Pedro de Ribera fue un arquitecto y un hombre singular. Un arquitecto madrileño que contribuyó en gran medida a construir la imagen de un nuevo Madrid, y sin duda uno de los más brillantes e imaginativos. Quedan como recuerdo sus construcciones, y sobre todo sus inconfundibles portadas, pero además Ribera participó en las mejoras urbanísticas de Madrid del siglo XVIII con obras de gran envergadura. Ya conocemos alguna de sus primeras obras, la ermita de la Virgen del Puerto, y el Cuartel del Conde Duque, más adelante quizá visitemos otras, hoy de momento os invito a conocer un poquito su vida y recorrer las calles del barrio donde siempre vivió, Lavapiés.
Nació en Madrid, el día 4 de agosto de 1681, en la calle del Oso, donde vivían sus padres, Juan de Ribera y Josefa Pérez.
Su padre era aragonés y se había trasladado a la capital con la intención de desempeñar su profesión de carpintero ensamblador. Así, el niño Pedro creció en un ambiente humilde pero relacionado con el mundo de la arquitectura, por lo que aprendió pronto el oficio y estuvo en contacto desde pequeño con maestros de obras y arquitectos, gracias a lo cual empezó a formarse en esta disciplina de forma natural.
A lo largo de su vida Ribera se casó tres veces y tuvo nueve hijos.
En 1702 -entonces vivía en la cercana calle de San Cayetano-, con 21 años se casó con Juana Verdugo, realizando lo que podríamos llamar un buen matrimonio, sin tener aún una profesión definida. En esta situación, se enroló en el ejército de Felipe V como jornalero en las Obras Reales. Su trabajo fue de carpintero encargado de levantar las tiendas de madera en el frente en la frontera con Portugal. Y así obtuvo el cargo de Maestro de Tiendas de Madera de Campaña de la Real Caballeriza.
Aunque nació unos años después y se le considera discípulo y continuador de Teodoro Ardemans (Madrid, 1661-1726) y José Benito de Churriguera (Madrid, 1665-1725), los tres forman el grupo de arquitectos representantes del llamado Barroco Castizo. Este término fue empleado durante mucho tiempo de forma peyorativa, refiriéndose a la arquitectura barroca desarrollada por los arquitectos madrileños cuando ya se estaba introduciendo el clasicismo importado del extranjero, sobre todo Italia y Francia.
El rey francés, el primer borbón llegado a España con el inicio del siglo XVIII, relegó a los artistas locales y apoyó la renovación que anulara la herencia tradicional. Es cierto que Felipe V sentó las bases para la modernización de Madrid, pero también que cerró las puertas a una serie de artistas locales que sin duda podían ofrecer mucho a la arquitectura y a la historia del arte madrileños.
En 1711, contando treinta años, se casó por segunda vez, con Juana Ursula Voiturier. Como en el matrimonio anterior, él poco pudo aportar a la buena dote de ella. Según consta en los documentos, ambas mujeres debían tener buen gusto, y aportaron además de joyas, cucharas de plata, y ropa de vestir para la casa muy elegante, encajes, colchas blancas… así como exquisitos muebles de madera y utensilios de cocina.
En esta ocasión, vivieron en la calle de Mesón de Paredes, frente a la Fuente de Cabestreros.
Tenía ya 34 años cuando Ribera por fin consiguió el titulo de Alarife de la Villa que le permitió además de tener un sueldo fijo desarrollar la profesión de arquitecto. Así que a partir de los 35 años creó sus obras más importantes y su prestigio fue creciendo, gracias sobre todo al apoyo del alcalde. En 1715 don Francisco de Salcedo y Aguirre, Marqués de Vadillo, fue nombrado corregidor de Madrid por Felipe V, y enseguida supo valorar el arte de Ribera, con quien además parece ser entabló una relación amistosa, y le encomendó obras arquitectónicas o urbanísticas que resultarían importantísimas para la ciudad. Su colaboración se mantuvo hasta la muerte del Marqués -en 1729-, quien fue enterrado en la ermita de la Virgen del Puerto, en el sepulcro obra de su amigo.
En los dos años siguientes participó en dos obras muy importantes, que felizmente aún podemos disfrutar: el Cuartel de los Guardias de Corps o Cuartel del Conde Duque, y el Puente de Toledo. Fue por entonces cuando consiguió el cargo de Teniente del Maestro Mayor.
Estos años fueron de gran importancia en la trayectoria de Ribera. Hacia 1722 se encargó de continuar las obras que estaban a cargo de José Benito de Churriguera en la Iglesia de San Cayetano, en la calle de Embajadores. La Iglesia de Nuestra Señora del Favor, parroquia de San Millán desde 1869, hoy más conocida como San Cayetano, fue sin duda uno de los edificios barrocos más monumentales de Madrid.
A pesar de lo que se pensó durante mucho tiempo, la construcción de San Cayetano comenzó en el siglo XVII, no en el XVIII, y terminó en 1761, época en las que las huellas de Ribera debían ser mucho más notorias que en la actualidad. La iglesia sufrió un grave incendio en el siglo XIX y durante la guerra civil fue prácticamente destruida y luego reconstruida. Por unos dibujos encontrados en 1928 se sabe que el proyecto de Ribera nunca llegó a realizarse tal como el arquitecto lo había diseñado, sino que tanto la cúpula como la ornamentación de la fachada e interior fueron muy simplificadas.
Ribera y sus padres pertenecían a la Congregación de Nuestra Señora de la Pureza y el Santo Cristo de la Divina Providencia, grupo que jugó un papel importante en la construcción del nuevo templo. El arquitecto participó además de en la construcción, económicamente, tanto de forma directa, como con la aportación que tuvo que hacer al profesar dos de sus hijos.
Y es que la iglesia y el barrio en que está enclavada significó mucho en la vida de Ribera y de su familia. Allí cerca nació, en la calle del Oso, y allí vivió. Tras varias casas en las que vivió de alquiler, siempre en el barrrio, Pedro de Ribera llegó a ser el dueño de varios edificios en Madrid, pero su casa principal la construyó en la calle Embajadores nº 26, frente al templo.
Una placa junto a la puerta adintelada dice que el edificio fue propiedad y residencia del Arquitecto y Maestro Mayor del Ayuntamiento Pedro de Ribera.
En San Cayetano tomaron el hábito religioso tres de sus hijos, fueron enterrados sus padres, su hermana Matea, sus dos últimas esposas y él mismo.
Primero alarife municipal, luego Teniente, y por fin Maestro Mayor de las Obras de Madrid. En poco espacio de tiempo murieron, primero Churriguera y luego Ardemans, cuyo cargo heredó Ribera.
El máximo cargo municipal Maestro Mayor de Obras y Fuentes de la Villa y sus Viajes de Agua lo alcanzó en 1726, con 45 años y viudo nuevamente. Ocho años después, a la edad de 53 años, esta vez sí ya en una buena posición, se volvió a casar con Francisca Vallejo.
Entre 1722 y 1726, en todo su apogeo creativo, se produjo la reedificación del Antiguo Hospicio de San Fernando, uno de los edificios más representativos de su estilo y emblemático de Madrid, en la calle Fuencarral nº 76; la Iglesia de San José, los Palacios de los duques de Santoña, Marqués de Perales, Miraflores…
Los cronistas del siglo XIX fueron implacables con Ribera. Fernández de los Ríos, por ejemplo hablando de Fuente de la Fama afirma que Ribera, discípulo de la escuela churrigueresca, «parecía dibujar los monumentos apretando un borrón de tinta entre dos papeles…»
Pedro de Ribera fue un arquitecto autodidacta, que consiguió crear un lenguaje propio, distinto, quizá lo máximo a que puede aspirar un artista. Inimitable y genial, consiguió con el tiempo ser reconocido y su arquitectura formar parte de la imagen de Madrid.
Gracias a su tesón y talento hoy día gozamos de algunas de las mejores obras del barroco del siglo XVIII, heredero del mejor barroco madrileño del siglo XVII. Pedro de Ribera, incansable en su trabajo hasta el final, murió el 19 de octubre de 1742, en Madrid. Tenía 61 años.
Fue enterrado en San Cayetano, su iglesia, junto a la calle en la que nació y la casa en la que vivió, y desde entonces allí descansa.
por Mercedes Gómez
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Bibliografía:
Catálogo Exposición El arte en la corte de Felipe V. Madrid 2003.
Verdú Ruiz, Matilde. La obra municipal de Pedro de Ribera. Ayuntamiento de Madrid. Madrid, 1988
Verdú Ruiz, Matilde. Intervención de Pedro de Ribera en la Iglesia y Convento de San Cayetano en Madrid. Boletín de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Segundo semestre de 1993. Número 77.
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ACTUALIZACIÓN 9 ENERO 2014
En algunos lugares aparece como fecha del nacimiento de Teodoro Ardemans el año 1664. Es la que dio Ceán Bermudez en su Diccionario Histórico, pero gracias a las investigaciones de Ciriaco Pérez Bustamante publicadas en su trabajo “Claudio Coello. Noticias biográficas desconocidas”. Boletín de la Sociedad Española de Excursiones. 1918, 3er. trimestre se sabe que Teodoro nació en Madrid el 30 de junio de 1661.
Corregido queda pues el año de 1661 es la fecha aceptada por la mayoría de especialistas.
32 comentarios
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24 mayo 2011 a 08:04
María Rosa
Así me gusta empezar el día…conociendo a fondo más cosas de Madrid, de esta ciudad inacabable y llena de sorpresas, que tu nos vas mostrando con tanto arte.
24 mayo 2011 a 16:50
J. J. Guerra Esetena
Hola Mercedes:
Magnífico artículo. Tengo debilidad por Pedro de Ribera, me parece tan genial y único que me da pena que muchas de sus obras hayan sido derribadas o menoscabadas. Afortunadamente, la corriente clasicista que tanto desprestigió el «barroco castizo» languideció (llegué a leer en la Revista de Obras Públicas que «el Puente de Toledo era de mal gusto») y hoy casi todo el mundo coincide en la genialidad de aquel estilo tan nuestro.
Lástima que la obra de Churriguera corriera peor suerte y conservemos mucho menos que de Ribera.
Enhorabuena. Muchas gracias, Jesús
24 mayo 2011 a 20:05
Mercedes
Gracias María Rosa,
es verdad, Madrid es inacabable, ¡hay tantas cosas por descubrir!
24 mayo 2011 a 20:09
Mercedes
Hola Jesús, muchas gracias a tí,
creo que a todos (o casi) los que amamos Madrid nos encanta Ribera. Al menos sabemos que al final no le fue mal en la vida… parece que era muy trabajador pero discreto, no le gustaba mucho «figurar».
Tienes razón en lo de Churriguera, realmente en la ciudad de Madrid poco suyo queda. Una pena.
24 mayo 2011 a 23:15
cecilia
Le pusieron a caldo sus contemporáneos. En los libros de crónica madrileña no faltan calificativos peyorativos para Ribera. Pero ahí siguen, espléndidas, las portadas del antiguo Hospicio y la del cuartel de Conde Duque. Y la fuente de la Fama (aunque ahora la han eclipsado las obras del museo municipal). Su espíritu permanece en algunos rincones. Para que disfrutemos con lo que dejó.
24 mayo 2011 a 23:43
jose casado
Hola Mercedes. Veo que has subido al fin el post sobre Pedro Ribera, que a sido, como siempre, un placer leerlo. Tu trabajo se ha dedicado más a su biografía, así que podre subir mi post, cuando lo acabe, ya que se centra mas en su obra.
muchas gracias y un saludo.
25 mayo 2011 a 11:16
Manuel Romo
Buena biografía, Mercedes, parece que hubiera caído en tus manos algún diario de D. Pedro, arquitecto castizo en todos los sentidos, tanto en el de su descendencia como en el de su obra.
¡Y benditos sus borrones de tinta!
Un beso.
25 mayo 2011 a 15:23
Miguel Ángel de Móstoles
¡Mercedes!
He estado un poquito chungo, pero créeme que tus posts son una gran medicina.
Desde que te leo, soy menos ignorante.
¡Un abrazo!
25 mayo 2011 a 20:29
Mercedes
Eso es, Cecilia, su espíritu permanece, por suerte para nosotros. Ribera trabajó muchísimo para Madrid, y nos dejó su huella.
Hola José, sí, al fin me decidí, ya sabes que espero tu artículo con muchas ganas.
Saludos y muchas gracias a tí.
Gracias, Manuel, es la vida de un hombre que era bueno en lo suyo y por eso salió adelante. Según parece escribió poco, por eso no se conocen mucho sus opiniones sobre arte, pero los documentos sí nos cuentan cositas sobre su persona, y sobre todo nos dejó su maravillosa obra y sus borrones de tinta.
un beso
¡Hola Miguel! ¿has estado malito? te hacía ocupado por trabajo…
Me alegro de tu vuelta, y cuídate por favor 🙂
besos
25 mayo 2011 a 23:10
paco
Después de leer la historia de este hombre me ha entrado una duda: ¿se casaría tantas veces para no quedarse sin trabajo? 😉
Estupendo post, como siempre. Deberías poner un buscador interno en el blog, la info que das es muy completa, así se evitarían muchas horas de navegación.
Un beso
25 mayo 2011 a 23:32
Bélok
Yo soy otro gran admirador de la obra de Ribera. Sus portadas, el Puente de Toledo, la torre de Montserrat, cuantas obras de arte nos dejó este hombre. Es una pena que de Churriguera en la ciudad solo quede el retablo de las Calatravas, pero de Ribera tenemos mucho, suficiente como para admirarle de por vida. El post está genial Mercedes, tratando su vida por Lavapies y descubriendo que estuvo casado tres veces. Madre mía, casi tiene más mujeres que portadas.
26 mayo 2011 a 19:24
Mercedes
Hola Paco, parece ser que era muy religioso, y que eso de volverse a casar era lo normal, pero Ribera reincidió 🙂
Es curioso, he escrito poco sobre la vida de los artistas, pero dos de los que he hablado, Pedro Texeira y Manuel Pereira, ambos enviudaron, pero no se volvieron a casar.
Paco, hay un buscador 😦 además está dos veces (vaya usté a saber porqué lo puse dos veces, cosas de mi relación con la informática), quizá se ve poco, está ahí perdido, intentaré ponerlo más arriba.
Y arriba de todo tienes un Indice por temas, por si te puede ser útil.
¡muchas gracias!
un beso
26 mayo 2011 a 19:26
Mercedes
¡Gracias, Bélok!
también tuvo unos cuantos hijos, esos sí quizá más que portadas…
saludos
27 mayo 2011 a 02:42
Paco
Hola Mercedes,
Vaya, pues no lo había visto. Estuve buscando pero por Google, a ver si habías escrito algo de la iglesia de Puerta del Ángel. Fue cuando pensé en comentarte lo del buscador, pero se me pasó.
Pues si era lo que se llevaba entonces, habrá que pasárselo.Es que me lo imaginaba pidiendo día para la boda en todas las iglesias de Madrid, para ocuparlas y que la gente pidiera que se construyesen más 🙂
27 mayo 2011 a 20:04
Mercedes
Hola Paco 🙂
No se si te refieres a la ermita desaparecida o a la iglesia que hay ahora (que por cierto no conozco, pero no, no he escrito nada sobre ellas, todo se andará…
besos
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cristina
Hola mercedes,
soy una vecina de la calle cabestreros, del mismo edificio original de la corrala de la calle oso 19. tenemos un proceso abierto que puede acabar en derribo y los arquitectos están convencidos de que el edificio es de Pedro de Ribera. veo que escribes en el post:
«Y es que la iglesia y el barrio en que está enclavada significó mucho en la vida de Ribera y de su familia. Allí cerca nació, en la calle del Oso, y allí vivió. Tras varias casas en las que vivió de alquiler, siempre en el barrrio, Pedro de Ribera llegó a ser el dueño de varios edificios en Madrid, pero su casa principal la construyó en la calle Embajadores nº 26, frente al templo.»
¿Tienes algún dato más o idea de dónde buscarlo?
Te agradeceríamos mucho tu respuesta
Gracias y saludos
23 junio 2013 a 22:13
Mercedes
Hola Cristina, toda la bibliografía que utilicé es la que figura al final del artículo, ahora mismo no tengo ningún dato nuevo, no se exactamente a qué casa te refieres. Si encuentro algo que os pueda interesar, os lo contaré.
Muchas gracias a tí, y mucha suerte, espero que no se derribe el edificio!
Saludos
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Elena
Hola Mercedes: leyendo tu artículo me has descubierto más cosas de este genial arquitecto madrileño. Cuando paso por c/Embajadores siempre veo la placa de la casa donde nació, y la Iglesia donde reposa, y ahora me ha gustado mucho el tener más información. Con un cierto retraso respecto a tu escrito, pero siempre agradecida y contenta de seguir «descubriendo» más aspectos de esta ciudad gracias a tus magníficas informaciones (y fotos). Un abrazo.
15 agosto 2014 a 14:01
Mercedes
Hola, Elena, precisamente estos días da gusto pasear por los barrios de don Pedro de Ribera, su calle del Oso estará preciosa, este año no he podido pero todos los veranos me encanta darme un garbeo por allí. Me apegra que te haya gustado la información y te aporte cositas.
Un abrazo
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