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Una de las exposiciones que estos días podemos visitar en Madrid es Los Machado. Fondos de la Colección Fundación Unicaja, en el Instituto Cervantes.
Además de mostrarnos su importante contenido histórico y literario, los documentos y objetos expuestos en la antigua Sala de operaciones del Banco Español del Río de la Plata, actual Instituto Cervantes, transmiten emoción. Nos cuentan la historia, la vida de los Machado, Manuel y Antonio, y también de su familia, sus abuelos, sus padres, hermanos y sus descendientes.
Fotografías, versos, cartas…, algunas sobre aspectos personales, la enfermedad… o meramente cotidianos, que llegan al alma.
La poesía de Manuel, la de Antonio, el teatro de ambos… Además esta exposición no podía olvidar la huella de los hermanos en Madrid, recordando sus poemas y otros escritos sobre nuestra ciudad.
Hace tiempo ya hablamos aquí de la vida de Antonio Machado en Madrid, con solo alguna referencia a Manuel.
Llaman la atención unos textos escritos a mano, con sus correcciones, por Manuel Machado sobre la ciudad en la que vivió, trabajó y murió. Son unas treinta hojas sueltas que han aparecido en el fondo machadiano de la Fundación Unicaja escritos desde un punto de vista histórico-urbanístico, sobre algunos edificios y calles. Las Descalzas Reales, la Torre de los Lujanes…
No olvidemos que Manuel Machado fue director de la Biblioteca y de la Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid. Y el primer director del Museo Municipal, hoy Museo de Historia.
Una exposición extraordinaria, para ver y leer con calma. En el Instituto Cervantes, Alcalá, 49.
Hasta el 9 febrero 2020.
De martes a sábado de 11h a 21h y los domingos de 11h a 16 h (excepto el jueves 12 y el viernes 13 de diciembre)
Mercedes Gómez
Ayer 26 de julio recordábamos a Antonio Machado, que nació en Sevilla ese día de 1875, pero vivió durante largo tiempo en Madrid, aquí creció, estudió, escribió, asistió a tertulias, vivió su amor secreto… Hablamos de su historia hace tiempo aquí.
Hoy he visitado una exposición en la Casa de Vacas en El Retiro en torno a ese amor, y otras muchas cosas interesantes que desconocía, “En torno a Guiomar”. Pincel y pluma en la Edad de Plata española.
La comisaria es Alicia Viladomat Martínez Valderrama, nieta de Pilar de Valderrama, Guiomar, el amor secreto de Machado.
La muestra es un homenaje de su descendiente a toda la familia y sus múltiples lazos con la cultura y personajes de la época (poesía, teatro, pintura…)
Pilar y su marido Rafael Martínez Romarate tuvieron tres hijos, Alicia, Mª Luz y Rafael. Alicia se casó con el cineasta y pintor Domingo Viladomat, padres de Alicia Viladomat. En ese árbol genealógico aparece también el artista Victorio Macho, casado con Mª Soledad Martínez Romarate, hermana de Rafael.
La primera parte de la exposición es la dedicada a Pilar de Valderrama (Madrid, 1889 -1979).
El primer encuentro con Machado fue en 1928, en Segovia. En uno de los paneles leemos algunas cartas que él le envió a ella, que a mí me producen tristeza, pero sin duda son muy bellas.
De ella, un poema publicado en el diario ABC en 1970, Como si no me doliera.
La segunda parte muestra las pinturas de Domingo Viladomat (1913-1994).
Y en la tercera y última descubrimos la participación de Pilar y su marido Rafael en el mundo teatral, la creación del primer teatro de cámara, el Teatro Fantasio, en su propia casa del Paseo de Rosales, de 1929 a 1930.
Vemos también algunos de los proyectos para la escenografía de algunas obras representadas, de Viladomat.
Victorio Macho realizó los retratos de Rafael Martínez Romarate y de Pilar Valderrama. A ella la pintó con peineta y mantilla.
En la Casa de Vacas del Retiro. De 10 h a 21,30 h. Hasta el próximo miércoles 31 de julio.
Por: Mercedes Gómez
Antonio Machado nació en 1875 en Sevilla y murió el 22 de febrero de 1939 en Colliure, Francia. El próximo sábado se cumplen 75 años de su muerte.
Estos días de homenajes y recuerdos nos invitan a volver a leer sus poemas, evocar su figura y su vida en nuestra ciudad, y pasear por los barrios que frecuentó. Antonio Machado vivió durante largo tiempo en Madrid, aquí creció, estudió, escribió, vivió su amor secreto… Tuvo numerosos domicilios aunque nunca llegó a tener una casa en propiedad. Las mudanzas estuvieron motivadas, además de por los cambios familiares y profesionales, en gran medida por razones económicas.
Su familia llegó a Madrid en 1883, Antonio tenía ocho años de edad. El primer barrio que conocieron fue el de Salamanca cuya construcción había comenzado pocos años antes; se instalaron en un piso interior de la calle Claudio Coello nº 13 (*), esquina con la calle Villanueva.
El domicilio fue elegido entre otras razones porque se encontraba cerca de la Institución Libre de Enseñanza, colegio al que los niños de la casa, los mayores Manuel, Antonio y José acudieron a estudiar, en la calle Infantas nº 42, próximo a la plaza del Rey. Caminando por la calle Villanueva hacia Recoletos, atravesando Serrano, no demasiados minutos después llegarían a la plaza del Rey, ¿quizá por la calle Almirante hasta la del Barquillo?
Precisamente al año siguiente se trasladaron al número 3 de Almirante, principal izquierda, un piso más grande y más cercano al colegio. Era un bonito –entonces nuevo– edificio construido por el Marqués de Cubas.
La Institución Libre de Enseñanza fue trasladada al paseo del General Martínez Campos 14 –sede que hoy acoge la Fundación Giner de los Ríos– y la familia en el verano de 1885 se mudó a un segundo piso de la calle Santa Engracia 52, una vez más muy cerca de la escuela.
Antonio Machado fue a este colegio durante seis cursos, hasta los 14 años. Entonces aprobó el examen de ingreso al Instituto de San Isidro de la calle Toledo, cuyo claustro quizá recorría todos los días antes de acudir a clase.
Al año siguiente le trasladaron al Instituto Cisneros, en la calle de los Reyes.
Después de otros cambios de domicilio sobre los que hay datos más dudosos, los Machado se mudaron a la calle Fuencarral, que recorrerían casi entera empujados por los numerosos avatares que sufrieron. El primer edificio que habitaron fue en el número 46, junto al Humilladero de Nuestra Señora de la Soledad. Pero la muerte del padre les obligo a trasladarse al nº 98, cerca de la glorieta de Bilbao; y en 1896 la muerte del abuelo, que aportaba la mayor parte de los ingresos familiares, los problemas económicos los trasladaron a un piso aún más modesto en el nº 148 de la misma calle, poco antes de llegar a la glorieta de Quevedo.
En 1909, ya casado con la joven Leonor –que murió solo tres años después–, desde Soria el escritor volvió a Madrid. Entonces su madre, Ana Ruiz, y sus hermanos, tenían un nuevo domicilio, habían abandonado la calle Fuencarral y vivían en la Corredera Baja de San Pablo número 20.
En la primavera de 1917 la familia realizó el que fue su último cambio de vivienda en Madrid, alquilando una espaciosa casa de ocho habitaciones en la calle del General Arrando, 4, 1º dcha., cerca de la plaza de Chamberí.
En 1928 Antonio Machado conoció a Pilar de Valderrama, Guiomar, que también era escritora y al parecer le admiraba. Pilar fue a Segovia, donde entonces vivía el poeta, para verle, y él se enamoró de ella. Estaba casada, su marido la engañaba, su matrimonio no era feliz. Le quería, pero “por fidelidad a sus creencias –era católica– y a sus hijos no podía ofrecerle más que una amistad sincera”. Si no, no se volverían a ver.
Él cada semana llegaba en el tren desde Segovia hasta la Estación del Norte y subía atravesando el parque del Oeste hasta el paseo de Rosales donde ella vivía… a veces la veía asomarse, otras veces no.
Se encontraban secretamente. Durante el verano se refugiaron en los jardines de la Moncloa que por entonces eran propiedad, junto con el Palacio, del Ministerio de Instrucción Pública. Se sentaban en un banco de piedra, cerca de una fuente, por eso lo llamaban el Jardín de la Fuente, y Machado puso al banco el nombre de banco de los enamorados.
Hoy día, sede de la Presidencia del Gobierno, no se pueden visitar. A pesar de que tanto los jardines como el palacete fueron destruidos durante la guerra, luego reconstruidos, la fuente sobrevivió, así nos lo cuenta Ian Gibson en su biografía del escritor, Ligero de equipaje.
Cuando llegó el otoño comenzaron a verse en un café de Cuatro Caminos que ya no existe.
A pesar de lo que ella escribió en sus memorias Sí, soy Guiomar, no está claro que correspondiera a Machado, ¿cuáles eran sus motivaciones?, ¿buscaba beneficios para su propia obra literaria?… Lo único cierto es que vivieron un amor puramente platónico que hizo sufrir mucho al poeta. Leer las cartas que Antonio envió a su amada, las que la diosa conservó de su poeta, pues la mayor parte las destruyó o borró párrafos comprometidos, encoge el corazón.
Sevilla, Madrid, París, Soria, Baeza, Segovia…
Machado volvió a Madrid en 1932 tras conseguir una plaza de profesor titular en el Instituto Calderón de la Barca.
Durante esta última etapa de su vida tanto él como su hermano Manuel eran asiduos de las tertulias. Al parecer cambiaban a menudo de local, cuando era demasiado conocida su presencia en algún café y querían huir de compañías no deseadas.
Sus preferidos fueron: el Varela en la calle Preciados, esquina Santo Domingo; el Español en la calle Carlos III junto al Teatro Real; y el más famoso, el Café de las Salesas en la calle Bárbara de Braganza, por la foto que le hizo Alfonso a finales del año 1933, publicada en el diario La Libertad el 12 de enero de 1934, junto a la periodista Rosario del Olmo, que iniciaba con Machado una serie de entrevistas dedicadas a los “deberes del arte” en momentos difíciles.
Aunque la foto más reproducida y conocida es una copia recortada en que aparece solo el poeta.
No es el único recuerdo que Madrid guarda de Antonio Machado. Ninguna placa municipal pero sí una instalada por la Sociedad General de Autores en 1985 en este último domicilio conocido del poeta en Madrid, con motivo del homenaje nacional a Federico García Lorca, Miguel Hernández y el propio Machado.
En 1986 fue colocado un busto de bronce del poeta en los jardines del Centro Cultural que lleva su nombre, en el distrito de San Blas, calle San Román del Valle 8.
Recordemos también las Cabezas obra del escultor Pablo Serrano, de las que tenemos tres ejemplos. Una en el Museo de Bellas Artes de San Fernando. El monumento-fuente dedicado por el Pueblo de Madrid al poeta Antonio Machado en la Ciudad de los Poetas, en terrenos de la antigua Dehesa de la Villa; tanto la calle en la que se ubica el monumento como la estación del metro que nos lleva hasta allí, se llaman Antonio Machado. Y la última, en los jardines de la Biblioteca Nacional.
En 1936 consiguió la Cátedra de Lengua y Literatura francesas del Instituto Cervantes de 2ª Enseñanza, entonces ubicado en la calle Prim, un barrio que él conocía bien. Pero comenzó la guerra y Machado se marchó a Valencia. Nunca volvería a Madrid.
Las últimas fotografías que se conservan del escritor muestran un hombre muy desmejorado y cansado.
Antonio Machado murió el 22 de febrero de 1939. Hacía poco más de un mes que había abandonado España con su madre, en un penoso viaje bajo la lluvia desde Barcelona hasta la frontera con Francia. Tenía 64 años. Su madre murió tres días después, con 88.
Fue un final muy triste. Machado guardaba varios poemas en el bolsillo de su abrigo, los encontró su hermano José, uno de ellos dedicado a Guiomar.
Por Mercedes Gómez
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Bibliografía:
GIBSON, Ian. La vida de Antonio Machado. Ligero de equipaje. Ed. Aguilar, Madrid 2006.
Nota (*) : Claudio Coello, 16 (según la web memoriademadrid )
La historia de las Cabezas de Antonio Machado comenzó en 1966 cuando un grupo de ciudadanos quiso rendir un homenaje al escritor. El lugar elegido fue Baeza, el pueblo de Jaén donde el poeta había pasado varios años de su vida. Dentro de los actos previstos el más importante era la inauguración de un monumento diseñado por el arquitecto Fernando Ramón, en el que sería colocada la escultura realizada por Pablo Serrano, la Cabeza de Machado, fundida en bronce.
Intelectuales, artistas, estudiantes, destacados escritores, amantes de la poesía… se dirigieron a Baeza desde Madrid y desde muchos otros lugares de España, con la escultura, que según cuentan viajó bien protegida en un modesto automóvil “dos caballos” conducido por el arquitecto.
Pero el homenaje no tuvo lugar, la autoridad competente no lo permitió, al parecer de forma contundente. Según la prensa de la época, la excusa oficial fue que “el monumento no estaba terminado” pero, entre otras cosas, a las autoridades no les gustó “el descuido en el vestir” que mostraban los asistentes, quizá les pareció similar al del propio Machado, “ya conocéis mi torpe aliño indumentario”, como él mismo dijo al escribir su propio “Retrato”.
De forma que todos los integrantes de la comitiva, junto con la escultura, que habían viajado hasta Baeza volvieron a Madrid.
También se pudo leer en los periódicos que en 1970 cuando se fundó la librería Antonio Machado en la calle de Fernando VI, allí se trasladó, para al año siguiente volver a ser resguardada en casa de uno de los organizadores del fallido homenaje, donde pasó varios años, a la espera de poder llegar a su destino. Pero este hecho no he podido ratificarlo, nadie actualmente en la librería puede dar fe de ello.
Poco a poco los tiempos fueron cambiando.
En 1981 Pablo Serrano fue nombrado Académico de Bellas Artes y el escultor regaló a la institución otra Cabeza de Machado. Allí podemos contemplarla hoy día, en la tercera planta del museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando se encuentra la “Interpretación al retrato de Antonio Machado” que, como indica el cartel explicativo del museo, “esta poderosa cabeza… no es una recreación literal sino que interpreta el espíritu del poeta andaluz y su gesto serio, un tanto amargo…”
Al año siguiente el artista aragonés visitó Soria, donde Machado también fue profesor durante unos años, y donó a esta ciudad otra escultura de la serie, la cual fue instalada sobre un pedestal de piedra frente al instituto donde el escritor había impartido sus clases.
Por fin en 1983 se pudo realizar el homenaje que no había podido celebrarse diecisiete años antes. Casi con los mismos protagonistas de entonces, aunque algo más viejos, el busto fue colocado en Baeza.
En 1985 se celebró otro homenaje nacional, a Federico García Lorca, Miguel Hernández y al propio Machado. Con este motivo, el día 15 de octubre la Sociedad General de Autores instaló en el edificio de la calle del General Arrando nº 4, la que creo única placa que recuerda el paso del poeta por los numerosos domicilios que tuvo en Madrid a lo largo de su vida. Dos días antes se había inaugurado el monumento dedicado por “El Pueblo de Madrid al poeta Antonio Machado” en un barrio conocido más por el nombre de la empresa constructora Saconia, que por el bello nombre de la Ciudad de los Poetas, en terrenos de la antigua Dehesa de la Villa. Tanto la calle en la que se ubica el monumento como la estación del metro que nos lleva hasta allí, se llaman “Antonio Machado”.
Diseñado por el arquitecto Joaquín Roldán, acoge una nueva Cabeza, obra del mismo autor, de gran tamaño; fue inaugurado en presencia de los vecinos, artistas y del entonces alcalde Enrique Tierno Galván, como indica una de las dos lápidas; la otra parece que grita:
¡Madrid, Madrid!, ¡Qué bien tu nombre suena.
Rompeolas de todas las Españas!
La tierra se desgarra, el cielo truena.
Tú sonríes con el plomo en las entrañas.
(Antonio Machado. 7 de noviembre de 1936)
Poco después de la inauguración del monumento, el 26 de noviembre de ese mismo año 1985 en Madrid, murió Pablo Serrano, sin duda uno de los escultores españoles más importantes del siglo XX.
En 1994 se inauguró su museo, el Museo Pablo Serrano, en la ciudad de Zaragoza.
Como nos cuentan en esta institución, el propio escultor dejó instrucciones de que se hiciera más de un vaciado del molde original de la Cabeza de Antonio Machado. A Pablo Serrano le gustaba que sus obras llegaran a cuánto más público mejor, y sin duda a lo largo de su vida demostró ser un artista generoso.
Como hemos visto la primera fue la de Baeza, que realizó de forma gratuita. Existen ejemplares en tres tamaños. La mayor mide alrededor de un metro de altura, como la de la fuente de la Dehesa de la Villa. La mediana más de 60 centímetros, como la de Bellas Artes. Y existe un tamaño menor, de unos 18 cm.
En el propio museo hay varios ejemplares. Una de gran tamaño, una mediana y otra pequeña, además de un original de la pequeña, en escayola.
Existen tres Cabezas fuera de España, dos de ellas en dos de los museos más importantes del mundo. Una forma parte de la Colección del Museo de Arte Moderno de París, o Centre Pompidou realizada en 1962 y adquirida por el museo en 1971, otra se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, el MoMA, según información del propio museo, esta obra, «Head of Antonio Machado» fue adquirida en 1967. Ambas son de tamaño mediano. Y la tercera, en la Universidad Brown, en Providence, Rhode Island (EEUU), de la que no he conseguido obtener ningún dato.
Existe además algún ejemplar en Colecciones particulares, pero estas no están catalogadas en el Archivo del Museo Pablo Serrano.
Y finalmente, el 19 de junio de 2007 fue colocada la última Cabeza, sobre un pedestal del diseñador Alberto Corazón, en los jardines de la Biblioteca Nacional en el Paseo de Recoletos. Homenaje al poeta, que nos recuerda que “se hace camino al andar”.
Texto y fotografias por : Mercedes Gómez
Madrid, agosto de 2008
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Fuentes:
Museo Pablo Serrano de Zaragoza.
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Madrid.
The Museum of Modern Art. Department of Painting and Sculpture. New York.
VVAA. Pablo Serrano 1908-1985. Las huellas del Caminante. Catálogo exposición. Gobierno de Aragón/Ibercaja 2008.
Diario El País
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