trampantojo.
(De trampa ante ojo).
1. m. coloq. Trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es.
(Real Academia Española)
Es más conocida la expresión francesa “trompe l’oeil”, engañar al ojo, aunque ahora comienza a utilizarse la palabra española, trampantojo, trampa a los ojos.
El trampantojo es una técnica pictórica que simula, que aparenta, que intenta suplir la realidad. Los trampantojos pretenden engañar, esta es su principal característica, no debemos confundirlo con la pura imitación o el realismo. Simulan objetos, perspectivas, paisajes, o materiales (madera, mármol…) con el objetivo de ocultar defectos, decorar, ampliar o simplemente alegrar una pared, una estancia, o una medianería. Puertas falsas, o que imitan madera, ventanas sin fondo, celosías dibujadas, personajes inmóviles,… escaleras que no llevan a ninguna parte… Los pintores utilizan la perspectiva para engañarnos y darnos sensación de realidad. Como en el edificio de la Plaza de los Carros donde los balcones falsos se confunden con los verdaderos.
Plaza de los Carros
Se trata de un recurso muy antiguo, ya los griegos y romanos lo utilizaron; en el Renacimiento dio profundidad a los techos y a las paredes de iglesias, palacios, etc., pero sin duda fue el Barroco su época de mayor brillo. Durante el siglo XVII fue habitual su uso tanto en la pintura, sobre todo en el bodegón, como en las bóvedas, techos y muros de edificios.
Desde el pasado 24 de octubre 2006 al 7 de enero 07, tuvimos ocasión de poder visitar una exposición en el Museo del Prado sobre Bodegones españoles con un título muy significativo, “Lo fingido verdadero“, tomado de una obra de Lope de Vega. El “Cesto con melocotones y ciruelas” de Pedro de Camprobín es un magnífico ejemplo del bodegón barroco español que recurre al trampantojo, al efecto de engaño visual, la fruta parece que se sale del cuadro, que quiere salirse del marco:
La cortina fue otro de los primeros recursos utilizados, también las barandillas; las figuras que se asoman son algo habitual en la pintura del XVII. Otro tema del trampantojo es fingir las figuras dentro de un marco. Un ejemplo, aunque no se encuentra en Madrid, sino en la National Gallery de Londres, es el Autorretrato de Murillo (1670).
Velázquez, durante su segundo viaje a Italia (noviembre 1648 – junio 1651), con el fin de completar la decoración del Alcázar, contactó con los mejores especialistas italianos en pintura al fresco, y así fue cómo se fraguó el viaje a Madrid de Agostino Mitelli y Michele Angelo Colonna para trabajar al servicio de Felipe IV. Mitelli y Colonna realizaron varias obras para el Alcázar, lamentablemente perdidas. Tres frescos decoraron los techos de las habitaciones cercanas al “cuarto bajo” , la bóveda central del Salón de los Espejos y una Galería en los Jardines de la Reina. Estos artistas, los más prestigiosos en Italia, llegaron a Madrid en 1658 y se alojaron en la Casa del Tesoro. Ejercieron una gran influencia sobre los pintores del barroco madrileño, introduciendo las técnicas de las perspectivas fingidas para bóvedas y muros, que ellos dominaban, y que imitaban espacios arquitectónicos. Pintores de la escuela madrileña, como Ricci o Carreño de Miranda.
Palomino, cronista en el siglo XVIII, explica muy bien cómo funcionaba este juego ilusionista:
“En esta galería pintó Mitelli todas las paredes, enlazando algo la arquitectura verdadera con la fingida, con tal perspectiva, arte y gracia, que engañaba la vista, siendo necesario valerse del tacto para persuadirse que era pintado. De mano de Colonna fueron las figuras fingidas, y los festones de las hojas, y de frutas, y otras cosas movibles, y un muchacho negrillo que bajaba por una escalera, que éste se fingió natural, una pequeña ventana verdadera, que se introdujo en el cuerpo de la arquitectura fingida; y es de considerar que, dudando los que miraban esta perspectiva, que fuese fingida esta ventana (que no lo era), dudaban que fuese verdadera, causando esta equivocación la mucha propiedad de los demás objetos, que eran fingidos”.
Como en la plaza del Comandante de las Morenas, en el edificio que desde el número 1 se asoma a la Calle Mayor y en cuya medianería los verdaderos ventanucos se mezclan con las falsas ventanas
Plaza del Comandante de las Morenas
El barroco madrileño nos ofrece varias muestras perfectas de esta técnica pictórica.
En el Monasterio de las Descalzas Reales hay maravillosos ejemplos: La escalera principal del palacio, del siglo XVI, es realmente espectacular. Los murales sin embargo son la mayoría del siglo XVII, obra de pintores de la Escuela Madrileña. Claustros y jardines con estatuas provocan la ilusión óptica de que la escalera se prolonga más allá de la realidad. Puro trampantojo. En la Sala Capitular también las paredes están completamente cubiertas de obras pictóricas. Pinturas murales y catorce lienzos clavados en la pared simulando frescos enmarcados por arquitectura fingidas. La culminación del trampantojo es la “Capilla del Milagro” , aunque se encuentra en la clausura y no forma parte de la visita.
Toda la capilla está decorada de forma ilusionista al trampantojo. Hasta la puerta de entrada pretende engañar, es de madera pero simula una reja de bronce dorado. Las dos estancias, la antecapilla y la capilla propiamente dicha están decoradas con maravillosas pinturas de arquitecturas fingidas y falsas esculturas.
La Capilla del Milagro, Monasterio de las Descalzas Reales
(en BONET CORREA, “Iglesias madrileñas del siglo XVII“)
La Bóveda de la iglesia de San Antonio de los Alemanes “San Antonio de Padua en gloria” (1665-1668), de Juan Carreño, es otro magnífico ejemplo, una obra maestra. Juan Carreño de Miranda (1614-1685), fue Pintor del Rey en 1669 y Pintor de Cámara en 1671. Contemporáneo de Francisco Ricci, ambos trabajaron en las decoraciones al fresco y al temple de San Antonio de los Alemanes, y ambos trabajaron juntos también en otras obras perdidas, como las de la iglesia de Atocha, o en el Alcázar, donde lo hicieron a las órdenes de Mitelli y Colonna. Mateo Cerezo, J. Martín Cabezalero, F. Ignacio Ruiz de la Iglesia, Jiménez Donoso y Claudio Coello fueron otros pintores de la escuela madrileña, discípulos de Carreño.
La cúpula de la Iglesia del Sacramento (1690-1744, reconstruida en los años 40 del siglo XX), en la calle del mismo nombre, y actualmente Iglesia Arzobispal de la Fuerzas Armadas, está decorada también con fantásticos trampantojos.
En la Capilla de la Iglesia de la Venerable Orden Tercera (1679-1686), junto a San Francisco el Grande, el techo de la Sacristía, obra de Teodoro Ardemans, representa personajes asomados a una barandilla una vez más, y arriba el cielo y el “arrebato de San Francisco”. Durante la visita a esta iglesia la guía comenta que quizá Goya pudo inspirarse en esta obra para realizar sus frescos de San Antonio de la Florida.
Sacristía de la Capilla de la VOT, obra de Teodoro Ardemans
Sobre la escalera del Hospital de dicha V.O.T., el techo también es obra de Ardemans, y en su capilla abundan los falsos mármoles y dorados.
El interior de la ermita de San Antonio de la Florida, edificio construido entre 1792 y 1798 según diseño de Felipe Fontana, presenta una impresionante decoración al fresco realizada por Francisco de Goya. En la cúpula, alrededor de una barandilla fingida y con un fondo de paisaje, una multitud de personajes del pueblo asisten al milagro de San Antonio, que resucita a un hombre asesinado para que testifique la inocencia de su padre, acusado del crimen.
San Antonio de la Florida (en “Guía de San Antonio de la Florida”)
Pero no todos los trampantojos se encuentran en las iglesias o conventos. En los jardines de El Capricho, hay un pequeño embarcadero junto a la desembocadura de la ría, conocido como la Casa de Cañas, por estar revestido de dicho material; el edificio incluía un pequeño pabellón de reposo que servía como comedor ocasional. El autor es Ángel María Tadey, pintor, decorador, escenógrafo y tramoyista milanés, que entre 1792 y 1795 construyó una serie de edificios para disfrute de los visitantes.
Casa de Cañas, Jardines de El Capricho
Tanto el interior del embarcadero como el salón están decorados con pinturas murales que simulan falsa arquitectura, con la técnica pictórica del trampantojo que sirve para que el espectador que está dentro de los edificios pueda contemplar un paisaje dibujado a través de huecos también pintados. En el embarcadero unos falsos cortinajes simulan el interior de una tienda de campaña, y en el comedor unas finas columnas sostienen un toldo. A través de los huecos pintados en los muros el espectador contempla un paisaje inexistente a la vez que contempla la realidad por las ventanas auténticas. Al igual que el edificio, los murales fueron restaurados entre 1999 y 2001.
Otro edificio es la Ermita o Casa del ermitaño. Tadey quiso darle un aspecto de ruina y envejecimiento para lo cual pintó el exterior resquebrajado utilizando la misma técnica, al reproducir en los muros exteriores e interiores falsas grietas, ventanas inexistentes y mobiliario fingido. Restaurada en 2001, eliminando la capa de enlucido que escondía los trampantojos, consiguiendo también en el interior una iglesia también en ruinas, con falsas esculturas, etc.
Ermita, Jardines de El Capricho
Pero volvamos al siglo XVII, época en la que además del fresco ilusionista fue habitual la construcción de elementos de Arquitectura fingida. Se trataba de arquitecturas construidas a propósito para los festejos espectaculares, como las entradas de nuevas reinas, etc. Normalmente, la arquitectura para dichos festejos de la Corte del Barroco eran efímeras, construidas especialmente para la ocasión, por lo que raramente se utilizaba la piedra, sino la madera, pasta de papel o la tela, materiales con los que se construían fachadas, arcos, obeliscos, castillos, montañas, galerías, perspectivas fingidas… Al final de las celebraciones los materiales se subastaban y eran reutilizados, sobre todo la madera. En su construcción participan todos, arquitectos que diseñaban, pintores que decoraban, escultores, maestros de obras, carpinteros, sastres, “maestros de apariencias” en definitiva.
Un ejemplo: en 1680, se construyó la Galería o Calle de los Reinos, arquitectura fingida levantada para decorar el recorrido de la entrada en Madrid de María Luisa de Orleans, futura esposa de Carlos II, a la salida del Real Sitio del Buen Retiro, en el paso que comunicaba el palacio con el Prado de San Jerónimo. Su traza fue obra de Claudio Coello y José Jiménez Donoso.
Hoy día cada vez más ciudades en el mundo lo utilizan para decorar sus calles, y no únicamente las paredes, sino también el suelo. Es famoso Julian Beever que ha trabajado en varios lugares del mundo (Reino Unido, Francia, EEUU, etc.) y llegó a Madrid en julio del pasado año 2007 para mostrarnos su habilidad. Podríamos decir que se trata de un recurso artístico muy distinto a los graffiti, ya que únicamente busca decorar, alegrar, mejorar, de una forma constructiva, cosa que no siempre ocurre en el otro caso.
Graffiti en la Calle del Doctor Esquerdo, 33
A sí mismos, los grafiteros se llaman “escritores”, incluso son valorados en ciertos círculos artísticos convencionales. El año 2006 hubo una exposición de grafitis en Leganés, el “Museo del Graffiti” al aire libre. Y aunque en teoría el graffiti también tiene una dimensión creativa, y de ellos podemos encontrar muestras en Madrid, la realidad es que en muchos casos tiene un componente de egocentrismo, y en la mayoría de ellos supone un problema para las ciudades. A veces no parece claro el límite entre el presunto arte de algunas acciones y la simple falta de civismo por parte de los autores de la mayoría de pintadas sobre monumentos, mobiliario urbano, etc. Madrid gasta cerca de seis millones de euros al año en la limpieza de los muros, estatuas, etc. Muchos de los mejores trampantojos madrileños están manchados por los graffitis, como el de la calle de la Montera
Calle de la Montera nº 22
Aunque hay otros casos muy interesantes como el de “el Tono”, antiguo grafitero en París y actualmente “pintor de puertas” en Madrid. Uno de los muros de la Fundación Elorz, en la calle Conde Peñalver, que fue antigua cárcel en la que estuvo Miguel Hernández, hoy Residencia con un bonito jardín, muestra una de sus “obras”.
Calle Juan Bravo, 50
Gran parte de los murales y trampantojos que decoran Madrid hoy día datan de los años 80 del pasado siglo XX. Como los de Puerta Cerrada, obra de Alberto Corazón, realizados en 1983. Uno de ellos, el “Gallo carnicero”, que nos observaba desde la medianería del nº 3 de la plaza, junto al enorme río de frutas y verduras que adornan el muro vecino, desapareció en 1995, al producirse una reforma en el edificio. Sí pervive el falso paisaje del edificio contiguo, así como también enfrente, la celosía de madera con falsas enredaderas junto al pedernal que nos recuerda que Madrid fue sobre agua edificada y que sus muros son de fuego, antigua leyenda.
Puerta Cerrada
Alberto Pirongelli es el autor de varios de los trampantojos más conseguidos, como el que podemos contemplar subiendo por la cuesta de la Carrera de San Francisco, a espaldas de la iglesia de San Andrés. Resulta difícil diferenciar la falsa fachada de la verdadera.
Carrera de San Francisco
Este pintor y extraordinario muralista es autor también del de la plaza de los Carros, de la calle San Bernardo y de la calle de la Montera.
Otros trampantojos, muy cerca, en la calle Segovia o en la Costanilla de San Andrés muestran un recurso bastante habitual, los falsos sillares dibujados en las paredes de los edificios.
Calle Segovia
En la calle de la Cruz, allá donde en el siglo XVII estuviera el Corral de Comedias, bajo el cielo azul una calle imaginaria se abre ante nuestros ojos.
Calle de la Cruz
A un paso de la Plaza Mayor nos saludan los personajes creados por Antonio Mingote que se asoman en animada tertulia a los balcones de la Calle de la Sal
Calle de la Sal
En la Cava Baja el amable cocinero nos invita a entrar en la antigua Posada de la Villa
Cava Baja
Incluso decorando lonas publicitarias o simplemente ocultando las obras en los edificios. Hay preciosos trampantojos por toda la ciudad, y no únicamente en el centro. En la calle Azcona, esquina con Francisco Silvela, algo deteriorado, un reloj de sol en Embajadores, etc.
Calle Azcona
Calle Escorial
El Madrid del siglo XXI continúa escribiendo páginas en su contribución a la historia del arte. Comprobar que las técnicas descubiertas en la más remota antigüedad y llevadas a la más pura perfección en el siglo XVII son utilizadas hoy día de esta forma resulta muy gratificante.
Los ejemplos son interminables: Una antigua corrala, a un paso de la Castellana, en la calle Fernández de la Hoz, luce un gran trampantojo dibujado por el artista José Luis Tirado en 1987, que representa a un gigante avanzando entre los edificios. Es propiedad del Ivima que al parecer tiene intención de vender el edificio, sin duda situado en un lugar muy cotizado, y realojar a los inquilinos.
Calle Fernández de la Hoz, 63
O las clásicas pinturas del Palacio de Abrantes en la calle Mayor. O uno de los trampantojos más puros, desconocidos y acertados en su propósito de engañarnos, la falsa puerta en la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Se trata de un maravilloso tapiz que reproduce la antigua y desaparecida puerta de entrada al Palacio, obra de Churriguera, anterior a la restauración del edificio de la calle de Alcalá.
Real Academia de Bellas Artes de San Fernando
Y por fin, en la calle Alfonso XI, bajando desde el Retiro por la calle Valenzuela vemos un trampantojo con el palacio de Correos -hoy palacio de Cibeles- al fondo, más emparentado con el arte moderno que ninguno de los visitados hasta el momento. Obra de Vaquero Turcios, simula altos edificios en blanco y negro, y es de los más fotografiados y a menudo utilizado en películas y spots publicitarios.
Calle Alfonso XI
Ya únicamente resta animar a todos los posibles curiosos que hayan llegado hasta aquí, a pasear por Madrid, a “mirar” Madrid y continuar descubriendo los preciosos trampantojos y murales que adornan la villa. Y a cuidarlos, pues sin duda forman también parte de nuestro patrimonio artístico y cultural.
Texto y fotografías por : Mercedes Gómez
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Bibliografía:
BONET CORREA, A. Iglesias madrileñas del siglo XVII. CSIC 2ª ed. Madrid 1984.
FEINBLATT, Ebria “A ‘Boceto’ by Colonna-Mitelli in the Prado“. The Burlington Magazine. Jul. 1965
GARCÍA GARCÍA, Bernardo J.. “Arquitectura y efectos de la fiesta“. SEACEX Catálogo “Teatro y fiesta del Siglo de Oro en tierras europeas de los Austrias”. Mayo 2003.
MARTÍN GONZÁLEZ, J.J. “Acerca del trampantojo en España”. Cuadernos de arte e iconografía, Tomo 1, Nº. 1, 1988.
“Bodegones Españoles”. Folleto exposición. Museo del Prado. Octubre 2006.
“El Real Alcázar de Madrid.” Catálogo Exposición 1994.
“Las Descalzas Reales. Guía de Visita“.
“San Antonio de la Florida“. Guía.
Paneles informativos en el Jardín de El Capricho.
Diarios El País 21 abril 2006, El País 11 julio 2007, ABC 21 nov 2006, El Mundo 27 agosto 06, ADN, 8 enero 2007.
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NOTA: La primera versión de este artículo, realizada entre los meses de julio 2006 y enero 2007, fue revisada y publicada en la web de Amigos del Foro http://www.amigosdelforo.es en junio 2008.
El trabajo sobre el Arte Urbano publicado en este blog, surgió como una continuación de estos Trampantojos en Madrid.
28 comentarios
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28 marzo 2009 a 07:44
carlos osorio
Interesante reportaje. Siempre me han gustado los trampantojos.
29 marzo 2009 a 13:57
Lucie
Una entrada muy interesante y documentada, como siempre!
He mirado un poco la página de «el tono», es curioso, y la de Julian Beever: me gustan mucho las anamórfosis que hace.
Que pena da ver los graffitis encima de los estupendos trampantojos.
Saludos!
29 marzo 2009 a 20:18
La Mari Blanca
Sí conocía los trampantojos, pero no les concedía el valor que tu reportaje me ha enseñado a darles.
¡Cuántas cosas nos ofrece Madrid! Lo que hace falta es que haya personas como tú que nos enseñen a descubrir y valorar todo lo que frecuentemente nos pasa desapercibido a la mayoría.
Muy bonito, de verdad.
29 marzo 2009 a 20:28
danimetrero
Interesabntisimo. La mitad de las cosas ni las sabia.
29 marzo 2009 a 20:37
artedemadrid
Gracias por vuestros comentarios!!
Carlos, a mi también me gustan mucho, creo que antes de saber lo que eran…
Lucie, sí que es curioso El Tono, yo solo he visto ese dibujo suyo en Juan Bravo, pero creo que hay algún otro por Madrid. Cuando vino Julian Beever a Madrid me pasó algo muy tonto. La prensa anunció por todo lo alto su «obra» efímera en una plaza cercana a la Torre Picasso, ese fin de semana fuí a buscarla, pero no la encontré. Ignoro si por mi torpeza o porque ya no estaba…
Mari Blanca, para bonitas tus palabras 🙂 Madrid es inmenso, y cada uno vemos cosas distintas, lo bueno es que nos las contamos unos a otros, cada uno a su manera.
Besos
Mercedes
29 marzo 2009 a 20:42
artedemadrid
¡hola danimetrero! ha llegado tu comentario mientras escribía el mío, me alegro te haya interesado, gracias.
8 agosto 2009 a 23:22
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29 noviembre 2011 a 09:44
nOlOsÉaRQUITECTURA
Muy interesante artículo, la verdad. El Trampantojo es un recurso de «engaño» fascinante….
30 noviembre 2011 a 20:20
Mercedes
Muchas gracias por tu comentario, noloseArquitectura.
saludos!
1 enero 2012 a 22:15
lorens
esto de los trapantojos es muy interesante y espectacular es muy bonito
2 enero 2012 a 20:34
Mercedes
Son preciosos ¿verdad?
gracias por tu comentario, lorens
28 junio 2012 a 22:26
Autorretrato de Murillo « Arte en Madrid
[…] de los primeros artículos publicados en este blog fue el titulado Trampantojos en Madrid. Luego, a lo largo de estos tres años, hemos descubierto algunos más, muy bonitos, los delicados […]
12 julio 2012 a 19:24
El tema del óculo en los trampantojos « Historia del arte
[…] Teodoro Ardemans es uno de los grandes nombres en la historia del arte madrileña. Combina las facetas de pintor, grabador, arquitecto y tratadista, llegando a convertirse en maestro mayor de las obras reales. Pero los comienzos de Ardemans los hace en el mundo de la pintura, y más concretamente en el campo del trampantojo. Por ello, que sus primeros trabajos los realiza para la Venerable Orden Tercera en Madrid, primero para las bóvedas del hospital y después, en 1685 para la sacristía de la capilla. El tema que representa es el arrebato de San Francisco. Si en el tratamiento de su pintura sigue el estilo impuesto por Mitelli y Colonna, se separa de la representación circular u ovalada en el cielo abierto. Aunque sí nos parece curioso resaltarla porque en el primer plano dispone una balaustrada desde donde se asoman tres personajes contemporáneos a la fecha en que lo está pintando, y en donde uno de ellos vuelve a mirar fijamente hacia el espectador mientras que su compañero le habla directamente. (Consultar artículo de Ángel Aterido). 1685. T.Ardemans. Sacristía Capilla VOT (Madrid) (Foto del blog de Mercedes Gómez) […]
4 noviembre 2012 a 21:28
carlos espana
me parecen super buena inplementada la tecnica en dichos edificios. felicitaciones y si me pueden ayudar estoy con haciendo la tesis hacerca del trampantojo
10 noviembre 2012 a 20:58
Trampantojos del siglo XVI y del XXI « Arte en Madrid
[…] Trampantojos en Madrid. Antonio de Pereda. Bodegón. 1652. Murillo. Autorretrato. 1670. Coello y Donoso. Salón Real de la Casa de la Panadería. 1672-74. El Trampantojo de Juan Muñoz. 1994. […]
10 septiembre 2013 a 00:03
Juan Vicente de Ribera, pintor madrileño. | Arte en Madrid
[…] En sus comienzos, con apenas dieciséis años, fue discípulo de Francisco Ricci. Desde ese momento, y durante dieciocho años, trabajó en la decoración de arquitecturas efímeras, sobre todo en las fiestas y representaciones teatrales que tenían lugar en el Buen Retiro. Se sabe que fue reclamado en varias ocasiones por Teodoro Ardemans, Maestro Mayor de Obras reales, con quien debía tener buena relación, así como con Pedro de Ribera. A lo largo de su vida también fue autor de pintura de caballete, de temática religiosa. Finalmente, destacó por sus pinturas al temple, faceta en la que se mostró heredero de las técnicas ilusionistas introducidas en España por Mitelli y Colonna. […]
9 enero 2014 a 21:00
Teodoro Ardemans, joven Pintor en Madrid | Arte en Madrid
[…] de los Dolores, situada junto a San Francisco el Grande, que ya visitamos cuando buscamos los trampantojos en Madrid. Representa el Arrebato de San Francisco en el cielo, y personajes terrenales asomados a una […]
21 agosto 2014 a 23:07
Elena
Mercedes, qué post tan precioso, tan documentado y, además, has hecho un recorrido por muchos barrios de la ciudad. Gracias por mostrarnos y descubrirnos tantas cosas. Como bien dices en tu artículo lo que hay que hacer es animarse a pasear y a «mirar» Madrid, a aprender a ver lo nuestro porque muchas veces, vemos más fuera. Enhorabuena. Me recuerda este recorrido al de las verjas. Muy interesante el post del Humilladero de Fuencarral. Visto siempre por fuera, aunque nunca por dentro. Gracias por darlo a conocer. Un abrazo
22 agosto 2014 a 00:03
Mercedes
¡Gracias, Elena! este artículo es de los más antiguos, algunos ya ni existen… pero me sigue pareciendo un tema muy bonito, al que siempre vuelvo, pues hay más trampantojos de los que podemos imaginar, en los museos y en las calles, así que te agradezco tu «recuperación».
El Humilladero es entrañable, fíjate que yo tampoco lo había visto cuando hice el primer post… lo abrieron esta Navidad pasada, quizá lo vuelvan a abrir y puedas visitarlo, es chiquito pero con obras valiosas.
Un abrazo
5 enero 2016 a 19:44
Camarín de la Virgen del Rosario de la iglesia de San Pedro Ad Vincula, Vallecas. | Arte en Madrid
[…] Las cuatro pechinas son falsamente cóncavas gracias a la representación de arquitecturas fingidas con las imágenes de los cuatro Evangelistas. Son numerosos los recursos al trampantojo, característicos del Barroco. Juan Vicente de Ribera fue heredero de las técnicas ilusionistas introducidas en España por Mitelli y Colonna. […]
17 octubre 2016 a 22:20
Análisis de la obra “Descubrimiento y milagro de la Vera Cruz” | Artedivague
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12 febrero 2018 a 22:52
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