de su entrada en Madrid. También fue utilizado como cárcel de Corte, siendo allí encerrados notables personajes.
El poderío de los Zapata disminuyó durante el siglo XVII, en 1697 el castillo sufrió un terrible incendio, y ya no volvió a ser ocupado. Su piedra fue utilizada para otras construcciones cercanas, como el Capricho, de los Duques de Osuna, y el Panteón de los Fernán Núñez, herederos de los Zapata, y del palacio solo quedaron las ruinas.
En el siglo XVIII, abandonado el Castillo, la zona se convirtió en finca agraria, de la cual se conserva parte de la Casa del Guarda, quizá construida sobre la antigua Casa del Mayordomo, residencia del gobernador de la finca del Señor, ubicada junto al puente de entrada al castillo en la época en que pasó a manos de los Zapata.
En el siglo XIX la recia fortaleza, de gruesos muros de pedernal, luego lujoso palacio, estaba reducida a unas pocas ruinas en lamentable estado.
Durante la guerra civil fue utilizado y también quedan restos, como los huecos abiertos en los muros para disparar desde el interior, y el “nido de ametralladoras” :
Poco a poco Madrid fue creciendo, en 1950 fueron anexionados varios pueblos de esta zona noreste, y la Alameda, antigua aldea medieval construida sobre restos prehistóricos, se convirtió en un barrio residencial para clases acomodadas.
Como en tantas ocasiones, desde que se habló de la restauración del castillo hasta que por fin se llevó a cabo, pasó mucho más tiempo del anunciado, pero esta es una historia con final feliz. Ha sido sin duda una obra compleja, que además de la restauración del castillo incluyó las excavaciones arqueológicas que comenzaron en 1986.
Por las semillas localizadas se supo que en los alrededores había árboles de muchas especies, olivos, nogales, cipreses… y gran variedad de plantas y flores. Bajo el castillo aparecieron restos del poblado prehistórico, sus “despensas” y cerámicas… la vida de los primeros pobladores de la Alameda bajo las ruinas del castillo que esperaban ser restauradas.
En los primeros años del siglo XXI, la fortificación de origen medieval, única en Madrid, se había convertido en un lugar ocupado por el botellón, los grafitis, y la basura.
Pasados varios años, por fin los restos conservados fueron restaurados y otros elementos importantes -los muros del foso, la planta exterior y planta de la torre del homenaje-, fueron restituidos parcialmente, en mayo de 2010 se abrieron las puertas al público de este museo que forma parte del Eje Histórico-Cultural de la Alameda de Osuna y depende del Museo de los Orígenes.
Ya no hay huertos ni álamos, hoy día el antiguo castillo fortificado está rodeado de chalets adosados, los tiempos han cambiado -en general, felizmente-, y da gusto contemplar este museo vivo, acercarse a los restos del Castillo de la Alameda y recordar su historia.
Por: Mercedes Gómez
—-
Castillo de la Alameda
Entre las calles de Antonio Sancha, Joaquín Ibarra y Manuel Aguilar.
Abierto los fines de semana y festivos.
34 comentarios
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5 febrero 2012 a 20:39
churri
Magnifico Merche como te dije hace unos dias no tenia
ni idea de esta historia y mucho menos de que hubiera este castillo en la zona tendremos que hacer alguna excursion en
primavera.
Gracias por seguir descubriendo estas historias para tus
fieles que ya somos muchos.
CHURRI
5 febrero 2012 a 20:55
Mercedes
¡Hola Churri! me alegro de que te guste ¿a que es bonito? la primavera está cerca… 🙂
besitos
5 febrero 2012 a 23:13
J. J. Guerra Esetena
Y así, como quien no quiere la cosa, nos has contado una fantástica historia recorriendo miles y miles de años en unas cuantas líneas. Toda una lección de síntesis y de relato sugerente!!! No conozco el Castillo de La Alameda, pero me ha impresionado ese pedazo de foso. Sus jardines debieron ser preciosos.
Enhorabuena. Un abrazo, Jesús
6 febrero 2012 a 09:43
ROMO XIII
¡Qué barbaridad! Desde 2010 abierto al público y sin tener ni idea de lo que la zona escondía en sus estratos desde hace unos 3500 años.
Me asombra la facultad que tienes para conseguir información tan interesante y, además, narrárnoslo de forma tan amena.
Tienes los dones de la investigación y la comunicación…de momento.
Un beso de tu alumno.
6 febrero 2012 a 10:16
antonioiraizoz
Parece un buen ejemplo de consolodación y restauración de ruinas. En otras épocas se hubiera permitido una reconstrucción más fantasiosa de acorde a ese monumental foso. Prefiero el criterio riguroso y sincero actual.
Gracias por el estupendo recorrido que nos muestras.
Abrazos.
6 febrero 2012 a 15:51
Manuel
¡Habrá que volver a visitarlo! Cuando lo fui a ver, hará cosa de tres años, daba pena. Muy interesante que te remontes a la prehistoria. Gran post.
6 febrero 2012 a 20:41
Mercedes
Gracias Jesús, la verdad es que tuve que “recortar” , me salía un poco largo… y es que la historia tiene de todo ¿verdad?.
Hay que poner de nuestra parte, e imaginar cómo sería todo, pero eso también es bonito.
Un abrazo
Hola Manuel, ¿cómo que de momento… voy a perder mis poderes? 😦
bueeeeno 🙂 me alegra que te haya gustado,
gracias y un beso
6 febrero 2012 a 20:46
Mercedes
Hola Antonio, sí, parece que han hallado un buen término medio, una parte está “recreada”, pero quizá lo justo para poder hacernos una idea de cómo fue la fortaleza. Es muy interesante.
Un abrazo
Hola Manuel, ¡muchas gracias!,
Pues me hubiera gustado verlo “antes”, será interesante la comparación, si vas a verlo ya nos contarás.
7 febrero 2012 a 00:59
Doña Umé
Hola Mercedes!
¡Pues si que es que casualidad! . Ayer mismo por la tarde estuve allí, aunque voy con frecuencia, y compré el folleto explicativo porque está muy bien y se agota enseguida. (solo cuesta 1 euro)
Tu explicación es de lo mas completa y entretenida. La verdad es que queda muy poco de lo que debió ser aquello, aunque el recorrido está muy bien documentado.
Es una pena que se hayan ido llevando las piedras de sílex para otras construcciones , como toda la tapia del parque del Capricho o el Panteón de los Fernán Núñez . (debe ser de las pocas cosas que le quedaron a la duquesa, porque el palacio se lo vendió al Estado en el 1940 y tantos, por dos perras, cuando el marido la dejó sin un real. Eso me contaron).
Si venís a visitarlo, os queda muy bien el Metro de la Alameda de Osuna , y luego, subir andando recto en dirección a Joaquín Ibarra, no llega a 10 minutos.
El horario es el mismo que el de El Capricho. En invierno, lo cierran a las 6 de la tarde, Ayer, no había nadie, bueno, YOOoooooo!!…Ja, Jaaaa!!.
Me ha hecho mucha ilusión, Mercedes.
Muchas gracias. Un beso.
7 febrero 2012 a 14:44
Mercedes
¡Hola doña Umé, sí que es casualidad!, aunque si vives cerca no me extraña que vayas a menudo… es muy interesante, los paneles lo explican muy bien, y como me gustan tanto las ruinas…
El folleto “grande”, el que cuesta 1 euro (es un regalo), es estupendo, también se puede descargar en el enlace que pongo al final del artículo.
Gracias por todo lo que nos cuentas, al pobre castillo le pasó como a nuestra muralla, su piedra, tan buena, fue utilizada para construcciones varias.
Me hubiera gustado poner una foto de la tapia del Capricho, pero no la tengo (de momento).
me alegro mucho de que te haya gustado y de que como siempre aportes cositas.
Un beso
7 febrero 2012 a 16:37
Bélok
Que bonita toda la historia Mercedes. Parece mentira que cuatro piedras tengan tanta historia que contar. Yo no lo conozco. ni sabía de su existencia, pero menos mal que te tenemos a tí para abrirnos los ojos a lo que no vemos.
7 febrero 2012 a 19:28
Mariarosa
CAda vez que recuperan lugares que estuvieron presentes en nuestros orígenes es una gran alegría…y cuando alguien les concede visibilidad para que los madrileños y sus visitantes y amigos los conozcamos, como tú has hecho, es como una fiesta. Muchas gracias
7 febrero 2012 a 22:09
Mercedes
Hola Bélok, gracias,
la verdad es que no le dan mucha publicidad a estas cosas, y es una pena.
Nos contaron que tienen la intención de organizar cosas conjuntamente con El Capricho, y eso será bueno para el Castillo, así se conocerá más.
7 febrero 2012 a 22:12
Mercedes
¡Gracias a tí María Rosa! fue un paseo bonito ¿verdad?
mira que si nos llegamos a encontrar con doña Umé… 🙂
7 febrero 2012 a 23:48
Doña Umé
Hola Mercedes!
Pues, si María rosa y tú os llegáis a encontrar con Doña Umé …..Puede ser, que saliérais corriendo despavoridas al pensar que era el fantasma del castillo..Jaa, jaaaaaa!!!!…Jaaa!!!….
No me puedo parar de reir, Mercedes….
Esto no es serio, pero es muy divertido.Jaaa…!!
Un beso para las dos, por lo del susto.
8 febrero 2012 a 00:04
Mercedes
🙂 Hola doña Umé, pues asustarme no… pero sí que me has hecho reir a mí también, qué buen humor…
no me digas que no hubiera sido estupendo encontrarnos allí en ese alegre castillo, seguro que a María Rosa le hubiera encantado también, tenemos mucho palique las dos jajajaja y me parece que tu también…
bueno, que nos perdonen los demás, no todo tiene que ser serio.
un besazo y ¡buenas noches!
15 febrero 2012 a 16:57
Pilar Gonzalez Gonzalez
gracias por la informacion sobre éste castillo que no sabia de su existencia. Pronto iré a Madrid y aprovecharé para visitarlo.
16 febrero 2012 a 22:56
Mercedes
Gracias a tí Pilar, espero que te guste el Castillo cuando vengas a Madrid y vayas a visitarlo.
Saludos y ¡bienvenida!
7 marzo 2012 a 00:02
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Rafael
Mercedes, siguiendo con mi tema, he incorporado una nueva entrada en «La muralla reciclada» que creo encontrarás, al menos, curiosa.
2 febrero 2013 a 19:03
Mercedes
Gracias Rafael, la leeré encantada.
Saludos
15 julio 2013 a 01:38
raquel
es tan interesante y ni se sabe que existe. pues no se anuncia como todo en la cultura de este país se da mas importancia a las películas que a la cultura. pero debería de ponerse plantas en sus alrededores lo mas parecidas a las que son autóctonas en estos terrenos, parece como esta una serie de ruinas sin importancia. gracias a una amistad supe de ello no por ser anunciado culturalmente.
19 julio 2013 a 21:51
Mercedes
Gracias por tu comentario Raquel,
es verdad que deberían darle un poco más de difusión, merecería la pena.
Saludos
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Mercedes
Hola, Feli, espero que lo disfrutes, ya nos contarás.
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