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Como ya vimos, el origen de las ferias, los puestos, tenderetes y tinglados de libros, se remonta a la Edad Media cuando allá por el siglo XV comenzaron a tener lugar las llamadas Ferias de Madrid. Aunque anteriormente ya había actividad comercial en torno a las Puertas de la Vega y de Guadalajara y en plazas como la de la Paja, fue el rey Juan II quien concedió a la Villa el privilegio de poder celebrar dos ferias anuales libres de alcabalas o tributos. Perdido en tiempos de Enrique IV fue restablecido por los Reyes Católicos, quedando limitado a una sola feria anual. En ellas se compraba y vendía un poco de todo, pero con el tiempo se fueron especializando y situándose en diferentes lugares. Estas ferias fueron el antecedente de la Feria de Libros permanente, hoy día en la Cuesta de Moyano.

En los inicios del siglo XX, los puestos de la llamada Feria de Madrid, muy modestos, hechos con tablones de madera y trozos de lona, se situaban en el Paseo del Prado. Se instalaba en otoño y se reducía a «unos cuantos puestos de libros viejos, frutas y juguetes baratos», según se puede leer en la prensa de la época.

Nuevo Mundo, 1919 (BNE)

En 1924 tuvo lugar la última feria de otoño, en la calle de Claudio Moyano, junto a la verja del Ministerio de Fomento.

Foto : Díaz Casariego. La Esfera, 1925. (BNE)

En 1925 los libreros consiguieron un lugar permanente donde instalarse, la misma calle de Claudio Moyano, conocida popularmente como Cuesta de Moyano, pero en la acera contraria, junto a la tapia del Botánico.

Nació la denominada Feria de Libros.

Foto : Díaz Casariego. La Esfera, 1928. (BNE)

El arquitecto municipal Luis Bellido diseñó unas casetas de madera, treinta casetas de planta rectangular adosadas, de unos 15 metros cuadrados cada una, pintadas en color gris.

Mundo Gráfico, 1934 (BNE)

En 1934 se proyectó una nueva Feria del Libro, con el objetivo de mejorar las instalaciones, trasladarlas al paseo del Prado (ese era el deseo de los libreros) y colocar los libros en «modernísimos puestos que llamarán la atención del transeúnte lector».

El nuevo proyecto fue obra del entonces arquitecto municipal Francisco Javier Ferrero.

Mundo Gráfico, 1934 (BNE)

A pesar de que el acuerdo ya había sido publicado en el Boletín Oficial, a falta de establecer la fórmula económica para anunciar el concurso y comenzar la obra, nunca llegó a realizarse.

Durante la guerra, aunque lógicamente su actividad fue menor, la feria continuó funcionando.

Con el paso del tiempo las casetas se fueron deteriorando; en 1986 se decidió demolerlas. A las diez y diez de la mañana del 5 de agosto de 1986 los libreros emocionados vieron cómo la máquina retroexcavadora arremetía contra la caseta nº treinta, «cinco minutos más tarde solo quedaba un montón de maderas esparcidas por el suelo».

Se publicó que dos casetas, la siete y la diez, serían conservadas, una se subastaría para ayudar a los libreros y otra pasaría al Museo Municipal. Ignoro si esto llegó a cumplirse.

Provisionalmente, los puestos volvieron al Paseo del Prado.

Tras muchas incidencias, reuniones para decidir el nuevo diseño, etc. se decidió reconstruirlas exactamente iguales a las primitivas. Las portadas serían del mismo material y medidas.

Únicamente se añadieron algunas mejoras, como la luz y el agua.

Una vez más, en 2004 la Feria de Libros volvió al Paseo del Prado debido a las obras de construcción de una nueva subestación eléctrica subterránea bajo la Cuesta tras el incendio de la que se encontraba al otro lado del paseo. A estas alturas, al contrario que en el pasado, los libreros parece ser que estaban deseando volver a su tranquilo tradicional emplazamiento, lo cual no se pudo conseguir hasta 2007.

La Cuesta fue reformada y peatonalizada. Desde entonces, felizmente, después de tantos avatares a lo largo de los años, desde su creación en 1925, la Feria de Libros y sus preciosas casetas, llenas de libros y de vida, continúan en la Cuesta de Moyano, uno de los lugares más emblemáticos y bonitos de Madrid.

Es una delicia recorrerlo, lo cual es posible todos los días del año.

Que sea por mucho tiempo, cuidemos las históricas casetas y compremos muchos libros.

Por: Mercedes Gómez

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Bibliografía:

La Época, 22 sept 1900; Nuevo Mundo, 3 oct 1919; La Esfera, 20 oct 1923, 27 jun 1925, 12 mayo1928; Ahora, 2 feb 1934.
Ayuntamiento de Madrid. La Feria de libros de la Cuesta de Moyano. Madrid, 1986.
El País, 6 agosto 1986, 15 abril 2007.
ABC, 6 agosto 1986, 19 marzo 2007.

La iglesia franciscana de San Antonio fue proyectada por el arquitecto Bernardo Giner de los Ríos en 1927, en la esquina de la calle Duque de Sesto con Lope de Rueda.

Revista Arquitectura, 1927 (BNE)

Bernardo Giner de los Ríos nació en Madrid en 1888 y murió en el exilio, en México, en 1970. Era sobrino de Francisco Giner, fundador de la Institución Libre de Enseñanza; allí cursó Bernardo sus estudios de primaria. Luego estudió ingeniería y arquitectura. Además fue político; durante la 2ª República fue diputado y ministro en varias ocasiones.

Como arquitecto municipal desde 1916 a 1936 trabajó en la Sección de Construcciones y Propiedades del Ayuntamiento de Madrid; en 1928 fue nombrado Jefe de Construcciones Escolares. Como responsable de este área, entre 1931 y 1934 edificó varias escuelas, en esos momentos muy necesarias. Trabajó junto a Antonio Flórez Urdapilleta, que había creado los Pabellones de la Residencia de Estudiantes y algunos centros escolares inspirados en la ILE.

Por todo esto, Bernardo Giner es más conocido por los colegios que construyó, algunos se conservan, pero no fue lo único que creó, su huella es notable en Madrid. Participó en algunas reformas como la de las Antiguas Escuelas Aguirre. En arquitectura residencial se le atribuye la construcción de la casa palacio en Padilla 38 (1925) en la que vivió Juan Ramón Jiménez; en 1926 levantó un edificio de oficinas y comercios en la calle Almirante 1. Además de otros edificios que no se conservan, como la iglesia de San Antonio.

La nueva iglesia de San Antonio de Padua –y residencia de los Padres Franciscanos– fue inaugurada en agosto de 1927.

El templo era de una sola nave, con cinco tramos; el ábside, circular en su interior, tenía cinco ventanales con vidrieras policromadas que narraban las vidas de San Francisco y San Antonio.

La torre, adosada a la nave, llevaba a la escalera general de la Residencia y daba paso al coro y a la azotea.

El conjunto, que podría considerarse de estilo neomudéjar, dentro de una gran sencillez, era de ladrillo, menos el zócalo, que era de piedra.

La residencia tenía tres plantas (habitaciones, biblioteca, etc.)

Como parroquia fue erigida canónicamente en 1966.

El conjunto fue derribado en 1975 y en el mismo lugar se construyó el actual templo y nuevo convento, de seis plantas, obra del arquitecto José Manuel Marañón Richi, inaugurado en 1977.

Calle Duque de Sesto 9, esquina Lope de Rueda.

Hoy día es la Parroquia San Antonio del Retiro. Lo cierto es que se encuentra muy cerca del Parque del Retiro, pero pertenece al barrio de Goya, distrito de Salamanca.

La iglesia es también de una sola nave, en ligera pendiente, ocupada por varias filas de bancos convergentes en el ábside circular. Fue construida, como otras en esos años, siguiendo las directrices del Concilio Vaticano II, que pedían la celebración de actos comunitarios, con participación activa de los fieles. Las misas ya no eran en latín ni de espaldas a los asistentes.

Destaca la vidriera de Carlos Muñoz de Pablos.

De la primera iglesia únicamente se conserva una pequeña imagen de la Virgen del Pilar, ubicada en una capilla lateral a los pies del templo.

Por: Mercedes Gómez

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Bibliografía:

“Iglesia de San Antonio”, Arquitectura, nº 101, Madrid, 1927.
COAM. Guía de Arquitectura, Madrid, 2003.
Fiesta patronal y bodas de oro de la parroquia San Antonio del Retiro, Archidiócesis de Madrid, 2016.

 

 

 

Son muchos los arquitectos que a lo largo de los siglos han trabajado para el Ayuntamiento de Madrid, hemos hablado de algunos de ellos; recientemente de Luis Bellido, a propósito de la exposición en el Centro Cultural Conde Duque. Algunos han sido muy importantes para la configuración de la Villa, como Pedro de Ribera, Ventura Rodríguez, etc., pero hay muchos otros, cuya labor es menos conocida y su obra menos influyente en la imagen de la ciudad, pero que trabajaron durante muchos años para Madrid, que también dejaron sus huellas y merecen nuestra atención. Como Felipe Trigo Seco de Herrera (1892- Madrid, 1951).

Felipe Trigo obtuvo el título de arquitectura en 1920. En 1924, tras la marcha de Emilio Vargas, fue nombrado arquitecto de la Compañía Madrileña de Urbanización (C.M.U.), fundadora de la Ciudad Lineal; junto a Agustín Enrile y José González Edo, fueron los nuevos arquitectos y nuevos funcionarios de la C.M.U.

En 1932 se presentó –junto a otros diecisiete arquitectos– a un concurso para una plaza en la Sección de Construcciones y Propiedades del Ayuntamiento de Madrid, la cual ganó, convirtiéndose desde entonces en arquitecto municipal. Trabajó en esa sección junto a Adolfo Blanco Pérez del Camino, Francisco García Nava, Bernardo Giner de los Ríos y Francisco Javier Ferrero.

En 1939 proyectó la segunda reforma de la Casa de Cisneros –la primera, recordemos, fue obra de Luis Bellido en 1909–. En esta ocasión se reformó el interior de las salas de recepción en la segunda planta con el fin de embellecerlas.

Salón de Fiestas, Casa de Cisneros, 1951 Foto: en “Casa de la Villa de Madrid” (*)

En 1984-86 el arquitecto Joaquín Roldán llevó a cabo una nueva rehabilitación de la zona del alcalde y los salones. En el Salón de Fiestas se conserva no solo el gran tapiz Tideo y Polinices (siglo XV), el más antiguo de la colección, sino también, como se aprecia en las fotografías, algunos cuadros colocados en el mismo lugar y las lámparas, manteniendo en gran medida la decoración que diseñó Felipe Trigo.

Salón de Fiestas, Casa de Cisneros, 2019

En los años 40 Trigo fue Jefe de la mencionada Sección de Construcciones, época en la que trabajó en varias promociones de viviendas municipales. Sucesor de José Lorite como director del Patronato Municipal de Vivienda, después de la guerra reconstruyó las colonias que su antecesor había proyectado entre 1928 y 1931: la hoy conocida como Colonia Moscardó y las Colonias municipales de casas ultrabaratas y baratas Salud y Ahorro, en el distrito de Usera, y la 1ª fase de la Colonia Cerro Bermejo en el distrito de Latina.

En el Archivo de Villa se conservan varios planos firmados por el arquitecto, en algún caso como director del mencionado Patronato Municipal de Vivienda.

Proyecto de viviendas económicas en la Colonia «General Moscardó» (plano GM-7), 1945. (Archivo digital memoriademadrid)

Felipe Trigo compaginó su actividad profesional con su afición a la pintura, llegando a ser un acuarelista apreciado; en 1945 fue el primer vicepresidente de la Agrupación española de acuarelistas que se había constituido como resultado de las reuniones que tuvieron lugar en el famoso café El gato negro, en la calle del Príncipe.

También fue Secretario del Círculo de Bellas Artes de Madrid.

En 1949 proyectó el Grupo de Viviendas protegidas Florestán Aguilar para funcionarios municipales, construido entre 1949 y 1950 por Adolfo Blanco Pérez. Los bloques de la colonia se sitúan en la calle Cartagena nº 2 y calle de Florestán Aguilar 1-13, con vuelta a Doctor Gómez Ulla.

Sería su última obra.

Calle de Florestán Aguilar

Repentinamente, a la edad de 58 años, el 22 de enero de 1951, tal como reflejó la prensa, el arquitecto municipal y acuarelista Felipe Trigo murió, en plena madurez y actividad profesional.

El proyecto consistía en la construcción de 116 viviendas, englobado en el Plan Municipal de viviendas del Ayuntamiento del alcalde José Moreno Torres, conde de Santa Marta de Babío, que fue ingeniero además de político.

La colonia fue un gran proyecto urbano creado junto al paseo de ronda –hoy calle de Francisco Silvela–, límite del Ensanche de Madrid.

En el Boletín del Ayuntamiento de Madrid de 2 de abril de 1951 se publicó, hablando de la construcción de colonias para la solución del problema de la vivienda modesta, que se habían construido viviendas de clase media con fines además urbanísticos en la calle de Florestán Aguilar, donde también en cuanto al tema benéfico-sanitario se creó un Centro Asistencial inaugurado el mes anterior.

Se lee con dificultad, pero se conservan las marcas del antiguo letrero:

CENTRO MUNICIPAL

ASISTENCIAL

PROTECCIÓN CIVIL?

Se conserva también el escudo de Madrid con el dragón, el oso y el madroño y la corona cívica –en vigor hasta 1967–.

Ese mismo año de 1951, entre la plaza de Manuel Becerra y la colonia, en junio se inauguraron los Jardines Eva Duarte de Perón.

En cuanto a su faceta de acuarelista, el Museo de Historia guarda cinco vistas de Madrid, la serie Rincones de Madrid (1934-42). Pertenecen al conjunto de veinte obras expuesto en la exposición Rincones de Madrid, presentada por el arquitecto en la Casa de Cisneros en 1944; el Ayuntamiento compró estas cinco obras, tres de ellas de la Iglesia de San Sebastián y dos de Calles de Madrid.

F. Trigo. “Calle de Madrid”, h. 1942. Acuarela sobre papel pegado a cartón (30 x 21,5 cm).

Como reconocimiento a su labor en la consecución de los Salones de la acuarela –el primer Salón tuvo lugar en 1946–, se instituyó el premio patrocinado por el Ayuntamiento de Madrid que lleva su nombre, la Medalla Felipe Trigo.

Por: Mercedes Gómez

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Bibliografía:

Diario ABC, 23 enero 1951.
VARELA, Eulogio. Casa de la Villa de Madrid. Madrid 1951. Fotografías (*) : Casariego, Moreno y Muro.
VILARROIG, Pedro. “Los Salones de Estampas de Madrid y la Medalla Felipe Trigo”. Revista Villa de Madrid, nº 53, 1976.
COAM. Guía de Arquitectura. Madrid 2003.
JIMÉNEZ DE TEJADA, César.; HURTADO DE MENDOZA, María. “Un juego perverso: viviendas municipales Florestán Aguilar”, en Un siglo de vivienda social 1903-2003. (Vol. 1). Ed. Nerea. Madrid, 2003.
Museo de Historia. Dibujos en el Museo de Historia de Madrid. Madrid, 2011.

 

En el Centro Cultural Conde Duque se ha inaugurado la exposición, que podremos visitar hasta el próximo 6 de marzo de 2022, Luis Bellido. Arquitecto municipal de Madrid (1905-1939), dedicada a uno de los arquitectos más importantes del Madrid de la primera mitad del siglo XX.

Luis Bellido y González nació en Logroño en 1869; llegó a Madrid en enero de 1905 donde ejerció como arquitecto municipal, primero como Arquitecto de Propiedades y después como Director de Arquitectura. Su obra abarcó diversas facetas, arquitectura religiosa, residencial, escuelas, mercados… y numerosas obras de restauración. Como responsable municipal igualmente trabajó en tareas de urbanismo.

Bellido, que construyó y reformó muchos edificios en nuestra ciudad, dejó una gran obra en la Villa que esta muestra nos invita a conocer a través de un recorrido completo, con espléndido material (fotografías, planos, y documentos).

La exposición está dividida en cinco partes: el matadero y los mercados municipales; edificios asistenciales y docentes; parques y jardines; intervención en el patrimonio; y ejercicio libre de la profesión.

En este blog hemos hablado de la importancia de su obra en varias ocasiones. Visitamos el edificio de la calle de Almagro n º 2, la Imprenta municipal, el Embarcadero de El Retiro, hemos conocido la planificación de los Mercados bajo su dirección, etc. Aquí podemos recordar los artículos dedicados a Luis Bellido o que mencionan sus trabajos.

Además de animaros a visitar la exposición, os invito a leer la ficha sobre Luis Bellido que tuve el placer de elaborar para la Guía de Artífices de Madrid del Instituto de Estudios Madrileños, la Guía de arquitectos, ingenieros, paisajistas, alarifes y maestros de obras, que si aún no conocéis aprovecho para recomendaros. La valiosa guía, que se va ampliando poco a poco, se puede consultar en la web del IEM.

En dicha ficha –como en todas– se incluye, además de un breve biografía y toda su obra, una completa bibliografía tanto general como específica de cada proyecto llevado a cabo por el arquitecto, a la que habrá que añadir el Catálogo editado con motivo de esta oportuna exposición.

Luis Bellido vivió en Madrid en la calle del Conde Xiquena nº 12, muy cerca de las Salesas, y allí murió, el 15 de diciembre de 1955. Una placa municipal lo recuerda.

Por: Mercedes Gómez

Manuel Herrero Palacios nació en 1911. Estudió en la Escuela de Arquitectura de Madrid. Comenzó a trabajar para el Ayuntamiento de la Villa después de la guerra y se convirtió en un importante arquitecto municipal cuyas huellas aún subsisten en gran parte de la ciudad. Durante muchos años fue Jefe del departamento de Parques y Jardines y Estética urbana, cargo desde el cual trabajó en destacadas obras y reformas.

Él mismo escribió en 1958 en la revista Villa de Madrid que «… las zonas verdes y arboladas tienen una importantísima misión para la vida y el confort de la Ciudad…»

Además, desde su puesto en el Ayuntamiento, bajo una visión en cierto modo un tanto barroca de la ciudad, siempre prestó mucha atención al agua, su importancia en jardines, paseos y plazas, su necesidad para el bienestar de los ciudadanos; don Manuel diseñó láminas de agua, estanques y fuentes, algunas de las cuales felizmente se conservan.

En 1944 Herrero Palacios comenzó la gran reforma del Salón del Prado, el hoy llamado eje Prado-Recoletos, que se llevó a cabo durante los siguientes veinticinco años.

A lo largo de ese trayecto, desde Atocha hasta Colón, incluso en su prolongación, la Castellana, encontramos sus creaciones.

Frente al hoy Ministerio de Sanidad, –el Museo del Prado al otro lado del paseo–, se conserva un estanque de granito con tres surtidores verticales realizado hacia 1952.

Paseo del Prado

Dentro de esta amplia reforma a finales de los años 50, en el Paseo del Prado, en una pequeña plazoleta frente a la calle de Montalbán, instaló la Fuente de los Patos, cuyas esculturas como ya contamos son muy antiguas.

Otro precioso estanque es el de Recoletos, de 1969, con la cascada en otro tiempo llamada de la Mariblanca pues allí fue colocada la emblemática estatua, hasta 1984, como también vimos. Aunque sin la bella Mariblanca, la hermosa cascada, a lo largo de siete láminas de agua escalonadas, continúa adornando el paseo.

Paseo de Recoletos

En 1949 diseñó un estanque de granito para los Jardines de Sabatini, fiel a su estilo habitual. La escultura central fue instalada años después, al parecer es obra de Roberto Baeza.

Jardines de Sabatini, 2007.

En 1950 fue autor de otro de los grandes proyectos urbanísticos madrileños, la primera reforma de la Puerta del Sol. Se instalaron dos fuentes que en la actualidad se encuentran en Vallecas.

Paseo de Federico García Lorca

Ese mismo año fue instalada en la calle de la Princesa la Fuente mural homenaje al doctor Jaime Ferrán, situada al pie de un conjunto con doble escalinata que salva el desnivel entre esta calle y la plaza de Cristino Martos. Herrero Palacios trabajó junto al también arquitecto municipal Luis Pérez-Mínguez. La decoración escultórica fue obra de Federico Coullaut-Valera Mendigutia, hijo de Federico Coullaut-Valera. En 1975 fue restaurada por el propio Herrero Palacios.

En 1958 amplió y reformó el estanque donde se encuentra el monumento a Isabel la Católica cuando este fue trasladado al emplazamiento actual por motivos del creciente tráfico del paseo de la Castellana.

Monumento a Isabel la Católica.

En marzo de 1962 fue inaugurada en los Jardines de Cecilio Rodríguez en El Retiro la Fuente de las Gaviotas, donada por la Embajada de Noruega. Una fuente circular con un surtidor junto a un estanque en el que siete gaviotas unidas por las alas adornan el conjunto. El escultor de las figuras fue Jaime Fernández Pimentel; las rocas que rodean las gaviotas fueron traídas desde la Pedriza por orden del arquitecto. Las aves fueron fundidas en hierro por lo que sufrieron gran deterioro; el propio escultor en 1999 realizó las réplicas en acero inoxidable que vemos actualmente.

Fuente de la Gaviota, Jardines de Cecilio Rodríguez.

Ese mismo año el arquitecto diseñó la Fuente de la plaza de Mariano de Cavia en la que repitió el diseño de aves volando, en movimiento gracias a un mecanismo que lo permite. Siempre se ha considerado que era la Fuente de las Gaviotas, aunque en algún lugar figura que son tres patos… En cualquier caso, el escultor fue Gerardo Martín Gallego. Hace unos meses las esculturas no estaban en su lugar, acaso trasladadas para su restauración; hoy día lucen espléndidas.

Plaza de Mariano de Cavia

Cerca del monumento a Isabel la Católica, hacia 1965 fue construida por el ingeniero Carlos Buigas (autor de las conocidas fuentes de Montjuich en Barcelona), con la colaboración del arquitecto Herrero Palacios, la Fuente de la plaza de San Juan de la Cruz. Su gran pilón circular está adornado por doce peces, varios juegos de agua, y un surtidor central de catorce metros.

Plaza de San Juan de la Cruz

En 1969 diseñó la Fuente de las Conchas o del Nacimiento del Agua, que estuvo en la Plaza de España hasta que comenzaron las obras actuales. Las ninfas de bronce fueron realizadas en 1970 por el escultor Antonio Campillo.

Plaza de España (antes de 2019)

Las piezas del pilón de esta fuente pudimos verlas numeradas en el Almacén municipal del Taller de Cantería de la Casa de Campo, con la esperanza de que vuelvan a adornar y refrescar la nueva plaza de España, finalizadas las obras.

Taller de cantería, 2019.

Ese mismo año de 1969 proyectó la Fuente de los delfines en la plaza de la República Argentina. En este caso las esculturas de bronce son obra del artista Cristino Mallo.

Plaza de la República Argentina

A partir de 1970 nuestro protagonista trabajó en la reconstrucción y restauración del Templo de Debod junto al arqueólogo Martín Almagro Basch. Diseñó el estanque.

Una de las fuentes de Manuel Herrero Palacios desaparecidas, de la que hemos hablado aquí hace poco, es la Fuente de la Red de San Luis. En esos comienzos de los años 70 del pasado siglo XX el arquitecto volvió a utilizar en su diseño unas aves en movimiento, en este caso se conoció como la Fuente de los cisnes.

Entre 1976 y 1977, tras el derribo de la Casa de la Moneda y la convocatoria de un concurso, finalmente el arquitecto municipal fue el encargado de organizar la plaza de Colón; él diseñó los Jardines del Descubrimiento, incluyendo el estanque que rodea las esculturas de Joaquín Vaquero Turcios.

Igualmente creó la gran fuente-cascada que rodeaba la entrada al Centro Cultural de la Villa así como las conocidas como Fuentes Océanas, situadas en el centro del paseo, evocando las tres carabelas del viaje al Nuevo Mundo. Tanto la cascada como las fuentes fueron eliminadas en 2009, al dar comienzo la última reforma de la plaza de Colón.

Fuentes Océanas, 2005.

Aunque se habló de la recuperación y posible ubicación de las dos fuentes en la plaza de Legazpi, nunca llegó a realizarse ese proyecto. Sus restos también pudimos verlos en el almacén del Taller de cantería en la Casa de Campo.

Taller de cantería, 2019.

Manuel Herrero Palacios murió en 1992. Los jardines de la antigua Casa de Fieras del Retiro llevan su nombre desde 1981, son los Jardines del Arquitecto Herrero Palacios, en agradecimiento a los servicios prestados al Ayuntamiento para la mejora y embellecimiento de la Villa, como recuerda una lápida instalada en la entrada.

Una de las puertas del Parque del Retiro, en la avenida de Menéndez Pelayo, también lleva su nombre.

Por: Mercedes Gómez

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Bibliografía:

HERRERO PALACIOS, Manuel. «Madrid, sus jardines y sus parques», Revista Villa de Madrid, 1958.

Ayuntamiento de Madrid

Tal como ocurrió con las nuevas Escuelas que se construyeron con el fin de intentar llegar a casi todos los barrios madrileños, con la llegada de la República en 1931 se elaboró un Plan General de Mercados con el objetivo de mejorar el sistema de abastecimiento de alimentos. Los planes abarcaban tanto los mercados centrales como la venta al público que por entonces en gran parte se realizaba en las calles, en puestos al aire libre, con la consiguiente falta de higiene y el escaso control.

Imperó una nueva visión de las características que debía reunir un edificio para albergar este tipo de servicios que había nacido en los años 20 y culminó en los años 30. El Racionalismo y la funcionalidad dominaron los proyectos que por entonces se emprendieron. Bajo la dirección de Luis Bellido, Jefe de los Servicios Municipales de Arquitectura, se planificaron los Mercados Centrales de Frutas y Verduras, de Pescados y de Leche. El Matadero y Mercado de Ganados ya existía, obra del propio Bellido. Y se programó la creación de Mercados de Distrito, de los cuales solo algunos pudieron inaugurarse antes de la guerra.

La visión de la arquitectura oficial cambió radicalmente, la funcionalidad pasó a ser lo más importante frente a la forma o los elementos decorativos, que prácticamente desaparecieron. El objetivo no era construir mercados bonitos o crear grandes obras arquitectónicas sino facilitar la conservación de los alimentos, su almacenamiento y exposición. Lo importante era la luz, la higiene y la facilidad para la actividad en el interior de los mercados.

La construcción de los mercados centrales fue encomendada a Francisco Javier Ferrero Llusiá, uno de los arquitectos madrileños más notables, autor entre otras obras del emblemático Viaducto.

Nació en Madrid en 1891. Hijo de Luis Ferrero Tomás, y hermano de Luis Ferrero Llusiá, hay que destacar la huella de esta familia de arquitectos en nuestra ciudad.

Javier Ferrero comenzó colaborando con su padre. Sus primeros trabajos estaban influidos por la arquitectura regionalista, el monumentalismo de Antonio Palacios y el neobarroco de los años 20. Se conservan espléndidos edificios en la calle de Manuel Cortina 6, Goya 77 y Cedaceros 4. También es suyo el edificio de la Tenencia de Alcaldía de la Latina en la Ribera de Curtidores.

Con la reorganización de los servicios del Ayuntamiento, asumió un papel muy importante como arquitecto municipal. Entre 1932 y 1933 ejecutó el proyecto de Bellido para el Matadero de aves y gallinas. Además, entre otras cosas, como decíamos, le fue encomendada la construcción de los mercados centrales.

En 1931 se inició la del nuevo Mercado de Pescados junto a la Puerta de Toledo. El proyecto del Mercado de Frutas y Verduras, en Legazpi, había sido aprobado en 1930 aunque no se comenzó a construir hasta abril del año siguiente. Ambos fueron inaugurados en abril de 1935.

El Mercado de Frutas y Verduras, entre la plaza de Legazpi, la calle Vado de Santa Catalina, avenida del Manzanares y calle Maestro Arbós, ocupó una parcela triangular junto al río. Fue construido en hormigón, con cerramientos de ladrillo visto, en colaboración con el ingeniero José A. Peña Boeuf.

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Calle Maestro Arbós

Las naves se adaptaron al terreno de más de 30.000 metros cuadrados perteneciente a la antigua Dehesa de la Arganzuela, llamado el Pico del Pañuelo, alrededor de un gran patio destinado a los vehículos.

frutas entrada patio

Patio. Plaza de Legazpi.

En 2006 fue destinado a albergar la sede de la Concejalía de Urbanismo, entonces en la calle Guatemala, en cuyo proyecto el anterior alcalde de Madrid tenía previsto construir un rascacielos en el interior del antiguo mercado.

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Vado de Santa Catalina esquina avenida de Andalucía

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Río Manzanares

El plan nunca se llevó a cabo, surgieron otros que tampoco prosperaron. Durante un tiempo fue almacén municipal y alojó la Oficina de Objetos Perdidos, pero actualmente está sin uso. El paso del tiempo y la crisis económica han permitido que esta construcción, una de las más puras del racionalismo madrileño, se conserve casi íntegra.

El Mercado Central de Pescados, ubicado entre la glorieta Puerta de Toledo, calle Capitán Salazar Martínez, calle de la Arganzuela, la plaza del Campillo del Mundo Nuevo y la Ronda de Toledo, se adapta a un solar trapezoidal de más de 16.000 metros cuadrados con enorme desnivel de terreno. Igualmente el material utilizado fue el hormigón armado.

pescados1

Puerta de Toledo

Las plantas unidas por rampas, la lonja de contratación y los puestos de los asentadores, los almacenes de salazones y escabeches… desaparecieron en los años 80 del siglo XX en que el antiguo mercado, cerrado hacía tiempo, fue rehabilitado y convertido en el Centro Comercial Puerta de Toledo.

pescados2

Calle Capitán Salazar esquina calle Arganzuela

Hace tres años la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid cedieron el edificio a la Universidad Carlos III, que hoy ya ocupa una parte del antiguo mercado y pasará a ser de su propiedad totalmente en 2016.

pescados3

Plaza del Campillo del Mundo Nuevo

A partir de 1934 Ferrero también levantó el tristemente demolido Mercado de la Plaza de Olavide, otra de nuestras joyas racionalistas.

En 1935 el mismo Ferrero proyectó el Mercado Central de Leche, que no llegó a construirse.

De los tres mercados construidos, como decíamos, el único edificio que subsiste tal como fue proyectado es el de Frutas y Verduras de Legazpi. Si nos decidimos a dar un paseo por los alrededores, caminando desde Legazpi por el Paseo de la Chopera, llegamos a la plaza del General Maroto, donde, frente a la Casa del Reloj del Matadero, se encuentra el Edificio Parque Sur, obra de Ferrero junto a José de Azpiroz y el ingeniero José Paz.

parque1

Pº de la Chopera 41

No es un mercado, pero sí otro magnifico ejemplo de la arquitectura racionalista de la época. Son los Talleres del Parque Automovilístico del Ayuntamiento de Madrid, otro edificio de los servicios municipales levantado entre 1933 y 1935.

parque2

Una placa del Colegio de Arquitectos junto a la puerta de entrada que nos recuerda que “este edificio de estilo racionalista forma parte del conjunto de instalaciones municipales realizadas durante la II República” puede servir como resumen del modesto homenaje a este brillante arquitecto.

parque puerta

Javier Ferrero es también el autor de la Imprenta Municipal.

Murió el 27 de octubre de 1936, con solo 45 años de edad.

Por : Mercedes Gómez

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Bibliografía:

PEÑA BOEUF, A: «El mercado de frutas y verduras de Madrid. «, Revista de Obras Públicas, 1.1.1935.
«Nuevos mercados centrales en Madrid. «, La Construcción Moderna, 15 mayo 1935.
La Libertad 30 junio 1935
CASAS RAMOS, María Encarnación: «El arquitecto Francisco Javier Ferrero. «, Villa de Madrid, . nº 86, 1985-IV, pp. 33-42.

 

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