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La Capilla de Santa María y San Juan de Letrán, más conocida como Capilla del Obispo, fue fundada en el siglo XVI por Francisco de Vargas, el licenciado Vargas, funcionario real. Junto con la iglesia de San Andrés y la capilla de San Isidro forma uno de los conjuntos histórico-artísticos más importantes  y valiosos de Madrid.

Se considera que las obras de construcción de la capilla comenzaron hacia 1520. Francisco de Vargas murió en 1524, por lo que uno de sus hijos, Gutierre de Vargas y Carvajal, que era obispo de Plasencia, fue quien continuó y concluyó la obra.

J.M. Avrial, «Plaza de la Paja», 1840 (Museo de Historia).

Situada en la plaza de la Paja, es uno de los escasos ejemplos de arquitectura gótica que se conservan en Madrid y de su transición al plateresco, inicios del Renacimiento, que se aprecia en su decoración interior.

El obispo encargó las obras escultóricas de su capilla a Francisco Giralte que en los primeros años trabajó en el retablo mayor y los sepulcros de sus padres, Francisco de Vargas e Inés de Carvajal, situados a ambos lados del retablo. Después se encargó del sepulcro del propio Gutierre de Vargas y Carvajal, logrando una obra maestra, de gran calidad, ubicada en el lado de la epístola.

Acometió también otras obras menores, como dos pequeños retablos a ambos lados del retablo central, hoy desaparecidos.

Todas las obras descritas tienen una gran importancia artística, pero no fueron las únicas; para la decoración de la capilla fueron creadas otras piezas, entre las que se encontraban una serie de sargas o colgaduras pintadas, creación del pintor Juan de Villoldo.

Juan de Villoldo

Juan de Villoldo (h.1516–h.1562) se cree que pudo ser discípulo de Alonso Berruguete y que tuvo amistad con Giralte, debido quizá a que ambos tuvieron un aprendizaje y trabajo común con el maestro.

Tuvo actividad sobre todo en Palencia, donde se supone nació, y Valladolid; en Madrid solo se conoce su participación en la decoración pictórica de la Capilla del Obispo: Juan de Villoldo pintó y doró el espectacular retablo mayor.

Capilla del Obispo. Retablo de Francisco Giralte, pintado y dorado por Juan de Villoldo.

También fue el autor de las pinturas de los altares situados a ambos lados del retablo, igualmente obra de Giralte, antes mencionados, hoy desaparecidos.

Cada retablo constaba de dos columnas jónicas y una pintura sobre tabla; en el del lado del Evangelio se representaba a Cristo en el Jordán recibiendo el bautismo de mano de san Juan; en el de la Epístola se veía la tortura que sufrió el evangelista san Juan en una caldera de agua hirviendo. Jesús María Caamaño en su trabajo sobre el artista incluye estas imágenes, pinturas que atribuye a Villoldo (*):

«Bautismo de Cristo» y «Martirio de San Juan Evangelista» de Juan de Villoldo, según J.M.Caamaño.

Además, para la Capilla del Obispo, para ser colgadas durante la Semana Santa, Villoldo pintó la mencionada serie de sargas.

Las sargas

Las sargas de la Capilla del Obispo fueron obra de Juan de Villoldo. Se conocen los acuerdos de la escritura que firmó el artista en agosto de 1547, que indicaban que los paños debían contener veinticuatro historias sagradas del Antiguo y Nuevo Testamento; uno con el Juicio final y la Resurrección de la carne y otro del Calvario para el altar mayor y que deberían estar concluidos antes del 10 de marzo de 1548.

Durante mucho tiempo en Semana Santa las sargas cubrieron el retablo y paredes de la capilla. Hasta las primeras décadas del siglo XIX en que se consideraron desaparecidas.

En 1861 ocurrió algo importante. El capellán mayor don Miguel Martínez y Sanz publicó Noticia de la fundación, bellezas artísticas y gracias espirituales de que goza la Capilla de Nuestra Señora y San Juan de Letrán de Madrid, llamada comúnmente del obispo. Gracias a su escrito sabemos que este capellán encontró en unos cajones las preciosas colgaduras que se creían perdidas.

Durante la Semana Santa del año 1862 los antiguos lienzos volvieron a ser expuestos al público; muchos curiosos acudieron a la capilla y en la entrada podía adquirirse un librito impreso con una breve reseña de las vicisitudes de la historia del templo y la explicación de todas las obras de arte.

Los visitantes pudieron contemplar los notables lienzos pintados al claro oscuro por el célebre artista Juan de Villoldo el año 1547, en los que, además del Calvario, se describían veinticuatro pasajes del antiguo y nuevo Testamento.

En 1915 aún había noticias de que en Semana Santa se revestía la capilla con los paños de Juan de Villoldo. En algún momento dejaron de exhibirse otra vez.

En 1920 tuvo lugar una excursión artística dirigida por el cronista Pedro de Répide para el Gran Liceo de Madrid, en la que se expusieron, como obsequio a los excursionistas, los entonces considerados famosos tapices de Villoldo, que rara vez había ocasiones de admirar, según afirmaba la noticia.

En el retablo de la Capilla del Obispo, como testigos del pasado, actualmente se conservan unas poleas que seguramente sirvieron para subir y bajar las sargas.

Retablo Capilla del Obispo (detalle polea). Información y foto: Fernando Fresneda.

Hoy día, por segunda vez, las sargas de la Capilla del Obispo se consideran desaparecidas.

 

El Descendimiento

Las sargas, como decíamos, hoy día vuelven a considerarse desaparecidas, excepto una, posiblemente: el Calvario, que cubría el retablo de la capilla durante la Semana Santa.

La pintura el Descendimiento de la Cruz ingresó en el Museo Municipal, actual Museo de Historia de Madrid, en junio de 1936, como parte de un lote de fondos procedente de Patrimonio Nacional, concretamente de la iglesia de la Casa de Campo, según información facilitada por el propio Museo de Historia.

La obra figura en el Catálogo de las pinturas del Museo Municipal, con número de inventario 5.388. En la documentación en esos momentos en poder del museo no figuraba atribución a ningún autor y se desconoce el motivo por el cual la obra pudo llegar a la Casa de Campo y de ahí al Museo.

La iglesia de la Torrecilla, iglesia parroquial de la Casa de Campo, obra de Francisco Sabatini, fue prácticamente destruida durante la Guerra Civil; en su interior se encontraban pinturas de calidad, aunque no consta que en ella hubiera obras del siglo XVI.

En cuanto al primer traslado, en caso de tratarse de una de las sargas de la Capilla del Obispo, como se cree, es una incógnita, de momento, cómo pudo llegar a Patrimonio Nacional, antes de su traslado a la Casa de Campo.

En 1931 Patrimonio pasó a ser Patrimonio de la República; así, la última mudanza, la llegada de la sarga al Museo Municipal, podría estar relacionada con el hecho de que ese año el Real Sitio fue cedido por el Estado al municipio de Madrid.

El Descendimiento de la cruz, que ya conocimos cuando hablamos aquí de las sargas, telas pintadas, y del oficio del pintor de sargería en el Madrid del siglo XVI, es una pintura al temple sobre sarga, de 7,90 x 3,10 metros, datada hacia 1547, el mismo año en que Villoldo contrató la creación de las sargas de la capilla del Obispo, una de las cuales se cree podría ser este Calvario, como dijimos.

Juan de Villoldo. El Descendimiento (mediados sg.XVI). Museo de Historia

La escena representa el momento en que el cuerpo de Cristo es descendido de la cruz por José de Arimatea y otros personajes. A los pies de la cruz, la Virgen, San José y la Magdalena lloran su muerte. Otros personajes desclavan los pies del crucificado. En la parte superior dos angelotes en un frontón sostienen una guirnalda con una calavera.

Desde entonces, la sarga ha sido expuesta solo en dos ocasiones.

La primera noticia que tenemos al respecto es que la soberbia sarga, en palabras del historiador Alfonso Pérez Sánchez, se exhibió por primera vez en la exposición inaugurada en el Museo Municipal a finales de 1979, Madrid hasta 1875: testimonios de su historia. La muestra tuvo mucha importancia, pues significó la reapertura del museo tras veinticuatro años cerrado; la directora en aquellos momentos era Mercedes Agulló. Leemos en su catálogo que la pintura es «de estilo muy próximo al de Juan de Villoldo que en 1547 contrata las grandes sargas que cubrían el retablo de la Capilla del Obispo». La imagen incluida en el mencionado catálogo es en blanco y negro, como vemos, pero se explica que está «pintada con efecto de claroscuro, solamente coloreados los rostros y manos de los personajes», casi una grisalla, como muchas de las sargas religiosas de la época.

Escribió Pérez Sánchez que es un «ejemplo casi único del arte de mediados del siglo XVI, del manierismo más característico…», del refinado arte que Berruguete introdujo en Castilla.

En agosto de 1982 apareció en la Gaceta del Museo Municipal, en el nº 6, que se publicaba bajo la dirección de Mercedes Agulló.

Gaceta del Museo Municipal, nº 6, 1982. Foto: Museo de Historia de Madrid.

Gaceta del Museo Municipal, nº 6, 1982. Foto: Museo de Historia de Madrid.

Unos años después, en 1990, el Museo Municipal publicó su Catálogo de las pinturas, ya mencionado. Aunque se deja una puerta abierta a la duda y al final se afirma que quizá perteneciera al conjunto de las sargas de la Capilla del Obispo, la ficha dedicada al pintor Juan de Villoldo recoge El Descendimiento como única obra atribuida al artista, y la describe como un «espléndido ejemplo de la impronta que tuvo el arte de Alonso Berruguete en su discípulo Villoldo».

El mismo Pérez Sánchez –por entonces director del Museo del Prado– en uno de los textos habla de la colección del Museo Municipal y destaca algunas obras de «valor singularísimo»: menciona La Virgen y el Niño de Pedro Berruguete en el siglo XV y «la gran Sarga del Calvario de Juan de Villoldo» del XVI.

Parece que desde esos momentos se acepta la atribución de la pintura a Juan de Villoldo.

Ese mismo año 1990 se emprendió la remodelación de la capilla del antiguo Hospicio, sede del museo, que hasta esos momentos había sido ocupada por los depósitos de la Biblioteca Histórica Municipal, para adaptarla como sala de actos culturales y exposición de pintura religiosa; entonces se decidió sustituir el gran cuadro San Fernando ante la Virgen, de Luca Giordiano, que estaba en muy mal estado, por la obra El Descendimiento de Juan de Villoldo. El lienzo fue descolgado para proceder a su limpieza y la sarga ocupó su lugar.

Sarga «El descendimiento» en la Capilla del Antiguo Hospicio, 1990 (Foto: Museo de Historia de Madrid)

Sería la segunda vez que se exponía, y última de momento. Tras su restauración, la pintura de Giordano se volvió a instalar en la cabecera de la capilla, donde sin duda hoy día luce esplendorosa; la sarga regresó al almacén.

Algunas personas, como la investigadora Mercedes Agulló, entonces jefe del Departamento de Museos y Patrimonio Histórico Artístico, recordaban aquel momento en que se colgó la sarga y pudieron contemplar su belleza. Gracias a Mercedes, que lamentablemente murió el 4 de enero de 2019, conocí la importancia de esta obra que ella tanto valoró, y que debido a su empeño se exhibió en dos ocasiones.

Por: Mercedes Gómez

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(*) En el Archivo Moreno, IPCE, del Ministerio de Cultura, se conservan fotografías de estas dos obras, localizadas en la Capilla del Obispo, pero no atribuidas a Villoldo.

Bibliografía:

PONZ, Antonio, Viage de España, tomo V, Trata de Madrid, Madrid, Joachin Ibarra, 1776.
ANÓNIMO, Explicación de las pinturas de Juan Villoldo hechas en los lienzos de la Capilla del Obispo, Madrid, Imp. de A. Peñuelas y G. Pedraza , 1865.
CAAMAÑO, Jesús María, «Juan de Villoldo», Boletín del Seminario de Estudios de Arte y Arqueología, tomo 32, 1966.
Catálogo de las pinturas. Museo Municipal de Madrid, Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1990.
MARTÍNEZ Y SANZ, Miguel, Noticia de la fundación, bellezas artísticas y gracias espirituales de que goza la Capilla de Nuestra Señora y San Juan de Letrán de Madrid, llamada comúnmente del obispo, Madrid, Higinio Beneses, 1861 (1ª edición); Madrid, La Esperanza, 1868 (2ª edición).
PARRADO DEL OLMO, Jesús María, «Testamento y otros datos de Juan de Villoldo», Publicaciones de la Institución Tello Téllez de Meneses, 42, 1979.
PÉREZ SÁNCHEZ, Alfonso E., «Pintura y dibujo de los siglos XVI y XVII», en catálogo Madrid hasta 1875. Testimonios de su historia, Ayuntamiento de Madrid, Museo Municipal, 1979.
RECHE, Carmen, «Recuperación y restauración de la obra San Fernando ante la Virgen de Luca Giordano», en San Fernando ante la Virgen de Luca Giordano. La recuperación de una obra maestra del Museo Municipal de Madrid, Ayuntamiento de Madrid, 1994.
UCETA, Óscar. San Isidro y la Capilla del Obispo. Historia, Arte y Espiritualidad. Cabildo Catedral de Madrid. Madrid, 2022.

Hoy os invito a volver a la ciudad de Toro, en Zamora, para visitar el Monasterio de Sancti Spiritus el Real de Madres Dominicas. Fundado en los comienzos del siglo XIV, fue construido extramuros, algo alejado del centro histórico, al borde de un gran barranco junto al río Duero; una maravilla que ha sabido conservar su arquitectura y sus obras de arte en un entorno espectacular.

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Merece ser visitado por su riqueza inmensa y su historia. El Coro, que guarda tres sepulcros, el de la fundadora doña Teresa Gil, un túmulo de piedra con pinturas del siglo XIV; el de la reina Beatriz de Portugal, de alabastro, del siglo XV; y en el suelo la tumba de doña Leonor de Castilla que fue priora del convento, cubierta por azulejos del siglo XVI. La iglesia con su artesonado mudéjar original del siglo XIV, el retablo churrigueresco del XVII; el claustro con el olivo milenario…

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El Monasterio está lleno de tesoros. Las propias estancias, con sus techos artesonados medievales, cerámicas y pavimentos, infinidad de magníficas obras de arte, pintura, escultura, ajuares, etc.

Aunque en este artículo vamos a centrarnos en la extraordinaria colección de sargas que posee. A pesar de que no se encuentran en Madrid sino en la bella localidad de Toro creo que es obligado conocerlas y que formen parte de la serie de trabajos aquí publicados sobre las Sargas, telas pintadas, el Oficio de pintor de sargas en Madrid en el siglo XVI y Una sarga del siglo XIX en el Museo Cerralbo.

En el impresionante Refectorio, de 40 m. de largo, restaurado en 1982, con su suelo de ladrillos cocidos y restos del artesonado originales, así como las mesas de nogal y la azulejería, se expone la mayor parte de la colección de sargas del siglo XVI que a pesar de todos los avatares sufridos en el monasterio a lo largo de los siglos se han conservado con su policromía original.

refectorio

Cuando comenzó la guerra en 1936, ante la situación de incertidumbre que se vivió, las sargas fueron escondidas en la bodega de la casa de una familia de Toro. Después volvieron a su lugar, siendo guardadas, bien protegidas, en un desván.

Las monjas por entonces sabían que eran obras de gran valor. Las Madres dominicas, la generación anterior a las que actualmente habitan el convento, fueron conscientes de la importancia de estas obras de arte pero quizá no sabían en realidad hasta qué punto.

Una de las cosas que demostró su importancia es que aparecían mencionadas a menudo en los libros del Archivo del monasterio, por ejemplo en los apuntes que reflejaban los gastos conventuales cuando con mucha frecuencia se colgaban para tapar algún altar.

Recordemos que en los siglos XV y XVI se realizaron muchas sargas debido a que eran más baratas que los tapices, para cubrir paredes con un fin decorativo. También eran utilizadas como puertas de los órganos en las iglesias o cortinas para cubrir los retablos de los altares en tiempos de Cuaresma. Por este motivo, igual que en Toro, se conservan otras sargas sobre todo en pequeños pueblos de toda España.

Hacia 1980 un ministro del Gobierno de la época visitó el convento. Se preparó la sarga del Prendimiento y la colgaron en el Claustro, lo cual demuestra la importancia que las monjas le daban ante un acontecimiento para ellas tan especial.

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El monasterio en esos momentos había llegado a un estado de gran deterioro. Felizmente, a partir de entonces se inició una época de restauración en la que se acometieron grandes reformas y mejoras. Hoy día es un placer contemplar sus estancias cuidadas y el magnífico museo, con un montaje expositivo moderno y alegre.

Cuando el refectorio pasó a formar parte del recorrido museístico fue decorado, como decía más arriba, con cinco de las siete sargas que forman la colección que describe escenas de La Pasión.

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Los personajes están representados en actitud exagerada y desmedida, llegando incluso a parecer caricaturas debido a sus facciones, como leemos en el texto de Mª Dolores Pérez, la autora del folleto editado por el propio monasterio, citado al final.

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En la Sala capitular, sala gótica, se encuentran las otras dos sargas, de la serie de siete. Es la parte más antigua del conjunto, hermosísima, reformada en el siglo XVII. Dos arcos torales la dividen en tres naves, una central que termina en un altar de azulejería en el que hay restos de pintura mural del siglo XIV, y dos laterales, más pequeñas.

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En estas últimas, una frente a otra, se ubican las dos sargas, de gran tamaño, 9 x 7 metros, La Caída…

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… y La Crucifixión.

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El estilo de todas ellas está inspirado en estampas florentinas y flamencas.

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La Crucifixión (detalle)

Por otra parte, en la zona habilitada como Museo de Arte Sacro se exponen tres telas, aguada sobre sarga. La Santa Cena, Oración del Huerto y Camino del Calvario, obras de Cristóbal Ruiz de la Talaya realizadas hacia 1643.

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Proceden de la iglesia de San Miguel, de Villavendimio, y emplean la técnica de las arquitecturas fingidas al trampantojo, tan utilizadas en el siglo XVII.

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Finalmente, aunque situada en la recepción del museo, mencionamos una última sarga, aquí situada por su gran tamaño, obra del siglo XVIII que procede del Obispado de Zamora.

La escena, enmarcada en un óvalo rodeado de flores, representa al joven San Estanislao de Kostka, de la Compañía de Jesús, que murió novicio.

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Si tenéis ocasión no dejéis de visitar este Monasterio y su Museo, es una delicia, ejemplo en el cuidado de sus obras de arte y en la forma en que es posible mostrar sus tesoros, entre ellos las delicadas sargas.

Por : Mercedes Gómez

Con todo mi agradecimiento a Sor Mª Dolores Pérez Mesuro por su ayuda.

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Bibliografía:

PÉREZ MESURO, Sor Mª Dolores. Monasterio de Sancti Spiritus el Real. Valladolid, 1994.

Finalizamos la serie dedicada a las Sargas, telas pintadas y al oficio de sargeros con la última obra mencionada en el primer artículo, una pieza datada en 1819 obra de Zacarías González Velázquez, propiedad del Museo Cerralbo. Esta sarga tampoco se puede ver hoy día, pero sí he podido conocer información valiosa, gracias a la Conservadora del museo Cristina Giménez Raurell.

Se trata de una pintura destinada al monumento funerario efímero levantado para las exequias de la joven reina María Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII, fundadora del Museo del Prado, que murió el 26 de diciembre de 1818 con solo 21 años. Fueron celebradas el día 2 de marzo de 1819 en la iglesia del Convento de San Francisco el Grande.

Fue obra de Isidro González Velázquez, Arquitecto Mayor del rey.

Estampa Museo de Historia “Cenotafio erigido para las reales exequias de la Reina María Isabel de Braganza”

Estampa Museo de Historia “Cenotafio erigido para las reales exequias de la Reina María Isabel de Braganza” «Isidro G. Velázquez. Grabador Francisco Jordán. (memoriademadrid.es)

Participaron los mejores artistas de la época, escultores, tallistas, carpinteros, doradores, vidrieros, tapiceros… el poeta Nicasio Gallego pronunció los discursos previos a los responsos por la reina.

El hermano del arquitecto, Zacarías –ambos formaron parte de una gran familia de artistas- realizó las pinturas, aguazo sobre sarga, veinticuatro metros de grisalla pintados para cubrir el pedestal del cenotafio que estaba coronado por un gran obelisco.

Zacarías González Velázquez (Madrid, 1763-1834), gran pintor de historia al estilo neoclásico, fue Pintor de Cámara de Fernando VII, también llegó a ser Director de la Real Academia de Bellas Artes.

El friso consta de dos piezas de ligamento en tafetán que suman cerca de veinticinco metros. Los dos lienzos se cosieron en horizontal, a lo largo.

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La obra está compuesta por 54 figuras que escenifican el duelo desfilando tristes por la reina desaparecida y nos hablan en un lenguaje alegórico.

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(detalle)

Los elementos fueron desmontados y repartidos por distintos lugares, Colegio de María de Aragón, fundaciones religiosas, Palacio Real, Casón del Buen Retiro… No se sabe cómo llegó esta pieza hasta el Palacio del marqués de Cerralbo. Se creyó destruida, pero felizmente se encuentra en las Colecciones del Museo. Catalogada en 1924, gracias a las fotos de Otto Wunderlich se sabe que hacia 1941 estuvieron expuestas en el piso bajo, un lienzo en la pared y el otro en la escalera que unía esta planta con el piso principal. Después la sarga fue almacenada.

En 2013 fue identificada por Alejandro Martínez Pérez, cuyo valioso trabajo sirvió para catalogar detalladamente la obra. Toda su interesante investigación se puede leer en el artículo citado al final.

Tras su restauración, actualmente se encuentra en los almacenes del museo.

Sería maravilloso que algún día pudiéramos contemplarla, acaso en una exposición y, puestos a soñar, verla junto a la sarga de Juan de Villoldo, del Museo de Historia. Imaginemos una exposición dedicada a las Sargas, telas pintadas… algún día en algún lugar.

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Descripción del cenotafio erigido para las reales exequias de la reina nuestra señora Dª María Isabel de Braganza. Madrid 1819.

Martínez Pérez, Alejandro. “La muerte elocuente de una reina. El friso de Zacarías González Velázquez para el cenotafio de Isabel de Braganza (1819)”. Ars Magazine, nº 18, abril-junio 2013, pp. 58-70.

Museo de Historia (memoriademadrid)

Museo Cerralbo.

Contábamos hace unos meses que la pintura al temple sobre tela es una técnica muy antigua aunque su uso se desarrolló durante la Edad Media y llegó a ser muy habitual en los siglos XV y XVI en Flandes, llegando a otros países, entre ellos España. Los sargueros españoles eran los cleederscrivers flamencos o, en inglés, los cloth painters (pintores de telas). Era un oficio más, regulado por las Ordenanzas, como el de dorador, el pintor de retablos, de techumbres de madera o de murales.

Ahora vamos a completar aquel artículo Sargas, telas pintadas gracias al conocimiento de nuevos documentos e información.

Libros de Acuerdos

Comenzamos hoy refiriéndonos a las mencionadas Ordenanzas que la investigadora Mercedes Agulló sacó a la luz, tal vez único documento conocido sobre el tema, incluidas en su libro Noticias sobre pintores madrileños de los siglos XVI y XVII.

Con fecha 11 de mayo de 1543 el Ayuntamiento estaba reunido como era habitual en las Casas de la plaza de San Salvador –hoy plaza de la Villa–. Ese día firmaron y publicaron en las Actas de reunión las Ordenanças de pintores, ordenanzas para el ofiçio de pintores de sargería.

Habían sido solicitadas por algunos oficiales sargeros vecinos de la Villa para que los pintores fueran examinados y que solo ejercieran el oficio si antes eran declarados hábiles para ello.

Se estableció que ningún pintor del arte de la sargería de cualquier calidad o condición podía pintar en Madrid si no era examinado por los examinadores nombrados por la Villa, bajo pena de 600 maravedíes si hiciera lo contrario, el doble la segunda vez que infringiera la norma. A la tercera sería privado del oficio y desterrado de Madrid y su tierra.

Firmados los acuerdos, los presentes, el Corregidor y los Regidores suplicaban a Su Majestad los confirmara y mandara guardar.

Poco después, aproximadamente en 1547 fue cuando fueron instaladas las grandes sargas que cubrían el retablo de la bellísima Capilla del Obispo, entre las que estaba la que parece única pieza conservada, que ya vimos, el Descendimiento de la Cruz, de Juan de Villoldo, hoy guardada en los almacenes del Museo de Historia.

Así consta en el Inventario del Ayuntamiento de Madrid 2014, Muebles de carácter histórico o artístico.

El Descendimiento

El Descendimiento

La sarga está archivada con el nº 00073057 como Pintura, temple sobre sarga, con el título de “Descendimiento”, Juan de Villoldo, aprox. año 1547. Medidas 7,90 x 3,10 m.

Continuará…

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

AGULLÓ y COBO, Mercedes. Noticias sobre pintores madrileños de los siglos XVI y XVII. Departamentos de Historia del Arte de las Universidades de Granada y Autónoma de Madrid. Granada 1978. Pág. 193.

Inventario del Ayuntamiento de Madrid. Muebles de carácter histórico o artístico. Madrid 2014.

La palabra sarga, tal como recoge el Diccionario de la Real Academia Española, en su primera acepción tiene dos significados, se puede referir a un tipo de tela y a un tipo de pintura.

sarga1. (Del lat. serĭca, de seda).
1. f. Tela cuyo tejido forma unas líneas diagonales.
2. f. Pint. Tela pintada para adornar o decorar las paredes de las habitaciones.

Hoy vamos a hablar de las telas pintadas. Se suele llamar sarga a las pinturas realizadas sobre la tela sin ninguna preparación, excepto el encolado. Se habla de pintura sobre sarga, pero las telas empleadas eran sobre todo el lino, el tafetán y el cáñamo. La sarga es el objeto, no el soporte.

La pintura al temple sobre tela es muy antigua aunque su uso se desarrolló durante la Edad Media y llegó a ser muy habitual en los siglos XV y XVI en Flandes, llegando a otros países, entre ellos España. Los sargueros españoles eran los cleederscrivers flamencos o, en inglés, los cloth painters (pintores de telas). Era un oficio más, regulado por las Ordenanzas, como el de dorador, el pintor de retablos, de techumbres de madera o de murales. La pintura sobre sarga era difícil, requería una gran maestría y firmeza, pues secaba con gran rapidez y no admitía corrección.

Se realizaron muchas sargas debido a que eran más baratas que los tapices, para cubrir paredes con un fin decorativo. También eran utilizadas como puertas de los órganos en las iglesias o cortinas para cubrir los retablos de los altares en tiempos de Cuaresma.

Debido a que en muchas casos estuvieron destinadas a obras efímeras (arcos triunfales, representaciones teatrales, túmulos funerarios…) y a su fragilidad, muy pocas han llegado hasta nuestros días, pero quedan ejemplos en España, algunos en los museos de Madrid.

Hay varias obras propiedad del Museo del Prado calificadas como sargas.

De Pedro Berruguete el Prado posee cuatro sargas creadas para una iglesia de Ávila, procedentes del Museo de la Trinidad, no expuestas. Son pinturas sobre lienzo al aguazo, cada una mide 350 x 206 cm. San Pablo y La Adoración de los Reyes (temple), y San Pedro y Dos reyes magos (técnica mixta).

Berruguete. San Pablo (1493-99)

P.Berruguete. San Pablo (1493-99) (Foto Museo del Prado)

Otra, tampoco expuesta, es La Anunciación y la Visitación (205 x 167 cm.), temple sobre sarga, de un pintor anónimo llamado Maestro de la Leyenda de Santa Lucía, por la obra que representa escenas de la vida de esta santa (que se encuentra en la iglesia de Santiago de Brujas, ciudad en la que estuvo activo el pintor entre 1480 y 1501).

La obra está fechada entre 1485-1490. Fue adquirida por el Ministerio de Cultura en marzo de 1985 con destino al Museo del Prado. Es una pintura en grisalla, con escasos elementos de color, en la tradición flamenca. Las grisallas eran pinturas monocromas que empleaban únicamente la gama de los grises, para simular esculturas de piedra ubicadas en marcos arquitectónicos.

La Anunciación y la Visitación, temple sobre sarga, 205 x 167 cm.

La Anunciación y la Visitación, temple sobre sarga (1485-1490) (Foto Museo del Prado)

Otra sarga, propiedad del Museo Municipal, donde ingresó en 1936, es el Descendimiento de la Cruz, atribuido a Juan de Villoldo, temple sobre sarga, de 7,90 x 3,10 metros, del que tenemos noticia gracias al Catálogo de la exposición inaugurada a finales de 1979, Madrid hasta 1875 : testimonios de su historia. En aquellos momentos la directora del museo era Mercedes Agulló, a quien agradezco su gran ayuda, y su amistad.

Leemos en él que la pintura es “de estilo muy próximo al de Juan de Villoldo (h. 1507-1551), que en 1547 contrata las grandes sargas que cubrían el retablo de la Capilla del Obispo”.

Actualmente se encuentra, según informan en el hoy Museo de Historia, en algún almacén municipal. La imagen incluida en el mencionado Catálogo, la única que he podido localizar, es en blanco y negro, pero está “pintada con efecto de claroscuro, solamente coloreados los rostros y manos de los personajes”, casi una grisalla, como muchas de las sargas religiosas de la época.

El Descendimiento

Juan de Villoldo. El Descendimiento (mediados sg.XVI). Museo Municipal.

Ojalá en alguna próxima exposición la podamos ver. Escribió Pérez Sánchez que es un “ejemplo casi único del arte de mediados del siglo XVI, del manierismo más característico…”, del arte que Berruguete introdujo en Castilla.

Sí podemos contemplar y admirar, en el Museo del Prado, El vino de la fiesta de San Martín, de Pieter Bruegel el Viejo. Es una pintura al temple de cola sobre tela (sarga), de 148 x 270,5 cm, pintado entre 1565-1568.

Bruegel. El vino de la fiesta de San Martín (h.1565-1568) (Foto Museo del Prado)

Bruegel. El vino de la fiesta de San Martín (h.1565-1568) (Foto Museo del Prado)

Llegó al Prado en 2009 en muy mal estado, cubierta por un grueso barniz, varios repintados y reentelados. Todo ello fue eliminado tras una lenta, laboriosa y delicada restauración.

La sarga o tüchlein estuvo expuesta de forma temporal, desde diciembre de 2011 a marzo de 2012, en una pequeña muestra junto a las imágenes radiográficas y explicación de las fases de su restauración. Ahora se encuentra en la Colección Permanente en la Sala LVI A, una de las más importantes del museo. Sala deslumbrante, dedicada a los grandes maestros de la Pintura flamenca, El Bosco, Patinir y el propio Bruegel, de quien hasta ese momento el museo solo poseía una obra, El triunfo de la muerte, óleo sobre tabla (h. 1562).

Todas las obras de la sala son óleos sobre tabla, excepto la sarga El vino de la fiesta de San Martín. Contrastan los colores brillantes e intensos de los demás cuadros con el color mate de la sarga sin barniz.

La pintura de Bruegel describe el reparto del vino procedente de la vendimia el día 11 de noviembre, día de San Martín, y los excesos que provoca; representa más de noventa figuras y está llena de detalles, pequeñas escenas, algunas divertidas o irónicas dentro de lo dramático de la situación de los protagonistas, de la escena general. Robos, peleas, hasta una madre dando de beber vino al niño…

Bruegel. El vino de la fiesta de San Martín (detalle).

Bruegel. El vino de la fiesta de San Martín (detalle).

De Bruegel el Viejo se conservan solo tres pinturas en sargas, dos en el Museo Nazionale di Capodimonte en Nápoles, y esta del Prado. Es una obra maestra realizada al final de su vida, en la que demuestra su dominio de la pincelada.

Pintada con temple de cola sobre una tela sin preparación, técnica habitual en Flandes en los siglos XV y XVI como hemos comentado. Se utilizó lino con ligamento de tafetán, una tela muy fina, de color claro, que se empleaba a menudo en la época. “Sobre la tela solo se aplicó un apresto de cola de origen animal, como es habitual en las sargas, que se solían colgar en la pared sin bastidor”.

Con el tiempo se fue abandonando la pintura sobre sarga, aunque hay algunos ejemplos realizados ya en el siglo XIX.

En el Museo de Historia hallamos varias pinturas, temple sobre sarga. De autor anónimo, forman parte de un conjunto de cinco sargas que representan distintos lugares de Madrid; se cree debieron adornar las paredes de alguna finca de recreo. Son cinco trampantojos pintados sobre sarga gruesa que representan lugares rodeados por guirnaldas y marcos fingidos.

Actualmente se exponen cuatro de ellas, son sobre todo valiosos documentos de la vida madrileña hacia 1816. Miden 1,50 x 2,80 m. En la planta sótano, junto a la maqueta de 1830 de León Gil de Palacio contemplamos el Palacio de Buenavista y fuente de Cibeles.

El Palacio de Buenavista y la fuente de Cibeles.

Palacio de Buenavista y fuente de Cibeles (1816).

El Palacio de Buenavista y la fuente de Cibeles (detalle).

Palacio de Buenavista y fuente de Cibeles (detalle).

En la planta 1, El estanque grande del Retiro y la Fábrica de «la China» y el Palacio Real desde la Cuesta de la Vega. En la planta 2, la Puerta de San Vicente.

La del Estanque del Retiro es especialmente interesante pues representa el edificio de la antigua Fábrica de Porcelana, o lo que quedaba de ella después de la guerra de la Independencia, y el antiguo Embarcadero.

El Estanque grande del Retiro (detalle).

El Estanque grande del Retiro (1816) (detalle).

Finalmente, el Museo Cerralbo posee una sarga datada en 1819 obra de Zacarías González Velázquez, que podría proceder de un friso funerario, obra de arquitectura efímera, dedicado a la reina Isabel de Braganza.

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

A.E. Pérez Sánchez. “Pintura y dibujo de los siglos XVI y XVII”. Catálogo exposición Museo Municipal, Madrid hasta 1875 : testimonios de su historia. Ayuntamiento de Madrid, 1979.
Guía del Museo Municipal de Madrid. Ayuntamiento de Madrid, 1993.
E. Bermejo. “La Anunciación y la Visitación del Maestro de la Leyenda de Santa Lucía”. Boletín del Museo del Prado. Vol 15, nº 33, 1994.
S. Santos y M. San Andrés. La pintura de sargas. AEA, LXXVII, 2004.
P. Silva, M. Sellink y E. Mora. Pieter Bruegel el Viejo. El vino de la fiesta de San Martín. Museo del Prado, Madrid 2011.

 

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